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Se agudiza crisis de trasplantados por escasez de medicinas

transplantados

La escasez intermitente de los nueve fármacos de alto costo con los cuales se evita que un paciente pierda el órgano trasplantado se ha agudizado desde hace cuatro meses. Esta crisis ha ocasionado que 30 enfermos renales estén en proceso de rechazo de un riñón; 20 ya lo perdieron en dos meses y 5 personas han muerto, según registros de la Coalición de Organizaciones por la Salud y la Vida.

Francisco Valencia, presidente de Codevida, lleva el registro de peticiones de personas que buscan medicamentos en Monagas, Barinas, Yaracuy, Aragua, Carabobo, Táchira, Lara, Monagas y Distrito Capital esta semana.

Yasmari Castallo, de 40 años de edad y 17 de ellos trasplantada del riñón, se encuentra hospitalizada en el Hospital Universitario de Caracas, porque desde hace 4 meses el Seguro Social no le entregó más el fármaco recetado para evitar que su cuerpo perdiera el riñón que le donaron. Ya ha recibido diálisis y los nefrólogos le hacen exámenes para determinar si aún hay probabilidades de evitar que vuelva a una sala de diálisis para mantenerla con vida.

Castallo estuvo en diálisis desde los 13 años hasta los 23 años cuando pudo ser trasplantada en el HUC. «Me siento mal y deprimida porque no pensé llegar a estas condiciones. Después de 17 años que disfrutaba de una vida normal y trabajando no sé ahora qué hacer ni qué pensar. Yo duré ya 10 años en diálisis porque desde que era una niña tengo este problema de salud y eso es un trauma para mí. A los 23 años logré tener una vida normal», cuenta.

En el mismo hospital se atiende de forma ambulatoria Judith Lazarraga, de 48 años de edad, quien también lleva 12 años trasplantada, pero suma 4 meses sin consumir los fármacos everolimus y micofelonato. Hoy le colocarán un catéter para entrar a la diálisis porque tiene un rechazo agudo.

En Badan importan algunos inmunosupresores y una cadena de farmacia vende el micofelonato, pero el costo llega a los 3 millones de bolívares.

Edgar Darnica, de 46 años de edad y 16 de trasplantado, suma 3 meses sin recibir el fármaco. La causa de su hospitalización es una neumonía, pero teme caer en rechazo agudo en cualquier momento. Por ahora decidió racionar las dosis del medicamento que consiguió en la Fundación Badan por un precio de 1.650.000 bolívares, pero ya la institución se le agotó el medicamento.

Desde que sacaron a Carlos Rotondaro en noviembre no hay información sobre los medicamentos. «Al gobierno se le olvidó que hay personas con condiciones de salud crónica y no dicen nada», advierte Valencia.

La Sociedad Venezolana de Nefrología lleva un año enviando comunicaciones al Seguro Social y al Ministerio de Salud, pero no se le ha contestado ninguna.

Carlos Márquez, presidente de la Sociedad Venezolana de Nefrología, denunció que tampoco hay medicamentos antirrechazo para salvar al paciente de la pérdida del injerto. Agrega que la mayoría, además son diabéticos y tampoco se encuentra la insulina.

Márquez denuncia que las unidades de diálisis que mantienen con vida a quienes perdieron sus dos riñones tienen abastecimiento de material intermitente y eso también coloca en riesgo la vida de estas personas constantemente.

«80% de los pacientes de algunos centros de diálisis también están desnutridos y atrapados entre la situación económica, alimentaria y de medicamentos. El 24 de diciembre los pacientes en vez de estar pendiente de su cena de Navidad, estaban pendiente de si iban a recibir el material para hacerse la hemodiálisis que los mantiene vivos», denuncia.

0-800 No hay: testimonio de la crisis terminal de medicamentos en Venezuela

Farmacia-crisis

«No gozo del cinismo de Héctor Rodríguez, ni de la desvergüenza de Pedro Carreño y mucho menos del espíritu demoníaco de Diosdado Cabello, para decirle a mis pacientes, mirándolos a  los ojos, que no solamente se van a morir de cáncer, sino que además lo harán en medio del  sufrimiento de terribles dolores»:  Fabio Fuenmayor Valladares, médico especialista en Cuidados Paliativos del Instituto de Oncología y Hematología

Mientras la ministra de Salud anuncia en cadena nacional la “formación” de 90 telefonistas para que informen donde no  hay los  medicamentos esenciales y  como  ñapa, la misma funcionaria, cuya característica más relevante es poseer el peor curriculum de ministro de sanidad alguno desde la creación del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, aparte de cometer la imbecilidad de decir que la escasez de medicamentos es por un consumo “irracional”… bueno mientras esa cosa que puso el delincuente de la república pide llamar y preguntar, yo, Fabio Fuenmayor, médico  de Cuidados Paliativos del moribundo Instituto de Oncología y de Hematología, les pido a mis pacientes que ni siquiera pregunten por mi  consulta y he  decidido tomarme las 9 semanas de vacaciones vencidas del año pasado y las 11 de este año debido a que no tengo nada que recetarles para el  dolor oncológico que constituye más de 90% de los motivos de mi consulta.

