bondad archivos - Runrun

bondad

A quien pueda interesar, por Laureano Márquez

Carta

 

Hay comentarios que muestran el talante de un alma, la atrofia espiritual de un ser. Es evidente que Venezuela está agotada, extenuada, abatida, exhausta… ¿Cómo te lo explico con un sinónimo que te llegue a la poca humanidad que has optado por dejar en ti? No obstante, no incurriré yo contigo en la misma deshumanización con la que miras a tus compatriotas. Me gustaría que fueras mejor, que la historia te recordara de una manera menos triste de la que, ciertamente, lo va a hacer. Me gustaría también que callaras más, porque tus palabras se vuelven contra ti. Es que también la palabra inoportuna y ordinaria es una forma de tormento.

Venezuela está harta de muchas cosas, pero sobre todo harta de la maldad que representas, de la contradicción entre tu prédica y tu criminal acción de cada día, de que tortures a tu pueblo en nombre del amor. Cansados de tus acciones soeces que ofenden la bondad y la cultura de nuestra gente,

Esta semana vimos al joven Hans Wuerich caminar desnudo hacia una de esas máquinas de agresión que los chinos nos han vendido como parte de su cooperación con el pueblo de Venezuela. La verdad es que a este muchacho lo único que le faltaba era una corona de espinas para ser continuación de la pasión de la Semana Santa que acabamos de pasar: desnudo, como Jesús, cuyas ropas echaron a suerte los centuriones; su desnudez fue el acto sagrado de cargar con la nuestra; con nuestra indigencia de leyes y justicia, de moral y de respeto. No me cabe duda de que cuando este tiempo pase —porque quiero que sepas que pasará— la imagen de Hans quedará como el Ecce Homo venezolano de este momento, cargado con todas las amarguras, con todos los dolores, perdigones y maltratos que le infligiste.

En su libro El 18 brumario de Luis Bonaparte, encontramos esta frase de Marx —Carlos, no Groucho—: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa”. Ya vivimos la tragedia: la ruina de Venezuela en el momento más esplendoroso de su historia petrolera. La fatalidad de que, insurgiendo en contra de la corrupción, la injusticia y la pobreza, se haya edificado el régimen más corrupto, injusto y empobrecedor de toda nuestra historia, que ya es bastante decir. Superada la tragedia, los acontecimientos vuelven a repetirse, como diría Marx, como farsa, es decir: engaño, mentira, patraña, simulación, fingimiento… Es una pena, porque estoy seguro de que alguna vez soñaste algo distinto, cuando no eras poderoso y estabas del lado de la mayoría maltratada… Somos actores en el drama de la vida, pero también es verdad que somos seres libres de desechar el mal y optar por lo bueno y lo justo, por lo bello y noble. El que representa una farsa se llama farsante. Lo peor que le puede suceder al farsante es creerse su propia farsa.

Me despido con las palabras con las que el general espartano Leónidas despidió a Efialtes, el traidor que condujo a los persas para aniquilar a su propia gente: “Ojalá que vivas para siempre”.

@laureanomar

Papa Francisco: El Año Nuevo será bueno en la medida en que cada uno de nosotros intente hacer el bien

papafrancisco_2

 

CIUDAD DEL VATICANO (AP) — En su homilía de Año Nuevo, el papa Francisco lamentó el domingo que las sociedades sean cada vez más «frías y calculadoras» y carezcan de compasión.

Aquellos con «corazones narcisistas» sufren la pérdida de los «lazos que nos unen» y el sentido de pertenencia a la sociedad, dijo a los fieles durante la misa del domingo en la basílica de San Pedro.

Según el pontífice argentino, el mundo necesita más humildad y ternura, y calificó estas cualidades como signos de fortaleza, no de debilidad.

El papa expresó su preocupación por lo que llamó «orfandad espiritual».

Tras la solemne ceremonia en un altar adornado con flores, Francisco se dirigió a las decenas de miles de peregrinos, turistas y locales que se congregaban en la plaza de San Pedro.

