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En la cárcel de Puente Ayala tampoco atraparon al pran
El ministro informó que en el operativo hubo un despliegue de funcionarios militares y policiales, tanquetas y helicópteros
Ceballo Ichaso indicó que cerca de 1.500 privados de libertad que se encontraban en el recinto van a ser trasladados de manera temporal a diferentes sitios de reclusión del país

La mañana de este 30 de octubre, en un operativo policial con el fin de «reimpulsar el sistema penitenciario», intervinieron el penal José Antonio Anzoátegui, mejor conocido como Puente Ayala, en Barcelona, estado Anzoátegui.

«Avanza Operación Gran Cacique Guaicaipuro, Puente Ayala 2023, (en) Barcelona, estado Anzoátegui, reimpulsando el sistema penitenciario, apalancados en la Gran Misión Cuadrantes de Paz», dijo el ministro Remigio Ceballos en su cuenta en X, antes Twitter.

El ministro informó que en el operativo hubo un despliegue de funcionarios militares y policiales, tanquetas y helicópteros. Agregó que «la operación busca fortalecer la paz alcanzada en el país, y que es una instrucción del presidente Nicolás Maduro».

El ministro indicó que fueron desmanteladas las mafias carcelarias y las estructuras criminales en la cárcel de Puente Ayala; sin embargo Ceballos Ichaso no ofreció detalles sobre Yunior Yagüez, alias “Pata’e queso”, quien se presume es el pran de Puente Ayala, ni tampoco de las incautaciones que encontraron el recinto.

Ceballos Ichaso indicó que cerca de 1.500 privados de libertad que se encontraban en el recinto van a ser trasladados de manera temporal a diferentes sitios de reclusión del país.

La intervención de este penal, es la tercera que se ejecuta desde el pasado 21 de septiembre, cuando el gobierno realizó un mega operativo para «rescatar» la paz en la cárcel de Tocorón, en el estado Aragua.

Tocorón estaba bajo el pranato de Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias «Niño Guerrero», quien se fugó de la cárcel y aún se desconoce su paradero. 

El 25 de septiembre fue intervenida la cárcel de Tocuyito en el estado Carabobo. Ese penal estaba bajo el pranato de Néstor Richardi Sequera, alias Richardi, quien permanecía detenido aún cuando había cumplido condena. 

En el Darién nos perdimos por varias horas (II)
Omar asegura que durante su paso por la extensa selva no escuchó nada malo, no vio animales salvajes ni grupos armados, pero es algo que “no se lo recomienda a nadie»
Con apenas 19 años, fue víctima de una confusión por parte del sistema judicial del país

 

@Yeannalyfermin

 

Ya había pasado más de una semana desde que Omar, su novia y su primo salieron de Chile con el propósito de llegar a Estados Unidos. Cuando los tres jóvenes llegaron a la selva del Darién, comenzó para ellos un camino difícil y tortuoso. Recorrer 575 mil hectáreas y saber que se puede perder la vida, no es sencillo de asimilar.

Cuando llegaron a la selva, el guía los contó y les dio un número a cada uno, debían entregárselo a un indio que los esperaba unos kilómetros más adelante, en una aldea. 

Adentrados en el Darién, dos guías comandaban el recorrido. Uno iba adelante dirigiendo el camino, y el otro iba atrás procurando que nadie se quedara y se perdiera. 

Empezaron a subir la primera montaña y todo marchaba bien. Estaban cansados, pero podían seguir caminando. Cuando ya llevaban cinco horas en la selva, se encontraron con la montaña La Llorona, y fue ahí donde comenzó la odisea. 

Antes de comenzar a subir La Llorona vieron gente que se quedó varada en la selva. Omar comentó que hay un señor con muchas llagas en las nalgas y las piernas que no puedo continuar porque supuestamente se le habían explotado unas varices.

Junto al señor estaba una señora que también estaba muy enferma y se hacían compañía, las personas que iban de paso les dejaban comida, provisiones, pero nadie se frenaba por mucho tiempo porque no querían perderse en la selva.   

Se dice que a la montaña le llaman La Llorona por la leyenda originaria de México que, según la historia, es el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos y luego arrepentida, los busca por las noches asustando con su llanto. 

Sin embargo, hay otra teoría, y es que la Llorona hace llorar hasta al hombre más fuerte. Súper inclinada, extensa, resbalosa, llena de lodo y con muchas ramas y árboles espinosos. 

Omar dice que durante su paso por la extensa selva no escuchó nada malo, no vio animales salvajes ni grupos armados, pero es algo que “no se lo recomienda a nadie». 

Cuando los tres llegaron a la cima de la Llorona, pensaron que ya habían pasado la parte más “candela” y se sintieron un poco tristes y desanimados porque aún les quedaba mucho camino por recorrer. 

