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Carta al niño Jesús

Aquella carta al Niño Jesús
Mi carta al Niño Jesús de este año es para pedirle que a todas las mujeres que sufren de maltratos, les traiga el coraje para abandonar a su maltratador. ¡Feliz Navidad!

 

@cjaimesb

Hace un par de días leía en El Pitazo cómo aquella bella tradición infantil venezolana de pedirle regalos al Niño Jesús se ha visto vapuleada por la globalización. Ahora suceden cosas tan extrañas como que hay mamás que le dicen a sus hijos “escríbele a “Santa” lo que quieras que el Niño Jesús te traiga”.

¿“Santa”? Cuando yo era una niña le decíamos “San Nicolás”. Y la verdad es que nunca tuve claro cuál era su papel con los regalos, porque quien los traía, sin lugar a dudas, era el Niño Jesús. Pero la globalización ha impuesto nuevas costumbres, muchas ajenas a nosotros, pero que estamos prestos a hacerlas nuestras. Recuerdo una joven mamá que le decía a su hijita “gorrrdaaa… ¿ya le escribiste la carta a Santaaaa?”, así, arrastrando las consonantes y las vocales… Y después no quieren que se burlen.

En fin, este no es el tema de mi artículo. Es un preámbulo para pedir que no dejemos perder la tradición de que nuestros niños les pidan sus regalos al Niño Jesús. Y otra sugerencia: que entre esa catajarria de regalos, que pidan también para regalarles a los niños cuyos padres no se los pueden comprar. Que desde niños aprendan que hay mayor alegría dando que recibiendo (al menos eso siento yo).

Vuelvo al tema de la carta al Niño Jesús. La carta que más me ha impresionado fue una que me trajo la mamá de unos alumnos míos. La había escrito su sobrinita de siete años. Su hermana, la madre de la niña, desolada, se la había entregado a ella para que la ayudara a decidir qué hacía. Decía algo así:

“Querido Niño Jesús,

No quiero que me traigas regalos porque tengo muchas cosas. Pero… ¿será que tú puedes lograr que mi papá no le pegue más a mi mamá?”.

Yo sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo. “¿Qué crees que debemos hacer?”, me preguntó la desolada tía… “Yo creía que los niños no sabían esto”. ¡Dios santísimo! ¡En Maracay todo ese grupo sabía que el cobarde ese majaba a palos literalmente a esa mujer! Más de una vez llegaba al club con morados alrededor de los ojos. Siempre era una caída, un tropezón, un golpe con algún gabinete. Ella misma alegaba una torpeza que no tenía para excusar al sádico de su marido.

Yo tomé un papel y escribí:

“Querido Niño Jesús,

No quiero que me traigas regalos porque tengo muchas cosas. Pero… ¿será que tú puedes lograr que Fulana acopie las fuerzas que necesita para dejar a Fulano? Ella parece no darse cuenta de que NO es la única maltratada o la única que sufre en su casa”.

Le di la carta a la hermana y le pedí que se la enseñara. “¿Crees que la entienda?”. Me tragué las palabras para no responderle que, si no la entendía, era porque le gustaba que le pegaran y que eso era una patología, pero me reservé el sarcasmo.

No sé cuál de las dos cartas surtió efecto, pero aquella mañana de Navidad, la mujer maltratada acompañada de sus dos pequeños, estacionaba la camioneta frente a la casa de sus padres. Venía cargada de maletas. Una vez más, con morados por el rostro y los brazos, pero con una radiante sonrisa de haber tomado una decisión que la hizo libre.

Así que mi carta al Niño Jesús de este año es para pedirle que a todas las mujeres que sufren de maltratos, les traiga el coraje para abandonar a su maltratador. Feliz Navidad para todas.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Una simple carta, por Gonzalo Himiob Santomé

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Te confieso, querido Niño Jesús, que en estos días poco ha sido el ánimo que he tenido para sentarme a escribir. El ánimo navideño está, en general, ausente, y solo basta salir a la calle para comprobarlo. De hecho, me tomé unos días, al lado de mi familia, para que sus sonrisas y sus abrazos, y el mar, una de las más majestuosas creaciones de tu Padre, limpiaran mi alma de las heridas y de las manchas que me dejó este año tan particularmente difícil. Nos fue bien, y en efecto el descanso rindió sus frutos, pero no pude escapar totalmente de nuestra realidad. En este país, por mucho que trates de evadirte, eso es imposible, sobre todo cuando el dinero no te alcanza para nada o cuando estás en un centro comercial con tu esposa y tus hijos y tienes que salir corriendo protegiéndolos porque a pocos metros de ti unos malandros sacan sus armas frente a todo el mundo para atracar a quienes estaban haciendo la cola en un banco para sacar o depositar, por estas medidas locas recientes del gobierno, el poco efectivo que puedan.