El pontífice confió en que 2017 será bueno en la medida en que la gente haga el bien y rechace el odio. También rezó por quienes valientemente han luchado contra el terrorismo que ha tomado al mundo presa del «miedo y la perplejidad».

«El Año Nuevo será bueno en la medida en que cada uno de nosotros, con la ayuda de Dios, intente hacer el bien, día a día. Así es como se crea la paz», dijo Francisco a una multitud de 50.000 peregrinos, turistas y romanos reunidos en la Plaza de San Pedro para su bendición del mediodía y las observaciones del Año Nuevo.

Francisco aconsejó a la gente que rechace «el odio y la violencia y diga sí a la fraternidad y la reconciliación». La Iglesia católica dedica el primer día del año al tema de la paz.

También lamentó que el nuevo año haya comenzado mal, refiriéndose al ataque en un centro nocturno de Estambul que dejó 39 muertos y decenas de heridos.

«Desafortunadamente, la violencia ha vuelto a atacar, incluso en esta noche de deseos y esperanza», dijo.

«Con tristeza, expreso mi cercanía con el pueblo turco, rezo por las numerosas víctimas y heridos, y por toda la nación en duelo», dijo Francisco.

Un país de maravillas, por Laureano Márquez

luchavzla

 

Los venezolanos estamos deprimidos, por más que se decrete la Navidad y que se disponga que bailar salsa es la norma del momento, sentimos desesperanza. Sin duda, 18 años de retroceso son muchos para la vida de un ser humano, pero las naciones son mucho más que un mal momento. Venezuela es mucho más que  territorio de 916.445 kilómetros cuadrados en el que vivimos unos 31.028.337 de personas, con todo lo que la palabra persona significa: sueños, esperanzas, amores y guayabos, niños que van creciendo y para quienes abrigamos el deseo de una vida mejor que la nuestra, como nos sucedió a nosotros en relación con nuestros padres.

Somos una comunidad espiritual, una amalgama de historia, cultura, tradiciones y anhelos.  Los habitantes de esta tierra somos los venezolanos, así es nuestro gentilicio. Nuestro nombre viene del Golfo de Venezuela por aquello de “la pequeña Venecia”. Antes de eso, Cristóbal Colón pensó que había llegado al Paraíso Terrenal en las bocas del Orinoco: “Y digo que si este río no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra infinita, del Continente Austral, del cual hasta ahora no se ha tenido noticia; mas yo muy asentado tengo en mi ánima que allí donde dije, en Tierra de Gracia, se halla el Paraíso Terrenal”.

Tierra de Gracia, como primeramente nos nombra Colón es un nombre cargado de significado. Gracia, en teología es aquello que Dios brinda gratuitamente al ser humano, sin entrar a pensar si lo merece o no. Pero la gracia como cualidad se refiere también al humor y a la belleza. Cuando uno dice que los maracuchos son graciosos, es porque tienen un particular sentido del humor que les caracteriza y les hace ser ocurrentes y divertidos. Cuando uno dice que la mujer venezolana es agraciada, es no solo porque es bella por naturaleza, en este mestizaje maravilloso de etnias que nos conforman, sino también porque sabe ponerse bella y no me refiero estrictamente a la cirugía plástica -que también ha tenido entre nosotros gran desarrollo- sino a esa habilidad de arreglarse bien, de lucir hermosa, de maquillarse en el carro, en una cola, mientras lleva a los niños al colegio. Pero nuestros dones van más allá de estas cualidades. Somos tierra de gente increíblemente talentosa: en la música, la poesía, la pintura, la ciencia, la arquitectura y  tantas otras artes y habilidades.

