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CRÓNICA | El día que un concurso de Drag Queen irrumpió en la escena de  Ciudad Guayana
Seis hombres cisgénero entaconados, con sus mejores galas, compitieron por primera vez por ser la mejor Drag Queen dentro del único bar de ambiente de  la principal urbe de Bolívar, uno de los pocos lugares donde se sienten libres, seguros

 

Ilustración: Lucia Pietrini

@Luciapietf

 

Nairb baja del carro, acicala su vestuario y pone un velo blanco sobre su peluca pelirroja, brillante y lisa, con ayuda de su equipo de producción. Su vestuario está completo. Camina con pasos seguros sobre botas de tacón doradas de 12 centímetros hasta la entrada de Franky’s bar, el único bar de ambiente de Ciudad Guayana, en el sureño estado Bolívar, la urbe siderúrgica y minera venezolana cuyas principales industrias están paralizadas. 

Quienes están repartidos en la entrada del local se acercan a saludarla con afecto. Ella conoce prácticamente a todos. Da besos en ambas mejillas, pero guarda distancia para no malograr su maquillaje: rubor pronunciado, labios rosa, cejas definidas, sombreado en tonos verdes y rojos, y pestañas postizas de casi dos centímetros. Duró más de cuatro horas para elaborarlo junto a su equipo. 

Nairb modela frente a la puerta principal del bar para las fotos que le toman los jóvenes y adultos que se concentran en la entrada. Muestra su leotardo dorado con acentos negros, acomoda el tul escarchado que cuelga a ambos lados de sus caderas, juega con sus manos cubiertas por guantes negros y brillantes. Sus expresiones son serenas y apacibles. En ese momento, ella se siente como una deidad que vela por los suyos. 

Esta noche, ella juzgará a seis participantes en el primer concurso «Baby Drag Queen» en la ciudad y en el estado Bolívar que se ha promocionado abiertamente. Las concursantes debutarán como Drag Queens y se enfrentarán a través performances para decidir quién será la mejor de la noche. Pero más allá de la competencia, el fin del evento es ese: estrenar a seis personas en este arte frente a un público. 

El local se llena rápidamente con el pasar de una hora, el evento llamó la atención de los guayaneses, aunque no todas las reacciones fueron buenas. 

A ese concurso ideado por socios y clientes habituales del bar para incentivar la cultura Drag Queen en la ciudad le llovieron críticas. Los organizadores fueron acusados en redes sociales por “querer pervertir a las personas”. Para ese grupo, el Drag es una práctica vulgar y sexual. 

Por encima de los señalamientos, el dueño del local, Frank Flores, está contento con la respuesta del público y eso se nota en la sonrisa con la que recibe a los clientes, habituales y nuevos, cuyas edades van desde los 18 hasta más de 50 años. 

Frank, oriundo de Caracas, abrió las puertas del café bar hace un año, tras el final de la cuarentena. Hoy, ese espacio es un lugar seguro para la comunidad LGTBIQ+, que resalta a la vista con la bandera del arco iris estampada en su marquesina, alzada como una insignia sobre la entrada principal. 

Tanto el bar como el concurso son un escape a la realidad que viven las personas de una comunidad que carece de derechos y protecciones frente a la violencia que amenaza a sus miembros día tras día. El Observatorio de Violencia LGBTIQ+ de Venezuela contabilizó 60 casos de agresiones y un homicidio en el territorio nacional entre enero y abril de este año. Uno de estos fue registrado en Bolívar. Gloria Pérez, miembro del observatorio, indicó que 21 casos se encuentran en proceso de indagación.

Lip sync en tacones

Nairb es un cliente habitual del bar y, cuando no utiliza tacones ni maquillaje extravagante, va como Brian Nuñez, un joven cisgénero y gay, trabajador, activista por los derechos del colectivo LGTBIQ+ en la agrupación Código 90 (@codi.90) y amante del arte Drag

Él inició en este mundo casi por accidente cuando entró a un show de talentos en la ciudad para bailar y hacer lip sync, el anglicismo con el que se conoce la práctica de doblar canciones famosas. Cuando pasó a la segunda ronda, el jurado lo retó a hacerlo en tacones, pero el decidió elevar la apuesta junto a su equipo de producción. Se transformó en Drag para esa presentación y todas las siguientes. El público lo amó

Nairb sintió que rompió estigmas cuando heterosexuales y familias enteras lo vieron, aplaudieron sus espectáculos, lo apoyaron y se tomaron fotos con él. Todo lo impulsó a seguir adelante con las largas  horas de preparación y práctica en técnicas de maquillaje, diseño de vestuario, baile y carisma que invierte para dar sus espectáculos. 

«El Drag es tan extenso. Tú puedes hacerlo en teatro, en la televisión, puedes ser comediante y estar en Drag. Lo que pasa es que en Venezuela todavía no se ven todos los matices de este arte (…). No es solamente presentarse en un club nocturno y ya. Tienes que saber mucho», afirma.

Cuando Brian se transforma en Nairb, es una expresión artistica, un personaje con carácter y género propio, ya que Brian identifica a su yo Drag como no binario, un Drag Queer.

Ella se abre paso hasta el escenario del bar, que esta decorado con elementos alusivos al famoso programa RuPaul: Carrera de Drags, más luces led y cortinas  multicolores. El local esta tan lleno que no hay donde sentarse. Muchos optan por hacerlo en el suelo para ver el show. 

Detrás de la escarcha

Nairb, tras un discurso, agradece efusivamente a las personas por la asistencia y presenta el show. Las concursantes entran una a una entre aplausos, barras y vitoreos para sentarse en taburetes a los lados de la tarima. Cada una representa una idea, un símbolo, un recuerdo o un anhelo a través de sus exuberantes vestimentas y dramáticos maquillajes. 

Pero más allá de los colores vibrantes y la escarcha, todas cuentan una historia distinta. 

Drag Oman es una princesa de ballet, inspirada en el cisne negro, que se describe como «delicada y diplomática». Tardó casi siete horas en finalizar su transformación con ayuda de sus amistades, que la apoyaron desde el inicio en la producción de su personaje. 

Fuera del arte, Oman es Miguel Ángel Olivares, un hombre gay oriundo de Caracas, criado en Ciudad Bolívar y radicado en Puerto Ordaz, que fue obligado a abandonar su hogar por la violenta convivencia con su padre, quien lo maltrató física y psicológicamente casi a diario por su orientación sexual. 

Salió de la depresión gracias a la terapia psicológica y al baile. Al escuchar sobre el concurso en el bar, le pareció una gran idea participar para explotar su potencial, perder el miedo a expresarse y reivindicar su autoestima. «Siempre me han sugerido que haga actividades que me hagan feliz y esto me hace feliz», cuenta.