En fin, uno muchas veces escribe solo para contarse a sí mismo lo que vive. Es una manera de dominar el caos interno o externo poniéndolo en blanco y negro, como si así pudiese ser domado o, al menos, racionalizado. Algunos componen canciones, otros corren, cocinan o simplemente callan, a mí me da por escribir. Toma entonces, con toda humildad te lo pido, esta simple carta como lo que es: Un esfuerzo catalizador, un ejercicio de autoayuda. A fin de cuentas, no encuentro mejor destinatario de estas líneas que tú, y yo sé que, como a ti nada se te escapa, especialmente en estos días, seguramente ya sabrás, incluso antes de que yo la termine, qué es lo que contiene esta misiva. Y también sé que nunca dejas plegaria sin responder, aunque a veces la respuesta no sea la que nosotros esperamos. En ello, sin embargo, no encuentro sino consuelo.

No voy a pedirte nada material. La verdad no necesito mayor cosa y con lo que tengo me defiendo bastante bien. Quizás, si le preguntas a mi esposa, ella te diría que me trajeses un nuevo par zapatos o algunas camisas nuevas para que dejara de ponerme siempre las mismas, pero la verdad es que las suelas de mis “nipa” (así los llama ella), las que me han acompañado en aventuras y desventuras durante ya un tiempo bastante largo, y mis camisas un tanto descoloridas, aún aguantan un poco más, así que por mí no te preocupes.

Pero estoy angustiado. Mi país avanza hacia un oscuro despeñadero y no hay, al parecer, quien pueda detener la catástrofe que, si es que no ha llegado ya, se nos avecina “a paso de vencedores”. En el gobierno no existe la más mínima intención de brindarnos, así fuera por unos pocos días, un poco de paz. Ni hablar de concedernos la alegría de una Navidad sin presos políticos, que es lo que más me afana y tú lo sabes, eso ni siquiera está sobre el tapete. Lo que se ve y se vive son más ganas absurdas de restregarnos en la cara que esos pocos, los poquísimos que están en el poder y abusan de él, hacen y deshacen lo que les viene en gana. Cualquiera pensaría que en una situación como la nuestra, alguna persona inteligente en el gobierno les recomendaría bajar un poco la guardia y mostrar con gestos ciertos que existe en las cúpulas algún ánimo conciliatorio o, al menos, algún criterio de conveniencia política que les impulsara, aunque fuera por hipocresía, a ceder en algunos aspectos en sintonía con lo que anhela la abrumadora mayoría. Pero no, a Maduro y a sus secuaces les parece más importante mostrarse supuestamente fuertes enfatizando y reforzando, irónicamente, las que son sus más graves debilidades y fallas.

Por su parte, la dirigencia opositora, sencillamente, nos falló. Lo que comenzó como una profunda alegría, como una victoria democrática que en teoría cambiaría nuestro rumbo alejándonos de los arrecifes y de las rocas contra las que estamos ahora naufragando, terminó convertido en apenas un año, en una grave e inocultable decepción. Todo empezó con la asunción, en sus más conspicuos representantes, de un discurso y de unas formas de actuar muy parecidas a las que tanto nos disgustan en el gobierno. Pocos lo advirtieron, y decirlo era pecado capital, pero de la repetición del talante autoritario y de los desmanes oficialistas, ahora en los opositores, no cabía esperar nada bueno. Luego vinieron los juegos y las triquiñuelas, como aquella de aprobar una Ley de Amnistía que era radicalmente diferente a la que se les presentó, con la mejor buena fe, una vez electa la AN, esa que tardó meses en elaborarse y que contó con los aportes de más de cien juristas y de decenas de ONG que tenían años trabajando en ese tema. Sorpresivamente unos pocos, muy pocos, decidieron que el criterio de uno o dos abogados “cercanos”, algunos de los cuales obtuvieron luego y por ello cargos rimbombantes, era mucho más “elaborado” que el de decenas de juristas y especialistas que se habían dado durante meses a la creación de un documento que, a diferencia del que al final se aprobó, hubiera marcado un hito en la historia jurídica mundial y, lo que es más importante, no habría tenido los gazapos que luego al TSJ “se la pusieron de bombita”, como decimos acá, para declararlo inconstitucional. También se les informó, sustentado el criterio con sólidos argumentos elaborados por los constitucionalistas de más alta talla en Venezuela, que la Amnistía no necesariamente tenía que tener la forma de una Ley (sujeta a posibilidades de control abusivo por parte del Poder Ejecutivo), sino que también podría ser, como potestad exclusiva que es de la AN, promulgada de inmediato a través de un Decreto Legislativo, de inmediata vigencia y cumplimiento. Ya pasó un año, y estos argumentos, por razones que quedarán para el juicio histórico, no fueron siquiera considerados.