“Bajar La Llorona es más peligroso todavía. Había mecates que estaban amarrados de árboles para que la gente prácticamente termine de escalar sin protección. Nos tocó bajar casi que pegaditos, hasta con las nalgas. Llegando al río le dimos muchas gracias a dios porque muchas personas casi perdieron la vida”, contó Omar. 

Luego que pasaron la segunda montaña les tocó acampar porque cayó la noche y llovió fuertemente. Bajando la montaña, el morral de Omar se rompió por completo, pero ahí mismo consiguió uno abandonado, mejor que el que tenía. Guardó sus cosas y a las 6:00 am ya estaban desayunando una galleta con jugo para continuar la travesía.

En ese momento ya solo contaban con la mitad de la bolsa de pan, tres latas de atún y dos sopas instantáneas. 

Comiendo poco para que les rindiera la comida que les quedaba, subieron y bajaron montañas, cruzaron ríos, caminos pantanosos, y recorrieron cientos de metros. 

“Continuamos el camino hasta que oscureció. Acampamos, logramos comer otro poquito y dormir. Nos tocó tomar agua del río porque ya no teníamos. Al segundo día en la selva le tuve que decir a un guía que me prestara su cocina portátil para hacer la sopa y menos mal porque esas sopas fueron las que nos dieron vida”, comentó. 

Omar y su novia se perdieron en la selva por más de una hora. Relató que lo que hicieron fue seguir las huellas que había en el camino hasta que llegaron a un río y se consiguieron con otras ocho personas que también estaban perdidas. En ese momento llegó un guía que iba de regreso y les indicó por dónde debían seguir.

Según información de  Chamos Noticias Panamá, la cifra de venezolanos desaparecidos hasta el 17 de julio de 2022 asciende a 76 personas, de ellos siete son niños.

Julio de 2022 se ha convertido en el mes en el que se han registrado más muertes de venezolanos en el Darién. Al menos 14 personas fallecieron. Sin embargo, no existe una cifra oficial sobre los muertos debido a que muchos cuerpos son abandonados en la selva o no llegan a ser identificados.

La luz al final del Darién

Ya habían pasado seis días en la selva del Darién, cuando finalmente llegaron al campamento del Abuelo, hambrientos, deshidratados, cansados y sin fuerzas. Les alegraba que ya faltaba muy poco para salir del «infierno del Darién», como muchos migrantes han denominado a la región. 

Las plagas los devoraban, pero eso no fue impedimento para que esa noche descansaran y recargaran sus energías. Cuando Omar despertó y vio que muchas personas del grupo no llegaron, le agradeció profundamente a Dios por el hecho de estar vivo.  

Para continuar el camino debieron tomar una piragua, una embarcación pequeña que les cobró 25$ por persona para que los llevara a un campamento de la ONU donde se tenían que quedar para que las autoridades panameñas los registraran. Luego otra piragua los sacaría totalmente de la selva. 

Fueron cuatro horas de camino y ahí sí escucharon monos salvajes que rugían como tigres. El primo de Omar vio una anaconda que estaba por el río y aunque solo se le veía parte del cuerpo, dijo que era gigantesca. 

Lejos del Darién, agarraron un camión que les cobró 40$ por persona, pero no pensaron dos veces en pagar el dinero porque el ambiente se veía bastante peligroso. 

El comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, David Smolansky, indicó a través de su cuenta en Twitter que más de 28 mil migrantes venezolanos han cruzado la selva del Darién en el primer semestre de 2022.

Para Omar, haber atravesado casi toda latinoamérica y la selva del Darién no fue tan peligroso como todo lo que tuvo que vivir en la Penitenciaría General de Venezuela (PGV), en San Juan de los Morros, estado Guárico. 

Con apenas 19 años, dice haber sido víctima de una confusión por parte del sistema judicial del país. Llevar el mismo nombre de un homicida y vivir en La Dolorita, municipio Sucre del estado Miranda, fue el pase directo a la cárcel. 

“La selva del Darién sí me dio miedo, pero no tanto como la cárcel en Venezuela. Ahí a la gente le daban tiros delante de mí. Uno tenía que ver cómo “derretían”, derretir es que le meten cualquier cantidad de tiros en la cabeza a alguien por comerse algo ajeno o hacer algo indebido, como le abrían huecos en las manos a los presos con tiros y como se entraban a cuchillo”, comentó González.

Su paso por Centroamérica

En Costa Rica agarraron un taxi para llegar hasta San José, la capital. Cuando llegaron, el terminal estaba cerrado. Les tocó pernoctar a las afueras hasta las cuatro de la mañana, hora que salía el primer autobús con destino a la frontera con Nicaragua.

