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#GuachimánElectoral Rector del CNE exhorta a funcionarios a no hacer propaganda desde sus cargos públicos
El rector principal del CNE expresó que desde la presidencia se deben hacer los correctivos para evitar las irregularidades cometidas en campaña por el PSUV

Roger Ruiz Herrera

Enrique Márquez, rector principal del Consejo Nacional Electoral (CNE), hizo un llamado a los candidatos a reelección y funcionarios públicos de “no inaugurar obras como propaganda política”, en el marco del inicio de la campaña electoral, este jueves 28 de octubre.

En el programa “Vladimir a la 1”, transmitido por el canal Globovisión, Márquez expresó que los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) hacen uso de sus cargos en el gobierno para tomar ventaja sobre los demás.

A su vez, el funcionario del CNE le expresó a Vladimir Villegas, conductor del programa, que desde la presidencia de la República se deben hacer los correctivos para las irregularidades de la campaña cometidas por el PSUV.

“Una cosa es el mensaje del presidente Maduro y otra como representante del PSUV (…)El presidente de la República y demás funcionarios no pueden confundir la acción del Estado con la acción política (…) Me gustaría que Maduro le llame la atención a los funcionarios públicos que se extralimitan. La justicia debe entrar por casa”, manifestó Márquez.

El rector enfatizó que incurren en delito quienes utilizan fondos públicos para hacer campaña electoral.

“Sólo hay un árbitro”

Consultado sobre las misiones de observación internacional, Márquez indicó que las misiones internacionales solo pueden presentar informes de lo monitoreado, pero “no pueden hacer juicios del proceso electoral”.

“Aquí hay un sólo árbitro que es el CNE. La observación internacional no lo es. No puede decir “eso está mal hecho”, sino presentar informes”, aclaró el rector.

Por último, Márquez insistió en que tanto el ente electoral como los ciudadanos pueden reportar las incidencias y denunciar los abusos cometidos por los candidatos y partidos políticos.

La campaña electoral dio comienzo este jueves, desde las 6:00 de la mañana, y tiene previsto finalizar 18 de noviembre.

Guachimán Electoral

En Tves hacen campaña política durante eventos deportivos

propagandapolíticaTves

 

El gobierno venezolano se encuentra en medio de la campaña, «Obama deroga el decreto ya», y por esto aprovechan todos los medios posibles para bombardear a las personas con su mensaje.

Este domingo, mientras se realizaba una transmisión de fútbol nacional entre Anzoategui y Aragua, en pantalla se mostraba el hashtag #ObamaDerogaElDecretoYa.

 

El domingo también se llevó a cabo la Serie Mundial de Boxeo, donde Venezuela le ganó a Estados Unidos 4-1. El presidente de la televisora, Winston Vallenilla, utilizó su cuenta de twitter para felicitar a los boxeadores y en el tuit se puede observar una captura de pantalla de Tves, usando también el hashtag #ObamaDerogaElDecretoYa.

 

Ene 05, 2015 | Actualizado hace 9 años
Venezuela: una nación destruida por Luis Carlos Vélez
MADURO

Los regímenes totalitarios, como el de Nicolás Maduro, viven en un mundo imaginario donde la verdad es sólo aquella que les conviene.

Esa realidad paralela, donde abundan los borregos y los áulicos, está construida bajo la premisa de que el único bueno es el líder y lo demás, que pueda hacer pensar de una manera diferente, es la encarnación de lo prohibido, lo enemigo y lo detestable.

Venezuela sólo da pasos hacia atrás desde que Hugo Chávez entró al poder. Sin embargo, ese ritmo de destrucción se ha acelerado desde que su sucesor, Nicolás Maduro, es presidente. Desde entonces, la nación ha puesto el pie en el acelerador en el camino hacia el despeñadero económico, llegando formalmente la semana pasada a la recesión.

Nunca antes ese país, otrora envidia de millones en América Latina, había estado en peores condiciones económicas. Sólo en 2014 su inflación fue superior al 60%, una de las peores en el planeta, y su crecimiento por dos períodos consecutivos, negativo.

Esta situación se ejemplariza con tan sólo recorrer las calles de Caracas. Hacerlo es una invitación a la muerte y la melancolía. Tan sólo el camino del aeropuerto de Maiquetía al centro de la ciudad es una lotería. La vía es una de las más accidentadas y violentas del continente. El viaje, de una hora de duración, es una verdadera carrera de obstáculos. El recorrido se hace a gran velocidad, evitando cruzarse con camionetas de vidrios negros que cierran a los otros autos y que ante la más mínima provocación dejan ver a sus pasajeros armados y dispuestos a disparar. Tampoco se puede confiar en la fuerza pública, ya que si identifican que la tripulación es extranjera, harán todo lo posible para amedrentarla y, en el mejor de los escenarios, buscar un soborno. Y ni hablar de las pandillas armadas de motociclistas vestidos de rojo revolución, que a altas velocidades, y usando sus bocinas para ensordecer a los demás, arrinconan los autos golpeando sus espejos laterales y puertas con el único objetivo de mostrar fuerza, al mejor estilo de Mad Max. De los años de opulencia anteriores a Chávez y Maduro sólo quedan unas autopistas viejas que, como en La Habana, hacen entender que alguna vez en el lugar reinó la prosperidad.

El socialismo del siglo XXI destruyó Venezuela y los valores de la mayoría de sus habitantes. Ese modelo económico romántico y adusto no sólo acabó con la industria del país, sino que también creó un modelo económico alterno de sobornos y aprovechamiento de la ley que únicamente le generó beneficio a quien, dentro del Gobierno, tenía las armas y la fuerza para someter a los demás.

La tasa de cambio siempre fue testigo de los abusos. Y aunque desde el palacio de Miraflores hicieron todo lo posible para decir que las devaluaciones de la moneda eran producto de una guerra económica y se crearon tasas de cambio alternas para esconder el problema de fondo, siempre mostró que los desbalances económicos eran reales e insostenibles.

Ahora ya no hay petróleo caro para financiar la rampante corrupción ni la ineficiencia de los agentes gubernamentales.

Tampoco hay un líder fuerte para que a punta de rifle, insultos, y miedo mantenga la sumisión y el orden ficticio que ese tipo de regímenes crea. Y para cerrar el cuadro, cada vez es menor el respaldo internacional. Sin plata no hay cómo comprar conciencias en el continente, ni mucho menos para financiar el Alba o canales de TV para distribuir el lavado de cerebro. Ahora, con los acercamientos entre EE.UU. y Cuba, Maduro se quedó sin el demonio al que echarle la culpa. Una que sólo le pertenece a él y su imposibilidad de gobernar.

En plena campaña política para las más recientes elecciones presidenciales en Venezuela, le pregunté a Henrique Capriles para qué quería ser presidente de un país que en el corto plazo se iba a reventar económicamente. Me respondió que era su deber y que el país no aguantaba más. Efectivamente, el país no aguantó más. Ahora que está reventado, la verdadera revolución para acabar con este período de espejismos cubanos revolucionarios, debe comenzar.

 

El Espectador