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Control de precios

Maduro: Ordené al equipo económico tomar medidas contra el ataque del dólar criminal

Nicolás Maduro anunció que tomará acciones para hacer frente a la depreciación que ha sufrido el bolívar, que en la última semana se devaluó un 17 % respecto al dólar estadounidense.

«Frente al ataque del dólar criminal, ordené al equipo económico tomar medidas en defensa de la tasa oficial, por un comercio sano que respete los derechos del pueblo», indicó el mandatario a través de su cuenta de Twitter, sin explicar ninguna de las políticas que prevé implementar.

El oficial (que dicta el Banco de Central de Venezuela), también ha variado, de Bs 12,66 a Bs 14,12 en las últimas 72 horas.

Según el BCV, la inflación acumulada en 2022 se ubicó en octubre en 119,4% y la interanual en 155,8%.

Con el aumento del dólar el salario mínimo integral se traduce en $9,36.

Tras el anuncio de Maduro, Delcy Rodríguez informó que el Ejecutivo había decidido «un conjunto de acciones en defensa del mercado cambiario y la tasa oficial, perturbados por el dólar criminal especulativo». 

Horas más tarde, Tareck El Aissami, ministro de Petróleo y vicepresidente de Económica indicó que «el Presidente ha instruido implementar un conjunto de medidas para proteger a nuestro pueblo,y defender los mecanismos cambiarios frente a los que persisten en la perniciosa guerra económica».

Ninguno de los representantes del chavismo precisó cuáles son o serán esas acciones.

¿Qué ha pasado con el dólar?

Esta semana, el Ejecutivo acordó retomar, luego de dos años, una política de control de precios en más de 40 productos de consumo masivo para luchar contra la «especulación» que, a juicio del Ejecutivo, ha disparado la inflación y afectado el mercado cambiario en las últimas semanas.

En los últimos siete días, el precio de la divisa en el mercado oficial aumentó un 20 %, según los reportes del Banco Central (BCV), mientras que en el mercado paralelo el incremento ha sido mayor, al dispararse de 13,78 bolívares a 18,26 bolívares, un alza del 32%.

El salario mínimo y las pensiones, fijados en 130 bolívares en marzo pasado, han perdido desde entonces el 69 % de su valor, como resultado de la devaluación del bolívar, con lo que pasaron de 29,68 dólares a 9,20 dólares.

El Ejecutivo ha venido aplicando una estrategia para contener el tipo de cambio que consiste en controlar la demanda de dólares, disminuyendo la emisión de bolívares -necesarios para comprar divisas- a través de la reducción del gasto público y la restricción de la financiación.

Sin embargo, en los últimos meses, el Gobierno incrementó el gasto con varios pagos a los trabajadores públicos, al tiempo que ha venido liberando los créditos, que aumentaron un 123 % en el último año.

Cendas-FVM: Se necesitan 36 salarios mínimos para adquirir la cesta navideña
Según el Cendas, para hacer 50 hallacas se necesitan 984,04 bolívares o 88,65 dólares

 

El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) indicó que se necesitan 36.49 salarios mínimos para adquirir la cesta navideña.

La cesta navideña está conformada por 19 productos, entre los que se encuentran: ensalada de gallina o pollo, el dulce de lechosa, 50 hallacas, dos panes de jamón, dos perniles, frutas navideñas y dos panettones. El costo actual es 4.743,7 bolívares o 427,36 dólares al cambio. 

Con respecto al año 2021, el costo de la cesta navideña aumentó 164,13 %, es decir, 53,20 dólares, equivalente a 14,22 %.

El Cendas también publicó el presupuesto para realizar las tradicionales hallacas para este 2022. Según el Centro, para hacer 50 hallacas con 18 productos se debe invertir al menos  984,04 bolívares o 88,65 dólares.

La cifra representa un aumento de 616,86 bolívares con respecto al año 2021.

Salario mínimo en su peor momento

El economista José Guerra explicó este jueves, 8 de diciembre, que el salario mínimo en Venezuela pasó de $30 en marzo a $8 en diciembre. 

