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Andrea Santacruz

Corte IDH aborda caso de 14 policías de Chacao detenidos arbitrariamente en 2016
Cuando finalmente se cumplió la boleta de excarcelación, los custodios decidieron liberar solo a 12 de los 14 policías detenidos

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) elevó, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), el caso de 14 funcionarios de la Policía de Chacao, detenidos arbitrariamente.

De acuerdo con una nota de prensa de Defiende Venezuela, el 16 de febrero la CIDH sometió el caso ante la Corte IDH, solicitando la responsabilidad del Estado por las violaciones de DDHH.

Fred Mavares, excomisionado de la Policía de Chacao quien formaba parte del grupo de  14 funcionarios, dijo que él y sus compañeros fueron acusados de asesinar a un periodista del canal del Estado Ricardo Durán. Sin embargo, no había pruebas que los vinculara con ese homicidio.

Tras ser acusados y sin una investigación previa, el entonces Ministro de Interior Justicia y Paz, Gustavo González López declaró que los 14 efectivos de la Policía de Chacao eran los autores de la muerte de Durán.

Sin recibir notificación, los funcionarios fueron presentados a los dos días en los tribunales. El arma que presuntamente los vinculaba con el asesinato no se encontraba en el expediente; y aun así, les dieron privativa de libertad con sede en el Sebin

Sometidos a torturas

Fred Mavares indicó que estando en el Sebin, dentro de los 45 días de ley, los detenidos fueron sometidos a torturas para obtener información o confesión sobre la participación en los hechos.

Según explicó, las torturas eran asfixia con utilización de bolsas plásticas y productos químicos, electrocución, reanimación y golpes con bates de béisbol y otros objetos.

«Algunos eran más fuertes pero, para amedrentarnos, torturaron a dos compañeros, a dos de ellos los guindaron al sol y nos sacaron por un pasillo para que los viéramos torturados, los escuchamos pidiendo auxilio, gritando ‘llamen a los abogados, nos están matando'», dijo.

 

Como consecuencia de los traumas, explica Mavares, algunos compañeros hicieron cartas donde contaban sus torturas, se pincharon los dedos y plasmaron sus huellas dactilares con sangre, logrando enviarlas a sus abogados.

Tras ocurrir esto, funcionarios del Sebin comenzaron a llamaros para torturarlos y ya sabían que los iban a torturar porque los uniformados les decían que se prepararan, comentó Mavares.

En su caso, Mavares se puso dos monos, un jean y consumió analgésicos suministrados por sus compañeros. Todo debido a que se hizo pública la carta que narraba las torturas sufridas por los funcionarios detenidos.

Procedimiento nacional

Andrea Santacruz, directora de Centro de DDHH de la Unimet, explicó que los funcionarios de la Policía de Chacao fueron acusados sin una descripción de la conducta de cada uno, además, las órdenes de aprehensión no cumplían con los extremos legales.

Asimismo, explicó que, aunque el tribunal asignó como centro de reclusión el Sebin Helicoide, dos de ellos fueron trasladados en un primer momento al Sebin Plaza Venezuela, y solo luego a El Helicoide, donde fueron torturados.

Pasados los 45 días de esta decisión, los fiscales solicitaron sustituir la prisión preventiva por una medida cautelar, lo cual fue declarado procedente por la jueza, que ordenó la libertad inmediata de las víctimas.

Pese a la orden, los policías permanecieron privados de libertad en El Helicoide, pues los custodios del el Sebin adujeron que “nunca iban a recibir las boletas de excarcelación”.

Cuando finalmente se cumplió la boleta de excarcelación, los custodios decidieron liberar solo a 12 de los 14 policías detenidos.

En ese sentido, Fred Armando Mavares Zambrano y Reggie Jackson Andrade Alejos permanecieron privados de libertad y sufrieron distintas violaciones a sus DDHH, como la falta de traslado a audiencias judiciales, no ejecución de boletas de excarcelación y traslado a otro centro penitenciario, donde permanecieron en condiciones inhumanas de aislamiento.

