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Cesta Cedice: Se necesitan 11 salarios integrales de $45 indexados al tipo de cambio BCV para comprarla
La inflación en Venezuela sigue repuntando. Según el Observatorio de Gasto Público de Cedice, los precios de bienes y servicios aumentaron 8,95% en julio en bolívares
La Cesta Cedice, integrada por 61 bienes y servicios en seis rubros, tuvo un precio de Bs. 18.814 en julio de 2023, lo que en dólares es $509,34

 

De acuerdo con la más reciente investigación del Observatorio de Gasto Público de Cedice Libertad, la inflación en Venezuela repuntó en el mes de julio.

Los precios de los bienes y servicios tuvieron un incremento de 8,95% en bolívares, mientras que aumentaron 3,32% en dólares. Y la variación de precios interanual del 30 de julio de 2022 al 30 de julio de 2023 fue de 487,27% en moneda nacional y en la extranjera fue de 20,94%.

En el inflaciómetro de Cedice, investigación coordinada por el economista Oscar Torrealba,  se advirtió que “el costo de la vida sigue siendo muy alto en bolívares y en dólares y ha golpeado muy duro el bolsillo de los venezolanos en los últimos meses», en especial en julio.

En ese mes la Cesta Cedice, integrada por de 61 bienes y servicios en seis rubros -alimentos, restaurantes, servicios, recreación y esparcimiento, perfumería y cuidado personal y transporte para una familia de tres personas- promedió en las ciudades de Caracas, Maracaibo y Valencia Bs. 14.814,55 Bs y  $509,34 US$.

Este nivel de consumo exige 11 salarios integrales de US$ 45 indexados al tipo de cambio del BCV, es un poco menos de medio salario integral por día.

Para Torrealba, estos datos evidencian que Venezuela sigue siendo la inflación más alta del mundo, y le preocupa el riesgo latente «de que el país regrese a la hiperinflación». 

«Para hacer seguimiento al tema, hay que ver como sigue el comportamiento de la economía en agosto y septiembre. Justamente hace un año, hubo un repunte importante tanto en el tipo de cambio como en variación de precios y hay que analizar si ese patrón se repite en las próximas semanas”, advirtió.

Caracas, la ciudad más cara del país

De acuerdo con Cedice la capital de Venezuela sigue siendo la ciudad más cara, pues la Cesta Cedice se compra con Bs. 17. 516,2  al mes. En dólares, cuesta $602,35.

En Maracaibo, el precio es de Bs. 13.615,97 al mes y $468,22, mientras que el Valencia los ciudadanos deben paga  Bs. 13.311,44 $457,44.

Por rubro, la variación de precios en bolívares y en dólares en el mes de julio quedó de la siguiente forma:

  • Alimentos: +9,72%Bs, + 4.04 %US$
  • Restaurantes: +5,49% Bs, +0,05 US$
    Servicios: +9.42 % Bs, + 3,78 % US$
    Recreación y esparcimiento: +7,03% Bs, + 1,51 US$
    Perfumería y cuidado personal: +10,7% Bs, +5% US$
    Transporte: +4,4% Bs, – 0,99 % US$

Mientras que la variación de precios por rubro interanual, de julio 2022 a julio 223, fue así: 

Alimentos: +420,62% Bs, +7,22% US$
Restaurantes: +385,07% Bs, -0.11 US$
Servicios: +642,91 % Bs, +53% US$
Recreación y esparcimiento: +551, 28% Bs, +34.12 US$
Perfumería y cuidado personal: +538% Bs, +31,58% US$
Transporte: +402,37% Bs, +3,45% US$

Con información de Prensa Cedice Libertad

El dólar BCV sigue en alza y superó este #06Feb la barrera de Bs. 23
El BCV informó que la moneda norteamericana cerró la jornada en 23,14 bolívares. En lo que va de año, el dólar BCV ha aumentado 31,85%

 

El precio oficial del dólar en Venezuela, donde casi todos los productos se calculan en la divisa estadounidense, mantiene la tendencia al alza que ha registrado en los últimos meses, al superar este lunes la barrera de los 23 bolívares, según el Banco Central (BCV).

El ente emisor informó que la cotización de la moneda norteamericana, usada en la mayoría de las transacciones comerciales en el país, cerró la jornada en 23,14 bolívares, lo que supone un incremento del 3,44 % respecto al pasado martes, cuando superó los 22 bolívares, al alcanzar los 22,37.

El precio de la divisa en el mercado oficial ha registrado en lo que va de año un incremento del 31,85 %, pese a los esfuerzos que, según el Ejecutivo, han hecho las autoridades para frenar esta situación, que afecta, sobre todo, a los trabajadores que devengan salarios en bolívares, la moneda local.

Ante este aumento, el bolívar ha perdido un 24,15 % de su valor frente al dólar, divisa que los venezolanos han adoptado en los últimos años debido a la acelerada devaluación de su moneda.