Es verdad, seguramente, más allá de cuál fuera el texto o la forma aprobados para la Amnistía, el gobierno se las hubiera arreglado para anularla, pero muy mal estamos, y el tiempo lo demostró, cuando algunos siguen creyendo que por encima del conocimiento y la experiencia deben ponerse los anhelos privados y personales, sobre todo en temas tan delicados como este.

El mismo ánimo equivocado los llevó a sentarse a dialogar con el gobierno, desarticulando la protesta ciudadana y las acciones prometidas sin consultarlo además con más que ellos mismos, en unas condiciones y bajo unas premisas que, todo el mundo se los advirtió, en esos términos no iban a servir para el logro de los objetivos planteados. Una vez más, a unos pocos, poquísimos, les pareció que temas como el de la liberación de los presos políticos o el del cese definitivo del uso del sistema de justicia como un arma de la intolerancia estaban mejor en manos de operadores políticos, sin credenciales ni experiencia en materia de DDHH, que en manos de quienes llevan años estudiándolos, registrándolos y analizándolos.

Lo peor de todo esto es que alzar la voz, o siquiera animarse cuestionar tales andanzas, le ganaba a cualquier atrevido motes que, por respeto, no voy a reproducir en esta carta. A ese pecado se le llama soberbia, y tú, Niño Jesús, sabes que en los operadores políticos, del bando que sea, es uno de los pecados más dañinos que existen.

Mientras tanto, entre promesas por cumplir, excusas y procrastinaciones obtusas, los presos siguen en la cárcel, los abusos y la inseguridad continúan y a nuestra economía ya no puede ni siquiera llamársele así. Por eso te escribo.

Quiero pedirte templanza, inteligencia, apertura y prudencia en nuestros líderes. Quiero pedirte que les abras los ojos y que les ayudes a terminar de entender que si están donde están, eso no es sino porque tienen obligaciones claras e ineludibles con la ciudadanía. Que vean con claridad que este no es el tiempo de cuotas ni de protagonismos estériles, sino el de la generosidad, el de las luces y el de la valentía.

Te doy gracias por todas las bendiciones que, en medio de todo, nos has concedido, y por mantenernos al menos en mi familia sanos y unidos. Aunque esta esta no será, al parecer, una Feliz Navidad, si nos concedes, que no es a mí solo sino a todo el pueblo venezolano, los regalos que te pido en esta simple carta, estoy seguro de que al menos podremos mantener la esperanza de que en un futuro, no muy lejano, a esta tierra en desgracia volverán la paz, la libertad, el progreso y la alegría.

@HimiobSantome    

El Observatorio Venezolano de Prisiones recibió la carta al Niño Jesús de un privado de libertad

presospoliticos

El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) recibió la carta al Niño Jesús de un privado de libertad en Venezuela, quien solicitó que por medidas de seguridad no se divulgara su nombre.

Carta al Niño Jesús

Querido Niño Jesús: Este año 2016 ha sido duro, muy duro. Ni siquiera entiendo cómo aún sigo vivo, pues la violencia es cada vez peor en todos penales, principalmente lo que se vivió en la PGV, a donde fui trasladado sin que ni siquiera le avisaran a mis familiares.

Pasé dos semanas sin saber nada de mi mujer, con un chamito y embarazada, mi mamá no sabía a donde llevarme la platica para pagar la causa, todo ese tiempo temí por mi vida y después tuve que pagar todo con intereses al pran de este penal.