*También puede leer: Acceso a la Justicia: La AN retrasa “injustificadamente” designación de magistrados

Gobierno sigue sin acatar orientaciones de la Alta Comisionada sobre DDHH
Expertos en derechos humanos consideran que la respuesta de la comunidad internacional ante la crisis política y judicial que vive Venezuela sigue siendo insuficiente

 

«Los jueces en Venezuela toman decisiones sobre la base de influencias personales o jueces y cortes de mayor rango», aseguró Carolina Villadiego, asesora legal para América Latina de la Comisión Internacional de Juristas, en el foro web «Venezuela no coopera ni cumple con las recomendaciones de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos».

Villadiego se refirió en su ponencia al sistema judicial en Venezuela y reiteró que no existe independencia judicial en este país, a pesar de que «el derecho al acceso a la justicia está protegido por el Tratado de derechos civiles y políticos de la ONU».

«Un elemento clave de la independencia judicial es que no tenga influencia política. Eso no sucede en Venezuela», añadió Villadiego, para quien «el TSJ ha tomado decisiones a favor del ejecutivo, arremetiendo contra los derechos humanos y cortes de menor rango».

En este sentido, añadió que al menos 81 jueces en 2019 «fueron nominados de manera discrecional por el TSJ», y este «es uno de los factores que arremeten contra la independencia judicial».

Además, Villadiego afirmó que en Venezuela «son frecuentes prácticas de corrupción por parte de personas de poder y dinero que influencian el proceso».

«Recomendamos al Estado a promover la independencia del proceso judicial y apegarse a las leyes que promueven el debido proceso y el estado de derecho», destacó.

Una respuesta insuficiente

Otra de las panelistas presentes en el foro fue María Daniela Rivero, abogada del Centro de Justicia y Paz (Cepaz), quien consideró que, ante «la crisis humanitaria compleja» que se vive en Venezuela, «la respuesta de la comunidad internacional sigue siendo insuficiente, ya que no existen medidas internas que puedan resolver esta situación, la comunidad internacional debe actuar ante la falta de independencia judicial».

A juicio de Rivero, «la capacidad del Estado no está dando recurso legales a las víctimas», razón por la cual «la comunidad internacional debe promover mecanismos para remediar, sin proteger al Estado que no desea cumplir con sus obligaciones».

«Los mecanismos internacionales deben entender que el principio de complementariedad no puede ser un obstáculo para proteger los derechos humanos. Los cuerpos de derechos humanos deben ir más allá de las limitaciones impuestas. Venezuela necesita una respuesta de múltiples niveles porque el Estado venezolano no está cumpliendo con su deber de proteger los derechos humanos», sumó.

La directora ejecutiva del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Metropolitana, Andrea Santacruz, también intervino en la conferencia para recordar que la Alta Comisionada Michelle Bachelet formuló una serie de recomendaciones urgentes, en materia de ejecuciones extrajudiciales en Venezuela, «que no se han aplicado».

Violaciones sistemáticas a los DDHH

«La Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos (FFM) indicó que fuerzas policiales debían cesar inmediatamente las ejecuciones extrajudiciales y debían desmantelarse las FAES. Como indica la FFM, las violaciones de derechos humanos en Venezuela se hacen de manera sistemática, lo que comporta crimen de lesa humanidad», afirmó.

Santacruz se refirió a julio 2019, cuando «el Estado Venezolano indica la Misión de Liberación del Pueblo, que se traduce en un enorme numero de casos de ejecuciones extrajudiciales. Entre 2016 y 209 hubo mas de 18.000 casos».

De igual manera, sostuvo que el gobierno «creó planes civiles y militares para reprimir manifestaciones en contra del gobierno. El Estado no ha cumplido con ninguna de las recomendaciones hechas en este tema realizadas por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos».

«La tortura es una práctica sistemática en Venezuela. Hay una enorme taza de impunidad en estos casos. La Fiscalía solo presenta acusaciones en un porcentaje muy bajo de los casos», precisó.

El foro web «Venezuela no coopera ni cumple con las recomendaciones de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos» fue organizado por el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) y Justicia y Verdad Venezuela, con el apoyo del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Metropolitana, Provea, Alerta Venezuela, el Centro Global de la Responsabilidad de Proteger y la Comisión Internacional de Juristas.

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Andrea Santacruz o el derecho a protestar

Ha vivido en primera fila tres casos emblemáticos como defensora de los Derechos Humanos en Venezuela: Christian Holdack, Juan Pablo Pernalete y Embajadores Comunitarios. En ellos ha puesto su empeño y seguramente sus lágrimas.