El show es inaugurado y cada concursante se presenta una a una. Depositan todos sus esfuerzos, y horas de preparación y ensayo, en la pista de baile ante la atenta mirada de los asistentes.

La segunda participante es Blue Divachell, de género no binario. Representa a una de sus ídolos del pop, Lady Gaga, mediante una baile muy enérgico y un vestido corto, cómodo y vibrante. Sus papás saben que es homosexual y que está en el mundo del Drag, pero nunca lo han visto en el escenario. Eso le asusta porque no sabe cómo lo puedan asimilar ya que, según él, lo consideran un peso más sobre el hecho de que su hijo es homosexual. 

Mimi Rose celebra a través de su seudónimo a su abuela y su mamá. «Las mujeres más feroces que conozco», dice. Con su traje escarlata y azabache, inspirado en la cantante transgénero Arca, busca ser el centro de las miradas con un estilo queer,  sin limitarse en la dualidad de mujer u hombre, «sino transitar en el medio». Por eso mantuvo su barba y la hizo parte de su maquillaje. Su vestuario engloba todo el apoyo que recibió desde que decidió lanzarse a la aventura, junto a sus aspiraciones como artista. 

La última participante, Angel Ferocity, representa a una muñeca que recuerda poderosamente a las Barbies, con su peluca rubia, su vestido fucsia y su abrigo de plumas blancas. Se atrevió a experimentar gracias al empujón de sus amistades. «Algo que me gusta mucho del Drag es que tú lo puedes hacer a tu manera, la creatividad, la música, las expresiones… No hay un reglamento, es libre», asegura. 

El público observa embelesado cada presentación y apoya con fuertes aplausos los performances. Al finalizar, el público se acerca a tomar fotos a sus vestuarios y a sacarse fotos con ellas para la posteridad. 

Muchos encontraron un refugio a través del Drag, un arte que les apasiona y los hace sentir liberados. Brian siente que al personificar a Nairb, puede llevar un mensaje más impactante a quienes lo observan. El dueño del bar sostuvo que este es un inicio y que no van a desamparar a los nuevos talentos que salen de esta presentación. «Siempre los vamos a apoyar y nos vamos a esforzar para que el próximo año se haga una segunda gala y que en Puerto Ordaz siga este movimiento».

 

Feb 04, 2022 | Actualizado hace 1 mes
Aquel 4F con CAP (memorias de un insólito suceso*)
Siendo que en este 2022 se cumplen 30 años de la intentona golpista del 4F, valga la ocasión para reconocer el talante de gran demócrata de CAP

 

@CiprianoHeredia

Transcurría la noche del 3-F de 1992 con absoluta normalidad en casa de mis padres. Pasó la hora de la cena, la del noticiero y la de la novela de la época y, entre las 10 p. m. y 11:00 p. m., cada uno fue retirándose a su habitación. Al día siguiente seguía la cotidianidad, que en mi caso consistía en ir a trabajar como asistente del magistrado José Rafael Mendoza, en el entonces Consejo de la Judicatura, mientras esperaba mi acto de grado como abogado en la UCV, el cual tendría lugar el 30 de abril de aquel año.

Pero de repente el teléfono de la casa repica casi a medianoche y ocasiona el alboroto y la expectativa que una llamada a esa hora suele provocar. Era mi tía Velma Soltero de Ruán, quien para entonces vivía en un edificio de Chuao sobre la Av. Río de Janeiro y desde su ventana presenciaba atónita cómo se libraba un duro enfrentamiento militar en la base aérea de La Carlota.

Inmediatamente hacemos llamadas, pero casi nadie sabe qué pasa a esa hora. La mayoría de quienes contactamos se están enterando por nosotros. Hasta que logro comunicarme con la casa del Dr. Pedro París Montesinos −para entonces presidente del Congreso Nacional− y hablo con una de sus hijas, quien me informa que hay un alzamiento en marcha y que el presidente ha tenido que salir de Miraflores. También hay fuego cruzado en La Casona y se reportan levantamientos en varios sitios del país. Le pregunto por su papá y me dice que está en casa recibiendo y haciendo llamadas. Para esa hora reina la incertidumbre. Nadie sabe a ciencia cierta dónde está el presidente, ni se maneja con exactitud la magnitud de la conjura.

Cuelgo el teléfono y, sin pensarlo mucho, a escondidas de mis padres y mis hermanas, tomo las llaves del carro en silencio, salgo de la casa y me dirijo a la de París Montesinos. Al llegar me pongo a la orden para lo que tenga que hacerse y acompañarle. Ya casi a la 1:00 a. m. el Dr. París decide salir y nos vamos en un solo carro con un conductor y un escolta. Las placas oficiales se cambian por unas normales y nos dirigimos a la casa del senador Lewis Pérez, a la cual concurren otros líderes de AD. 

A los pocos minutos de estar en su casa, Lewis recibe la noticia de que el presidente está en Venevisión, e inmediatamente partimos todos a la estación de La Colina. En plena subida nos interceptan varios soldados. Afortunadamente son tropas leales que están custodiando el canal. Al entrar, ya CAP ha transmitido su primer mensaje. Hacen presencia también los dirigentes copeyanos Eduardo Fernández, Gustavo Tarre y Luis Alberto Machado, así como muchos líderes de AD. Una señora que está presente –seguramente esposa de algún dirigente-, le pregunta a CAP angustiada: “Presidente, cuénteme, ¿cómo se escapó de Miraflores?”. Y CAP le responde con su particular tono y estilo: “Pues, cómo uno se escapa de esas cosas”. Luego de lo cual nos ofrece a todos una brevísima y tranquilizadora sonrisa.

Al rato CAP transmite otro mensaje aun más tajante pero sereno. Atrás una cortina negra y la bandera nacional.

El presidente luce sobrio y aplomado mientras ordena en tono grave a los insurrectos, apelando a su carácter de comandante en jefe de las FF. AA., rendirse de inmediato y deponer las armas. Ya cerca de las 4:00 a. m. uno de los oficiales que está presente recibe una llamada e inmediatamente le pasa el enorme celular –tipo ladrillo- al presidente, anunciándole que se trata del general Oviedo. CAP toma el teléfono, saluda y escucha al general como por 20 segundos, luego le hace un par de preguntas, e inmediatamente cuelga y nos informa a los presentes que Miraflores ha sido retomado por fuerzas institucionales y que parte inmediatamente hacia el Palacio.

El carro de la presidencia del Congreso lleva esta vez al Dr. París acompañado de un par de dirigentes de AD. Me toca irme ahora con Luis Emilio Rondón y Liliana Hernández, quienes habían llegado también a Venevisión. La insólita caravana de más o menos 12 vehículos, en la que no va ni un solo carro con placas oficiales ni de tipo militar, se desplaza con precaución por la Cota Mil hasta alcanzar la Av. Baralt, la cual baja parcialmente, se mete a la derecha en una esquina y cruza a la izquierda hacia abajo en otra, para desembocar finalmente cerca del “Palacio Blanco”, y luego entrar a Miraflores por la llamada “Prevención 1”: entrada principal sobre la Av. Urdaneta.