“En marzo de este año, un trabajador venezolano o un pensionado devengaba 30 dólares mensuales. Hoy, 8 de diciembre, ese mismo trabajador devenga 8 dólares con 25 centavos. A esto nos ha llevado el socialismo del siglo XXI”, dijo.

El economista señaló que la situación es la crisis de un modelo económico destructivo. «No ha habido aumento salarial desde marzo y la inflación entre marzo y noviembre es más de 100%», dijo Guerra. 

Por su parte, el presidente de la Comisión de Economía y Finanzas de la Asamblea Nacional chavista, Jesús Faría confirmó este miércoles, 7 de diciembre, que el gobierno retomará el control de precios.

«El gobierno ha adoptado un conjunto de decisiones para establecer precios máximos de venta al público en más de 40 productos de consumo masivo de la población», indicó Faría sin precisar cuáles artículos estarán dentro de este control ni cuando entrará en vigor.

Cedice sobre control de precios: “Resultado puede ser más dantesco que en años anteriores”
Tras dos años, el gobierno acordó retomar la política de control de precios en más de 40 productos de consumo masivo

 

Este jueves, 8 de diciembre, el Centro de Difusión del Conocimiento Económico (Cedice) afirmó que el resultado de la política de control de precios que implementó el Gobierno de Nicolás Maduro «puede ser más dantesco que en años anteriores”.

«Se trata de una intervención artificial en el mercado que traerá, inevitablemente consigo, las distorsiones ya conocidas por los venezolanos, como escasez de productos regulados«, afirmó Andrea Rondón, integrante del comité académico de Cedice.

El pasado jueves, la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) publicó, y borró minutos después, una lista de precios máximos de venta al público -en productos como el arroz, la harina, el aceite y el azúcar-, algo que no ocurría desde abril de 2020, cuando fijaron tarifas sobre 27 alimentos.

Faría confirmó que habrá precios máximos en algunos productos

Jesús Faría, presidente de la Comisión de Economía y Finanzas de la Asamblea Nacional chavista, confirmó este miércoles, 7 de diciembre, que el gobierno retomará el control de precios.

En declaraciones que ofreció a la prensa, Faría señaló que, tras dos años, el gobierno acordó retomar la política de control de precios en más de 40 productos de consumo masivo.

«El gobierno ha adoptado un conjunto de decisiones para establecer precios máximos de venta al público en más de 40 productos de consumo masivo de la población», indicó Faría sin precisar cuáles artículos estarán dentro de este control ni cuando entrará en vigor.

Por otra parte, aseguró que la medida fue discutida y acordada con productores en vista de una reciente «alteración en la dinámica de precios», señalando que se mantienen «atentos contra la especulación».

«Después de conversaciones con diferentes sectores, se acordaron un conjunto de precios que deben constituir el tope al cual se venden esos productos, tomando en consideración los costos de producción, también ganancias razonables, como lo establece la ley», dijo.

 

Jesús Faría confirma que el gobierno retomará el control de precios
La semana pasada, la Sundde publicó, y borró minutos después, una lista de precios máximos de venta al público.

Jesús Faría, presidente de la Comisión de Economía y Finanzas de la Asamblea Nacional chavista, confirmó este miércoles, 7 de diciembre, que el gobierno retomará el control de precios.

En declaraciones que ofreció a la prensa, Faría señaló que, tras dos años, el gobierno acordó retomar la política de control de precios en más de 40 productos de consumo masivo.

«El gobierno ha adoptado un conjunto de decisiones para establecer precios máximos de venta al público en más de 40 productos de consumo masivo de la población», indicó Faría sin precisar cuáles artículos estarán dentro de este control ni cuando entrará en vigor.

Por otra parte, aseguró que la medida fue discutida y acordada con productores en vista de una reciente «alteración en la dinámica de precios», señalando que se mantienen «atentos contra la especulación».

«Después de conversaciones con diferentes sectores, se acordaron un conjunto de precios que deben constituir el tope al cual se venden esos productos, tomando en consideración los costos de producción, también ganancias razonables, como lo establece la ley», dijo.