¿Es Venezuela un país de maravillas? ¿Es la tierra infinita que avizoró Colon? Por supuesto que sí y de ello no debemos tener la menor duda, que no madure en nosotros el pesimismo: nuestro clima es inigualable, nuestra tierra fértil y nuestra agua abundante, aunque haya racionamiento. Desde las cumbres nevadas de Los Andes, hasta las blancas arenas de Los Roques, una variedad infinita de paisajes, flora, fauna y posibilidades de progreso se dan cita. Cuando pensamos en las maravillas nacionales, los venezolanos solemos hablar del Salto Ángel, el Pico Bolívar, la Gran Sabana, los Médanos de Coro, el Orinoco, el Caroní, los llanos, Margarita y la Colonia Tovar. Efectivamente todas estas gracias con las que Dios nos ha dotado son increíbles, como también lo es el petróleo de nuestro subsuelo, pero nuestra verdadera maravilla está en nuestro paisaje humano, no lo perdamos de vista. En lo que somos los habitantes de este lugar: en la bondad de la gente, que es mayoritariamente honesta a pesar de la mala fama de corruptos y mayoritariamente decente, a pesar de que ocupamos el primer lugar de malandraje.

Somos un  país de maravilla porque los venezolanos hemos podido hacer, con esos dones con los que la Providencia nos dotó, cosas extraordinarias: un puente sobre nuestro más importante lago, que es de los mejores en su género; una represa en el lecho del Caroní, que es la segunda del mundo; una ciudad universitaria que es patrimonio de la humanidad y que debería serlo también, algún día, de nosotros. Si la Sierra Nevada es  impactante, tanto más lo es que en su costado los venezolanos hemos  construido el teleférico más largo y alto del planeta. Nuestras industrias básicas, hoy devastadas, alguna vez apoyaron el progreso de la nación. Este progreso volverá. Este tiempo va a pasar, sin duda va a pasar. El alma venezolana sobrevivirá a este momento, recuperará su buen humor y su gracia, sus atributos y su afán de bienestar y felicidad. Pero para que ello suceda toca, como diría Henley: mantener el alma invicta, la cabeza erguida y convertirnos en dueños de nuestro destino. En otras palabras: echarle un camión.

 

@laureanomar

Breve historia de la mardá, por Laureano Márquez

evil

 

    Desde muy antiguo el hombre y la mujer debaten el tema del mal y la maldad. Definir la maldad no es algo sencillo. Es decir, usted ve una declaración de una funcionaria equis de cualquier consejo de algo y  percibe la maldad, la mala intención, el deseo de hacer daño, pero definir el concepto no es sencillo. Una de las maneras de hacerlo es decir que el mal es la ausencia de bondad, pero esa definición no es del todo útil. Un joven que no le cede el asiento en el metro a una ancianita no tiene nada de bondad, pero no por ello es necesariamente malo. Malo, por ejemplo es quien hace que una ancianita haga 12 horas de cola en un supermercado para ser atendida para comprar comida y al final se vaya con las manos vacías.

Otra cosa interesante es que la maldad es una cosa inherente al ser humano y sera humana. Los animales no son malos. Salvo la serpiente del paraíso, que sí era una rata, los ofidios no te pican por maldad: es algo que está en su naturaleza de defensa y subsistencia. La culebra no diseña un plan para tener a su presa 140 días presa injustamente e incomunicada. Un León no manda a nadie al paredón, salvo que sea Trotsky.

La maldad es un concepto negativo. Es raro que alguien asuma que es mala gente. Es seguro que Adolfo Hitler o Nerón no se percibieran a sí mismos como malas personas, Pinochet y Fidel probablemente tampoco. Sin embargo a Fidel le parece malo Pinochet por las mismas razones que Pinochet le parecía malo Fidel. Una cosa que llamó mucho la atención cuando los comandos rebeldes libios atraparon a Gadafi, él preguntaba insistentemente: “¿qué les he hecho yo?”. Seguramente la pregunta era formulada con honestidad. Stalin y todos los malos de la historia no pueden percibirse a sí mismos como malvados. Seguramente los comandantes de los campos de exterminio hasta tenían un argumento con el que justificaban sus acciones como bondadosas y compasivas. Los terroristas no suelen pedir el perdón de sus víctimas; ellos por propia salud mental, tienen que insistir en el hecho de que asesinan inocentes por una causa superior que lo ameritaba. Es esa gente que mata a los hijos de otros y luego llega a su casa a abrazar con ternura a los suyos. De lo dicho se desprende que la maldad requiere  un permanente y  constante autoengaño.