Al llegar a Miraflores el espectáculo no podía ser más lamentable. Se escuchan tiros aún a lo lejos, pasan frente a nosotros varios soldados insurgentes detenidos; todos llevan los brazos arriba y las manos sobre la cabeza, mientras caminan en fila custodiados por efectivos de la Casa Militar. Hay un charco de sangre considerable frente al pasillo que conduce al interior del Palacio, y dos soldados fieles a la Constitución ponen en orden sobre la acera el armamento incautado a los rebeldes. Es considerable la cantidad de huecos que hay en las paredes externas causados por los impactos de bala.

Dentro de Miraflores las cosas no son diferentes. Al caminar por los pasillos es inevitable pisar pedacitos de escombros de las paredes, techos y columnas que han quedado regados por todos lados. Se observan más charcos de sangre y huellas de disparos por doquier, incluyendo uno en la puerta del despacho presidencial. Me asomo a la Sala de Edecanes y está el ministro Ochoa en traje de campaña dando instrucciones por teléfono, mientras que el ministro Ávila Vivas es quien ya ha entrado y recibe al presidente.

A partir de ese momento Miraflores empieza a llenarse de gente. Todo el mundo político se da cita en Palacio, y los medios toman por asalto el escenario con el amanecer. A las 08:00 a. m. el Dr. París sale de una reunión con el presidente, nos vemos en los pasillos y me dice que se retira. Debe prepararse para dirigir la sesión del Congreso que se realizará pocas horas después, para considerar y aprobar la suspensión de garantías que el presidente está decretando en ese momento.

Acto seguido, me invita a irme con él de regreso. Y aunque el deseo de quedarme allí me invade, atiendo a su gesto y pienso que es un gran momento para escuchar de sus labios lo que en realidad pasó. Así es que me subo tras él en el mismo vehículo en el que comenzó nuestro periplo de esa insólita madrugada, no sin antes recoger del suelo un par de pequeñas piezas de las muchas que había por todos lados, las cuales guardo como excepcional recuerdo de la fatídica experiencia que Venezuela vivió aquella nefasta madrugada, cuyos destructivos efectos se han extendido hasta el sol de hoy para desgracia de todos los hijos de esta arruinada nación.

Para finalizar, siendo que en este 2022 se cumplen 30 años de aquel hecho y también es el centenario del natalicio del presidente Carlos Andrés Pérez, valga la ocasión para reconocer en él no solo al decidido y valiente líder que enfrentó aquella vil insurrección con gallardía y éxito, sino también para poner de relieve su talante de gran demócrata, civilista, visionario, institucionalista y jefe de Estado, cuyo perfil, trayectoria y méritos contrastan de manera profunda con los de quienes intentaron derrocarlo esa noche. Así como con los de otros que luego se arrimaron a esa sombra y han devastado a Venezuela.  

cipriano.heredia@gmail.com

*Nueva versión del artículo original “Al lado de CAP aquel 4-F” publicado en 2012.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Miguel Sogbi Abr 11, 2020 | Actualizado hace 2 semanas
Crónicas de este encierro II

@miguelsogbi

En la mañana, cuando me cruzo con el espejo, veo una línea de expresión que marca mi rostro a la altura de la mejilla derecha. Es una cicatriz dejada por las heridas del sueño. Se desvanece pronto, aunque siempre deja un vestigio.

Como a millones de personas, mis patrones del sueño han sido alterados. Unas noches se duerme bien, otras mal, otras tarde, las menos de las veces temprano. Es mentira que durante la cuarentena se iban a poder ver todas las series de Netflix, y leer todos los libros pendientes, aunque veo más y leo más que antes del encierro.

En la mañana no hay premura. No hay que apurarse para salir. La oficina está ahora a tan solo diez metros de distancia, o menos. Se llega rápido.

Primero un café para comenzar a atender el Whatsapp con algunos asuntos de trabajo, y luego entrar a una reunión que en minutos comenzará por Zoom. En la compañía tenemos la fortuna de tener trabajo, menos que antes, pero hoy algo, es demasiado. Las jornadas desde casa pueden llegar a ser largas, mucho más que antes de que el virus nos confinara.

Parte del trabajo es mantener el espíritu del equipo de la agencia en alto, convencido de que, en estos momentos de soledad existencial, pertenecer a un grupo humano vale mucho y nos hará más fuertes para superar la crisis. Semanas previas al inicio de esta situación, ya en la oficina nos saludábamos con el codo. Entre risas y chanzas, sabíamos lo que venía.

La pandemia en Venezuela se vive de una manera particular. Los vehículos sedientos no tienen dónde calmar su sed de combustible. Por eso, se medita muy bien antes de recorrer un nuevo kilómetro por el asfalto hirviente de esta primavera seca. Caracas, la capital, surte en unas pocas gasolineras a un número ingente de privilegiados. Es falso que esta sea la nación con el combustible más barato del mundo. Nada es tan caro como lo que no hay. Decenas de miles no podrán moverse.

El país con la tasa de emigrantes más alta del continente, nos va convirtiendo a todos en una rara especie de expatriados. Mis hijas que viven a no demasiados kilómetros de distancia, están tan lejos como si vivieran fuera. Sus voces suenan a  Skype, sus sonrisas se observan por Whatsapp. En contravía, los familiares que partieron hace varios lustros están más cerca que nunca, sus rostros brincan en mi pantalla con mayor frecuencia.

Aun así, la comunicación es difícil. La internet exangüe que nos comunica lo hace como un viejo correo de postas. Primero llega una imagen que se congela en el invierno ártico de un país plagado por la desinversión. El progreso se pasmó de la misma forma en que las videollamadas se convierten en fotografías pixeladas por una data que no fluye. Por un avance que no termina de llegar.

Aquel sueño imposible nunca fue mejor plasmado que en las futuristas llamadas telefónicas, a través de un televisor, que realizaba el andrógino y malvado Barón Ashler en Mazinger Z durante aquellos entrañables años ochenta. Eso que parecía un sueño, acá se cumplió a medias, a un cuarto. Ese sueño, al igual que muchos otros, se lo robaron con el país entero. En Venezuela decir siglo veintiuno es la mentira de un tiempo que solo llegó en los  calendarios.

Lo que en otro país es la crisis, en esta tierra son las crisis. Nicolás Maduro ha convertido el parte de guerra de COVID-19 en un monopolio informativo. Adelantarse en un dato o contrariar las mentiras eructadas en cada discurso, ocurre con riesgo de cárcel. Un periodista joven, que compartió algunos datos sobre personas contagiadas con este coronavirus, fue llevado durante unos días a la oscuridad de un calabozo en Caricuao, al oeste de la ciudad. Una bioanalista del andino estado Trujillo, que compartió un resultado positivo a través de su Whatsapp, fue llevada presa durante unas horas por el delito de compartir información “privilegiada”. Fueron arrestos, fueron mensajes.

