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¡Gente que está llena de vacío!, por Carlos Dorado

RedesSociales

En las redes sociales es muy usual que la gente mienta, comenzando por su nombre, cuando se ponen un seudónimo para esconder su identidad, pues así pueden “tirar la piedra y esconder la mano”, y criticar sin que lo critiquen. Pero no sólo mienten sobre su nombre o su identidad, sino también sobre sus habilidades, su estatus social, sus logros.

Las redes sociales, como toda innovación tecnológica es un gran invento y un importante avance de la humanidad, y se ha convertido en el medio más eficaz para la búsqueda de información, la transmisión de noticias, el mensaje, el pedido de auxilio, etc.; pero también en el más triste, absurdo, inmoral, superfluo y denigrante medio. ¡Es una mezcla estupenda entre el infierno de Dante, y simultáneamente la biblioteca de Alejandría!

Las redes sociales son fascinantes si se sabe distinguir el oro de la basura, ya que hace menos ruido la opinión de un filósofo, un científico, o un intelectual; que el de un inculto, inmoral, inescrupuloso y mentiroso. Les dieron derechos y herramientas a unos pocos que las utilizan brillantemente para beneficio de la humanidad, y a muchos que las utilizan como una cañería donde descargan toda su mediocridad.

Hay allí opiniones, puntos de vista, y material absolutamente documentado y respetable, por supuesto. Pero también se convierte en el pincel en manos del que dibuja el retrato disparatado, la caricatura grotesca del ser humano, el comentario pagado, con la osadía de su ignorancia, la arrogancia de su vanidad, y la amoralidad de su poca moralidad.

Estas nuevas tecnologías, que deberían hacernos más preparados, y por consiguiente más libres, están haciendo a una gran mayoría, más borregos y más estúpidos. Que deberían ayudarnos a comunicarnos mejor, nos están incomunicando cada día más a padres e hijos, a maridos y mujeres. Que deberían ser administradas por sabios y cerebros pensantes; terminan siendo dominadas por la subcultura, la ignorancia, y la deshonestidad.

Personas que escondiéndose detrás de una identidad falsa, deforman y manipulan, califican y critican, sin el menor pudor ni consideración, con más dosis de envidia y fanatismo que de preparación e intelecto. Personas que se aprovechan que las redes sociales se democratizaron, y eliminaron unos filtros, donde sólo los más aptos podían acceder a las plataformas de la opinión pública; dándole palco a mucha basura que sólo sabe arrojar piedras al estanque para ver cómo se expanden las ondas. Lo que buscan son clicks, seguidores, protagonismo, y nada mejor que buscarlo a través del desprestigio, la mentira, la vulgaridad en forma superficial, insustancial, y despectiva.

Por todo esto, mi relación con la redes sociales es de admiración ante un instrumento tan útil, y de desprecio ante un uso tan perverso y ruin. Son como algo lleno de vacío. Donde están llenas de mucha basura, pero completamente vacías de pocas cosas que sean útiles y que valgan la pena. Lo malo es todo el tiempo que pierden muchas personas buscando eso que vale la pena.

La única esperanza es que algún día a todos esos tontos en masa, se les exija una identidad verdadera, un poco de intelecto, de preparación y formación, e inteligencia crítica y principios. Para que sean los que escuchen y se forman, y no como hasta ahora que son los que gritan y deforman las realidades.

Como siempre el problema no es la tecnología con sus redes digitales, sino el uso que terminamos dándole a las mismas.

cdoradof@hotmail.com

¡Carta a un hijo que emigró! por Carlos Dorado

Emigraciónvenezolana

Hijo, recibí la carta que me escribiste (ver articulo domingo 30 de Abril del 2017), y no quisiera pasar más tiempo sin respondértela. Para mí también es muy duro tenerte en el corazón, y no entre mis brazos, y soñar contigo pero despertarme sin ti. Sólo ahora que tomaste la decisión de irte del país, es que entiendo claramente esa felicidad que teníamos cuando estábamos juntos.

