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Crónicas del hambre

Lorena Meléndez Ene 11, 2017 | Actualizado hace 5 años
El año del hambre
La dieta Maduro, los que se alimentaron de la basura, el aumento trepidante de los saqueos, la muerte de niños y adultos por desnutrición. Runrun.es repasa los 365 días en los que el hambre fue, más que una tendencia, una tragedia para los venezolanos

 

@loremelendez

UN AÑO CON UNA INFLACIÓN SUPERIOR A 700%. Un año con salarios que nunca estuvieron a la altura del alza de los precios. Un año con una escasez de más de 50%. Un año con fallecimientos que se aceleraron por falta de medicinas. El año 2016 será recordado por todas estas carencias, pero también por ser el momento en el que el hambre se instaló en el país. Se filtró a través de las viandas que llegaron con menos comida a las oficinas, en los desmayos de los niños en las escuelas, en los comedores que cerraron sus puertas en las universidades por no tener presupuesto, en los contenedores de basura de mercados y calles que se convirtieron en la fuente de alimento de millones de personas, en los hogares en donde las neveras comenzaron a vaciarse.

Los venezolanos adelgazaron cuando no pudieron cubrir sus necesidades de alimentación. La desnutrición severa alcanzó a niños y ancianos hasta matarlos. Los saqueos superaron todas las cifras de años anterior, se erigieron como actos recurrentes y no como excepciones. El gobierno sólo respondió a la emergencia con los Comités Locales de Alimentación y Producción (Clap) y las bolsas de alimentos que estos distribuyeron, de manera irregular y con discriminación, en los sectores populares y de clase media.

El fenómeno masivo

La cara más dura de la crisis venezolana se plasmó en fotografías, se leyó a través de noticias, reportajes, tuits, artículos de opinión y hasta post en las redes sociales. Por todas las vías se habló del fenómeno que este año se vio en cada esquina, en cada lugar donde había bolsas de desechos a la espera de los camiones del aseo urbano. Millones de venezolanos pulularon alrededor de los containers y aguardaron a las afueras de los mercados y restaurantes para procurarse un bocado dentro de la basura. De acuerdo con un estudio de More Consulting, divulgado por la Comisión Permanente de Desarrollo Social Integral de la Asamblea Nacional, 15,7% de venezolanos dijo que había rebuscado entre los desperdicios de establecimientos comerciales para conseguir comida.

La nota e imágenes de Associated Press, publicada por Runrun.es, relata las historias de ciudadanos que luego de quedar desempleados o de ver cómo sus trabajos no les dejaban ingresos suficientes para poder comer, debieron alimentarse de los desechos que otros dejaron.

Haz clic en la foto para acceder al trabajo de AP

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¿Por qué estamos tan delgados?

No necesitó de infomerciales, ni de gurús que la recomendarán, tampoco de actrices que dieran fe de ella. No fue una merengada mágica, ni una pastilla que controló la ansiedad o produjo inapetencia. Fue más bien una imposición, un decreto tácito de la crisis y la escasez. La “dieta Maduro” modificó la forma en la que los venezolanos se alimentaban y dejó en muchas personas, de clase media y baja, una delgadez súbita a consecuencia del hambre, de la desnutrición, porque mientras que algunos eliminaron productos de su ingesta, otros -millones- comieron apenas una o dos veces al día porque no pudieron cubrir sus necesidades básicas.

En esta nota se registró el momento en el que el presidente de la República, durante un acto público, se burló del término y le acuñó un eslogan: “la dieta de Maduro te pone duro”.

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 Hambre y vandalismo

A las colas kilométricas en los supermercados, a la escasez, a los precios altos de los productos alimenticios, se sumaron los cientos de saqueos que ocurrieron durante 2016 en supermercados, abastos, depósitos, granjas y camiones, los más afectados por la violencia de quienes buscaban, la mayoría de las veces, comida.

Tres ciudades se convirtieron en escenarios de jornadas de saqueo en decenas de establecimientos comerciales: en abril, Maracaibo sufrió por los estragos de la ausencia de electricidad; en junio, 80 comercios de Cumaná fueron devastados por los actos vandálicos de quienes comenzaron a actuar a raíz de la escasez de alimentos; en diciembre, Ciudad Bolívar fue el epicentro de tres días de saqueos motivados por la falta de efectivo por la retirada de los billetes de 100 bolívares.

Runrun.es siguió el fenómeno con atención y registró, mes a mes, los saqueos e intentos de saqueo que hubo en el país. No hubo un mes que se librara de estos robos masivos.

Haz clic en la foto para acceder a los trabajos sobre saqueos

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Un drama para ver y escuchar

En Runrun.es, el hambre pasó a ser el tema central de una serie de audiogalerías que reflejaron cómo la falta de alimentos había alcanzado a escuelas, universidades, hospitales, calabozos policiales, ancianatos y familias enteras.