Después de graduarse como abogada en la Unimet hizo una especialización en Ciencias Penales y Criminalísticas en la UCV. Desde 2014 trabaja en el centro de DDHH de la Metropolitana y lo dirige a partir de enero de 2017. Es un centro pequeño pero muy activo. Ella se incorpora de lleno a la lucha por los DDHH a raíz del 12 de febrero de 2014, luego de que el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello pide su concurso para apoyar a quienes habían sido arbitrariamente detenidos tras la manifestación. Específicamente le pidieron que asistiera a la audiencia de presentación que se realizaría el 14 de febrero.

—A partir de ese momento no he parado: entré de lleno en la defensa de los Derechos Humanos —recuerda Andrea.

Cuatro jóvenes fueron juzgados junto con Leopoldo López tras los sucesos del 12-2-2014. Uno de ellos, Christian Holdack. Aquel día hubo unas cincuenta detenciones. Fueron divididos, los detenidos, en dos grupos: uno fue presentado al tribunal 26 y otro en el 28 de Control. Del primer grupo dejaron encerrados a seis jóvenes, cuatro de los cuales fueron vinculados al caso del dirigente López. Ella entra en la etapa de juicio, el cual terminó con una resolución condenatoria de diez años, seis meses y siete días para Holdack… Y todo porque estaba tomando fotos en el lugar equivocado a la hora menos oportuna: cuando los colectivos merodeaban por la esquina de Tracabordo. Holdack tomaba fotos, era bueno en ello y quería documentar la situación. Vio llegar a funcionarios del SEBIN y siguió tomando fotos. Tomó el momento en que disparan contra el joven Bassil Da Costa. Ya, para ese momento, el asesinato de Juancho Montoya había ocurrido. Incluso sucedió antes de que él llegara: lo que hizo fue tomarle fotos al charco de sangre que había dejado. Hizo seguimiento del traslado de Bassil hasta el vehículo que lo llevaría al hospital, y luego regresó hacia la Fiscalía —centro de la manifestación— y observó a personas lanzando piedras contra el edificio. Grabó. En eso estaba cuando recibe una llamada de su pareja, quien le pregunta dónde estás, la cosa aquí se ha puesto muy fea, vámonos. Pero no. Holdack quiere seguir. Una toma más. Una foto más. Fue su perdición. “Tranquila, estoy bien”, le dijo a su novia. Estaba vestido con una camisa verde fluorescente y los agentes que andaban por allí lo avistaron con facilidad. Los del CICPC, vestidos de civil, tomaban, por su parte, fotos. Su camisa era llamativa. En una que le tomaron aparecía hablando por el celular, y eso fue mostrado en el juicio como prueba de que atacaba a la Fiscalía. Así mismo: hablar por un móvil puede ser fundamento para que un tribunal decida que un joven venezolano es un delincuente.

Estaba en la Plaza Parque Carabobo. Quería hacer unas tomas de las patrullas que estaban ardiendo porque un grupo de furiosos manifestantes (¿infiltrados, quizás?) las habían prendido en fuego. Para hacer el cuento corto: los funcionarios se enfurecieron al ver sus patrullas arder. Querían llevárselos a todos, darles una buena lección. No distinguieron. Uno de ellos le pregunta a Holdack qué está haciendo, le aconseja que  salga corriendo. Holdack no le hizo caso. Más allá, un grupo había rodeado a un policía a quien quizás iban a linchar. Sí, la cosa estaba bastante fea y él seguía con su cámara. Vino un policía por detrás y le dio por las piernas, duro: lo desestabilizó, cayó al suelo. Lo apuntó con un arma de fuego en la cabeza y le dijo que quedaba detenido.

Desaparecieron su cámara y su celular. Lo llevaron al CICPC junto a unos treinta jóvenes a quienes mantuvieron por horas arrodillados, con las manos atrás. Los empujaban, les decían que los iban a matar o que los tendrían allí para toda la vida.

—No sé si llamar a eso tortura, pero al menos es trato inhumano o degradante —dice Andrea.