El incremento en el precio del dólar supone una reducción en el poder de compra de los venezolanos, especialmente del grueso de empleados públicos y de unos cuatro millones de pensionistas que reciben un ingreso mensual -fijado por el Gobierno- de 5,6 dólares, cuando un kilo de carne de res cuesta entre 8 y 10 dólares.

El bolívar cerró el año pasado con una devaluación de un 73 % frente al dólar respecto al 30 de diciembre de 2021, después de que la cotización de la divisa se incrementara un 280 % en ese lapso en el mercado oficial.

¿Chevron dará oxígeno al gobierno?

En un reportaje de Runrun.es, el periodista Víctor Salmerón explicó que el gobierno recibiría este año alrededor de 2 mil 200 millones de dólares, una cifra que en las actuales circunstancias proveería oxígeno porque ayudaría a disminuir el severo desequilibrio en las finanzas del Estado.

“El centro de gravedad de la política económica es la situación fiscal”, comentó Gustavo García, Gustavo García, execonomista jefe de la División Fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo, al explicar que como existe una enorme brecha entre el ingreso y el gasto, el Banco Central financia al sector público emitiendo una gran cantidad de bolívares.

El Banco Central utiliza los bolívares que crea para financiar a Pdvsa y luego Pdvsa transfiere dinero al resto del sector público. Una vez este dinero ingresa a la economía genera presión inflacionaria porque se traduce en más bolívares detrás de pocos productos o en una demanda de dólares que propicia la depreciación de la moneda.

A la par de que emite bolívares para financiar al gobierno, el Banco Central vende dólares a través de la banca, pero es un monto muy pequeño respecto a la demanda y por tanto el bolívar no deja de hundirse. 

Gustavo García precisa que con el ingreso que recibiría a través de las operaciones de Chevron el gobierno podría duplicar el monto de dólares que el Banco Central vende en el mercado cambiario.

“Además, si utiliza los bolívares que recibirá por la venta de los dólares para ajustar los salarios de los trabajadores públicos y las pensiones, no habría un efecto inflacionario considerable. No estaría emitiendo dinero adicional, los bolívares vendrían de los bancos, son bolívares que ya están en el mercado”, dice Gustavo García.

Desde su punto de vista, en este escenario, “el gobierno pudiera hacer un aumento que seguramente no va a ser lo que los empleados públicos y pensionados aspiran, podría llevar el salario mínimo en torno a 50 dólares y con un poco de habilidad alejarse del peligro de regresar a la hiperinflación, aunque seguirá habiendo una inflación elevada”.

 

Oliveros: Se necesitan acuerdos políticos e institucionales duraderos para que haya salarios de calidad
Asdrúbal Oliveros advirtió que el colapso del Estado venezolano es «estructural» y que hoy en día no está en la capacidad de ofrecer buenos salarios ni tampoco bienes públicos

 

El economista y socio director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, se refirió a la necesidad de construir las condiciones para que los trabajadores venezolanos puedan percibir «salarios de calidad».

En un mensaje en Twitter el 14 de enero pasado, Oliveros expresó que el colapso del Estado venezolano es «estructural» y que hoy en día no está en la capacidad de ofrecer buenos salarios ni tampoco bienes públicos.

«Y no va a resolverse hasta que se construyan acuerdos políticos e institucionales duraderos. Mientras seguiremos en el ‘sálvese quien pueda'», escribió.

 

La acelerada devaluación del bolívar en los últimos tres meses de 2022 propició un escenario de preocupación para los venezolanos, sobre todo entre quienes devengan salario mínimo, que hoy equivale a apenas $7 mensuales.

En consecuencia, 2023 inició con protestas de distintos gremios en todo el país para exigir retribuciones salariales. 

El pasado 7 de enero, Oliveros estimó que los precios en dólares en Venezuela aumentaron  53,6 % durante 2022.

 
«En el caso de los alimentos, la subida fue de 66,7 %. La variación más alta fue en la categoría restaurantes y hoteles, que aumentaron 94,9%», precisó también en Twitter. 

 

La fiesta petrolera en Venezuela acabó y otras apreciaciones de un experto sobre la economía local
El economista y profesor de la UCLA, Juan José Pérez, consideró que además de la flexibilización de controles gubernamentales, las miradas se deben enfocar en explotar en el turismo y en el aprovechamiento del parque industrial ocioso
«El modo de vida basado en el petróleo se acabó. Pudiera quedar un residuo de aquella importancia. Subsistirá en el tiempo con algunas ilusiones, pero la fiesta petrolera feneció», sostuvo
A juicio del economista, Venezuela vive hoy del comercio: «Hay un cambio trascendental que no ha sido advertido, la moneda de cuenta no es el dólar petrolero, rentístico, sino el que aporta el sector privado»

 

En una nueva edición de “Perspectiva País ¿Qué esperar del 2022?”, programa de Medianálisis  moderado por el periodista Andrés Cañizález, se abordó el tema económico, la dolarización que vive el país, las leyes de tributos recientes y las acciones que se deben tomar para que el “Venezuela se está arreglando” deje de ser una narrativa efímera.