La desnutrición y los desmayos se presentaron como consecuencia de la baja ingesta de alimentos a la que han debido someterse muchos venezolanos que no tienen dinero suficientes para comer tres veces al día. Los pocos recursos económicos obligaron a que los comedores de las instituciones educativas tuvieran que ingeniárselas para cumplir su función o, simplemente, cerrar sus puertas. Algunos presos dejaron de comer y murieron de inanición dentro de las prisiones.

Haz clic en la foto para acceder a las audiogalerías

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La plata no alcanzó ni para comer

En Venezuela, 87% de la población admitió que sus ingresos no eran suficientes para llevar a casa todos los alimentos que necesitaba. Esa información la aportaron personas de todos los estratos sociales, de acuerdo con la Encuesta Condiciones de Vida 2015 –una investigación elaborada por la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Católica Andrés Bello– que también registró que 12,1% de los interrogados (alrededor de 3 millones 500 mil personas) comió sólo dos veces o menos al día. A esta variable se le sumó la disminución en la calidad de las comidas.

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Cuando el hambre se convirtió en muerte

Entre enero y mayo de 2016, el índice de desnutrición en Venezuela pasó de 13,4% a 25% en toda la población. La cifra fue suministrada a la AFP por la Fundación Bengoa y constata el porqué de los titulares de noticias que se vieron durante el año pasado: bebés que murieron de hambre en Zulia, reclusos que fallecieron por no poder comer en varias cárceles del país, abuelos que pierden 2 kilos al mes.

Haz clic en la foto para acceder a los trabajos repasar los trabajos sobre desnutrición publicados por Runrun.es durante 2016

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Las bolsas de la miseria

Este fue el año en el que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) se instauraron en el país para, de acuerdo con el gobierno venezolano, para combatir la «guerra económica» y asegurar que los más desfavorecidos pudieran alimentarse. Pero detrás de esta distribución se escondió la discriminación política y los vicios de quienes tomaron en sus manos la repartición. Las historias de los CLAP, lejos de ser un símil de poder para la gente, están atravesadas por los sobreprecios, las comisiones ganadas a punta del transporte, los rubros misteriosamente desaparecidos, la discriminación y las denuncias de aquellos que sienten estar sometidos a un sistema que los sigue dejando en la miseria.

Haz clic en la foto para acceder a las notas sobre los CLAP

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Crónicas del hambre | Pan y agua es el menú que más se repite en calabozos policiales

La crisis de alimentos también afecta a los presos. Los familiares de reclusos que están detenidos en calabozos policiales tienen que asumir estos gastos, pues el Estado no otorga recursos para esta población carcelaria que, según cifras oficiales, es de 33.000. Madres y esposas de reos que están en comisarías hacen peripecias para llevarles comida a sus parientes e, incluso, pagan vacunas a funcionarios que las extorsionan para dejarles pasar alimentos, tal y como ocurre en la sede de la Policía Nacional Bolivariana ubicada en Boleíta.

En 2016 dos presos han muerto por desnutrición en Polichacao. Fuentes extraoficiales de esa policía municipal informaron que en la actualidad 12 reos de los 63 que están detenidos en esos calabozos no reciben alimentos por parte de sus familiares, por lo que tienen que «ganarse la voluntad» de sus compañeros de celda que les dan comida si éstos colaboran con la rutina de limpieza.

 

Texto e investigación: @Angelicalugob

Edición audiogalería: @Monkda92

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Crónicas del hambre | Los niños que pasaron vacaciones en la escuela para poder comer

AUNQUE ESTABAN DE VACACIONES, varios los estudiantes de la Escuela Básica Estadal Negro Primero II, ubicada en la parroquia Caucagüita del estado Miranda, nunca dejaron las aulas. Ninguno fue a recibir clases, a reparar materias aplazadas o a participar en un plan vacacional. Los 220 niños que volvieron, lo hicieron para alimentarse.

El plantel es parte de «Escuela solidaria», un programa de la Gobernación de la entidad que se creó para garantizar a los pequeños al menos una comida al día. Actualmente, 122 centros educativos de Miranda llevan adelante esta iniciativa.

El plan surgió luego de que, entre marzo y abril pasado, se hiciera un censo en las escuelas estadales, el cual arrojó que 70% de los alumnos asistía a clases sin comer. En respuesta, surgió este programa que buscaba aplicarse durante vacaciones en planteles que contaran con una infraestructura para cocinar y tratar los alimentos.

Por asuntos de presupuesto -los ingredientes de los platillos fueron donados por empresas y particulares-, «Escuela solidaria» no se brindó a todos los estudiantes, sino a un cupo limitado de ellos. En la Negro Primero II de Caucagüita, 20% de los niños inscritos pudo contar con esta ayuda.