La crisis sanitaria, que aún no llega a los niveles de Guayaquil, y las presiones políticas externas tienen enfurecido al espíritu represivo de esta administración. Se han convertido en un rottwailer que babea espuma a través de unos dientes y mandíbulas siempre listas para morder. Ya han sido varios los nuevos presos políticos. Para allanar el departamento de uno de ellos, fueron utilizados aproximadamente treinta funcionarios con los rostros cubiertos. Destrozaron la casa y se llevaron los carros. Todo ocurrió frente a su esposa y un niño de ocho años. Ellos ahora también están presos, pero de incertidumbre. Hasta ahora, no saben dónde está el padre, ni donde está el esposo.

Las proyecciones aritméticas ilustran en sus fríos diagramas que la curva, que no podrá ser aplanada por datos falsos, llegará a su pico más alto en algunas semanas a un país que posee a duras penas un poco más de doscientos respiradores. Entre tanto desde Miraflores recetan guarapos con malojillo y pimienta para paliar la enfermedad que justo al momento que escribo estas líneas, ha expulsado a cien mil mortales de este plano terrenal. 

Entro a una farmacia en Las Mercedes, una de las más grandes de la ciudad. Previo baño en alcohol y vistiendo la mascarilla de rigor, me encuentro con algo inesperado: muchos de los clientes son civiles armados que exhiben la pistola en sus cinturas sin mayor pudor, uno de ellos con varias cacerinas. Quizá tenga la ilusión de derrotar el virus a plomo cuando este se le aloje en los pulmones y comience a reproducirse como un conejo. Es la ilusión del poder. 

La ciudad está plagada de militares y policías. Para un gobierno que le gusta controlar, la pandemia se ha convertido en un sueño húmedo hecho realidad.

Estar bajo el régimen voluntario de casa por cárcel es un privilegio. Una cosa es la libertad de encerrarse, otra, poder hacerlo. En nombre de los pobres, se generó una brecha de desigualdad infranqueable que nunca se contrae. Siempre se estira. BBC Mundo reseña que una mujer colombiana de 54 años, radicada en el sector San Blas en Petare, confiesa que desde que se decretó la cuarentena, no ha bajado del intrincado barrio. ¿Para qué?, si ya no tiene trabajo, ni ahorros y muy poca comida. Hace algunas noches adquirió dos panelas de jabón a cambio de una bolsa de lentejas. Chupa caña de azúcar para mentirle al estómago. Su caja subsidiada se va acabando. Los muchachos están comiendo mangos que se dan muy bien por estos meses en casi cualquier esquina de la ciudad. Es probable que cuando baje, no lo haga sola.

Todo el planeta busca sobrevivir. Ella y yo. Tú y los tuyos. El doctor David R. Hawkins, en su magistral libro Dejar ir, se refiere a este instinto de la siguiente manera: “la meta humana primaria, la que suspende todas las demás, es la supervivencia”. Durante meses no habrá otra prioridad. Probablemente la humanidad lo logre. Ojalá seamos más humanos al final de esta lucha. Ojalá el mundo no nos coma por haber querido comernos al mundo. En unos meses lo sabremos.

“Nadie nos prometió un jardín de rosas, hablamos del peligro de estar vivos”, dijo un poeta argentino.

Crónica de un inmigrante virtual, por Orlando Viera-Blanco

 

Sigo siendo un firme creyente que esta pesadilla de violencia y facturas familiares acabará pronto. No albergo percepción de dominio del gobierno. Por el contrario. Lo veo cada vez más débil, aislado y perdido…”

Lo que me dispongo narrar es baladí comparado a lo que han sufrido otros venezolanos. Aunque comporta vivencias personales os dará una idea muy elocuente de lo que es la devastación moral, injusta y brutal a que hemos sido sometido. Tratar de explicarlo con conceptos no alcanza desnudar el despropósito de esta criminal revolución bolivariana.

SALIR DE VENEZUELA. UNA VIDA DIGITAL

Mi hijos comienzan a salir de Venezuela en 2010 al tiempo de obtener residencia en Canadá. Alargamos el proceso migratorio (residencia), esperando que ellos culminaran bachillerato.  Mi hija mayor fue aceptada en EEUU. No pudo entrar en universidades Canadienses por incompatibilidad en la escala de notas (amén de graduarse con honores). Así comienza la tragedia de un proceso de adaptación, como lo es desanudar lo desconocido y lidiar con una nueva dinámica de vida muy costosa, lejana, hostil-en lo solitario y climático-y fragmentario en términos de unidad familiar. Más tarde migró  nuestra segunda hija…y finalmente los gemelos menores. Este simple episodio de “landing” y permanencia en tierras gélidas-justo reconocer, en latitudes muy nobles, ordenadas y seguras como Canadá-encona numerosos traumas. Dejar tus padres, hermanos, sobrinos, vecinos, compañeros de trabajo y amigos. Cerrar tu casa por la que tanto sudaste. Interrumpir la escolaridad de nuestros hijos. Adaptarlos a otro idioma (francés), en otro medio ambiente, otro clima, otra cultura, otros hábitos y modos de pensar. El primer día que dejé a los morochos en el colegio con tan sólo 14 años [Montreal], ellos no se quejaron, pero casi me devuelvo a buscarlos para regresar a casa y del tiro a Caracas…Todos los días sufría del mismo impulso. Lo único que me contuvo fue cambiarlos de colegio buscando un ambiente más acorde, menos impersonal.

Entretanto manejar mi despacho en Venezuela; atender los compromisos cotidianos como pagar teléfonos, luz o tasas oficiales; atender citas en juicio o en despachos públicos; lograr comprensión de mis clientes o simplemente pedir la bendición a mis padres, era una epopeya de delegaciones, contratiempos, vacíos y ausencias, difíciles de conciliar. Una vida dispersa, silente e inconsistente en comparación a la calidez de aquél hogar siempre bullicioso, unido, laborioso y alegre que tuvimos en Caracas. Las estaciones comenzaron a discurrir. Muchos inviernos y veranos tratando de acoplarnos a distancias y soledades. Esfuerzos enormes para vencer las horas, el clima y las carreteras, y compartir unidos en familia. Muchos cumpleaños, aniversarios y celebraciones, quedaron reducidos a Instagram, un e-mail o un like en Facebook. Nuestra vida se hizo virtual…

 