El entrevistado en esta ocasión fue el economista y profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), Juan José Pérez, quien declaró que la Venezuela petrolera «es cosa del pasado», y que tanto el Estado como los sectores privados deben apostar por otros sectores con «suficientes herramientas para explotar» que permitan que se genera una cultura social que permita «prosperidad y, sobre todo, el cumplimiento cabal de las leyes».

“El modo de vida basado en el petróleo se acabó. Pudiera quedar un residuo de aquella importancia.  Subsistirá en el tiempo con algunas ilusiones, pero la fiesta petrolera feneció. Los precios y costos no permiten seguir por esa vía, debemos andar por otros caminos. La producción actual que se saca de la faja del Orinoco es más costosa. Es hora de andar en otro camino con la posibilidad de que la economía mejore, pero esto no será fácil, porque no tenemos experiencia, no sabemos manejar en ese camino y no sabemos qué políticas gubernamentales se implementarán”, declaró.

El especialista informó que, en la actualidad, Venezuela está viviendo un “efecto delfín” como él mismo lo definió. Usa la metáfora para indicar que el país pasa por un momento donde el animal está saltando fuera del agua, mostrando vigorosidad, pero no se sabe cuándo caerá, ni se sumergirá, ni volverá a las profundidades del mar.

“El tiempo que dure (la economía) en la profundidad va a depender de las políticas que se desplieguen, de las respuestas que dé el sector privado y unos eventos bastante azarosos que corresponden al contexto internacional”, puntualizó.

Precisamente, en ese despliegue político económico que refiere Pérez, es donde se deben colocar las fichas para una posible recuperación económica que no sea de supervivencia si no de sustentabilidad.

Detalla que, además de la flexibilización de controles gubernamentales, las miradas se deben enfocar en explotar en el turismo, una política de recaudación tributaria rígida, el aprovechamiento del parque industrial ocioso y la petroquímica.

Dos economías

 

En su disertación, el experto consideró que en Venezuela hay dos economías.

«No hay una economía, sino dos. Una regida por el Estado, que es rentista, basada en el petróleo, y otra del sector privado, con otras características. A unos les va bien, en establecimientos comerciales o restaurantes de lujo, y a dos cuadras, ves a personas en condición de indigencia o pobreza extrema.

A juicio del especialista, Venezuela vive hoy del comercio: «Hay un cambio trascendental que no ha sido advertido, la moneda de cuenta no es el dólar petrolero, rentístico, sino el que aporta el sector privado. Por eso se ven los bodegones, los comercios. El sector público menguó, lo que se ven son deudas acumuladas, problemas para acometer inversiones en áreas importantes, porque carecen de dólares. Pero el sector privado también enfrenta problemas, porque la política económica le ha fijado un precio al dólar (…) y el dólar no tiene que ser bajo, ni alto, sino debe tener el precio de equilibrio. Mientras que no rescatemos esa idea, la economía tiene cadenas de fuerzas que le impiden saltar».

Pérez también se refirió a los elementos que podrían estimular la recuperación económica.

“Son mercados interesantes y viables donde Venezuela puede desarrollar y convertirse en protagonista en esta era postpetrolera. Por ejemplo, en el país hay un parque industrial ocioso y la petroquímica, que pueden ser un proyecto que sirva de salvavidas porque tenemos todas las estructuras. Otro punto neurálgico para recuperar la economía es la recuperación del sueldo. Un salario digno debe estar acorde a una canasta alimentaria. Por lo menos, que la gente pueda comer y acudir al trabajo. El reciente ajuste salarial es tímido, pero hay que saludarlo”, expuso.

Oposición sin iniciativa

En estas perspectivas de cambio que surgiere, al profesor y economista se le consultó por el papel que juega la oposición política venezolana en lo que podría ser la recuperación de finanzas del país.

De manera tajante dijo que este grupo, de momento, carece de planes o iniciativas que puedan aportar para una mejoría.

“En todo el espectro político, parten del supuesto de que seguimos siendo un país petrolero, pero le queda el síndrome de las personas que son amputadas pues se rascan de algo que ya no existe, les quedó la sensación mental. Entonces, todos los que quieren dirigir el país reaccionan del modo diciendo ‘yo pongo a caminar Pdvsa’, pero no entienden que eso ya no es ser protagonista porque las actuales condiciones del mercado es que es competitivo basados en costos y precios”, respondió el invitado a una de las preguntas que realizó uno de los participantes de la transmisión que se hizo a través de Facebook y YouTube.

Profundizó que la Venezuela postpetrolera se puede ver en el mercado actual, puesto que ya no predomina el mundo basado en Pdvsa, sino en los centros comerciales, bodegones, venta de electrodomésticos, entre otros negocios que llevaron al país a vivir del comercio y de las importaciones.

La incertidumbre del IGTF

Juan José Pérez opinó sobre el pago del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF). Dijo que esta política tributaria podría tener efectos positivos y negativos para la economía.

Sin embargo, recalcó que los primeros pasos para su aplicación  no han sido los mejores.