Cabe recordar que instituciones como Consecomercio aseguraron que desde el gobierno no les consultaron la aplicación de este nuevo control de precios.

Asimismo, Faría espera que los sectores productivos y los actores de la cadena de comercialización respeten estos acuerdos y advirtió que el Ejecutivo hará «todo lo posible» para que esos precios sean acatados.

La semana pasada, la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) publicó, y borró minutos después, una lista de precios máximos de venta al público.

La Sundde publicó los precios de algunos rubros prioritarios en Twitter. Cabe destacar que todo está expresado en dólares y no en bolívares.

Entre los productos de la lista de la Sundde se encontraban enlatados, harinas, cereales, granos, grasas y proteínas.

*Con información de EFE

Consecomercio afirma que no les consultaron precios máximos establecidos para 42 productos
Aunque consideró que existe la intención de no afectar más al bolsillo del venezolano, lo ideal sería «trabajar en que el ingreso del venezolano sea mucho mejor»

Tiziana Polesel, presidenta de Consecomercio, rechazó el nuevo control de precios que anunció la Superintendencia Nacional para la Defensa para los Derechos Socioeconómicos (Sundde) a 42 productos.

Durante una entrevista que concedió a Onda La Superestación, Polesel señaló que recibieron la notificación por parte de la Sundde, pero que Consecomercio no fue consultada para esta decisión.

«Recibimos la llamada, como ha venido ocurriendo en los últimos tiempos. Nos advirtieron que la lista iba a salir esa noche y al día siguiente iba a comenzar la fiscalización», explicó Polesel.

Esta lista de precios, que publicó la Sundde y posteriormente eliminaron de Twitter, «provocó una reacción importante en un número de comerciantes significativo, porque muchos de ellos ya habían comprado esa mercancía a precios superiores», dijo Polesel.

 

Asimismo, recordó que Consecomercio «jamás ha estado de acuerdo con los controles de precio, porque pueden producir escasez y un mercado negro de los productos».

Por la eliminación de la publicación, Polesel presume que se están revisando algunos rubros «porque el comercio ya había comprado de esos productos a precios superiores».

Al respecto, indicó que espera comunicarse con la Sundde para discutir la situación.

«Nosotros no fuimos consultados y nos resulta bastante complejo de comprender que algún sector privado de la economía pueda estar de acuerdo con los controles de precios», dijo.

No al control de precios

La presidenta de Consecomercio señaló que la institución se opone al control de precios.

«No es conveniente. La competencia es lo que realmente hace posible que los precios estén en su justo valor», expresó Tiziana Polesel..

Por otra parte, recordó que en esta época decembrina, la economía tiene un movimiento particular.

«Hay un énfasis en los productos de mayor uso en esta época del año. Hay cierto nerviosismo nuevamente porque crece la brecha entre el dólar del Banco Central y del paralelo», acotó.

Aunque consideró que existe la intención de no afectar más al bolsillo del venezolano, lo ideal sería «trabajar en que el ingreso del venezolano sea mucho mejor».

«El precio del producto se ve encarecido por la deficiencia de los servicios públicos y por capacidad fiscal. Eso es lo que hay que atacar. Eso es lo que hace que el producto se encarezca y que no sea competitivo si tenemos proyección de exportarlo», agregó.

Para concluir, resaltó: «Hay que atacar la base del problema y no controlar al final. El control de precios puede traer escasez y lo que nuestro sector ha tratado de combatir, que es la informalidad».

Podcast 3 en 1 | Sin libertad en internet, naufragio en Los Roques y control de cambio amenazante

En el episodio número 136 de 3 en 1, tu suplemento informativo semanal, conseguimos tres interesantes reportajes en los medios que conforman la Alianza Rebelde Investiga: Runrunes, El Pitazo y Tal Cual.

En Runrunes nos topamos con el reportaje llamado Freedom House: la libertad de internet en Venezuela es cada vez más precaria

Venezuela es el país de América Latina que está en la cola en lo que corresponde a libertades de internet, ocupando el puesto 28 entre 100 naciones.