A CABALLO POR EL MUNDO…

De algo tenía que vivir. Tuve que reinventarme como abogado en foros internacionales. Hacer alianzas con firmas en el mundo y compartir casos (y espacios). Pasé de ser dueño y fundador de un escritorio jurídico pujante y próspero a un agente errante. Un difícil relanzamiento profesional y de adaptación a otros foros, al tiempo de estar en la flor productiva e intelectual de nuestra vida en Venezuela. Traslados, asociación a nuevos gremios, re-academización, reconstrucción de relaciones, en fin, a caballo por el mundo. He logrado igualmente colaborar con mi país como asesor de la AN, incorporarme a agendas internacionales en defensa de los DDHH y constituir ONG’s de ayuda humanitaria. No sé en qué tiempo pero avanzamos. Consumir [el tiempo] alivia la ansiedad… Requerimientos de permanencia migratoria han sido una odisea. Mis hijas no lo aseguraban. Cuanta preocupación. Cuanta injusticia de una familia que como muchos venezolanos aspiramos vivir juntos y en paz.  Cuantas rupturas después de haber crecido sanamente en nuestro país. Este ha sido nuestra angustia cada noche y cada día en la diáspora. No lo merecíamos…

UN EMOTIVO DESENLACE

Sigo siendo un firme creyente que esta pesadilla de violencia y fracturas familiares acabará pronto. No albergo percepción de dominio del gobierno. Por el contrario. Lo veo cada vez más débil, aislado y perdido. Es un error atribuirles un ápice de inteligencia o capacidad de maniobra. No los subestimo, pero tampoco los encumbro. Sabemos que el malhechor doblega a su víctima, pero también que la maldad es temporal y siempre paga sus injusticias. No somos una diáspora típica. No-salimos para no volver. Falso. Es una migración forzosa, plena de talentos y preparación, por lo que va decidida a hacer sus sueños en tierras lejanas mientras se endereza el entuerto y regresar a casa. Lo hará en cascadas. No soy de los que piensan que el talento se fue sin retorno. El empuje desde afuera es inmenso, y la comunidad internacional lo está sintiendo y decidiendo. Muchos venezolanos vigilan y denuncian desde afuera. Al escribir estas líneas salgo de España con la noticia que comenzarán juicios en contra de capitales sucios de corruptos venezolanos. En EEUU se habla de extraditables, vienen más sanciones, justicia global y en el resto de Latam, no van quedando espacios ni para presidentes en funciones. La ola de limpieza es indetenible y los tiranos normalmente, no saben nadar. Tampoco les lanzarán salvavidas…Falta poco. No neguemos lo que será un emotivo y justo desenlace…

@ovierablanco

Crónica de una guerra civil anunciada en metrópolis, por Eduardo Semtei

 

constitucion1

 

1.- Cierre de las salidas electorales. Las autoridades suspenden los procesos electorales regionales y municipales sin  explicación alguna. Se abren nuevos procesos electorales no previstos en los cronogramas electorales destinados a crear condiciones para que los gobernantes se perpetúen en el poder y desde allí extingan a los opositores.

2.- Asesinato de manifestantes. Hay asesinatos selectivos de manifestantes con el objeto de generar miedo entre quienes protestan. Todas las  marchas terminan con violencia bien sea propia o inducida pero siempre con muertos y heridos. Las cifras van creciendo  sistemáticamente con el tiempo. La muerte se convierte en cotidiana.

3.- Crisis económica severa.  Existencia de una alta tasa de desempleo o de subempleo. Inflación devastadora que hace imposible cubrir los gastos de alimentación, transporte, vivienda, servicios, recreación y salud. Presencia de fenómenos altos de escasez en productos básicos como leche, pan, proteínas, frutas y verduras. Imposibilidad de cubrir gastos de zapatos y vestidos. Cierre de empresas. Disminución en la producción de alimentos. Deterioro de los servicios públicos.

4.- Pérdida del equilibrio de los Poderes Públicos. El Poder Ejecutivo con el apoyo de las fuerzas armadas y fuerzas policiales impone su presencia y fuerza decisoria en contra de los otros poderes. Pérdida de representación del pueblo por  el desconocimiento del Poder Legislativo o del Poder Judicial.  El Poder Judicial o el Poder Legislativo renuncian a su función constitucional y actúan abiertamente como organismos subalternos de Poder Ejecutivo.  

5.- Crisis de seguridad severa. Aumenta la criminalidad en forma alarmante. Asesinatos, robos y secuestros generalizados.  Las fuerzas policiales se dedican a reprimir a la población y se ideologizan severamente.  Contingentes cada vez mayores de funcionarios de seguridad ciudadana son usados como escoltas. Tardanza en las investigaciones y sentencias de los crímenes. Crisis carcelaria caracterizada por la pérdida de control público en las penitenciarias.

6.- Corrupción generalizada. Sensación nacional e internacional que existe una corrupción masiva en el gobierno. Los organismos de control nacional son usados fundamentalmente para inhabitar y amenazar a los funcionarios opositores, a alcaldes, concejales, diputados y gobernadores. Escándalos mundiales que involucran a Metrópolis y otros países en donde se llevan a cabo investigaciones muy serias y no así en Metrópolis.

7.- División ideológica. El país se divide por razones políticas entre modelos sociales. Se adoptan posiciones que son irreconciliables. Se fomenta el odio racial, político, social, religioso o cultural. Se cancelan todos los procesos de diálogo y negociación.  

8.- Aferramiento al poder. Quienes detentan el poder se aferran al mismo sin importar forma ni fondo. Sostenimiento de un sistema de privilegios absolutamente asimétricos. Uso de la fuerza militar o policial y aparición de grupos paramilitares.  Abolición del principio democrático se  la alternabilidad.

9.- Temor a  la venganza. Quienes desde el poder han cometido delitos contra las personas, los bienes, los derechos humanos, contra el Estado y su Constitución tienen una visión de su propia vida, sus bienes y familiares como objetivos futuros de una cacería implacable por parte de quienes fueron sus víctimas.

10.- Fractura del sistema jurídico. Los tribunales de justicia no operan con equilibrio y con ecuanimidad.  Sus sentencias tienen a favorecer a una sola parte del conflicto social. Los altos jueces o funcionarios como  el fiscal, el contralor o el defensor son víctimas de ataques  sin misericordia alguna  por parte del Poder Ejecutivo en caso de abandonar el apoyo incondicional a los pareceres y designios de quienes detentan el poder político.

11.- Presos políticos. Los opositores son detenidos con juicios amañados. De dictan largas condenas. Las figuras principales son los primeros en ser arrestados y condenados pero luego el proceso se hace masivo.

12.- Linchamientos. El desmantelamiento del sistema de justicia. La ausencia de persecución judicial a los criminales asociados al gobierno. La falta de equilibrio de la ley. La frustración y la venganza hacen que los ciudadanos se decidan inconvenientemente por juicios populares y sumarios donde siempre la condena fatal es la decisión. Se toman la ley en sus propias manos y se producen linchamientos que primero son contra criminales y luego contra políticos. Empiezan a  operar francotiradores como respuesta oficial.