En la frontera con Nicaragua tuvieron que pagarle a un coyote para que los guiara y los pasara por la trocha. Dos horas caminando, más el cansancio acumulado que les dejó el, Darién les destrozaron los pies, pero aún así, siguieron para poder cruzar la frontera. 

“Cuando pasamos el río en unas balsitas, que llegamos a Nicaragua, fue otra locura: charcos negros, agua estancada, mosquitos, súper asqueroso, pantano”, dijo Omar. 

Llegaron a Nicaragua y varias personas los ayudaron. De aquel grupo de 40 personas solo quedaban cinco, Omar, la novia, el primo y dos más. La meta, en ese momento, era llegar a Managua, pero antes de agarrar el carro que los llevaría al pueblo de San Carlos, tuvieron que meterse por un finca privada para evitar un punto de control fronterizo. 

“Era de noche, estaba lloviendo, duramos como una hora escondidos en el monte hasta que pasó una gandola y nos dio la cola. Nos enfermamos por la lluvia y el maltrato de tantos días viajando. El camión nos dejó en Managua, ahí sí nos tuvimos que hospedar porque ya no aguantábamos más. Estaba súper cansado, enfermo, me dolía todo…”, dijo.

En este punto de la travesía de Omar, ya había logrado dejar atrás ocho países, pero su cuerpo le empezaba a  pasar factura por tantos días sin dormir bien, de comer a deshoras y poco, de tanto caminar y esfuerzo físico constante. Tenía, tos, gripe, fiebre, dolor de cabeza y en todo el cuerpo. 

A Omar solo lo reconfortaba el hecho de saber que estaba a tres países de llegar a Estados Unidos. Aunque sabía que le faltaba bastante camino por recorrer y enfrentarse con otros desafíos, su ánimo y fe en dios lo impulsaban a seguir avanzando, caminando, pidiendo colas y evitando controles fronterizos, tal como si se tratara de un videojuego en el cual la meta es llegar a Norteamérica.

A Omar y su grupo todavía le falta enfrentarse a las fronteras de Honduras, Guatemala y México, y también al río Bravo, de aguas profundas y heladas y fuertes corrientes. La frontera de Estados Unidos todavía estaba lejos.

 

“Estar preso por error en Venezuela da más miedo que cruzar el Darién” (I)
Para Omar González, un venezolano de 28 años, haber atravesado 11 países y la temida Selva del Darién, no fue tan peligroso como el año que duró tras las rejas por un delito que no cometió
Esta es una serie de tres entregas que relata el recorrido y los desafíos a los que tuvo que enfrentarse este joven para poder alcanzar el sueño americano

 

@yeannalyfermin 

 

Más de mes y medio le tomó a Omar González atravesar las fronteras de Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, para llegar a Estados Unidos. Su recorrido por casi toda Latinoamérica tuvo un costo de más de 4 mil dólares en traslados, alimentación, coimas y hospedaje. Durante su travesía tuvo que desafiar pasos irregulares, largas caminatas, altas temperaturas, coyotes y la temible selva del Darién. Omar aseguró que nada de lo que vivió en esos días se compara al infierno que tuvo que vivir en la Penitenciaría General de Venezuela por un error del sistema judicial. Hoy está en Estados Unidos esperando la legalización de su proceso para empezar a trabajar. 

Omar salió de Venezuela en agosto de 2018 con rumbo a Cartagena de Indias, Colombia. En esa ciudad no consiguió empleo y al mes se fue a Barranquilla. Aunque le fue “mejor” porque trabajaba vendiendo comida en las calles y como ayudante de construcción, decidió irse a Perú. “En Colombia no hay fuentes de trabajo para inmigrantes venezolanos”, afirmó. 

A Lima llegó en agosto del mismo año porque una amiga le ofreció ayuda para recibirlo. Comentó que trabajó en un restaurante, en una agencia de festejos, como motorizado y hasta de guachimán en una zona que él consideraba bastante peligrosa y no volvió más. Luego consiguió un trabajo fijo en un restaurante – licorería, en el barrio chino de Lima. Comentó que lo explotaron hasta más no poder y aún así duró un año trabajando. 

De Perú a Chile

Con el dinero que logró ahorrar producto de la venta de verduras y comida rápida decidió vender todas sus pertenencias y se fue a Chile. Para llegar tuvo que pasar por Bolivia. 

Empezó trabajando como jardinero y en cinco meses ya se había mudado solo, había ahorrado el pasaje para que él y su novia se volvieran a encontrar, y tenía moto de agencia. 

Mientras trabajaba con su moto tuvo un accidente y se partió la muñeca, duró dos meses varado mientras lo operaban. Con el pasar de los días mejoró, pero poco tiempo después se enfermó con una hernia y cayó en depresión.