Los presentaron a las 48 horas, no tenían noticia de por qué estaban presos. Le dieron a Marco Coello, compañero de causa de Holdack, un papel para que lo firmara en el cual confesaba que había actuado por órdenes de Leopoldo López. Naturalmente, el muchacho se negó a firmarlo. Quedaron presos.  Christian estuvo preso hasta marzo de 2015, desarrolló ideas suicidas, un informe clínico habla sin tapujos de un trauma causado por este episodio. Estrés postraumático. Lo habían encerrado en Chacao. La sala Constitucional del TSJ vino a darle la libertad, sus miembros se dieron cuenta de la injusticia y al menos olfatearon el peligro que corría el joven. De alguna manera inédita, se compadecieron. Quizás los influyó el caso del aviador González, un hombre mayor que se había quitado la vida en el Helicoide por aquellos días, igualmente preso político.

Fobia a la injusticia

—¿Por qué te hiciste defensora de los Derechos Humanos, cómo se desarrolló en ti esta vena?

—Desde chiquita quise ser abogada. Tenía un tío abogado y lo admiraba muchísimo, Julián Aude, abogado de Valencia. Y la segunda razón es una anécdota. Estaba en un restaurante de Las Mercedes, comiendo con mi familia. Yo tendría cinco o seis años. Era la época anterior a Chávez. Entraron unos niños muy pobres, vendían flores. Los camareros les dijeron que se fueran y yo reaccioné. Les dije a mis padres que me quería ir, que en aquel lugar maltrataban a los niños y que eso era algo que no podía soportar.

Lo que más le gustaba, mientras estudiaba la carrera, era el Derecho Penal, pero ella no concibe esta rama del Derecho sin el respeto a la dignidad humana, y en Venezuela eso simplemente no lo hay. Aun cuando solo ha entrado y visto el INOF o el SEBIN, sabe que las cárceles en Venezuela deben cambiar. Ese horror del que está consciente ha influido en su desarrollo profesional. Entre sus profesores recuerda tres en especial que le han dejado huella: el exdecano Rogelio Pérez Perdomo, miembro de la Academia de la Historia, con una visión muy innovadora del Derecho, aquel Derecho que sensibiliza al abogado frente a la realidad de la sociedad. Es un sociólogo jurídico. La profesora de Derecho Penal, Carmen Alguindigue, también ha sido importante para ella. Y alguien que, aunque no fue su profesora, le marcó un camino: Angelina Jaffé, directora del CDH en Unimet antes que ella. Andrea le confesaba sus temores, le hablaba del caso Ruanda en comparación con Venezuela, se preguntaba desesperadamente si el mundo estaba esperando a que sucediera lo del país africano para actuar en Venezuela. Angelina la calmaba, le hablaba de la paciencia que hay que tener y del trabajo de hormiguita que debe hacerse.

El caso Pernalete

El segundo caso que ha seguido muy de cerca, apoyando a sus familiares, es el del joven Juan Pablo Pernalete. Dice:

—Yo a Juan Pablo no lo conocí en persona, pero hoy siento que lo conozco a través de los ojos de sus padres.

Es duro no tener un consuelo siquiera que ofrecer a los padres que han perdido, y de esa manera, a un hijo tan querido y con tanto futuro.

—En 2014 les decía a los padres de los muchachos detenidos lo que harían para alcanzar la libertad de sus hijos, había esperanza. Aquí no. Lo único que podía era ofrecerles luchar juntos por justicia.

El 26 de abril se cumplió un año de su muerte y Elvira, su mamá, luego de hablar en público, la abrazó.  “Yo lo único que quiero es que mi hijo esté conmigo”, le dijo.

—Ahí uno se desarma —dice Andrea—, no hayas qué decirle al familiar. Solo eso: seguiremos luchando, no te derrumbes.

En la Unimet se constituyó un grupo, Apoyo Unimet. Hacen (o hacían) seguimiento de las manifestaciones y pasaban reportes al Centro de Derechos Humanos.

—Aquel día monitoreamos la manifestación. Nos reportan que todos los estudiantes de la Unimet salieron de la manifestación, que están bien, que no hay detenidos. Bueno, menos mal, cerramos el día… Cuando de repente empiezan a llegar informaciones sobre una persona fallecida. Nos dicen que es un unimetano. El rector se fue hasta Salud Chacao y se encontró con la mamá. Al día siguiente se hace una misa. Nunca había visto la universidad tan llena. Nos cuentan que lo matan con una bomba lacrimógena.