13.- Pérdida de valores. Los valores morales y éticos van desapareciendo. La corrupción se hace generalizada. El gobierno hace de criminales sus figuras principales. Las acusaciones de delitos contra figuras del Estado son desconocidas o rechazadas aun en condiciones de plena prueba. La honestidad, el valor del trabajo, la humildad son sustituidos por aberraciones sociales.

14.- Represión general. Los procesos de represión pasan de esporádicos y selectivos a masivos. Se reprime cualquier manifestación sin importar si sus causas son justas o si son por motivos sociales, laborales, ciudadanos. Simplemente se reprime aumentando los niveles de fuerza gradualmente hasta llegar al uso libre de armas de fuego.

15.- Desconocimiento de la constitución. Primero se comienza por interpretaciones sesgadas de la constitución. Interpretaciones ventajosas para uno de los sectores en pugna, y gradualmente se van aumentando tales desafueros hasta el desconocimiento total.

16.- Promesas mutuas de aniquilamiento.  La fuerza política que quiere alcanzar el poder amenaza a la otra de desalojarla para siempre y aniquilarla por completo, mientras que la otra que detenta el poder se aferra al mismo con toda la fuerza policial y militar con que cuenta, sin olvidar la posibilidad del uso de aparatos civiles paramilitares.

17.- Radicalismo social. Se pierde toda racionalidad social. Se dividen los grupos amistosos o familiares al tomar cada quien uno de los dos bandos en pugna. Esto afecta todos los órdenes sociales: culturales, deportivos, sociales, académicos etc.

18.- Uso de términos abstractos para identificar al opositor. Se pierde la identificación de los principales radicales, de los culpables individualizados del conflicto y se sustituyen por palabras genéricas que los identifican de forma ideológica o genérica: Escuálidos, fascistas, terroristas, apátridas, asesinos.

19.- La jerarquía religiosa toma parte en el conflicto. Las iglesias, las principales del país en donde se da el conflicto toman parte y se identifican con uno de los sectores en pugna con la presencia de disidentes menores aliados al otro sector.

20.- La jerarquía militar defiende el poder. Toda la estructura militar existente en el país en conflicto se identifica con el poder constituido y defiende sus prerrogativas en forma de creciente violencia.  El sector militar analiza si el enfrentamiento social se incrementa y oscila siempre entre la toma del gobierno por ellos mismos o la fractura interna que lleva a un enfrentamiento armado generalizado.

Estimado lector ¿Cuántas de esas terribles señales observa usted en Venezuela? Y una última pregunta ¿Estamos a tiempo de buscar salidas pacíficas o todo ya está perdido para la paz y la democracia?

 

@eduardo_semtei

Los pequeños negocios que aplacaron la escasez simplemente desaparecieron, crónica de Ciudad Bolívar tras los saqueos

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La periodista Albor Rodríguez ofrece un relato sobre la devastación que dejó la ola de saqueos en Ciudad Bolívar entre el 16 y 17 de diciembre de 2016, tras las medidas dictadas por el gobierno de Nicolás Maduro de sacar de circulación los billetes de Bs. 100

En Ciudad Bolívar arrancaron rejas y torcieron santamarías, abrieron boquetes en las paredes con mandarrias, rompieron techos y así entraron con una fuerza que, al ver las huellas de sus destrozos, diría que fue de bestias gigantes y no de hombres. Las santamarías pandetas y los boquetes dejan ver hacia el interior los estantes tumbados, vacíos, inútiles. Y en las aceras, frente a los negocios vencidos, montones de basura mojada por la lluvia de esta mañana de domingo.

Con un susto en el pecho, recorrí lentamente en el carro parte de mi ciudad. Como el cielo encapotado anuncia tempestad, ya el viernes, a eso de las 3 la tarde, muchos comercios estaban cerrados y en las gasolineras aguardaban los carros en filas de por lo menos un kilómetro. Al atardecer se produjeron los primeros saqueos que, ya el sábado, dejaron de ser aislados y comenzaron a multiplicarse. En una de las fotografías que circuló por las redes sociales se ve a la dueña de la Panadería Imperial, parada en el techo de su negocio, con un cuchillo carnicero en la mano. En otra, dos policías sonrientes llevan en su moto, embutido entre sus cuerpos, un saco de comida. En una fotografía más dos hombres, también en una moto, cargan no un bulto de comida sino un congelador. Y en otra, unos muchachos arrancan una santamaría con un payloader. Avanzada la tarde, ya era un hecho que el alcalde había decretado el toque de queda, a partir de las 5 pm y hasta el amanecer, por tres días. Hacía rato que se escuchaban helicópteros, a cada tanto, sobrevolar muy cerca de las casas.

Esperé hasta hoy domingo para salir. En una cuadra veo dos, tres, cuatro, cinco negocios destrozados, muy cerca del edificio donde vive mi madre, en los alrededores del Mercado Periférico, epicentro de los saqueos del sábado. Los buhoneros y bachaqueros no estaban en sus tenderetes. De pronto una gente corre. A 200 metros unos guardias con armas largas y chalecos antibalas se bajan de un camión y corren hacia una vereda. Dos de ellos patean a un hombre tumbado en la acera. Los guardias corren como si van a entrar en las casas a fumigar guaridas de ratones. Todos corren. Acaban de saquear. Dos mujeres felices pasan a mi lado cargando unas bolsas de galletas María. Pude verles los ojos brillantes. Es la alegría de la intrepidez, de haberse hecho de un botín y de lograr escurrírseles a los guardias.

Continué hacia la populosa avenida España, otro de los focos del festín de destrucción. Hay grupitos de hombres en las esquinas, expectantes. Miran a los lados. Se comunican con señas como en el béisbol. Una señora y una niña rebuscan entre los escombros de un local. Un par de hombres se asoma por el boquete. A las afueras de una licorería han dejado un mensaje con spray: “Saqueado por los vecinos y la comunidad”. Tomo fotografías con mi teléfono, pero no creo que estas registren lo que ven mis ojos, cómo lo veo.

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En 15 minutos de recorrido veo no menos de 30 negocios destrozados. Sé que hay más, dicen que el 60% de los pequeños negocios formales de venta de comida en la ciudad, pero no puedo asegurarlo. Sé, por gente que conozco, que en Los Próceres, un sector popular e inmenso, hubo destrozos parecidos. Voy por la avenida que se extiende desde la Redoma hasta el Psiquiátrico y veo: Farmahorro vaciado, tres o cuatro establecimientos de chinos vaciados, el famoso supermercado Baratón vaciado, destruido. Me envían por whatsapp una fotografía de su interior: solo quedaron intactos los grandes bombillos; el piso quedó cubierto de frutas partidas.