La censura en el gobierno de Maduro ha desatado el cierre de paginas webs y la autocensura en los medios.

En El Pitazo conseguimos el reportaje Sobreviviente del naufragio en Los Roques: Estamos vivos porque vencimos al miedo.

En el naufragio del barco pesquero “Don Rafa Junior” el pasado 18 de septiembre entre Margarita y Los Roques, 22 personas fueron rescatadas y una falleció.

Un sobreviviente de este accidente le cuenta su historia a El Pitazo.

Por su parte Tal Cual destaca con el trabajo Comercios y productores desestiman posible regreso del régimen de control de precios.

Pese a que Maduro ha amenazado con volver a aplicarlo, empresarios consideran que es cuesta arriba poner en funcionamiento la medida en un mercado que se basa en la demanda y oferta del dólar.

 

 

 

Alejandro Armas Mar 19, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Basta de consumidores bananeros

@AAAD25

Entre los estereotipos más recurrentes de la cultura latinoamericana está el de la mediocridad. Que todo sea tosco, mamarracho y hasta corrupto, sobre todo a nivel político. No es, desde luego, mi intención caer en determinismos autohumillantes. Pero a veces los estereotipos parten de una verdad, que luego es deformada por la hipérbole. En este caso, mentira no es que parte de nuestro subdesarrollo se debe a elites políticas zafias y rapaces. La barbaridad irracional e inmoral de nuestra política ha sido terreno fértil para la sátira literaria. Pienso en El recurso del método, El otoño del patriarca o La fiesta del chivo. Hasta alguien totalmente ajeno a esta realidad, como Woody Allen, se vio tentado a parodiarla en Bananas, uno de sus primeros filmes.

Y es que aunque en sus orígenes hiciera referencia específica a la inestabilidad y al subdesarrollo, el adjetivo “bananero” hoy alude a cualquier forma de abyeción tercermundista.

Aunque no es ni por asomo la primera elite gobernante que le da a Venezuela una buena dosis de política bananera, la actual ha sido sobresaliente en ello. Lo ha sido por 22 años en cuanto hace, incluyendo el proceso de relajación de controles económicos que empezó en 2019. Así que a esta especie de perestroika la apellidan popularmente “bananera” por sus altibajos, su inconstancia e incoherencia.

Al no responder a convicciones ideológicas genuinas, sino a una mera necesidad de conservar el poder y los privilegios asociados, imperan la improvisación y la informalidad. No hay una guía. Nada que oriente al ciudadano y le permita planificar. Tampoco parece haber cohesión entre las facciones del chavismo sobre cómo proceder (normal en estas transformaciones, a veces con consecuencias traumáticas, como el golpe que intentó derribar a Mijaíl Gorbachov, por reformista). En fin, el caos. El bochinche que tanto acongojó a Miranda.

El billete verde sigue circulando con la tolerancia del régimen (hasta los buhoneros en el Metro lo prefieren, como he podido verificar en mis últimas travesías en el subterráneo caraqueño luego de dos años en Nueva York). No han resucitado Cadivi, el Sicad ni ninguna de sus ridículas iteraciones. Pasó todo diciembre sin que comercios se quedaran sin inventario luego de que compradores, enloquecidos por las rebajas impuestas por la Sundde, cargaran con todo para recibir con estrenos el año II de la peste. Pero por otro lado a Farmatodo la regañan por no tener cómo dar cambio de la manera que algunos clientes prefieren, mientras que a Beco le prohíben entregar vales para facilitar las transacciones. Todo en un contexto de crisis en el sistema de pagos provocado por las políticas monetarias desastrosas de antaño. Ah, y a los proveedores de televisión por suscripción les abren “procesos administrativos” por sus “precios inaceptables”.