Pero los hijos no nos pertenecen. Hay que disfrutarlos mientras se tienen al lado, y dejarlos ir cuando lo requieran, aunque ello sea muy triste. Tú tomaste una importante decisión en tu vida: Emigrar, y para eso se necesita ser muy valiente, ya que es muy duro apartarte de tu país, tu familia, tus amigos, tus lugares; y por eso te admiro profundamente. ¡Hasta el día que decidiste irte te di el presente, pero ahora tú vas a darte el futuro!

Tú te mereces más, y no debes conformarte con menos, a pesar de que estás asumiendo un gran riesgo. Pero déjame darte un consejo: El mayor riesgo en la vida es no asumir precisamente riesgos. El haberte ido a otro país no te garantiza el éxito; pero si trabajas duro, con honradez, perseverancia, constancia, y determinación; independientemente de que seas exitoso, estarás dando lo mejor de ti mismo, y esto es también una de las mejores definiciones del éxito.

A veces, el universo pareciera que conspirase en contra nuestra, pero no debemos olvidar que muchos países han sido construidos por los emigrantes (Europa, quizás no sobreviviría sin inmigración), que “algún día” -como tú ahora-, decidieron soltar las amarras, y comenzar a navegar buscando puertos mejores. ¡Nunca se puede cruzar el océano hasta que se tenga el coraje de perder de vista la costa de la que uno sale!

“Algún día” es una enfermedad que ha llevado muchos sueños a la tumba. Las condiciones nunca son perfectas. Las listas de pros y contras son igual de malas. Pero la vida es una pequeña parte de lo que pasa, pues lo más importante es cómo se reacciona a lo que pasa. Estoy seguro de que si no hubieras hecho esto, dentro de veinte o treinta años, estarías más decepcionado por las cosas no hechas, que por las que decidiste hacer.

¡Explora! ¡Sueña! Mantente alejado de aquellas personas que tratan de menospreciar tus ambiciones. Las personas “pequeñas” siempre lo hacen. No importa lo lento que vayas, siempre y cuando no te detengas, y acuérdate que siempre hay una salida para los que tienen la inteligencia de encontrarla.

No te sientas un exiliado, ya que estos siempre miran hacia el pasado, lamiéndose las heridas. Sé un emigrante de esos que miran hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades que vayan presentándose. Emigrar es parecido a morir poco a poco; pero también vas reviviendo poco a poco. Puedes arrancarle al hombre del país donde nació, pero nunca arrancarle el país a ese hombre.

Hijo, estoy seguro que tienes miedo, pero es desde el miedo donde se forjan los grandes corajes. Estoy seguro que estás lleno de dudas, pero recuerda que sólo teniendo el coraje de atravesar la noche, es que logras poder ver la mañana.

 

Decía tu abuela que la felicidad de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza. Yo estoy ya viejo para buscar nuevas montañas a escalar; además me ha llevado muchos años, sacrificio y trabajo llegar hasta aquí. Ahora me toca la serenidad de contemplar cómo subes las tuyas, con la esperanza de que llegues más arriba que yo.

¡Quizás, esa sea mi mayor contribución a ti y al mundo. Y mi mayor felicidad!

cdoradof@hotmail.com

Carta a un hijo que se casa, por Carlos Dorado

matrimonio

¡Sabía que este día llegaría! Ya quieres compartir tu vida, con alguien que tenga la capacidad de soñar contigo. Ya elegiste a una persona, para que te acompañe durante ese largo  camino que es la vida. De esta decisión que tomaste hoy de casarte, dependerá buena parte de tu felicidad o de tu tristeza.

Quiérela por lo que es, y no por lo que quieres que sea, y que ella te quiera por lo que eres, y no por lo que quiere que seas. Respétala y que te respete, admírala y que te admire, valórala y que te valore. Ámala por sobre todas las cosas; y especialmente, por encima de las materiales. Las personas fueron creadas para ser amadas, y las cosas fueron creadas para ser usadas. La razón por la que el mundo está en caos, es porque las cosas están siendo amadas, y las personas están siendo usadas.

El físico atrae, pero la personalidad y la admiración son las que enamoran. Es el primer paso para querer a alguien; e irónicamente, también lo es cuando se deja de querer a esa persona. Sé fiel a tu esposa, en la misma medida en que te gustaría que ella te fuese fiel a ti, y no le hagas aquello que no te gustaría que te hiciese. ¡Nunca la hieras con las palabras: es una de las formas más mezquina de humillarla!