Según varios informes de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y La Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), los migrantes venezolanos en los países de Sudamérica, tienen una tendencia del 33% a ser diagnosticados con ansiedad y 27% de depresión. 

Omar asegura que siempre quiso irse a trabajar a los Estados Unidos y el plan se fraguó en una reunión durante el almuerzo con sus compañeros de trabajo. 

Le comentó a la novia que quería irse a lo que ella en principio se negó rotundamente porque le parecía una locura, pero de tanto insistir la convenció de que se fueran juntos. 

Aseguró que no se fueron a lo loco, “lo planeamos, lo estudiamos, nos preparamos, reunimos un poco más de plata. Ella me frenó un poco para que no lo hiciera tan de prisa”, dijo. 

“Salimos de Chile prácticamente sin nada. Nada más con lo que habíamos ahorrado. A esa selva no se puede llevar nada, dejé toda mi ropa, solo me llevé dos mudas. Llevaba mi carpa, linternas, botas, guantes y bolso de montaña”, aseguró. 

De Chile para Estados Unidos 

Omar relató que la primera parada que hizo fue en Santiago de Chile, donde se reunió con gran parte del grupo. En Arica, una ciudad portuaria ubicada en la frontera de Chile con Perú, se reunieron las 18 personas que tenían la misma meta de llegar a Estados Unidos. 

En el límite entre Chile y Perú los paró la policía y les quitó dinero para dejarlos continuar. Ya en territorio peruano tomaron un taxi y luego un bus para llegar a Lima. Una distancia de más de 1400 kilómetros.

Dos días después, de Lima partieron a Piura, una ciudad peruana cerca de la frontera con Ecuador, pasaron por el puente internacional de Rumichaca, principal paso fronterizo entre las naciones de Ecuador y Colombia, hasta llegar a Medellín, y luego a Necoclí, un municipio colombiano que limita con el mar Caribe, en el departamento de Antioquia. 

 

 

Cuando salió la lancha de Necoclí duraron cuatro horas para llegar a la selva del Darién. En total, eran 40 personas de distintas nacionalidades, entre ellos: cubanos, ecuatorianos, haitianos, dominicanos y venezolanos, que iban a cruzar el Darién. 18 del grupo de Omar, más otras 22 que había logrado recoger el guía. 

Omar González detalló que llevaban botas, guantes, carpas, colchas, 6 latas de atún, pan de sándwich, barras energéticas, maní, papelón, jugos de cajitas, sopas instantáneas, suero, repelentes y aceite para las serpientes.

Cifras de la Comisión de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos señalan que los cubanos eran los que más cruzaban El Darién hasta 2022. Ahora la proporción es 12 venezolanos por cada cubano. 

El comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, David Smolansky, indicó a través de su cuenta en Twitter que más de 28 mil migrantes venezolanos han cruzado la selva del Darién en el primer semestre de 2022.

El mayor desafío para Omar era cruzar el Darién, sabía por comentarios de la gente y por noticias que ese lugar era muy peligroso y que han muerto muchas personas tratando de alcanzar el sueño americano. Con algo de miedo, pero con la certeza de que en Estados Unidos estaba su futuro, se adentró en la selva. 

 

Crónicas del Caribe: Pescador de Curazao relata el infierno que sufrió en una cárcel de Venezuela
Salió a pescar en marzo de 2020 y solo pudo volver a su casa en septiembre de 2021. Durante todo ese tiempo estuvo encerrado junto con otras cuatro personas en instalaciones policiales venezolanas. La intervención de la embajada de Países Bajos hizo posible su liberación. Aquí narra su historia

 

El 26 de marzo de 2020, cinco pescadores de Curazao fueron detenidos por funcionarios policiales de Venezuela en la isla de Aves de Sotavento, a 146 kilómetros de Willemstad.

Los cinco hombres se trasladaban en dos botes, Alaika y Elsa. Llevaban con ellos 6.900 dólares, que invertirían en la compra de un cargamento de pescado que posteriormente venderían en Curazao. El propietario del Alaika era Wolfgang Martínez, un venezolano de 50 años de edad que reside en Curazao desde 1991.

“Aprendí a pescar por instinto, mi papá sabía pescar, pero no era profesional. Nuestro sitio de pesca estaba en el parque nacional Morrocoy y recuerdo que en mi casa había tres lanchas para transportar turistas, pero con el tiempo cada quien escogió un rumbo diferente”, cuenta Martínez, oriundo del estado Falcón.

Inicialmente, las autoridades venezolanas alegaron que Martínez y los otros cuatro hombres contrabandeaban combustible desde Venezuela. Posteriormente, la fiscalía encargada del caso cambió las imputaciones y los cinco fueron acusados por tráfico de drogas.