¿Qué está pasando? En el caso de los métodos de pago, a juzgar por el anuncio, por agentes del régimen en la materia, de un sistema digital basado en el bolívar, pudiera tratarse de otro truco para mantener la moneda nacional circulando (y así reprimir el tipo de cambio y la inflación). Muy a pesar de que el bolívar es una suerte de zombi. Así como en el folclor haitiano los cadáveres se mueven en virtud de la magia maligna, el bolívar circula pese a la pérdida de su valor, mediante la emisión de billetes con montos caricaturescos, reconversiones y otras formas de prestidigitación. Economistas advierten que así solo se demora lo inevitable, con no pocas incomodidades para comercios y consumidores.

En cuanto a las cableras, el periodista Arnaldo Espinoza explicó esta semana que al chavismo le interesa mantenerlas reguladas porque, debido a la falta de inversión pública, le ha delegado a privados la transmisión de los medios que controla (i.e. propaganda). Medios “informativos” con niveles de audiencia risibles, pero que al régimen le interesa preservar como parte de su hegemonía comunicacional.

Sin embargo, hay algo más en estas jugadas. Algo quizás mucho más alarmante porque trasciende el chavismo. En todos los casos, los responsables de las medidas alegan que actúan en atención a las denuncias de usuarios y clientes. No sé hasta qué punto esto sea verdad, pero no me sorprendería en absoluto.

Somos una sociedad malacostumbrada a que “el consumidor siempre tiene razón, los comerciantes abusan y todos los bienes y servicios deben ser de alcance universal, sin importar lo que ello suponga para el proveedor”.

Eso no lo inventó el chavismo. Controles de precio ha habido en Venezuela al menos desde la Segunda Guerra Mundial; prácticamente sin interrupciones, como narra el libro de Anabella Abadi y Carlos García Soto sobre la historia de la regulación. No es nada difícil ver en redes sociales a venezolanos quejándose por algún precio que juzgan excesivo; o por alguna modalidad de transacción que no es de su agrado, y exigiendo que el Estado intervenga para subsanar el supuesto agravio. Pasa incluso entre quienes adversan al régimen.

Si bien al chavismo hace mucho que le importa poco lo que la gente desee, no se ha despojado completamente de sus instintos demagógicos. Cuando la gente le regala excusas para retomar sus hábitos estatistas, ¿por qué no aprovechar, si de paso al hacerlo se procuran otros de sus fines?

Claro, estamos en medio de una catástrofe socioeconómica, en la que millones de personas no pueden pagar muchos de los bienes y servicios que desean. Es una situación sin precedentes y las penurias de la población no se comparan con las de antaño. Pero todos sabemos quién es el culpable de que el poder adquisitivo esté por el piso y de que hasta pagar por un paquetico de arroz sea logísticamente infernal.

Puedo entender que por miedo haya poca disposición a reclamarle al culpable. Pero descargar la rabia y la frustración con comercios que tratan de sobrevivir y hasta ofrecer soluciones a un problema que no crearon es una actitud deleznable.

Es acercar a los negocios un poco más a la quiebra, destruyendo empleos y oferta, con tal de gozar momentáneamente de lo ofrecido.

Pudiera equivocarme, pero por los momentos no veo que estén dadas las condiciones para que el régimen dé plena marcha atrás a su peculiar perestroika. Su forma tradicional de obtener recursos sigue constreñida por las sanciones y la devastación endógena del Estado. Pero mientras la sociedad no se desprenda de la ponzoñosa noción del “precio justo” y otras regulaciones insensatas, varias de las peores políticas del chavismo nunca desaparecerán del todo. Basta de esa malcriadez. Basta de consumidores bananeros.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas May 01, 2020 | Actualizado hace 2 semanas
¿Fin de la NEP caribeña? No tan de prisa

@AAAD25 

A la ya kilométrica cadena de desgracias en Venezuela ha sido añadido otro eslabón. Como si ya no bastara con años y años de catástrofe política, económica y social, más la llegada de la COVID-19 a nuestras costas, el régimen chavista reanudó el control de precios, una de las medidas con mayor cuota de responsabilidad por la destrucción de  la economía nacional. Silenciosamente se esfumaron estas regulaciones a finales de 2018 o principios de 2019. El resultado fue que, sin bien la inflación se mantuvo galopante, los anaqueles por primera vez en años estuvieron repletos. No hubo necesidad de filas interminables para comprar harina o arroz. Los revendedores informales (“bachaqueros,”, el efecto natural e inevitable de las leyes de mercado ante una regulación de precios y la carestía consiguiente) desaparecieron con los propios controles. Ahora, dependiendo de cuan severas y prolongadas sean las regulaciones, todos esos vicios volverán de una forma u otra para amargarle la vida al venezolano un poco más… Sin que se corrija la inflación.