Dialoguen tanto como puedan, ya que si muere el diálogo, la relación más tarde o más temprano morirá con él. Pónganse en todo momento en el lugar del otro, tratando de entender sus intereses, y buscando áreas de acuerdo, más que de enfrentamiento, sin perder nunca las formas y la educación.

Aún y cuando los conflictos sean pequeños, hagan siempre el mayor de los esfuerzos por minimizarlos. Busquen compartir sus pasiones, ya que esa es la mejor forma de conocerse, haciéndose partícipes hasta de las cosas más insignificantes: ¡Menos es más!

Eviten los conflictos; pero aquellos que puedan tener, acuérdense siempre que es reconfortante escuchar al final de una discusión: «…pero te quiero…», en vez de decir: «Te quiero; pero…». Sin olvidarse nunca que perdonar es el acto más grande de amor; pero ganarte el perdón, es la responsabilidad más grande. Y cuando de consolar se trata, a veces vale más un abrazo y un silencio prudente, que mil palabras. Pequeños actos de amor dan enorme felicidad; y entre más armonía y amor siembren en sus caminos, más amor recogerán: ¡Causa y efecto!

Y si algún día, ya no encuentran motivos para amarse, apelen al recuerdo para repasar los motivos que les hicieron amarse; y no apelen al desamor, a la indiferencia, a la agresividad o a la infidelidad. En ese momento, donde el dolor de uno, ya no le duele al otro; y la alegría de uno, ya no alegra al otro; donde uno exige pero no ofrece, promete pero no cumple, y habla pero no escucha; dejen de sujetar lo que deben soltar. Vivan su duelo con dignidad, acepten sus fallas, bendigan sus aciertos, y sigan sus caminos con la cabeza en alto.

Es muy bello cuando una pareja recién casada habla con ilusión del futuro; pero es muy triste que transcurrido un buen tiempo, hablen con amargura del pasado. Qué maravilloso es poder ir más allá del deseo y haber encontrado una buena esposa, un buen esposo; pues ustedes quizás puedan conseguir muchas mujeres u hombres, o suficientes amantes; pero si Dios y su decisión los premia con un buen matrimonio, ese será el más bello regalo de boda que puedan recibir.

Carlos Eduardo e Isa: Que Dios me los bendiga, y los acompañe en este  camino que hoy decidieron recorrer juntos. ¡Su padre, que los quiere!

cdoradof@hotmail.com

Carlos Dorado May 22, 2016 | Actualizado hace 8 años
¿Vivir o Durar?, por Carlos Dorado

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Por Carlos Dorado

 

El otro día estábamos en una cena con una pareja y, cuando el camarero nos preguntó qué queríamos comer, mi amigo rápidamente contestó: “Para mí, un chuletón término medio, y con bastantes papas fritas”. Inmediatamente la esposa intervino, y le dijo: “¿Cómo te vas a comer eso?, no sabes el daño que te hace tanta carne; sobre todo en la cena, y encima con papas fritas. Recuerda lo que te dijo el doctor la última vez que te vio”. A lo que mi amigo le replicó: “Mira, ¿la vida se trata de vivir, o de durar?”.

Me quedó la frase grabada en la mente, ya que vivir con una pésima calidad de vida, quizás para algunos no merezca la pena. Pero vivirla, sin poder disfrutar de los muchos placeres de la vida, y sólo con la esperanza de durar unos pocos años más, tampoco sea la solución para otros muchos.

Desde tiempos antiguos, los seres humanos hemos ansiado encontrar la fórmula de la eterna juventud, por no decir la inmortalidad. Todos quisiéramos mantenernos jóvenes, vernos  bien, y estar físicamente ágiles,  a pesar de saber que nada puede durar para siempre.

En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos” decía mi madre. Lo único malo de esto, es que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, y en esos momentos de aprendizaje estamos más preocupados por vivir que por durar; y cuando llegamos a  entenderlo,  ya es la época donde dejamos de mirar, y nos dedicamos a ver. Ya no buscamos con los ojos. Fijamos la mirada en un punto del pasado y las imágenes llegan solas, repetidas, escuchadas. ¡Vivimos de recuerdos: es la vejez!