Los humildes trabajadores del mar pasaron casi año y medio detenidos en Venezuela. Gracias a las diligencias de la embajada de Países Bajos en Caracas y la intervención de la Comisión Especial para la Reforma del Sistema Judicial, que preside Diosdado Cabello, recuperaron su libertad en septiembre de 2021 y fueron llevados a Curazao en un vuelo humanitario.

“Yo tuve que dejar mi bote en Venezuela, fue mi instrumento de trabajo por seis años para ganarme el pan de cada día. Todavía la fiscal está interesada en dinero a cambio de devolverme mi bote”, denuncia Martínez en conversación con Crónicas del Caribe.

Martínez insiste en que durante su cautiverio en Venezuela fueron extorsionados y exige que las autoridades del país le devuelvan dos equipos celulares, la suma de 1.275 dólares y los documentos del seguro médico de Curazao.

– ¿Cómo describe lo que vivió el día de su detención?  

– No nos detuvieron, nos secuestraron. Ese día, a las 2 de la tarde, veo venir una lancha con un movimiento extraño. Yo estaba en tierra (en la isla de Aves de Sotavento) y cuando me doy cuenta, consigo a dos funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en mi bote revisando mis pertenencias. Uno de ellos vestía un uniforme con las siglas DIP (Dirección de Investigaciones Penales de la PNB).

Los funcionarios inmediatamente me preguntaron dónde estaba la droga y les expliqué que yo trabajo con pescado. Luego de un forcejeo con los demás, me apuntaron con una pistola. Adentro -en el bote- yo tenía 6.900 dólares para comprar pescado. Ese monto lo agarraron y lo reseñaron en el expediente. Luego, me obligaron a subir en la lancha Elsa. Yo conocía al dueño de esa lancha, mas no a los tripulantes que estaban allí.

El dueño del bote no estaba. El capitán, todo nervioso, no pudo encenderlo y como a las 6 de la tarde un policía sí lo logró. Llegamos a Tucacas, estado Falcón, y hasta allá fue una fiscal a acusarnos.

Al principio no estuvimos en una comandancia de la policía, sino en un taller. Ahí llegó la señora fiscal con su auxiliar. Para mi sorpresa, llegaron a interrogarnos, violando nuestros derechos.

Luego, nos trasladaron a una comandancia de la policía turística y ahí nos tuvieron por siete días. El 4 de abril, a las 2 de la madrugada, fuimos trasladados al Tocuyo de la Costa. Ahí empezó el infierno de la corrupción. Nosotros pagamos hasta 3 mil dólares para que no nos metieran en un cuarto chiquito. Después de un año la fiscal por fin se presentó y pudimos celebrar la audiencia preliminar.

*Vea la nota completa en Crónicas del Caribe

Iris Varela pide orden de captura contra diputados de la AN electa en 2015
José Brito en plenaria solo exhortó a emitir prohibición de salida del país contra diputados opositores
Varela aseguró que se deben detener a los diputados por «flagrancia» y continuar con la investigación

En la sesión de instalación de la Comisión Especial, que nombró Jorge Rodríguez, que investigará a la Asamblea Nacional (AN) electa en 2015, Iris Varela pidió orden de captura contra los diputados opositores. 

En un video publicado por Twitter, ya que los medios independientes no fueron convocados a dicha sesión, Varela dijo que debe haber un exhorto del Parlamento al Poder Judicial, para que respondan el motivo por el cual no han detenido a los diputados opositores y además para que lo lleven a cabo.

«Tienen que ir a actuar, creo que darle 48 horas es un plazo prudencial, para que ellos procedan a emitir la orden de captura contra estas personas y la Comisión, por supuesto, sigue la investigación, porque esto hay que documentarlo», agregó.

Varela dijo que hay que precisar los «delitos en flagrancia» e indicarle al Poder Judicial que deben encarcelarlos. «Uno clarito es la usurpación, este está de perogrullo, y todos los demás se van documentando después», indicó. 

Igualmente, en otro video publicado en la red social, el diputado Hugbel Roa, quien también es vicepresidente de dicha Comisión, también señaló que se exhortará a las autoridades a emitir órdenes de captura en contra de los miembros de la Comisión Delegada de la Asamblea Nacional.

«Hemos exhortado al Ministerio Público a que se liberen órdenes de captura contra aquellos diputados, que se hacen llamar diputados y que siguen cometiendo delitos contra el país. De igual manera hemos exhortado al Poder Judicial que se actúe sobre todos aquellos agentes, tanto económicos como personas que están utilizando las estructuras de la Asamblea Nacional saliente para seguir dañando al pueblo venezolano», indicó.