Sobre la maldad se han hecho muchos experimentos para ver si hay una suerte de gen de la maldad, si es producto de alguna alteración fisiológica, si tiene que ver -cosa que suele ser frecuente- con maltratos en la infancia. También se han hecho experimentos  para examinar cuál es el comportamiento de la gente cuando está en condiciones de hacerle daño a otro. Lo llamativo  de estos experimentos no es descubrir que bajo determinadas condiciones hay gente dispuesta a ser mala, sino la esperanza que produce la existencia de tantas personas que estando en contextos propicios para causar daño no lo hagan.

Las posturas que consideran al hombre como un ser egoísta suelen argumentar, que en un estado de naturaleza o salvaje, al hombre (aquí si el uso del término hombre no es machista, sino que las mujeres casi nunca han sido malas en la historia) no le importa cuánto daño tenga que hacer sobre sus semejantes para pisotearlos y someterlos.

La verdad es que como conclusión podemos decir que en el mundo existe mucha más gente buena  que mala, lo que sucede es que la maldad hace mucho ruido y el bien es silencioso. Cada uno de nosotros lleva dentro un lado luminoso y un lado oscuro. ¿Qué hace que en un determinado momento de la historia uno se active y otro se mantenga a raya? ¿Quién lo sabe?

Abraham Lincoln dijo una vez: “Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder”.

¿Y por qué me daría a mi por escribir sobre este tema esta semana?

 

@laureanomar

Dic 29, 2015 | Actualizado hace 8 años
Paz, cielo y tierra por Alejandro Moreno

CieloyTierra

 

Tiempo de proclamación de la paz; no necesariamente de paz. Proclamación que es al mismo tiempo anunciación, pregón, desde los cielos y promulgación del amor que Dios tiene a todos los hombres. No sólo a los “de buena voluntad”, como una errónea interpretación del texto original del evangelista Lucas ha fijado en la tradición, pues la buena voluntad es la que Él nos tiene, dado que “nos quiere tanto”. No es la condición de bondad o maldad de cada persona lo que merece su amor sino el puro acontecimiento de ser hombre. Tanto nos quiere que nos da a su Hijo. “Un Niño nos ha nacido; un Hijo se nos ha dado… Príncipe de la paz (Is: 9,5)”.

Esto en el cielo y desde los cielos.

En la tierra, y en esta tierra hoy, todo un pueblo ha gritado, cantado, publicado a los cuatro vientos, a los cuatro puntos cardinales y a todas las olas del mar, que quiere, como Dios, paz total entre hermanos tengan el color del arco iris que quieran. El voto no sólo ha sido la proclamación de un deseo de paz sino una manera práctica de hacerla, de ponerla en marcha.

Por otra parte, no del cielo sino de las cavernas más profundas, sórdidas y tenebrosas de la tierra también está brotando el anuncio de guerra, de odio entre hermanos, no proclamado por ángeles sino por los espíritus inmundos que al parecer habitan los ánimos de algunos detentores de caducos y agonizantes poderes puestos al servicio de la arbitrariedad, la violencia y la opresión.

Las palabras de paz son divinas, celestiales, palabras hechas de la esencia del Niño y del Hijo, palabras cristianas, empapadas del amor de Cristo.

Las palabras de guerra son del maligno, cavernosas, hechas de la esencia del mal, anticristianas por estructura, empapadas del odio que también habita en la parte más sórdida de lo bestial del hombre.

A estos hombres, sin embargo, también los quiere Dios, les anuncia su voluntad de paz y los llama a integrarse al mundo de los pacíficos. No les pide la renuncia a ninguno de sus ideales, de sus colores, de sus proyectos y deseos; lo que les pide es que renuncien a toda violencia, a toda pretensión de forzar las voluntades, a toda práctica de imposición para lograrlos.

La Navidad nos llama a todos a ejercitar y ejecutar la paz y, por ende, al diálogo sincero, trasparente y fraterno en el que cada cual pueda ocupar su espacio en el momento sin dejar de promover al mismo tiempo, sin pretensiones de imposición y dominio, las novedades, revolucionarias o no, que le convencen como ideales para el bien de todos, sin exclusión alguna.