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Cinco licorerías, dos farmacias, dos ferreterías… El resto, pequeños supermercados de chinos. Un señor barre cabizbajo en las afueras del que presumo es su local, una licorería. Otro, más abajo, hace chispear una máquina de soldar. Pero de los chinos ni rastro. No han vuelto a sus negocios. Los cerraron el viernes en la tarde y de ellos ya no quedan sino unas cuantas paredes manchadas. ¿Para qué volverían?
Me cuesta imaginar que, en la Venezuela de hoy, estos comerciantes puedan recuperarse. Tendrían no solo que reponer inventarios sino rehacer sus estanterías, soldar las puertas, levantar nuevamente sus paredes, volver a comprar los aires acondicionados que desprendieron y las neveras que se llevaron. Lo perdieron todo. Zafiro, el supermercado chino donde suelo hacer mis compras, salió indemne porque lo protegió un batallón de guardias; hoy domingo era el único lugar donde se podía comprar comida en Ciudad Bolívar, aparte de algunas ventas de verduras. Estuve en una de ellas por tres horas. ¿Dónde compraremos comida a partir del lunes? Solo en Zafiro. Y en los dos supermercados El Diamante, en El Superior y en el Central Madereinse, los grandes, a los que me dicen que protegió la Guardia Nacional. Y en uno de los chinos de la avenida Libertador, donde me dijeron que unos hombres con armas largas lo custodian desde el techo, como la portuguesa de la Imperial con su cuchillo carnicero. Los pequeños, las decenas de negocios pequeños de los chinos en Ciudad Bolívar, que eran los que vendían los productos brasileños que aplacaron la escasez por estos lados, sencillamente desaparecieron.

Y ahora dicen que van por el botín de los negocios del Paseo Orinoco. Y dicen que también arremeterán contra las urbanizaciones. Una vecina ha enviado a nuestro grupo de whatsapp los números telefónicos que dieron por la radio para denunciar si hay intentos de violentar urbanizaciones o casas. Ya comenzaron a circular mensajes que dicen que escucharon disparos, que los vecinos armados se están defendiendo. Yo misma acabo de escuchar lo que creo que son disparos. Puede ser la angustia, la desesperanza, el miedo.

CRÓNICA | De qué hablo cuando hablo de correr con mi papá

@GitiW

LO MÁXIMO QUE HABÍAMOS CORRIDO eran 32K. Ese día tendríamos que llegar 10 kilómetros más lejos. Mientras me alistaba tuve la sensación de que se trataba de un domingo cualquiera, después de todo, desde hace unos cuatro años dedico las mañanas del domingo a correr junto a mi papá. La ilusión de cotidianidad se desvaneció tan pronto vi el número pegado con imperdibles en la franela dri-fit, que me recordaba que ese era el día en que afrontaríamos nuestro primer maratón.

Ya en el corral de salida, a minutos de empezar la carrera, miré a mi lado y, como cada domingo, vi a mi papá, quien también se estrenaba en la mítica distancia. Cual flashback cinematográfico, recordé las primeras carreras en las que participamos; también cuando leímos De qué hablo cuando hablo de correr, texto en el que Haruki Murakami cuenta cómo se inició como maratonista. Desde entonces, nuestro equipo se llamó Murakami Runners. Soy consciente del privilegio que ha sido compartir con él esta afición. Correr, que para muchos es un deporte solitario, ha sido para nosotros una versión de eso que llaman “tiempo de calidad”.

La remembranza terminó cuando a las 6:00 en punto sonó el pistoletazo de salida. La primera satisfacción llegó a los 17 kilómetros cuando el maratón y la media maratón se bifurcan. Llevábamos 3 años soñando con ser parte de ese grupo que seguía su recorrido hacia el Paseo Los Próceres.  Celebramos ese primer hito con la satisfacción de quien ve cumplido un sueño, aunque sabíamos que el maratón comenzaría, realmente, al pasar los 30 kilómetros.

No conozco a ningún corredor que no tenga a su disposición una buena colección de frases inspiracionales, de esas que te ayudan en los últimos kilómetros. Llegando a El Llanito, cerca de los 32K, recordé un proverbio africano que leí en un blog de running, en un post que hablaba sobre los beneficios de correr en grupo: “Si quieres llegar rápido, es mejor ir solo; pero si se quiere llegar lejos, es preferible ir acompañado”.

Nuestra ruta de entrenamiento habitual incluía la avenida Río de Janeiro, retornando en El Llanito. Mientras me acercaba al retorno, recordé que la primera vez que corrí esa avenida no dejé de preguntar cuánto faltaba para dar la vuelta. No pude dejar de notar que en ese punto del maratón ya muchos atletas iban caminando y, seguramente, se iban haciendo la misma pregunta que yo me hice aquella mañana de domingo, hace ya cuatro años.

Llegamos al kilómetro 32. De ese punto en adelante, todo era nuevo para ambos. Sabíamos que podía pasar cualquier cosa. Todo el mundo dice que en algún punto de la carrera vas a querer detenerte. Es cierto. Ese momento llegó para mí a los 33 kilómetros, empezando la cuesta que empalma con la avenida Francisco de Miranda. Un calambre en la pierna izquierda me dejó paralizada, pero más que el deseo de abandonar, me invadió la duda de si sería capaz de continuar hasta la meta.

Por primera vez en la carrera sentí miedo. “Hidrátate; toma sal; acuéstate en el suelo; levanta las piernas”, los corredores me daban sus valiosas recomendaciones al tiempo que me adelantaban. Entendía perfectamente la razón, tras meses de duro entrenamiento cada corredor aspira a lograr un tiempo específico. Solo mi papá se detuvo a ayudarme.

“Sigue sin mí”, le dije; a lo que él respondió: “No, somos un equipo”. Me conmovió. No es común escuchar que un corredor esté dispuesto a sacrificar su tiempo. Volví a pensar en aquel proverbio y comprendí, en ese instante, que más que ir acompañado, lo verdaderamente valioso es correr en equipo.

Más que las recomendaciones que me dieron para paliar el malestar, lo que me ayudó fue saber que, pasara lo que pasara, no iba a tener que batallar sola con el resto de la distancia. A veces, eso es todo lo que necesitas para continuar.

A esa altura del maratón ya había visto a por lo menos una decena de corredores tendidos en el piso, luchando solos contra el dolor y la incertidumbre. La Francisco de Miranda estaba cobrando su cuota de respeto a los runners que osaban convertirse en maratonistas.

Del kilómetro 35 en adelante, cada paso es una victoria personal. Cada grito de ánimo, cada pancarta y cada sonrisa son más efectivas que los geles de glucosa. “El esfuerzo del último tramo de un maratón es mental”, me habían dicho. Ver a mis compañeros de trabajo y a mi familia esperándonos cerca del kilómetro 36, probó ser el combustible que necesitaba para seguir hasta la meta.  