Exhorto olvidado

La petición que hizo Varela, no fue mencionada por José Brito, presidente de esa Comisión, ya que en un punto de información en la sesión de la Asamblea Nacional de Nicolás Maduro, Brito solo indicó que se exhortará a las autoridades a dictar prohibición de salida del país, a «algunos» diputados, que no precisó.

El diputado señaló que el próximo lunes, 25 de enero, comenzará el ciclo de comparecencias con el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y la Fiscalía General de la República, para conocer qué medidas han tomado en relación a las presuntas acciones delictivas de los parlamentarios.

Igualmente señaló que se invitará al Defensor del Pueblo, al ministro de Alimentación y el de Agricultura y otras personalidades de distintos sectores. «Exhortamos a las autoridades a prohibir la salida del país de algunos diputados de la AN, porque luego de que finalizó el periodo legislativo, hay una partida de malandros, que ahora se han declarado en una Comisión Delegada virtual», expresó.

Señaló que en la última sesión de la Comisión Delegada, que preside Juan Guaidó, se aprobó un presupuesto de 18 millones de dólares para pagar honorarios a abogados que han representado al Estado venezolano en el exterior, en casos de recuperación de activos. 

Valeria Pedicini Ago 28, 2020 | Actualizado hace 4 años
DDHH olvidados | Un miedo que no se va

@ValeriaPedicini

 

Abraham Quiroz era uno de los cientos de venezolanos que participaban regularmente en las protestas de 2017. Acompañado por su madre salía a las calles de Maracay, estado Aragua, a expresar su descontento por la crisis nacional. Su padre se preocupaba y le transmitía su angustia. Y aunque trataba de no exponerse, dejar de manifestar no era una opción para él. 

El sábado 2 de julio, el joven de 18 años jugaba fútbol desde muy temprano en el complejo deportivo de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL). Las protestas antigubernamentales -y la represión de los cuerpos de seguridad del Estado- llevaban más de tres meses, luego de dos sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) contra la Asamblea Nacional de mayoría opositora. 

Unos estudiantes, entre ellos algunos amigos de su infancia, decidieron hacer vigilia ese día en la cancha del recinto universitario. Al grupo se unió la novia, quien estaba embarazada, y la madre de Abraham. 

Una fuerte lluvia no los dejó irse a casa entrada la noche. Sin embargo, no había de qué preocuparse, consideraban que estaban en un sitio seguro. Pero a las tres de la mañana, un vigilante les advirtió que una “gente rara” estaba tratando de meterse a la universidad. Todos se asustaron. Intentaron pedir ayuda, pero no pudieron comunicarse. 

Oyeron un gran estruendo y lo siguiente que vieron fue un grupo corriendo hacia ellos de forma amenazante y agresiva. Personas identificadas como efectivos de seguridad, civiles, unos estaban encapuchados, otros sin nada que les cubriera el rostro. En las manos tenían armas largas, tubos, palos, objetos contundentes. 

La multitud se abalanzó al grupo de la vigilia. Hubo gritos, golpes, patadas, amenazas, las mujeres eran manoseadas, a los hombres los arrastraban por el suelo, a otros los amordazaron. La sangre se confundía con la ropa, libros, zapatos, colchonetas. No escucharon disparos, pero no hizo falta. La escena era aterradora.

Su madre trató de defender a Abraham, pero la lastimaron. Dos hombres fueron detrás del joven: le dieron fuertes patadas en los costados y perdió el conocimiento cuando le estamparon la culata de un arma en su cabeza. Al poco tiempo despertó, estaba cubierto de sangre. 

La Policía Nacional Bolivariana (PNB) también hizo acto de presencia en el gimnasio. Entró al lugar en furgonetas, en las que metieron a todos para llevarlos detenidos. A la novia y la madre de Abraham la dejaron libres, pero la mayoría no tuvo tanta suerte. Estuvieron en la comisaría hasta el martes.

Abraham se llevó la peor parte del asalto: tenía tres heridas abiertas en la cabeza, no se podía mover por algunas costillas rotas y un ojo morado. No recibió atención médica, a pesar de las exigencias de los abogados del Foro Penal Venezolano, quienes les hicieron seguimiento al caso. 

En un proceso “exprés”, los jóvenes fueron imputados por un tribunal castrense que se instaló esa misma madrugada. El juez de Control Militar ordenó cárcel para los 27 capturados dentro de la UPEL de Maracay. Fueron condenados por los delitos de instigación a la rebelión, sustracción de efectos pertenecientes a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, violación de zona de seguridad y destrucción de fortaleza. 

A las cinco mujeres del grupo y a un hombre con discapacidad les dieron arresto domiciliario. Al resto los dividieron en dos grupos: 10 fueron enviados al Centro de Procesados Penales 26 de julio en el estado Guárico. Los 11 restantes fueron al Centro Penitenciario de la Región Centro Oriental en el estado Bolívar.