Quizás, parte de la respuesta está en una de las poblaciones más longevas del mundo: Los habitantes de la Isla japonesa de Okinawa, un archipiélago compuesto por 161 islas de corales, al sur de Japón; donde las personas son delgadas y ágiles, aún después de haber entrado en la tercera edad, y donde las grandes enfermedades crónicas de Occidente, tienen los niveles más bajos del mundo.

Desde 1975, un grupo de investigadores estuvieron estudiando a esta población, tras lo cual publicaron el libro: “The Okinawa Way”, concluyendo que los resultados eran totalmente replicables en el mundo Occidental; siempre y cuando se haga una dieta equilibrada, basada en vegetales de hojas verdes, pescado, arroz, cerdo salvaje, soya, y en general limitada en calorías (un promedio diario de 1.500); pero con alta densidad de vitaminas, minerales y con importantes aportes de “Omega 3”. Ellos no consumen azúcares, ni carnes rojas, ni harinas refinadas.

Otra conclusión que allí se expresa está relacionada con la actividad física; pues además de trabajar durante toda la vida, hacen rutinariamente ejercicios aeróbicos, de yoga, y de estiramiento, llevando una vida donde la mayoría cultiva sus propios alimentos, y ven pasar la vida con mucha contemplación, meditación y con fuertes creencias espirituales. Todo esto sin prisas, ni siquiera para morir.

Los ancianos son reverenciados, y cuando alcanzan una edad especialmente avanzada son vestidos con colores, y son objeto de admiración por su  sabiduría acerca de la vida. Por desgracia, las nuevas generaciones están abandonando la dieta y el estilo de vida tradicional, e imitan la alimentación y las modas Occidentales; y ya  sus tasas de enfermedades están ascendiendo, y bajando la expectativa de vida.

¡Los jóvenes quieren vivir, los mayores quieren durar! Mi madre solía decirme: “Carlos, si quieres vivir mucho tiempo, hazte viejo muy joven”.

cdoradof@hotmail.com

¡Mis hijos nacieron con piscina!, por Carlos Dorado

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Hoy en día la prosperidad de los países y el bienestar de sus ciudadanos depende cada vez menos de sus recursos naturales, y cada vez más de un buen sistema educativo; o de la capacidad de sus habitantes de innovar y desarrollar tecnología, permitiendo  dar valor agregado a las materias primas y al mismo tiempo desarrollar innovaciones en aquellas áreas que dan ventajas competitivas.

Hace 50 años la agricultura y las materias primas representaban el 30% del producto bruto mundial; en la actualidad, según cifras del Banco Mundial, la agricultura apenas representa el 3%, la industria el 27%, y los servicios el 70%. Cada vez más pasamos, de una economía que se basaba en el trabajo manual, a una economía global sustentada en el trabajo mental.

Países que no tienen recursos naturales o que poseen muy pocos, como Singapur, Taiwán, Luxemburgo, etc., logran una renta per cápita y un bienestar social muy superior a países como el nuestro o Nigeria, donde han sido afortunados con un territorio de recursos naturales como el petróleo, la minería, y otras materias primas.

Por otro lado, la inversión en investigación y desarrollo de los países latinoamericanos, según la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), apenas es del 2.4% de la inversión total, traduciéndose en muy poco registro de patentes de nuevos inventos. Todo esto sin dejar de mencionar que el 63% de los graduados son egresados en carreras  de ciencias sociales y humanidades; y solamente un 18% se gradúan en ingeniería y ciencias exactas.

La gran pregunta es: ¿Cómo lograr que esos países que tienen materias primas, no se vuelvan parásitos y dependientes de las mismas, y copien los modelos productivos de aquellos países que no las tenían?

Una de las variables (no la única) es la psicológica por el hecho de sentirnos ricos, creyendo que no tenemos que apelar al estudio, al esfuerzo y a la proactividad para poder desarrollar otras formas productivas.