​Hoy he sido informado que la Fundación BADAN, prácticamente la única  institución que expende analgésicos de manera masiva para los tratamientos que yo prescribo, está en la lona. Me imagino que empezarán a ocupar los anaqueles de sus centros de atención al público con estatuillas de José Gregorio y  otras imágenes fabricadas diestramente en china, las cuales costarán una fortuna a más de  un millar de bolívares por dólar, a menos que a un bolichico le entreguen divisas a 10 y las revenda a 200 para importar: imágenes santorales de primera necesidad. A esos desgraciados enchufados, les sugiero que importen Biblias y ediciones de El Corán, porque no solo a los católicos y a los santeros les da cáncer.

No gozo del cinismo de Héctor Rodríguez, ni de la desvergüenza de Pedro Carreño y mucho menos del espíritu demoníaco de Diosdado Cabello, para decirle a mis pacientes, mirándolos a  los ojos, que no solamente se van a morir de cáncer, sino que además lo harán en medio del  sufrimiento de terribles dolores, que si bien en condiciones normales son difíciles de tratar, hoy en día por culpa del delincuente de la República, Nicolás Maduro, ni siquiera van a poder ser tratados.

Es muy difícil compartir día a día el deterioro, el sufrimiento y  las complicaciones clínicas de un enfermo crónico; pero eso lo escogí yo, para eso llevo más de 30 años formándome y lo sigo haciendo. Lo que resulta inaceptable es presenciar ese mismo deterioro con las manos amarradas por un gobierno que les quitó a los enfermos desde la aspirina y los pañales hasta la morfina y las bombas de infusión. Cuando el delincuente trastabilliario de Chávez, llegó al poder, una ampolla de morfina costaba BsF: 0,0005, hoy: no existe, y si le decían a uno que algún día no tendría papel de baño se respondía “¡No vale! Yo no creo”.

Esta situación no es una crisis de reciente aparición, no fue que el barco que traía  los analgésicos naufragó por la emboscada de un huracán llamado Guerra Económica, no nos caigamos a cuentos. Esto se viene labrando de manera sistemática y programada desde que nos dejamos asaltar por el Socialismo del  Siglo XXI y los cantos de sirena del intergaláctico. Yo estudié para manejar 8 tipos de analgésicos opioides en más de 30 presentaciones, más de 20 analgésicos no opioides en más de 60 presentaciones, 6 antiinflamatorios esteroideos en más de 15 presentaciones, más de 12 coadyuvantes de los analgésicos en múltiples presentaciones, todos ellos solamente para tratar uno solo de los síntomas de cuidados paliativos, EL DOLOR.

Poco a poco, toda esa farmacopea fue desapareciendo del alcance de mis pacientes. Mis colegas  y  yo  fuimos reduciendo la oferta de alternativas, empezamos a exigirles a los familiares cada vez más esfuerzo para conseguir el tratamiento adecuado, debimos hacernos los locos con el costo económico de nuestras prescripciones; y hasta nos hicimos  creativos cambiando las presentaciones que se disponían con la ayuda de los farmaceúticos (en especial soy muy conocido por los amigos de Fórmulas Magistrales de  la Facultad de  Farmacia de la  UCV), hasta violentamos las normas haciendo uso de medicamentos ya vencidos.

​Pero todo se acabó. Ya no hay nada que enviar a Fórmulas Magistrales, ya no quedan blíster vencidos en las gavetas y  ya es un crimen y una desvergüenza  poner a los familiares a literalmente, recorrer el país en busca de las sobras que se hallan colocado a buen resguardo para no  ser consumidas por el dolor de una enfermedad a la cual tampoco se le da cura.

La única esperanza que queda es que en medio de esta mortandad, en donde la mala muerte de cada venezolano está la muerte de un pedazo del país, llegue el ímpetu y la conciencia de la realidad de que es necesario no solamente salir de estas lacras que son Nicolás y sus compinches, sino de entender que quienes siguieron a la maldición que representó Chávez fueron los culpables y que ellos mismos están llamados a  hacer renacer de sus cenizas esta nación mientras de manera individual cada uno muere con un pedazo de país.

Fabio Fuenmayor Valladares

Charallave, 25 de febrero de 2016