Mucho se ha especulado sobre las razones detrás de esta marcha atrás en el laissez faire limitado que caracterizó la economía venezolana desde el año pasado. Hay quienes sostienen que siempre estuvo planificado. Que la elite chavista nunca renegó de sus inclinaciones ideológicas cuasi estalinistas. Solo permitió cierta apertura para oxigenar un poco la economía y luego retomar el control total. Así que no solo la libertad de productores y distribuidores para poner precio a su mercancía estaría en peligro. También el mercado de divisas no controlado por el régimen, la tolerancia a las transacciones en dólares y la facilitación burocrática y arancelaria a las importaciones. Además de saludar una vez más a anaqueles vacíos, colas interminables y “bachaqueros”, habría que despedirse de negocios repletos de café Dunkin’ Donuts y cerveza Heineken. Sería el fin de la “pax bodegónica”, por usar la expresión del politólogo Guillermo T. Aveledo.

Para fortalecer esta argumentación, quienes así ven las cosas recurren a ejemplos de regímenes de extrema izquierda en el pasado. Una de las ilustraciones más vistas en tal sentido es la de la Nueva Política Económica (NEP, por sus siglas en ruso con caracteres latinos) implementada por Lenin en la Unión Soviética en la década de 1920. A mi juicio este no es un símil adecuado. Para que el paralelismo tenga sentido, habría que omitir aspectos históricos importantes. A continuación explicaré por qué.

La naciente URSS emergió famélica y arruinada de la Guerra Civil Rusa. Para asegurarse de que el Ejército Rojo contara con alimentos y otros recursos en su contienda contra los “blancos”, los bolcheviques implementaron una política llamada “Comunismo de Guerra”, que consistió en la toma estricta de la producción agrícola e industrial por el Estado. Aunque Lenin, Trotsky y sus camaradas ganaron el conflicto, el resultado de esta política económica fue una escasez severa, debido a que los productores incurrieron en pérdidas graves.

Por eso, en 1921, Lenin ordenó la NEP, una reapertura parcial de la economía soviética. Algunos controles de mercado fueron retirados y se permitió a los ciudadanos mantener alguna forma de propiedad privada. Dado que Rusia seguía siendo una sociedad predominantemente rural, la NEP se manifestó sobre todo en el campo. Los pequeños campesinos rusos, los kulaks, pudieron administrar sus parcelas con mayor libertad. Pagaban impuestos en vez de tener que entregar toda su producción al Estado. Poco a poco, las condiciones económicas mejoraron.

Lenin murió en 1924. Siguieron años de pugna por el poder entre facciones del Parido Comunista, de las cuales las más notables fueron las encabezadas por Lev Trotsky y Iosiv Stalin. Fue este último quien finalmente se impuso. Mientras duró la competencia, la NEP se mantuvo vigente. Tuvo que consolidarse el liderazgo de Stalin para que la NEP fuese abandonada. El nuevo mandamás la sustituyó en 1928 con el primero de sus infames “planes quinquenales”. La agricultura y la industria fueron completamente colectivizadas. La oposición de los pequeños propietarios que se beneficiaron de la NEP, aplastada. Como se dice comúnmente en estudios de la historia soviética, de los kulaks se pasó a los gulags.

Como vemos, el ascenso y caída de la NEP no obedeció a ningún plan elaborado por una elite gobernante. El relajamiento de los controles no duró apenas unos meses para superar una coyuntura. Mediaron varios años y un cambio de elite. Por lo tanto, cuesta equipararlo a lo que aconteció en Venezuela entre 2019 y 2020 apenas. A mi juicio, más que consideraciones ideológicas, fue la búsqueda de estabilidad para el corto plazo lo que privó en la decisión reciente del régimen chavista. Me explico.