“En el país no hay dolarización oficial, sino espontánea, y eso nos hace preguntarnos ¿qué porcentaje del país van a pagar ese impuesto? Solo el 25% son los que declaran impuestos, mientras que el gran número de venezolanos, como son informales, amas de casa, trabajadores que no tienen esa cultura, no lo hace. Entonces, para resolver ese problema, esas tasas preferenciales, la ambigüedad… se debe establecer una sola moneda. Un bolívar, un dólar”, enfatizó.

También, insistió en que la activación del sector turismo podría ser importante para tener dólares y que no sean retenidos, como actualmente sucede con las personas o empresas que tienen cuentas custodias en bancos nacionales a quienes le fueron suspendidas las transferencias y todo tipo de movimientos.

“La estrategia sobre la suspensión de transferencias entre cuentas en divisas no está clara. Algunos podrían pensar que caímos por inocentes, pero el gobierno entiende que una vez promulga la ley, a un gran sector que guardó su dinero ahí no los puede usar porque el gobierno no les puede cobrar el impuesto. Eso ha creado malestar, porque nadie ha hablado de fiscalización, ni dan razones al respecto y eso es delicado”, cerró.

 

 

Venezuela continuará en recesión económica y completará su cuarto año de hiperinflación al cierre de 2021
En el informe «Perspectivas Económicas Globales», el organismo precisó que nuestro país cerrará 2021 con una contracción de 5%, la mitad del 10% que habían previsto en su informe de julio. Mientras que la inflación cerrará 2021 en 2.700%

 

Este 12 de octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó su nuevo informe Perspectivas Económica Globales en el que aumentó las previsiones de crecimiento económico de América Latina en 2021 al 6,3 %, medio punto por encima de su pronóstico de julio.

En el documento, el FMI asegura que la recuperación económica mundial «continúa, pero ha perdido ímpetu» como consecuencia de la pandemia y los brotes asociados a la variante delta y la imposibilidad de un pleno retorno a la normalidad.

  De acuerdo con estos datos, las «economías avanzadas» crecerán 5,2 %.  Pero las previsiones de julio sobre el crecimiento mundial para 2021 se han revisado ligeramente a la baja y se sitúan ahora en 5,9%, mientras que las correspondientes a 2022 se mantiene sin variación en 4,9%.

 

El reporte también incluyó algunos ajustes respecto a las perspectivas económicas para Venezuela.

De acuerdo con el organismo internacional, nuestro país cerrará 2021 con una contracción de 5%, la mitad del 10% que habían previsto en su informe de julio. 

Sin embargo, el FMI proyecta que Venezuela permanecerá, al menos, otros dos años más en recesión económica. Para 2022, se espera que la cifra se sitúe en 3%.

Inflación menor a la proyectada

Otro indicador de Venezuela que el FMI ajustó fue el de la proyección de la inflación.

El pasado mes de abril, estimaban que el alza de precios alcanzaría un 5.500% durante 2021. El nuevo análisis proyecta que la inflación cerrará en 2021 en 2.700%, con lo que se completan cuatro años en hiperinflación.

Venezuela continúa teniendo la economía con la inflación más alta en todo el mundo, seguida de Sudán, Surinam y Argentina.

 

 

 

Otro elemento que llama la atención del reporte es que mientras que la economía de Venezuela cerrará 2021 con caída de 5%, la de Irán (con sanciones más duras) crecerá 2,5% y la de Siria, a pesar de su conflicto amado, crecerá 0,9%.

 

Remesas: el salvavidas nutricional en Venezuela
Las transferencias de dinero desde el exterior, para muchos hogares, son la diferencia entre una dieta precaria o alimentarse mejor. Una encuesta del Cemla indica que las remesas de mayor monto provienen de Estados Unidos y Chile

Por:  @vsalmeron

Es 20 de agosto y Josefina Martínez recibió en la mañana el dinero que su hijo le envía desde Chile, donde trabaja como obrero de la construcción.

“Todos los meses me manda 120 dólares, gracias a eso, compro huevos, carne, leche, tengo 74 años y mi pensión es de apenas dos dólares”, dice Josefina Martínez, quien vive en Alta Vista, un sector de bajos ingresos en Caracas, junto a su otra hija y un nieto.

En una economía hundida en la hiperinflación, recesión y subempleo, las remesas se han convertido en el salvavidas nutricional, en la diferencia entre Josefina y un grupo de sus vecinos que prácticamente solo consumen carbohidratos, como arroz y pasta.

Un estudio de la División de Protección Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Efecto de las remesas sobre la seguridad alimentaria en los hogares venezolanos, precisa el impacto de las transferencias de dinero desde el exterior.

El trabajo, publicado en junio de este año, afirma que cada integrante de los hogares que reciben remesas consume en promedio 2.152 calorías diarias y supera el requerimiento calórico promedio en Latinoamérica, que se ubica en 2.075 calorías diarias.

En contraste, cada integrante de los hogares que no reciben remesas consume en promedio 1.822 calorías diarias y tienen una dieta menos diversificada.