El chavismo, como seguramente recordarán los lectores, había inventado una patraña. Diosdado Cabello la había cacareado en su programa: que al joven lo había matado con una pistola de perno uno de sus propios compañeros. Así se justificaba el tatuaje que le había quedado en el pecho. Delcy Rodríguez y Ernesto Villegas repitieron la patraña en una rueda de prensa. Pasaron un vídeo en el programa Zurda Konducta donde se ve a Juan Pablo desmayándose. Lo cargan y lo colocan en un sitio. Pues bien: esos jóvenes que cargaban al compañero agonizante no habían visto el impacto, creían que simplemente se estaba ahogando por el efecto del gas lacrimógeno. Juan Pablo era miembro de la selección de básquet de la Unimet. Por su fortaleza no muere inmediatamente, pero luego le sobreviene un schock.

—La Fiscalía hizo una investigación bastante buena —recapitula Andrea—, en ese momento ya no respondía a los intereses del gobierno. Se demostró, tras un examen científico de las ropas,  que había restos de los componentes de una bomba lacrimógena en ellas. No cabía duda: hicieron una “comparativa” entre la forma de la bomba y la marca del golpe que tenía en el pecho Juan Pablo.

El cartucho le había afectado el corazón, provocando el schock cardiogénico que lo mataría minutos más tarde. El GN disparó a menos de quince metros, directamente, en un ángulo de noventa grados. Como si fuese un proyectil. Durante los disturbios se ha sabido de dos personas más a quienes les hicieron lo mismo. Los otros dos casos se salvaron por suerte y por un chaleco protector que cargaba el reportero gráfico a quien le dispararon del mismo modo. No hay casualidad, entonces. Es un patrón de conducta. Es una manera de reprimir la manifestación: disparar al pecho, a las piernas o a la cabeza.

En este caso el CDH de la Universidad Metropolitana ha hecho acompañamiento a la familia, documentando el caso, orientando a los familiares. Por ejemplo, los padres de Pernalete querían recurrir desde el principio a la Corte Penal Internacional, pero fueron convencidos de los procedimientos que hay que cubrir antes, y han llevado su demanda por pasos. Pudieron hablar, sin embargo, en una audiencia en la OEA.

En 2018

A Santacruz le mueve el piso este otro caso: Fundación Embajadores Comunitarios, una organización que trabaja a favor de los Derechos Humanos conformada por jóvenes. Contra ella enfiló el gobierno. Un ataque sin precedentes a una ONG de este tipo, ensañándose en los activistas Gregory Hinds y Geraldine Chacón. Andrea ha trabajado como abogada para Hinds. Logró, en abril, una boleta de excarcelación. Sin embargo, los agentes del SEBIN hicieron caso omiso y hubo que esperar hasta el primero de junio para que se cumpliera la orden. Fue cuando el gobierno hizo una alharaca, maquillándose de piadoso. En verdad fueron mezcladas, entre aquellos que fueron puestos en libertad, personas que ya tenían boletas de excarcelación desde hacía semanas y presos comunes.

Lo cierto es que Hinds y Chacón fueron liberados. En este caso, el CDH de Unimet acompaña y asiste. Se espera sobreseimiento puesto que ellos no cometieron delito alguno. Ambas víctimas siguen en Caracas con medida de presentación periódica.

En 2014 hubo once detenciones arbitrarias de estudiantes de la Universidad Metropolitana; en 2017, nueve. Pero el modus operandi de la PNB y de la GNB se va modificando. Las cosas se han puesto más brutales, si cabe: de estos nueve, cinco jamás fueron presentados en tribunal alguno. El modus operandi consiste en tomarlos como presos, golpearlos y humillarlos, y soltarlos al cabo de ocho o diez horas. De los restantes cuatro, tres de ellos fueron liberados sin mayores exigencias pero al cuarto lo dejaron con medidas cautelares, incluyendo fiadores.

—Este último caso lo manejamos como tortura —dice Andrea—. No puedo dar nombre. Lo hirieron en una pierna, no le brindaron atención médica después de haberlo detenido y además  lo golpearon en la zona donde tenía la herida. O lo pisaban, en el pecho, en las piernas, lo golpeaban contra una pared. Ese día en que a él lo detienen fue cuando hubo una explosión en Altamira justo cuando pasaban los guardias nacionales en sus motos. Pero él ya estaba detenido cuando la explosión ocurre. O sea, no fue culpable.