El detonante fue la paralización de la economía global para contener la pandemia de COVID-19 y el resultante desplome de los precios del petróleo. Ello redujo considerablemente el ingreso del régimen chavista, ya golpeado por las sanciones de Estados Unidos y los descuentos en el crudo venezolano para alentar su compra a pesar de dichas sanciones. En un contexto de acceso muy limitado o nulo al crédito internacional, a la elite gobernante no le quedó más remedio que monetizar el déficit fiscal. Es decir, cubrir sus gastos con bolívares emitidos por el Banco Central de Venezuela, sin ningún respaldo en bienes y servicios. Como resultado, la inflación, algo aplacada en 2019 con respecto a los dos años anteriores, se disparó de nuevo, al igual que el dólar.

A su vez, esto produjo un recrudecimiento en la pérdida del poder adquisitivo del empobrecido ciudadano común. Tal pérdida, combinada con una menor capacidad para suministrar alimentos mediante los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y la escasez fuerte de gasolina, elevó el descontento social hasta niveles peligrosos. Prueba de ello fueron las protestas y saqueos en varias localidades venezolanas a mediados de abril. Así que el régimen, temiendo por su estabilidad, se vio urgido de buscar un chivo expiatorio y demostrar que está “haciendo algo”. Ese chivo expiatorio fue la industria privada de alimentos. De ahí el regreso del discurso antiprivados (aunque no tan hostil como antes, Empresas Polar aparte) y del control de precios. Es cierto que la escasez resultante pudiera terminar generando un malestar colectivo mayor. Pero quizás al régimen solo le interese ganar tiempo mientras piensa en alternativas para contener dicho malestar.

Si bien Fukuyama se apresuró al sentenciar el “fin de la historia”, algo de razón tuvo cuando auguró para el siglo XXI un papel menor para los dogmas ideológicos demostradamente fracasados, como el socialismo revolucionario. A estas alturas, a los cabecillas del chavismo lo único que les importa es mantenerse en el poder como sea. Las consideraciones ideológicas son accesorias, instrumentales y, sobre todo, mutables. El cuadro terriblemente complicado que se le presenta al régimen solo le permite ir de coyuntura en coyuntura, y con cada coyuntura distinta, cambian las necesidades. Eso es lo que le permitió a Nicolás Maduro aclamar la dolarización sin ningún miramiento, tras años de criminalizar las transacciones informales en dólares. La coyuntura de las sanciones obligó a tomar ciertas medidas, mientras que la del coronavirus obligó a tomar otras medidas. No es mi intención desvincular el socialismo revolucionario del régimen. Indiscutiblemente, esa fue su orientación ideológica y es responsable de la calamidad actual. Pero no es un criterio rector único, y en este momento, me parece, ni siquiera es el principal. Lo que Maduro y compañía hacen no se reduce en su totalidad a tramar planes comunistas malvados. Asumir tal cosa es simplista y más político que politológico.

Al momento de escribirse estas líneas, ni han sido revocadas las facilidades para importar ni ha vuelto el control de cambio. Algunos economistas han señalado que, con el predominio del dólar en las transacciones, es imposible que el régimen vuelva a tener el mismo control del que gozó antes. De paso, suceda lo que suceda con los precios del petróleo y el gasto público, la coyuntura de las sanciones no parece que irá a ninguna parte, lo que dificulta al chavismo retomar todas sus otras prácticas hostiles hacia el sector privado. Ya lo dijo Marx, en una de sus citas más conocidas, parafraseando a Hegel: la historia se da dos veces; primero como tragedia, y luego como farsa. Sin embargo, el daño específicamente vinculado con el control de cambios ya está hecho y al menos una consecuencia (las colas) ya es visible. Una prueba más del nulo interés en el bienestar colectivo por parte de la elite gobernante.

 

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