Abraham estaba en el segundo grupo: fue recluido en El Dorado, al sur del país, a más de 1000 kilómetros de su hogar.

A merced del paludismo

“Ese muchacho va a llegar muerto a El Dorado”, dijo sobre Abraham Quiroz uno de los custodios que trasladaban el grupo de estudiantes al centro penitenciario ubicado en una zona selvática. Al joven le costaba respirar. Con 18 años, era el menor del grupo.

Fue enviado a la enfermería y ahí estuvo por tres días. Le suturaron una única lesión de casi 10 cm, le dieron dos aspirinas. Nada más.

Los 11 estudiantes fueron encerrados en uno de los tres pabellones de El Dorado, en un espacio de cubículos abiertos con salida a un patio. No fueron mezclados con presos comunes. 

Dormían en el suelo, rodeados de insectos y ratas. La comida que les servían era precaria, en ocasiones parecían descompuesta. Aunque al principio evitaban probarla, el hambre los venció. Lo mismo pasaba con el agua: atormentados por la sed, bebían de una especie de tanque de agua estancada que estaba en el centro de su celda.

Los familiares de los jóvenes no se quedaron de brazos cruzados. Entre todos se organizaron para mejorar el estado de reclusión de los universitarios y para proteger, sobre todo, su salud. Durante el tiempo que estuvieron en El Dorado, dos estudiantes sufrieron de malaria, la mayoría se contagió de sarna, sufren de diarreas constantes y a uno le dio hepatitis. 

También hacían lo que podían por irlos a visitar. Pero cada viaje, atravesando el territorio para llegar al sur, representaba un esfuerzo económico y humano muy grande. No todos podían hacerlo. Por ser zona minera, tenían que pagar importantes sumas de dinero. 

Abraham no pudo ver a su padre porque no se permitía la entrada de familiares hombres al centro penitenciario. Así que su progenitor le enviaba cartas. 

A los tres meses, les llegaron rumores de un traslado. Se mostraron incrédulos hasta que efectivamente fueron llevados a la cárcel de Tocuyito, en Valencia, estado Carabobo. Ahí estuvieron 12 días y después fueron transportados a una comandancia de PoliAragua, donde esperaban que se realizaría su audiencia. 

El tribunal militar les dio medida sustitutiva de libertad, pero el tormento no terminó ahí: a pesar de haber firmado boleta de excarcelación, PoliAragua no acató la orden de la justicia castrense y los detuvo. Debían presentarse ante el Palacio de Justicia de Maracay para ser juzgados por un tribunal civil ordinario. Víctimas de un doble juicio, dos presentaciones por un mismo delito. 

El Foro Penal Venezolano, en un reporte publicado en agosto de 2017, indicó que el número total de arrestos arbitrarios fue de 5341, como parte de la represión y criminalización de la protesta que tuvo lugar ese año. Nada más en el mes de julio, cuando fue detenido Abraham Quiroz en Maracay, se produjeron 1414 detenciones. 

Durante las manifestaciones, el número de personas civiles juzgadas ante tribunales militares también aumentó. “En total, 609 ciudadanos civiles han sido procesados en la jurisdicción penal militar, mientras que 372 de ellos han sido privados de libertad (entre abril y julio) mediante órdenes judiciales emitidas por tribunales militares, negándosele su derecho constitucional al juez natural”, reza un informe de la organización con fecha de finales de julio de 2017. 

La práctica representa una violación al derecho al juez natural y al debido proceso de los ciudadanos civiles, consagrado en la Constitución. 

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) señaló que las fuerzas de seguridad del Estado venezolano utilizaban las “detenciones arbitrarias e ilegales como una de sus principales herramientas para intimidar y reprimir a la oposición política o a cualquier persona que manifieste su disidencia o descontento”. Además, indicaron que las condiciones de detención no cumplían con “las normas internacionales básicas para el trato humano de los detenidos, y que a menudo constituían en sí mismas un trato cruel, inhumano o degradante”. 

Abraham Quiroz finalmente fue liberado la madrugada del 29 de septiembre de 2017. Se le vulneraron sus derechos a la protesta, la integridad personal y de garantías procesales, así como fue víctima de tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes. Los hechos no fueron denunciados por temor de los familiares, pero tampoco fueron investigados de oficio.

Para el momento de su liberación, Abraham no había conocido a su hijo ni había podido compartir con su padre. Se siente retraído, temeroso, sin entusiasmo. “Yo soy otra persona y tú me tienes que ayudar. Tengo miedo por lo que pasó, por lo que pueda pasar, tengo mucho miedo”, le expresó a su padre. A pesar de lo ocurrido y de que muchos de sus compañeros emigraron, él decidió quedarse. 