Es un infierno, pude ver como otros se pusieron raquíticos, flacos y pálidos, parecían unos muertos vivientes, pero luego me enteré que sufrían tuberculosis. Te confieso que me da miedo contagiarme de esa enfermedad, porque aunque fui malo y cometí un error, creo que todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. Bueno, tampoco es que he estado sano desde que llegue a la PGV, pues los primeros meses me dio hasta amibiasis, supongo que es consecuencia de dormir en el piso cerca de las aguas negras, y comer alimentos sin lavar y otros descompuestos, porque detrás de estos barrotes el agua potable es solo para los privilegiados.

De verdad no sé qué es peor, si los calabozos de la policía donde pasé más de dos años por el robo de un celular, o esta cárcel donde todavía me falta por cumplir cuatro años de pena. Tampoco sé si pueda salir vivo de este infierno, el pran no me ve con buenos ojos, quedé rallado de mala paga cuando mi mamá no me había traído la plata de la causa, y eso aquí es casi una sentencia de muerte. Tengo mucho miedo, pero hay que guapear hasta el final.

Lo peor de todo es que yo ni siquiera soy culpable, solo que andaba con una mala junta y bueno caí con él en cana. Cuando estaba en los calabozos de la policía, donde en un principio me dijeron que solo estaría pocos días, conocí a la ministra Iris Varela que llegó con el Plan Cayapa, debí renunciar a mi derecho a la defensa de confianza para que me atendieran y lo que se hicieron fue decirme que admitiera los hechos, se aprovecharon de mi desesperación y caí en su trampa, pero no sé qué paso, más nunca supe de esa gente.

Aquí antes de que me estén humillando prefiero rezar de vez en cuando con los evangélicos, yo no quiero caer como muchos de mis amigos, que entran como yo, que solo cometí un delito en mi vida, y salen graduados de sicarios, secuestradores y pare usted de contar. A muchos los matan al salir en libertad y otros se unen a las mafias de los pranes para cometer sus fechorías allá afuera. Yo no quiero eso, ya mi chamito está grandote.

Aquí las horas pasan lento y mucho más cuando los pranes desatan la violencia. Hace poco estaba jugando fútbol en un torneo organizado para celebrar el cumpleaños del pran y explotó una granada. Corrí, corrí y corrí, lo que me faltó fue saltar la cerca, pero en medio de mi confusión vi el baño de sangre, allí murieron dos decoradores, a quienes vi más temprano cargando una telas para decorar la fiesta del año.

Eso sí, la fiesta no se paró por eso, sacaron a los heridos y se prendió la rumba, menos mal que mi familia no me visitó esa semana. En fin, no sé cuánto aguante, y por eso te pido Niño Jesús que intercedas por todos los presos y sus familiares, estamos pasando mucho trabajo, mi meta en la vida es trabajar, estudiar y dormir tranquilamente junto a mi mujer, y no tener que esperar turno hasta para dormir porque ya no cabemos en los pabellones. Estamos cayendo como moscas por la violencia de los pranes, el hambre que estamos pasando porque ya nuestros familiares no consiguen la comida, y por las enfermedades de las que se han muerto bastantes compañeros.

Te quiero pedir mucho por los Indultos Presidenciales, que los otorguen, y que cuando vean requisitos, que empiecen con: 1.- haber sobrevivido a esta masacre que tienen con nosotros, 2.- todo el esfuerzo que se hace por sobrevivir cuando se puede y 3.- que vean el rostro de nuestras familias, para que noten lo que es el dolor de una madre, esposa e hijos, allí verán la cara de Dios y su madre María ¡En ti confiamos Niño Jesús!

Y acuérdense, que aún en el dolor la lucha es por la libertad y la alegría, la cárcel regálensela a la Ministra Iris Varela que tanto le gusta.

Carta al Niño Jesús por Laureano Márquez

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Querido Chuito:

  Ante todo quiero comenzar dándote las gracias por todo, especialmente por devolvernos la Navidad como espacio para la paz y la concordia entre los hombres de buena voluntad. Este diciembre las hallacas, si llegamos a probarlas, tendrán un gusto especial. La verdad es que escribirte una carta con peticiones, después de todo lo que has hecho por nosotros este año, es como mucha exigencia. Sin embargo, típico venezolano es que después de uno decir  «perdona el abuso”, venga el abuso.