La paz sea con todos nosotros.

El Nacional

ciporama@gmail.com

La cadena de alegría por Carolina Jaimes Branger

cadena

 

En mi curso de Escritura Creativa siempre surgen temas interesantes. Y es que los escritores son gente interesante. Hace dos semanas, una tarea calificada como “difícil” resultó ser una de las mejores que hemos hecho en los dos años y pico que tenemos reuniéndonos todos los miércoles en la noche. “Si tuvieras que escoger quedarte con un solo recuerdo de tu vida, ¿cuál escogerías?”… Ciertamente no es una pregunta fácil de responder. “¿Por qué un solo recuerdo?… ¿Cómo escojo uno entre tantos?… Mientras más pienso, más recuerdos vienen a mi mente y es más difícil escoger”… Pero tal vez por esas mismas dificultades, las respuestas fueron tan especiales.

Abarcaron desde los nacimientos de los hijos, por supuesto, porque quienes tenemos hijos sabemos que el momento del nacimiento de cada uno es algo sublime e inolvidable. En uno de los relatos, el mismo padre tuvo que desenredar el cordón umbilical del cuello de su hija. En otro, el nacimiento “desgarró a la madre por dentro” y a pesar de su debilidad pidió tener a su bebé con ella. El tercero versó sobre el vínculo tan fuerte que se estableció entre la autora como madre y su pequeño hijo.

Escribieron desde el primer “te quiero”, al mágico momento en que un abuelo repartía gomitas de colores a sus nietos; desde las sonrisas de la esposa y los hijos, hasta el día de la Primera Comunión; desde un dálmata de peluche que reveló a la autora la sensibilidad de su padre, hasta un relato en tiempo futuro de una reconocida escritora. Desde las luchas internas por surgir, sobreponiéndose a sí mismo, hasta un relato en verso de todas las personalidades asumidas por el autor. Lágrimas, risas, aplausos… Un ejercicio de catarsis, memoria, humildad, valentía y mucho, mucho amor.

Sobra decir que las emociones estaban a flor de piel. Ante la impresionante calidad de los escritos y de las conversaciones que emergieron de cada lectura, uno de mis alumnos, Rodolfo Wallis, propuso un interesante ejercicio de ciudadanía, generosidad y sobre todo, de coexistencia: “les invito a que hagamos algo especial por cualquier persona cada día. Algo inesperado. Que le dé alegría, calidad de vida y nos haga sentir mejores personas… En vez de echarse encima un cubo de hielo, hacer algo por alguien. Pero que no sea darle dinero. Darle algo de nuestro tiempo, de nuestra capacidad, de nuestra sensibilidad”. Y nos sugirió escribir sobre los resultados, que todos celebramos y anticipamos como maravillosos.

Puede ser algo tan simple como ayudar a alguien a cruzar la calle. El otro día almorzaba con mi amiga María Luisa Ríos y se nos acercó una señora a pedirnos que si una podía ayudarla a cruzar la calle, porque había dejado los lentes en su casa y le daba miedo atravesar sola. María Luisa la ayudó y ella estaba tan agradecida por un gesto tan sencillo, que ambas quedamos conmovidas. También puede ser visitar a un anciano a quien hace rato no visitamos. O llamar a alguien que tenemos tiempo sin llamar, simplemente para saludar. En estos momentos en que hay tantas carencias, siempre encontraremos a alguien por quien hacer algo. Y el hacerlo nos llenará de satisfacción.

Todas las grandes personas del mundo, las que están consideradas como santas, justas, virtuosas, ungidas, han coincidido en que es mayor la alegría de dar, que la de recibir. Y es que cuando se da, se recibe mucho más a cambio. Por eso es interesante y motivadora esta cadena de alegría: porque nos coloca en el plano de la virtud.