Pero al ver que los cuerpos de seguridad del Estado frecuentaban los alrededores de su casa sin motivo, cambió de opinión: un día se despidió de su padre en Cúcuta, en la frontera con Venezuela. 

Sus planes de ser chef quedaron en pausa. Tiene la esperanza de reunirse con su hijo y reencontrarse con su padre. Aunque lo difícil ya pasó, el miedo que siente no se ha ido. 

N de R: El testimonio  forma parte del informe: Voces bajo represión: diez historias contra la impunidad en Venezuela, disponible en el portal de Cofavic, en el siguiente enlace

MP imputa a director de la cárcel de Los Llanos por la masacre
 Tarek William Saab informó que cinco militares están acusados de disparar contra los reclusos

 

El Ministerio Público (MP) imputó este miércoles 13 de mayo a Carlos Graterol, director del Centro Penitenciario de Los Llanos Occidentales ubicado en Guanare, estado Portuguesa, así como a cinco funcionarios de la Guardia Nacional (GN) y cuatro reclusos por los sucesos del 1° de mayo en la cárcel de Guanare que dejaron como resultado la muerte de 47 reclusos y 67 personas heridas. 

A través de una rueda de prensa, el fiscal general designado por la asamblea nacional constituyente (ANC), Tarek William Saab, detalló que Graterol fue imputado por ser cómplice necesario en el delito de introducción de armas de fuego en centros penitenciarios.

Además de Graterol fueron imputados los funcionarios primer teniente Castro Malaguera, sargento primero Manuel Torres Parada, sargento mayor de tercera Rodríguez Escalona, sargento primero Almeida Gudiño y sargento primero Rodríguez García. Cada uno de ellos por disparar contra los reclusos.

Los efectivos serán imputados por los delitos de homicidio intencional en grado de complicidad correspectiva, homicidio intencional en grado de frustración y abuso de poder.

Estas declaraciones las ofreció en el fiscal, después de casi 12 días de lo sucedido en el centro penitenciario Cepella.

«Los custodios de la Guardia Nacional no realizaron las maniobras necesarias para la contención de los internos», reconoció Saab, al tiempo que dijo que «pudieron haberse lanzado gases lacrimógenos, disparos al aire pero no lo que ocurrió. Lamentablemente para la contención optaron por hacer uso de armas de fuego recibiendo respuesta también por parte de internos armados», dijo el fiscal. 

 

Los GN que dispararon contra los reclusos de la cárcel de Cepella quedaron identificados como Alberto Castro Malagueta, primer teniente; Jesús Manuel Torres Parada, sargento primero; Yojangel Simón Rodríguez Escalona, sargento mayor de tercera, Jorge David Almeida Gudiño, sargento primero y Francisco José Rodríguez García, sargento primero. Los mismos serán presentados ante el tribunal competente y se les imputará por los delitos de homicidio intencional en grado de complicidad, homicidio intencional en grado de frustración y abuso de poder.

Según Saab,  «Ese día los internos, obedeciendo órdenes de un líder negativo apodado «Olivo», emprendieron unas protestas por supuestos hechos irregulares durante la visita e, incluso, traspasaron la cerca perimetral del centro penitenciario, agrediendo al director del penal», dijo.

Sin embargo, el día de la masacre se pudo conocer que los detenidos dijeron a sus familiares que el motín comenzó ante la negativa de los custodios de dejar entrar comida suficiente al penal. Durante la cuarentena por la covid-19, las visitas a los centros penitenciarios también están suspendidas.

*Con información de TalCual y El Pitazo
Diputado Juan Requesens recibió la visita de su familia

El diputado de la Asamblea Nacional, Juan Requesens recibió la visita de sus familiares este martes, 24 de diciembre, en El Helicoide, donde se encuentra recluido desde agosto del año pasado.

Así lo informó su hermana Rafaela Requesens, a través de su cuenta de Twitter, expresando que fue «otro 24 tras las rejas».

«A pesar de eso, de que el abrazo de despedida que le di a Juan Requesens, me hizo sacar lágrimas, yo quiero desearles Feliz Navidad», agregó Requesens. 

El padre del diputado, Juan Guillermo Requesens, también informó sobre la visita y compartió un mensaje enviado por su hijo a todos los venezolanos.

«Les manda un abrazo navideño. Que no se amilanen; que esto no es fácil. Que nadie se rinda ni pierdan la esperanza. Sobre todo que no les quiten la sonrisa ni el espíritu navideño. Unidad; siempre lo repite», expresó.

La audiencia en el Tribunal del diputado Requesens, por su presunta vinculación en el atentado con drones contra Nicolás Maduro, será el próximo 8 de enero.