Una maestra y un director cuentan cómo en la escuela se sufrió el drama del hambre durante el año escolar y cómo ha sido la experiencia de servir como voluntarios en este plan.

Crónicas del hambre | Niños con cáncer dependen de donativos para comer en el Hospital JM de Los Ríos

@Angelicalugob

EL ESCÁNDALO QUE CORRIÓ por las redes sociales el sábado 2 de julio, cuando se supo que por primera vez en 24 años los pacientes del Hospital JM de Los Ríos no desayunaron, destapó la crisis que hay en ese centro asistencial. Trabajadores de la institución informaron que a finales del mes de abril la distribuidora de alimentos dejó de suministrar comida al hospital, por retrasos en los pagos.

La última vez que se cocinó en ese hospital fue el domingo 19 de junio y, desde entonces, los niños se alimentan con menúes que envían desde el Hospital Vargas y con donativos que empresas y particulares han llevado hasta el Servicio de Nutrición y Dietética. Pero los aportes no resuelven el problema de fondo. Los pacientes con enfermedades terminales han saltado comidas, se alimentan a destiempo y no han podido cumplir las dietas especiales que deben acompañar sus tratamientos.

La médico residente Karla Botello advirtió que la comida que envían desde el Hospital Vargas al JM de Los Ríos no es acorde para las diferentes patologías de los pacientes: «Es muy grave porque está llegando la misma comida para el enfermo renal, para el paciente hepático o para el que tiene cáncer o diarrea. Cada paciente tiene una necesidad nutricional especial. Además, el área de la cocina del hospital no cuenta con las condiciones mínimas sanitarias para preparar alimentos».

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Crónicas del hambre | Comedor de la UCV solo ha prestado servicio 12 días en 2016

NADIE GRITA ¡NUEVO! EN EL COMEDOR DE LA UCV. Tampoco se escucha el repique de cubiertos sobre las bandejas de metal. Entre enero y agosto de 2016 el comedor de la Universidad Central de Venezuela solo ha prestado servicio durante 12 días: 2 en febrero, 2 en marzo y 8 en abril.

En ese período se consumieron 32.139.158,69 Bs, o lo que es igual, 77% del presupuesto asignado para todo el año.

Ronald Fernández, estudiante de Sociología de la UCV y representante estudiantil de la Comisión de Usuarios del comedor universitario, cuenta a Runrun.es que los 4.500 estudiantes que diariamente se beneficiaban del servicio de alimentación han tenido que recurrir a la inventiva y a la solidaridad para poder comer.

“¿Qué tiempo le dedicamos a los estudios si se nos va el día haciendo cola?”, dice Fernández en medio de un comedor inmenso lleno de polvo y telarañas. Escuche su testimonio en esta audiogalería de Runrun.es de la serie Crónicas del hambre.

Crónicas del hambre | Los viejitos también lidian con la escasez de alimentos
La falta de alimentos en el país no distingue edad y toca a toda la población. Los abuelos de los geriátricos tampoco tienen comida

 

@Angelicalugob | Audio Galería: Orlando Zamora

EN LA FUNDACIÓN SANTO DOMINGO, que alberga a 100 personas de la tercera edad con discapacidad física y mental, el personal administrativo y de enfermería ha tenido que turnar sus funciones para conseguir alimentos, pañales y medicinas.

Frank Jugo, presidente de la fundación, dijo que debido a la crisis han modificado en 20% la dieta de los abuelos.

Yamira Mendoza, enfermera de la Fundación Santo Domingo, explicó que uno de los insumos más difíciles de conseguir han sido los pañales y advirtió que, como han incorporado más granos en la alimentación de los abuelitos, algunos pacientes han presentado vómito y problemas estomacales. Sin embargo, el personal de la institución tiene prohibido hablarles de la situación país a los pacientes para que éstos no se pongan nerviosos.

Crónicas del hambre | La madre que engaña al estómago con un vaso de agua
Runrun.es presenta una serie de audiogalerías que retratan uno de los lados más duros de las crisis que sufre el país: el hambre que padecen millones de venezolanos a raíz de la escasez de alimentos, la inflación y la insuficiencia de los salarios para cubrir la canasta básica

 

@loremelendez

EN ESTE PRIMER CAPÍTULO, presentamos la historia de Nielsen González, una madre de dos pequeños que admitió, al pie de una cola en un supermercado, que tanto ella como su esposo debían ingeniárselas para que la falta de comida en casa no dejara a sus hijos sin alguna de las tres comidas diarias. “Uno lo que quiere es que los niños se acuesten con una arepa en el estómago”, comentó la mujer que, a veces, cenaba con un vaso de agua.