“La necesidad agudiza el ingenio”, solía decirme mi madre. Generalmente, cuando los padres logran un buen nivel de riqueza, quieren darles a sus hijos aquello que ellos no tuvieron, y evitarles los sacrificios que ellos hicieron para llegar a donde llegaron; mermando en los hijos o inclusive anulando ese ímpetu, el deseo de surgir y de triunfar, que los llevó a donde llegaron.

Carlos, es que mis hijos nacieron con piscina”, me suele decir un amigo, como para justificar la mucha motivación que tienen sus hijos para gastar, y la poca para producir. ¡Los países se asemejan a una familia en pequeño!, que comienza desde el mismo momento  en que los hijos consumen miles de  horas de estudio y preparación para lograr un futuro, a sabiendas de que es su único y posible camino. En cambio, los que tienen la posibilidad de que sus padres les paguen todo (incluyendo las mejores universidades), no sienten la necesidad de sacrificarse, porque al final: “papá se los da todo”.

El problema es cuando el papá se muera, y el hijo se haya “rumbeado” la fortuna, teniendo muchos vicios, poco dinero, escasa preparación, y poca experiencia para poder desarrollar nuevas fuentes de riqueza.

Debería ser una obsesión nacional, el incentivar la educación de calidad, haciendo énfasis en el área tecnológica y científica, para diversificar fuentes de ingresos, para ser competitivos e insertarse en la nueva economía del conocimiento,  produciendo riqueza con nuestra riqueza, y que la misma sea un motor para crearla, y no para destruirla.

cdoradof@hotmail.com

¡LOS HIJOS QUE SE VAN!, por Carlos Dorado

Nido vacío

Por Carlos Dorado

¡Algún día se tienen que ir! Ya que quieren diseñar su propio camino, aunque hayamos tratado de enseñarles el nuestro. Ya sus raíces han crecido, y nuestro jardín les queda pequeño, y nuestro abono no los nutre ¡Los aires de independencia tocaron sus corazones! Ya quieren compartir sus vidas, con alguien que tenga la capacidad de soñar con ellos. Ya sus alas, las sienten lo suficientemente robustecidas como para echarse a volar; o simplemente…ya quieren volar.

¡Un buen día los hijos se van!, y sin importar cuándo, siempre su partida será muy temprana para nosotros, tomándonos de sorpresa, sin habernos dado cuenta de que poco a poco fuimos dejando de ser su centro, su norte, su sur…, su destino. Quieren crecer en otra dimensión, enfrentar el viento de una nueva vida, y saciar su sed de futuro. En el fondo, siempre subyace en nuestro subconsciente el deseo de que no crezcan; de que siempre estén a nuestro lado.

¡Un buen día los hijos se van!, y tenemos que aceptarlo, ya que nunca  fueron de nosotros, sólo hemos sido depositarios de sus vidas, mientras  desarrollaban sus alas para volar, en espera de que la vida se los lleve. Fuimos nosotros los equivocados, que nunca asumimos esa realidad.

Nos toca llorar en silencio cuando se van, nos toca llorar en silencio cuando no regresan. Cuando los vemos en todos los rincones, y en todos los objetos de la casa, sin que estén. Cuando dudamos de su suerte, cuando dudamos de su capacidad, cuando dudamos de su futuro, cuando dudamos de nosotros (sus arquitectos); que construimos los cimientos de esos edificios llamados hijos, nosotros los jardineros que plantamos las semillas de esos árboles, con la esperanza de que crezcan con el corazón sensible y responsable, las hojas sean de libertad, la corteza hecha de pasión, y los ilumine la luz de la educación, los valores y la moral.

Nosotros fuimos su futuro, pero ya somos su pasado, y poco a poco nos vamos quedando atrás, como ese barco que se va alejando desesperado por llegar a nuevos puertos; sabiendo que en el fondo de nuestro corazón quizás nunca vuelva a atracar en el nuestro, quedándonos solos y con el recuerdo de haberlos visto partir, de la oración por ellos, de las lágrimas que siempre nos acompañarán, y con la esperanza de que algún día regresen.