Tras siete años consecutivos en recesión y una hiperinflación que evaporó la capacidad de compra de la moneda, cinco millones de ancianos reciben pensiones de menos de dos dólares mensuales y los salarios son los más bajos de América Latina.

Para ayudar a las familias más golpeadas, la administración de Nicolás Maduro reparte cajas de comida a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) que principalmente tienen arroz, harina y pasta.

“Cuando puedo, ayudo a una vecina que está muy mal y solo come arroz, arepas y granos, le doy unos huevos y algo de leche”, dice Josefina Martínez.

El 18 de agosto, Nicolás Maduro reconoció la precariedad y ordenó: “Ministro de alimentación, Leal Tellería, me le garantiza a las seis millones de familias que alimentamos con el CLAP mejorar la calidad y la cantidad de productos de manera permanente”.

Diablitos (Underwood), café, leche, me le va agregando productos, lo dejo en sus manos ministro, en sus hombros lo pongo, usted me lo garantiza, con su vida, con su trabajo”, agregó Maduro sin precisar cómo y en cuánto tiempo mejorará la calidad de la alimentación.

Montos y países

De acuerdo con la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, han salido del país 5,6 millones de venezolanos y una porción de ellos envían remesas a sus familiares.

El Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla) encuestó a 2.231 migrantes venezolanos, en distintos países, vía electrónica entre enero y febrero de este año para obtener información sobre las transferencias de dinero.

El estudio indica que 85% de los encuestados envían remesas. De estos, 66% lo hacen con una periodicidad mensual y 13,6% quincenal. La remesa mensual promedio es de 153 dólares y la quincenal de 109 dólares.

Por países, las remesas mensuales de mayor monto provienen de Estados Unidos (212 dólares), Chile (154 dólares) y España (145 dólares). En tanto que las remesas mensuales más bajas son las de Colombia (106 dólares) y Perú (95 dólares).

remesas enviadas a Venezuela

El trabajo indagó sobre el uso del dinero por parte de quienes reciben las transferencias y explica que, en el 93,7% de las respuestas de los migrantes que envían remesas, “se hizo referencia al gasto de manutención como destino de ese ingreso, seguido por los gastos de salud que fueron mencionados en el 89,4% de las respuestas”.

Un aspecto relevante es que las remesas son la fuente principal de ingresos para 32,4% de quienes las reciben y son importantes para 48,4%, es decir, son un elemento clave para 80,8 % de los hogares receptores.

El triángulo

Lo común es que las personas que emigran envíen los dólares o euros de las remesas a través del sistema financiero o de empresas especializadas en transferencias de dinero.

Quienes reciben las remesas venden los dólares a los bancos y, a su vez, estos bancos utilizan las divisas para satisfacer la demanda, por ejemplo, de empresas que necesitan comprar dólares para importar; de esta manera, la oferta de divisas crece.

Puede suceder que el banco central compre parte de los dólares que ingresan por las remesas para cancelar deuda externa o fortalecer las reservas internacionales, algo que también resulta beneficioso para la economía.

En Venezuela, la mayoría de los dólares o euros de las remesas no ingresan al país. El método más utilizado son triangulaciones, como la que emplea el hijo de Josefina Martínez: le vende sus dólares a quien fue su jefe en Venezuela y se los transfiere a una cuenta bancaria en Estados Unidos. Una vez recibe los dólares, su exjefe le transfiere bolívares a la cuenta que Josefina tiene en un banco venezolano.

El estudio del Cemla indica que los depósitos en cuentas corriente, que implican triangulaciones, es el método más utilizado por los migrantes venezolanos con un 36%, seguido “de las transferencias (Zelle) con 15,9% y a través de familiares y amigos con 15%; mientras que el porcentaje de las empresas de remesas fue de solo 10,7%”.

Esta circunstancia limita la posibilidad de medir con certeza el monto de las remesas, pero existen proyecciones. El Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello señala que “para 2021 se están estimando por entrada de remesas 2.300 millones de dólares”.

Nueva Ola

José Manuel Puente, profesor del IESA, considera que el éxodo de venezolanos va a aumentar.

“Venezuela ya sufrió el éxodo más grande en la historia de América Latina. Si sigue la tendencia y es muy posible que sea así, cuando se supere la pandemia, el éxodo podría llegar a siete millones de personas y superar al de Siria”.

 “Venezuela tiene los migrantes mejor formados del mundo, en promedio, la salida fue de gente joven con formación técnica y académica; entonces el país se ha envejecido y ha perdido población con formación”, dice José Manuel Puente.

La encuesta elaborada por el Cemla indica que la escolaridad media de los migrantes encuestados es de 15,8 años; equivalente al nivel universitario.

“La mayoría de las proyecciones nos hablan de un octavo año de recesión y alta inflación o hiperinflación en 2021, en este contexto, no hay muchas posibilidades de que mejoren los salarios y eso va a seguir estimulando el éxodo”, dice José Manuel Puente.