Y es que tenemos que trabajar en la reconciliación y el perdón entre los venezolanos. Ningún cambio será permanente, ni sustentable, ni sólido, si no hay reconciliación entre las facciones. Tenemos que re-conocernos. Aceptar las diferencias y buscar las coincidencias, que me consta que son muchas más. Los convoco a anotarse en la cadena de alegría. Rodolfo lo hizo en su Facebook e invitó a varios amigos a unirse. Háganlo ustedes también. Y reten a sus amigos. Una cadena así es humanidad exponencialmente repartida. Nos hace falta. Nos hará bien.

@cjaimesb

Mar 31, 2015 | Actualizado hace 9 años
Liderar con el ejemplo por María Elena Arcia Paschen

líderes

 

En días pasados tuve la fortuna de asistir a dos eventos el mismo día, cuyos protagonistas generaron un importante impacto en los presentes y que me confirmaron que tanto el talento, el compromiso, como el amor por nuestro país trascienden las circunstancias puntuales que estamos viviendo.

Se trató por una parte de la toma de posesión de la nueva junta directiva de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales y el magistral discurso de su Presidente Eugenio Hernandez-Bretón quien de una forma fresca, inteligente y sin adornos (algo no tan usual en los académicos) nos invitó a reencontrarnos con el gentilicio y el país que nos da albergue y confiar en que el talento y la honestidad bien pueden trabajar juntos. Fue un momento muy emotivo y transparente en el cual siempre estuvo presente su intención de ilustrar a sus pequeños hijos sobre la importancia del buen actuar recordándonos que sólo somos un fragmento de la historia, pero también la hacemos.

Esa misma noche participé en una charla con Hillo Ostfeld en la cual, escuchando sus experiencias como sobreviviente del Holocausto,  empresario exitoso y líder de la comunidad judía en Venezuela, pude entender como nuestra voluntad y decisión de sobrevivir nos permite superar las adversidades para abrirnos nuevas oportunidades.

Fue realmente emocionante escuchar de una persona que ha luchado para sobrevivir una experiencia devastadora de intolerancia,  como los venezolanos le permitimos recobrar la fe en el ser humano.

Soy fiel creyente en que, por naturaleza, el hombre es bueno y que en ocasiones requerimos de “estímulos” que nos motiven a sacar lo mejor de cada uno de nosotros.

Luego de escuchar y reflexionar sobre esos 2 eventos  hay algo que queda muy claro y es que la mejor forma de guiar, liderar y estimular es con el ejemplo, siendo coherentes en el pensar y en el actuar.

Este debe ser el mensaje para todos aquellos venezolanos que desean participar en la laboriosa tarea de rescatar al país del primitivismo en que nos encontramos y guiarlo a la senda del progreso.

Es el ejemplo el que nos llevará a querer parecernos y así reconstruir un país de valores donde el esfuerzo personal y el buen actuar sean las aptitudes a emular, desechando los antivalores que se han intentado sembrar con complicidad y enorme irresponsabilidad de parte de quienes, por un error histórico, ostentan el poder. Aún cuando éstas no son cosas de Dios, pudiera éste exigir sus responsabilidades conjunta y quizás, hasta simultáneamente, con las Instituciones de la Patria…

Ejemplos en nuestra sociedad hay muchos que nos demuestran que somos más quienes compartimos una visión de integridad y valores por lo que, de este grupo de personas, deberán salir quienes nos representen y guíen en la tarea que tenemos por delante.

Obviamente que eso requiere de enormes dosis de humildad y grandeza de espíritu, las cuales siempre van de la mano, y algo de astucia para saber como hacerlas funcionar en beneficio del país.

Aún cuando señalé inicialmente que soy de aquellas que cree, casi religiosamente, en la bondad del ser humano debo también reconocer que muchas veces he ignorado las señales de alarma por querer preservar la fe en la naturaleza del hombre. Esto simplemente lo menciono para que pueda servir también de enseñanza a otros en este largo caminar.

Quienes de una u otra forma hemos asumido un compromiso con el futuro del país, y mas aún aquellos que en este próximo evento electoral pretendan representarnos, deberán convertirse, para el resto de sus compatriotas,  en el ejemplo de seriedad, honestidad, trabajo y de esta forma servir de modelos para las próximas generaciones.

 

@malarcia