Nuestra tristeza, sólo es comparable a nuestro deseo de que sean felices, de que tengan una buena vida, y que no cometan nuestros errores. Y no lo harán: Cometerán los suyos. Y si esa primera experiencia fue equivocada, rezaremos para que  tengan la sabiduría y la fuerza para cambiarla. Pero cuando algún día vemos que son felices, con sus vidas,  con sus responsabilidades; entonces nuestro dolor se disipa, y nos olvidamos de que esas penas de amor por nuestros hijos son las peores. ¡Sufrimos tanto o más que ellos, sin ser ellos!

¡Buen viaje hijo! Olvídate de mis lágrimas, de mis gritos de silencio, de mi tristeza. Haz que cada día valga la pena. No dejes que la tristeza te abrume. Disfruta de esos nuevos lugares, de las personas que conocerás. Gasta más horas realizando que soñando, haciendo que planeando, viviendo que esperando; porque a pesar de que quien casi muere está vivo, quien casi vive ya murió.

Haz que en tu nueva vida seas feliz; pero piensa en regresar algún día, aunque sólo sea para tomar mis manos, esas manos que algún día te dieron apoyo, para escuchar mi voz, la que te enseñó a hablar. Así podré volver a disfrutar de ti.

¡Que Dios te bendiga hijo mío!

cdoradof@hotmail.com

¡Pedir trabajo, no limosna! por Carlos Dorado

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Un día antes de su nacimiento, su padre se fue del hogar. A la edad de 9 años, escapó de su casa y estuvo desaparecido por cuatro meses. Su propósito inicial era llegar hasta Buenos Aires para conocer al entonces presidente argentino Juan Domingo Perón, ya que tenía la referencia de que el mandatario «les daba trabajo a los pobres».

Después de una larga travesía, llegó a la capital, y un vendedor le dio la dirección de la Casa Rosada; pero le dijo: «Es muy difícil que te atienda el presidente;  pero yo leí en el diario, que mañana va a ir a La Plata porque es el aniversario de la ciudad. Ándate ahí y trata». Así que se fue a La Plata, y durmió al costado de la Catedral, y al día siguiente  siendo apenas un niño, logró burlar el cerco policial alrededor del mandatario y de su esposa; Eva Duarte.

Cuando un policía lo agarró para retirarlo, el presidente, que estaba saludando hacia ese lado, le dijo al policía: «Déjelo venir», e hizo parar su auto descapotable que tenía un estribo, al que el niño se subió de inmediato y conversó con ambos. “¿Quieres decirnos algo?”, le  preguntó el presidente. “Sí, ¿me pueden dar trabajo?”, respondió el niño.

Eva Perón, en ese momento le diría la primera «frase ética» que él escucharía en su vida, y que lo acompañaría por siempre durante su existencia: «Por fin, alguien que pide trabajo, y no limosna». Gracias a esta conversación, logró que su madre obtuviera un empleo.[]

Tuvo una infancia dura y desprotegida; se convirtió en un marginal al punto de ser encerrado en un reformatorio, pues se había convertido en alcohólico desde los nueve años de edad. Escapó y luego cayó preso a los 14 años por su carácter violento. En la cárcel, un sacerdote jesuita de nombre Simón le enseñó a leer y a escribir, y lo puso en contacto con la literatura universal, impulsándolo  a realizar sus estudios de educación primaria y secundaria, los cuales, llevó a cabo en tres años. Sin embargo; un año antes de cumplir su condena, escapó de la prisión.

Predicó el misticismo, la desaparición del ego, y la autorrealización global de la Conciencia Humana. Escribió alrededor de 22 libros. “Sin títulos y sin autor», que eran considerados por él como textos manuscritos que se editaban y se imprimían, y de los cuales se han hecho traducciones  en casi todos los idiomas.

Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación o compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida. La que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los  médicos me diagnosticaron tres o cuatro meses de vida. Dios no te prometió días sin dolor, risa sin tristeza, sol sin lluvia, pero el sí prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas, y luz para el camino. Cuando la vida te presenta mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una para reír”.

Fue asesinado en Guatemala por sicarios que lo confundieron con un empresario vinculado al narcotráfico. Ocurrió en julio del 2011, cuando se dirigía al aeropuerto, después de haber realizado uno de sus conciertos. La UNESCO lo declaró en el año 1996, «Mensajero mundial de la Paz», y en el año 2008, fue nominado al Nobel de la Paz.