De acuerdo con Conindustria, el gremio que agrupa a las principales empresas del sector privado, al cierre del primer trimestre de este año, en promedio, el salario de los obreros era de 78 dólares, de 172 dólares para profesionales y de 414 dólares en el caso de los gerentes.

El salario mínimo en Ecuador es de 400 dólares y en Lima el ingreso mensual promedio al cierre de julio de este año es de 386 dólares.

“A medida que la economía mundial se recupere de la pandemia, lo más probable es que aumente el monto de las remesas a Venezuela y podríamos estar hablando de 3 mil o 4 mil millones de dólares al año”, dice José Manuel Puente.

Agrega que “lo importante es poder aprovechar este flujo de dinero para la reconstrucción del país y pensar, como en su momento lo hizo Uruguay, en un plan para recuperar parte del capital humano que se fue al exterior. Por supuesto, esto requiere una economía estable y un país sin crisis política”.

 

 

Feb 15, 2016 | Actualizado hace 8 años
Colapso venezolano, por Míriam Leitão

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Míriam Leitão

Columnista de O Globo

La crisis venezolana no sólo está empeorando. El país se encuentra al borde del colapso, de una ruptura, hasta el punto de que el diario Financial Times dijo que el ‘default’ era la mejor opción. El Tribunal Supremo consideró que el presidente Maduro podía declarar la emergencia económica incluso después de que la Asamblea rechazó este decreto. Esto le dará al mandatario poderes dictatoriales sobre una economía que él y Chávez arruinaron.

Los economistas dicen que la recesión venezolana sólo es comparable a períodos de guerra o de desastre natural. El mes pasado, el Banco Central de Venezuela informó de una caída del 7,1% del PIB en el tercer trimestre de 2015, después de estar dos años sin revelar indicadores. Sin embargo, el cálculo de los economistas es que el país tuvo una recesión de 10% el año pasado y que su economía se contraerá 8% más este año. La inflación fue de 141% y, como el Banco Central ha financiado el Tesoro para emitir billetes, debió llegar a 200%. El decreto de emergencia económica dará Maduro facultad de expropiar bienes y empresas, intervenir cualquier compañía, obligar a las fábricas a aumentar su producción, acceder a cualquier fondo extrapresupuestario. Es una tiranía económica de quien ha sido el responsable del desastre.

La caída de los precios del petróleo empeoró todo, pero no fue la causa de la crisis. El economista venezolano Ricardo Hausmann, ex ministro de Planificación y profesor de Harvard, contó en un artículo reciente que, en 2012, cuando el barril de petróleo estaba en 103 dólares y el país tenía un fuerte superávit comercial, el gobierno del entonces presidente Hugo Chávez tuvo un déficit público del 17,5% del PIB; «una cifra demencial», para usar la expresión Hausmann.

Si los chavistas hicieron esto durante la abundancia, piense ahora en la escasez. Con la caída del petróleo, las exportaciones se desplomaron 60% en tres años. Y el déficit primario estimado en 21% del PIB para este año por el FMI, se enfila hacia 25%. Con la falta de dólares, las importaciones se redujeron, lo que agravó la escasez que siempre ha habido en los gobiernos chavistas. Faltan alimentos, medicinas y materias primas para la producción. En el mercado paralelo de divisas, el bolívar se depreció 90% frente al dólar en los últimos 18 meses. El temor de los inversores en este momento es que el gobierno no pueda cumplir con el pago de su deuda este año, alrededor de 10 mil millones de dólares, y por eso Venezuela es el país con mayor riesgo soberano en el mundo, pagando un diferencial de interés de 36% en comparación con los bonos del gobierno de Estados Unidos.

Hausmann teme una crisis humanitaria de grandes proporciones. Sin acceso al crédito internacional, y con el sector privado desmovilizado después de 17 años de persecución por parte de los gobiernos chavistas, el economista cree que la mejor solución para reducir la crisis en el país es cerrar un acuerdo con el FMI. Pero eso sería impensable en la administración de Nicolás Maduro.

El economista Sérgio Vale, de MB Associados, clasifica la situación actual en Venezuela como una economía en un estado de guerra, sin estar en guerra. El chavismo pasó casi dos décadas financiándose con el alza de los precios del petróleo, que cubría el agujero en las cuentas públicas y también mantenía bajo control la cuenta corriente. Con la caída de los precios del barril, la economía se derrumbó.

– La crisis es básicamente fiscal y cambiaria, y están estrechamente relacionadas. Para Brasil, el mayor problema es el efecto de la crisis en las empresas que tienen operaciones o que exportan hacia Venezuela. No es el mejor lugar para hacer negocios en este momento porque el riesgo de impago tiende a aumentar – dijo.

Desde 2001, Brasil ha tenido superávits comerciales con Venezuela. El año pasado, la cifra fue positiva en 2.3 mil millones de dólares. De los 2.98 mil millones de dólares exportados por el país, más de la mitad eran de productos industrializados. Es decir, las restricciones de importaciones venezolanas son una mala noticia para la industria brasileña. Pero lo peor es que muchas empresas brasileñas ni siquiera perciben ingresos por lo que venden (crece la deuda con los empresarios brasileños).