   Mi carta tiene que ver con el futuro.  Creo que los venezolanos, el 6 de diciembre  escogimos un rumbo diferente. Queremos sensatez, calma, cordura (y también algo de gordura, si es posible). En una oportunidad en que el Dr. Rafael Caldera perdió unas elecciones reconoció su derrota diciendo: “el pueblo nunca se equivoca”. Es una reflexión importante, porque los que se equivocan son los dirigentes cuando embriagados de poder llegan a creerse que ellos son el pueblo y entonces les basta solo con escucharse a sí mismos, pretendiendo que sus caprichos son la predilección mayoritaria, alejándose de quienes le dieron  el poder al punto de despreciar sus sueños y anhelos e incluso su voluntad al creer que el pueblo se ha equivocado cuando les es adverso.

   Dicho esto, voy con mi pliego de peticiones:

  • Lo primero, primerito, ayuda a tu rival de la Navidad, Nicolás (casualmente el 6 de diciembre fue su día), a entender lo que le sucedió. No puede haber regalos si destruyes todo el sistema productivo del Polo Norte, si los duendes están molestos y los renos no hallan comida.  No le puedes decir a los niños “ahora no te doy juguetes”, porque con el chantaje solo va a conseguir aumentar la  indignación que ya tienen. Ayúdale a comprender que hasta los santos rectifican, que nunca es tarde para tender puentes para que su trineo pase. Habla con él, Chuito, explícale, hasta setenta veces siete, como tú mismo has dicho cuando nos pides capacidad de perdón. Entiende que él está atrapado en sus propias contradicciones y que nadie tiene más miedo que aquel que lo produce.
  • Lo segundo: parece que la gente se cansó de Obama, Rajoy, Uribe, los paramilitares y la guerra económica. Creo que el pueblo sabe que sus enemigos están demasiado cerca y son los que se proclaman como su defensor  supuestamente incondicional. Lo que la gente quiere son cosas cotidianas y razonables: que haya comida y poder conseguirla sin cola, sueldos justos que alcancen, seguridad para que no te maten en la calle, hospitales de primera y educación para los hijos. La gente, Chuito, lo que quiere es paz, bienestar, esperanza de un destino mejor y no “la transformación endógena de la superestructura ontológica del modo de producción”.  Ilumina a  Santa Claus para que entienda que la guerra se la está haciendo él solito, cual Chacumbele de la vida y que si se sigue portando mal, va a llegar a Navidad sin nada.
  • Lo tercero: devuélvenos en nuestros corazones la certeza de que una Venezuela diferente puede construirse: una Venezuela de paz y bondad, de inteligencia creativa para resolver los problemas, de honestidad en los manejos de los fondos públicos. Ayúdanos a vencer la viveza criolla que ha marcado siempre nuestra historia. Que logremos ser un país de ciudadanos comprometidos y no de pillos abusadores. Que entendamos que las normas y las leyes no están hechas para fregarle la existencia a al adversario, sino para lograr un modo de vida razonable y justo para todos. Permítenos comprender que la riqueza de los pueblos está en la cabeza de sus ciudadanos y no debajo de la tierra. Enséñanos como transformar esa riqueza impredecible de nuestro subsuelo  en  certezas y trabajo productivo: que el petróleo nos ayude a liberarnos del petróleo.  Que haya equidad, progreso y bienestar, para que nadie ofenda a otro comprando su conciencia al precio de su hambre, porque eso es humillación. Que los jueces tengan sabiduría para entender que no hay peor cosa para una nación que jueces injustos. Que nunca más coloquemos nuestro destino en las manos de una sola persona, por muy iluminado que parezca.  Que el país que soñamos sea nuestro asunto cotidiano y que nuestras acciones se le parezcan.
  • Por último, llévate ese pesimismo que a veces se nos instala en el alma de que nunca vamos a poder. Que la jornada del 6 nos enseñe que lo que parece imposible puede alcanzarse, que Venezuela siempre ha sido un país de sorpresas y que los pueblos, como acaba de verse, tienen suficiente sentido común para no “autosuicidarse”.

   

En fin, Chuito, avísale a los Reyes Magos, que llegan el 6 de enero, que aquí no hay salidas mágicas ni milagrosas, que es un camino largo y difícil, de paciencia e inteligencia.  Y por último, mi pana: ya estamos a mitad  de diciembre y no he visto ni la primera hallaca este año.  Échame una manito con eso. ¡Ah!, y consígueme pernil, mira que yo siempre he votado por ti.

 

@laureanomar