Cantautor, compositor, filósofo, poeta, escritor, maestro. ¡Se llamaba Facundo Cabral!

cdoradof@hotmail.com

Carta a mi amiga Anna Vaccarella por Carlos Dorado

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Estimada Anna:

¡Cómo extraño, las llamadas de tu productora los lunes al mediodía,  persiguiéndome por todo el mundo, para dialogar sobre mi artículo de los domingos!

Un 20 de julio me mandaste un email diciéndome: “Tengo un fuerte dolor en la boca del estómago que me impedirá ir mañana a la radio. Ya me hicieron una endoscopia donde sólo salió una gastritis, pero no sé qué ocurre. El Doctor me acaba de pedir que esté mañana a primera hora en su consultorio. ¿Crees que podamos con el favor de Dios que yo esté bien, y conversamos el martes? Cariños. Anna
Como buena luchadora que sé que eres, me permití bromear y decirte: “Ana el trabajo es salud, decía mi madre. Se nota que no estás trabajando lo suficiente”. El 26 de julio me enviaste un email que me preocupó: “Me hicieron una histerectomía y estoy recuperándome. Esperamos biopsias y no hay buena cara en los médicos. Tengo indicadas tres semanas de reposo. ¡Te prometo que apenas me reincorpore a la radio estarás en mi primer lunes al aire!

Después de unas semanas me escribiste, diciéndome lo peor: “Tengo un Linfoma No Hodgkin que afecta toda el área de vientre, estómago e incluso parte del hígado. Estas semanas han sido de verdad de lo más duro que haya podido vivir. Trato de vivir un día a la vez, esto ha sido titánico…. Yo estoy sobrecogida ante el AMOR de este pueblo venezolano. No puedo contarte cuantos mensajes por todas las vías me han hecho llegar de apoyo y bendiciones. Rojos, azules, blancos, es toda Venezuela sensibilizada… ¡Por eso, éste es el mejor país del mundo! Necesitaba un  medicamento y hasta gente enferma que lo necesita, me lo ofreció” 

Anna, cuando la vida te presenta una razón para llorar (como ésta), debes hoy más que nunca demostrarle que tienes una y mil razones para reír  (creo que a ti te sobran); y le pido a Dios, que en estos momentos donde la felicidad pareciese haberse extinguido de tu vida, que te dé serenidad, confiriéndote así, ese poder extraordinario para que no te desesperes en ningún momento.

Que el optimismo y la fe, sean tus compañeros durante este viaje por el dolor, ya que son esas fuerzas inexplicables las que nos hacen el camino  imposible más llevadero, hasta conducirnos a lo posible. ¡Es esa fe disfrazada de pájaro que canta cuando la aurora está oscura!

Anna, tú a pesar de tu aspecto frágil, sé que eres una guerrera y que estás preparada para vivir la realidad, y esto te hará aún más fuerte. Decía mi madre: “la mayoría de las personas mueren para ser enterradas, sólo los elegidos mueren para resucitar”, ¡tú eres una de esas elegidas!

Este viaje va a ser muy doloroso, pero debes enfrentarlo con la firme convicción de que será el maestro que te enseñará a vivir con mayor felicidad una vez que pase; y con la satisfacción de que tienes a casi a toda Venezuela a tu lado.

Anna, dicen que la felicidad en esta vida consiste en tener algo que hacer, alguien a quien amar y algo que esperar; y tú aun tienes muchos proyectos maravillosos por hacer, una  bella familia para seguir amando; y sólo nos queda esperar a que un buen lunes me vuelva a llamar tu productora y me diga: “Sr, Dorado, lo dejo con Ana Vaccarella”

Ese día, quizás el llanto no te deje hablar, ¡pero será muy distinto! porque después de muchas  lágrimas, esas finalmente serán de una infinita  felicidad; la cual nunca morirá, porque sólo los  corazones que lloraron mucho, tienen el privilegio de disfrutarla por el resto de la vida.

¡Anna cómo espero ese día, no me vayas a fallar!

cdoradof@hotmail.com