Lo grave, sin embargo, es la situación de los venezolanos. La composición del Tribunal Supremo fue cambiada poco antes de que la nueva Asamblea tomara el poder, con jueces vinculados al gobierno. Ahora, el Tribunal dicta una sentencia que da un vuelco a la decisión del Parlamento de rechazar el decreto de emergencia. Con esto, Maduro tiene superpotencias en un país al borde del colapso.

(Con Alvaro Gribel, de São Paulo)

La del venezolano es una alimentación de sobrevivencia
Los testimonios son desoladores: la clase media ha disminuido su ingesta, mientras que los sectores más empobrecidos han prescindido de las carnes. Las cifras, oficiales y de instituciones privadas y académicas, refrendan la situación: el bolsillo no resiste una inflación de más de 200% en los alimentos

 

@loremelendez

SON LAS TRES Y TREINTA DE LA TARDE de un jueves de noviembre y del Central Madeirense del Centro Comercial Catia, en Caracas, la gente sólo sale con bolsas de papel sanitario. Raiza Amaiz, en sus cincuenta, lleva un paquete de 12 rollos y nada de comida. Lo que traía de dinero sólo le alcanzaba para estos productos.

“¿Usted sabe cuántos higaditos de pollo me dieron por 200 Bs.? ¡Sólo 8! Me dio tanta rabia que me provocaba echárselos a los perros”, comenta la mujer a una vecina que se encuentra a las afueras del supermercado.

Al final, claro, se los comió. Esos ‘higaditos’ fueron el último alimento proteico que había consumido Amaiz esa semana. Al Mercal que frecuenta, único sitio en donde puede comprar a un precio asequible para sus ingresos, no llegan pollos enteros -o palomitas, como les dice por el tamaño- desde hace un mes. “Comeremos papas, no sé, cualquier cosa”, dice quien sabe que este se convirtió en otro elemento que descarta de su alimentación.

Cuenta Amaiz que las proteínas, ya sea en forma de carne de res o pollo, apenas las consume dos veces por semana. Hace dos años podía hacerlo todos los días. Ahora, el costo de las mismas no le deja. Tampoco come ensaladas, porque el alto precio del tomate y del pimentón no puede costearlo con lo poco que gana lavando y planchando para sus familiares y vecinos. Sus desayunos, que antes acompañaba con tocineta o chorizo, hoy consisten en una arepa con margarina… todos los días.

que come clase baja

Horas antes, Ana Camargo hacía una cola de cincuenta personas para comprar unas canillas en la panadería socialista del Boulevard de Catia. Todos los días se traslada desde el barrio El Limón, en la autopista Caracas-La Guaira, para poder adquirir lo que será parte de su almuerzo y cena. Sus testimonios son muy similares a los de Amaiz: su desayuno suele ser una arepa con margarina, porque si hay queso, se lo dejan a su nieto de seis años. La ingesta de carne o pollo se ha reducido tanto en su casa que ni siquiera se atreve a afirmar que los come, por lo menos, una vez a la semana. Los prueba sólo “si se consiguen”. Al mediodía, los seis miembros de su familia deben conformarse con almorzar un plátano o una papa sancochada. Nada más. No hay plata.

Una semana atrás, del otro lado de la ciudad, frente al Unicasa del Unicentro El Marqués, José Medina, en sus setenta, confesaba que el pabellón criollo -platillo frecuente en su almuerzo- había desaparecido de su dieta. “Ahora uno se come una carnita y un arroz. Lo que se pueda. A veces como, a veces no”, decía el hombre de sombrero que vive en Petare y que lleva un año probando un alimento como el jamón únicamente cuando compra una empanada. Es que de su hogar, el jamón también se esfumó.

A María Marcano, de Petare, le ha funcionado cambiar las carnes y el pollo por las sardinas. “Y las frescas -dice- porque las de lata no se pueden comprar”. No ha conseguido ni garbanzos, ni lentejas, ni caraotas últimamente. Afirma que los tiene aún en su alacena los adquirió meses atrás. “Si los veo en más de 1.000 bolívares, no los voy a comprar, no puedo”, afirma. El queso tampoco se lo lleva. Tiene dos semana sin hacerlo cuando hace cinco meses no faltaba en su mesa.

El derecho vulnerado

Los hábitos alimenticios del venezolano han cambiado drásticamente y las colas de los supermercados son testigos de lo sucedido. Es allí donde los consumidores se quejan y confiesan, añoran lo que podían comprar en 2012 y resienten que deban esperar horas para poder adquirir, a un valor que sí pueden cubrir, lo que van a comer ellos y los suyos.

“El venezolano está sobreviviendo en su alimentación”, sentencia Maritza Landaeta-Jiménez, coordinadora de Investigación y Docencia en la Fundación Bengoa. Esa sobrevivencia se manifiesta en la necesidad de consumir productos ricos en calorías, como las grasas y los carbohidratos, que permiten mantener la energía requerida para moverse en el día, pero que no llenan los requerimientos de proteínas, minerales y vitaminas incluidos en una dieta balanceada. Así, a la institución donde trabaja le han llegado casos de personas que admiten que cenan con un vaso de agua con azúcar o que han cambiado la carne por mortadela.