Y es que en un maratón, el dolor mella más la confianza que los músculos. Pese a que los calambres se sucedieron de manera intermitente en los kilómetros 35 y 38, pude seguir gracias a que corrí en equipo, flanqueada por aquellos que creyeron en mí. Mi papá no dejó de repetirme: “Vamos, Giti. Sí puedes”.

Minutos después, con las manos entrelazadas, cruzamos la meta. Ya sentados y contemplando nuestras medallas, le pregunté por qué no había seguido la carrera solo: “Porque el objetivo no era llegar a la meta, sino cruzarla juntos”, respondió.

La tormenta se avecina sobre el istmo después de los Panamá Papers

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Katiuska Hernández
@Lachurry

 

El sol está radiante. El casco antiguo de Panamá con sus calles pequeñas, casas en restauración y cientos de turistas paseando, contrasta con los grandes rascacielos llenos de bancas de inversión, bancos nacionales e internacionales y oficinas de bufetes de abogados, que se ven a lo lejos y desde donde la noticia del día es el escándalo de los llamados Panamá Papers.

La noticia madrugó a muchos en el istmo. El verano seco no se ha ido pero la tempestad financiera parece asomarse en el horizonte, no necesariamente para llenar el lago de Gatún y recuperar el calado de los buques a través del Canal de Panamá, sino para poner en entredicho el sistema financiero y la transparencia del país.

“Señora por qué razón le ponen Panamá Papers, es una clara jugada para dañar la imagen del país. Usted no entiende esto nos va a afectar a todos. No vendrán inversiones y las que hay se van. Si usted es extranjera, no crea que no le va a afectar”, dice un taxista que cubre la zona de la Avenida Central hasta el Casco Antiguo, un tramo por el que solo se paga un dólar con 50 céntimos en una economía dolarizada aunque la denominación es el Balboa.

El ciudadano común no está aislado del tema. Los titulares hablan del bufete de abogados Mossack Fonseca, en el ojo del huracán. Cientos de sociedades creadas para permitir el lavado de dinero usadas por políticos, ex presidentes, líderes mundiales y más que saldrán a la luz. La relación con Messi abre algunos diarios de corte popular, donde el jugador está entre los ídolos y la historia de la secretaria del bufete que vive en una zona humilde del istmo (Vacamonte) y aparece como propietaria de 10,967 sociedades creadas por la firma en el registro público de Panamá.

Mossack Fonseca se defiende: “No somos responsables de lo que hagan los clientes con las sociedades”, dijo Ramón Fonseca, socio de la firma, al comparar el domingo en la tarde la gestión del bufete como la de los fabricantes de autos, que ensamblan vehículos pero no son responsables de que los conductores no sepan manejar o usen los carros para robar.

Los casos más sonados en Panamá en los medios están ligados a las irregularidades de Odebrecht, el gigante de la construcción, cuyas obras en el istmo (Cinta Costera 3 y Línea 1 del Metro), aún son cuestionadas y están bajo sospecha.

El Ministerio Público local promete acciones contundentes y dice que investigará. En La Presidencia salen al paso: “colaboraremos con las investigaciones”, fue la primera reacción del presidente de la República, Juan Carlos Varela.

A medida que pasan las horas, el problema toma otro tinte: “Está en juego el país, no una firma de abogado”, analizan en la radio varios comentaristas.

La Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura sale al paso y saca una declaración para defenderse del “ataque”: “Es inadmisible que, habiendo más de 20 países mencionados, se le haya bautizado con el nombre de Panamá, poniendo en entredicho la reputación de nuestro país, utilizando como fundamento documentos privados sustraídos de su fuente en forma ilegal. Es importante señalar que la incorporación y venta de sociedades anónimas es una actividad lícita, y el rol del agente residente y la obligación de conocer a su cliente son aspectos regulados por nuestra ley”.

Mientras el mundo moderno de la ciudad está inmiscuido en la diatriba por los papeles de Panamá, en el tranque propio de los días laborales, el Casco Antiguo sigue repleto de turistas y sumergido en su extraña paz.

En medio del encantador escenario de antigüedad y paisajes de casonas restauradas o en reparación, el anfiteatro de la Presidencia de la República en el Palacio de las Garzas, ubicado también en el Casco Antiguo es el centro de la proclama de defensa oficial del país. «Rechazamos la calificación de que Panamá es un paraíso fiscal», afirma contundentemente el ministro de Economía y Finanzas, Dulcidio de la Guardia. No hace mucho el país acababa de celebrar un logró internacional: Panamá había salido de la lista gris del Grupo de Acción Financiera, GAFI, en el que había entrado en junio de 2014. Casi dos años le llevó poner nuevas normativas legales y de transparencia a sujetos no financieros, en total 25 industrias y sectores entre ellos casinos, inmobiliarias, zonas francas, y hasta a los bufetes de abogados, para el evitar el blanqueo de capitales y el financiamiento al terrorismo entre otros ilícitos. Y también se impusieron nuevas reformas al sistema financiero y de intercambio de la información en pro de la transparencia. Al punto que abrir una cuenta bancaria en Panamá, ya no es cosa fácil.

“Éste es un triunfo de todos los panameños, de un país que trabajó en conjunto, sector público y privado, y logró los consensos necesarios para salvaguardar los mejores intereses de nuestra Nación”, decía el Ministro de Economía y Finanzas de Panamá Dulcidio de la Guardia el pasado 18 de febrero de este año. Y es que ubicar a un país en la lista gris y calificarlo como paraíso fiscal implica el encarecimiento de las transacciones financieras bancarias por ejemplo. También afecta el clima de inversiones.

Mes y medio después, Francia anuncia que colocará a Panamá en la lista de países paraísos fiscales a consecuencia del escándalo de los Panama Papers y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), a través de su secretario general, Ángel Gurría, dijo que “Panamá era el último reducto de los fondos ocultos de los paraísos fiscales en el mundo”.

Las autoridades panameñas salen al paso: El ministro de la Presidencia, Álvaro Alemán: No permitiremos que se use a Panamá como un chivo expiatorio”.

El titular de economía y finanzas insiste: “Panamá no es un paraíso fiscal, tres cuartas partes de los ingresos del Gobierno provienen de impuestos que pagan los panameños y de todos los residentes que operan en nuestro país”. Agrega que el país ha firmado cláusulas para evitar la doble tributación y también tiene convenios para el intercambio de la información fiscal.

Para reforzar, por redes sociales la canciller panameña Isabel Saint Malo responde: “No permitiremos juzguen Panamá por caso que no representa nuestro sistema. El nombre que han puesto al escándalo es un ataque a Panamá”.

Mientras siguen volando los papeles en el mundo, no queda otra que refrescarse con un raspado en la cinta Costera, y tratar de resguardarse del inclemente sol panameño, mientras se avecina la tormenta que seguro abarcará no solo al istmo.