Lo agarraron como chivo expiatorio. Una venganza. A las 48 horas, los representantes del Centro de Derechos Humanos exigen que se constituya el tribunal (el cual se negaba a actuar ese día) y además piden que el mismo tribunal ordene atención médica para el muchacho. Al fin el tribunal se constituye. Hubo que pelear con la GN  para que dejara entrar a Salud Chacao. El juez respectivo termina admitiendo la gravedad del caso. “Pero la orden es que debemos ponerle fiadores”, les manifiesta. La orden. En esos casos, la persona permanece detenida hasta que se verifican los fiadores. Los fiadores duran más o menos quince días en ser verificados, sin que esto se ajuste a Derecho. Probablemente, desde la perspectiva represiva, un mecanismo “aleccionador” para que los muchachos se lo piensen dos veces a la hora de salir a protestar contra el gobierno.

—En tu opinión, ¿qué es lo que pasa con el guardia nacional, con el policía venezolano, que es capaz de practicar la tortura, y hacerlo con premeditación y alevosía? ¿Es falta de valores o una política de Estado?

—Creo que es una combinación de las dos cosas. Quien está dentro del sistema sabe que es una política, que eso es así, y tiene miedo, también, a ser víctima del mismo sistema. Entonces prefiere ser victimario antes que víctima porque conoce el sistema a profundidad. Claro, hay otros que son simplemente gente sin escrúpulos. Por ejemplo, entre las peores cosas que tenemos hoy en Venezuela están el SEBIN y la Dirección General de Contrainteligencia Militar. Ellos llegan sin orden de aprehensión, desaparecen a la gente, torturan, y no hay ningunas institución oficial que haga algo. Funcionarios del SEBIN me han dicho: “Señora, si fuera por mí, ya estarían libres. Pero usted sabe que yo tengo órdenes superiores”.

—Si tuvieras la oportunidad de dirigirte a la plana mayor del madurismo, ¿qué mensaje le darías?

—Lo primero es que tienen que aceptar que Venezuela hoy vive una emergencia humanitaria compleja; que eso viene del quiebre de las instituciones y ha derivado en violaciones graves de los Derechos Humanos, hoy vistas, además, como delito de lesa humanidad, tal y como lo señalan el informe de la OEA y los expertos independientes. El momento que tienen para tratar de que cese esa situación es hoy. Las violaciones  deben ser investigadas y reparadas. Deben comprometerse a la no repetición. Lo otro es que acepten los mecanismos internacionales de ayuda bajo los marcos de protección internacional existentes, porque en Venezuela la gente se está muriendo de hambre y porque no hay medicinas ni asistencia médica. Honestamente, creo que ellos saben todo esto pero parece que lo que les interesa es solo mantener el poder a costa, incluso, de la integridad física y mental de los venezolanos.

—Andrea, ¿no estás casada todavía?

—No.

—Pero algún día querrás tener hijos… venezolanos.

—Claro, sí.

—¿Cómo ves el futuro?

—Junto a ellos en Venezuela.

@sdelanuez

Humano Derecho: con el Centro DDHH de la UNIMET


Los derechos humanos vuelven a ser protagonistas de nuestro radioweb show. En esta oportunidad la invitada en el estudio de Humano Derecho es la abogada, profesora universitaria y miembro del Centro de Derechos Humanos de la Unversidad Metropolitana Andrea Santacruz. Esta joven activista relata a Melanio Escobar la importancia de la defensa y promoción de los derechos humanos, la necesidad de documentar y denunciar a los violadores, así como acudir a las instancias internacionales en caso que no haya justicia dentro del país. Santacruz ha defendido varios casos de presos políticos venezolanos, por lo que relata la situación de las personas que continúan tras las rejas por motivaciones políticas. Esta abogado es parte de la generación que se niega a abandonar el país, y continúa trabajando por mejorar la dificil situación de ausencia de democracia y crisis humanitaria que padecen los venezolanos.

Las pausas del rock de este Humano Derecho corren a cuenta de Against Me con «333»; Limp Wrist con «Just like you» y G.L.O.S.S. con «Give violence a chance». Somos el programa de radio semanal, realizado por Rafael Uzcátegui y Melanio Escobar, bajo la producción de Provea y Redes Ayuda, que une a la gente que ayuda gente, con la mejor música. Más contenido relacionado en nuestro sitio web www.humanoderecho.com