En el país, continúa Landaeta-Jiménez, los ciudadanos están “sometidos a una violación del derecho a la alimentación” porque la oferta es cada vez más escasa y eso, además, impide que se pueda cumplir con la variedad que exigen las comidas equilibradas. Ese principio de disponibilidad, citado por la experta, fue suscrito por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el cual establece que la dieta del ser humano también debe ser estable, accesible, sostenible y adecuada.

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Lo mismo, pero menos

La crisis  y sus efectos no son sólo un asunto de los sectores populares. La inflación en los alimentos, que de acuerdo con las estimaciones de la firma Ecoanalítica cerrará por encima de 200%, ha afectado a todos los estratos. Por eso no extraña que estudios oficiales como la Encuesta de Seguimiento al Consumo hayan reflejado en el primer semestre del año pasado la caída del consumo en todos los rubros. Ahora, la situación es mucho peor.

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Los miembros de la clase media intentan comer lo mismo que en años anteriores, pero la mayoría admite que lo hacen en menor cantidad. También se aminora la frecuencia.

Una habitante de El Marqués, quien prefirió no dar su nombre, cuenta al salir del supermercado que el pescado que comía dos veces por semana, ahora lo prepara dos veces al mes. Sacó de su bolsa el queso amarillo y el jamón serrano, y este lleva como dos años sin comprarlo. Antes, desayunaba con sardinas, pastelitos, varios tipos de panes y queso, pero ahora todo cambió. “Si tienes queso en la nevera, lo comes hoy, mañana y pasado. Comes lo que haya. Así estamos muchos”, remata.

Una joven en Catia señala que en su casa, donde viven 10 personas, se cocinaba un hervido los fines de semana que hoy no se consume por falta de carne. En la nevera también están ausentes los ingredientes que permitan variar las ensaladas: la mixta de lechuga, tomate y cebolla es la que sirven casi todos los días. “Comemos poquito, pero sí se come”, apunta.

Esa misma afirmación la hace una mujer que espera, pacientemente, que en el Mercado de Catia vendan huevos en la tarde. Dice, por ejemplo, que para no dejar de comer pollo, disminuyeron las raciones. Si antes mordían una o dos piezas, ahora tienen que conformarse con la mitad de una: el muslo siempre se corta en dos.

Sobre esto último, la coordinadora de Investigación y Docencia de la Fundación Bengoa recalca que la idea de rendir las proteínas en las comidas se ha reforzados en la clase media y baja. “El kilo de carne molida no se come sólo. Se rinde con pasta, arroz. Por lo tanto, la cantidad de proteínas que se recibe es menor, es muy poca. De los 120 gramos que debe tener una ración, se consumen apenas 20”, indica.

que come clase media

Misiones para todos

Una docente que hace una cola para comprar papel sanitario en Catia se queja por haberse visto obligada a eliminar las frutas de su cesta, que hoy día apenas tiene limones y guayaba. Las hortalizas las compra pese a su precio y los huevos debe adquirirlos porque “peor es nada”. Le pesa invertir horas de su tiempo para poder llevar algo a su casa y más aún tener que comprar en Mercal, a donde antes no se asomaba.

El dato de Mercal lo refiere Landaeta-Jimenez al hablar de los más recientes datos de la Encuesta Condiciones de Vida del Venezolano (Encovi 2015), que arrojó que este año se registró un repunte en la cantidad de beneficiados de las misiones de alimentación del gobierno (Mercal, Pdval, Abastos Bicentenarios). En doce meses se pasó de poco menos de dos millones de usuarios a más de 6 millones quinientos mil compradores. La escasez y el golpeado poder adquisitivo han empujado a la clase media a asistir a las jornadas que antes sólo eran para los sectores más empobrecidos.

 

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Landaeta-Jiménez critica que las jornadas de Mercal no se planifiquen con la intención de cubrir los alimentos básicos y tradicionales del venezolano. “Si el gobierno tuviera una política orientada a la alimentación, se aseguraría el acceso a la leche, el aceite, el pollo, las leguminosas, la harina de maíz, los tubérculos y las frutas tradicionales en estación”, comenta.

Cifras extraoficiales recogidas por la Fundación Bengoa apuntan que de las 2.300 calorías que ingiere el venezolano cada día, se pasó a unas 800, sobre todo en las zonas rurales o en los barrios más deprimidos de las ciudades. Ese déficit no solamente resta energía, sino que también crea el riesgo de enfermedades.Parásitos y diarreas, añade Landaeta-Jiménez, ya pueden verse con frecuencia en los barrios, así como las caras pálidas y anémicas en el Metro. Todo es secuela de la mala calidad de la ingesta. El agua, por si fuera poco, cada vez llega en peor estado a las casas.