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Alimenta La Solidaridad

Roberto Patiño Oct 25, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Necesitamos líderes como ellas
Quienes luchamos para que el voto vuelva a regir la vida política en Venezuela, debemos reconocer que no hemos hecho lo suficiente para garantizar una buena representación de género en las elecciones del 21N

 

@RobertoPatino

Quienes creemos en la necesidad de ir a las próximas elecciones regionales del 21 de noviembre, sabemos muy bien los retos que tenemos. Estamos convencidos de que el voto en democracia es un derecho que se gana o se recupera con esfuerzo; una meta que alcanzaremos tras lograr una verdadera organización popular y política que luche para que nuestra voluntad sea respetada.

La democracia es un derecho que debemos reconquistar todos los días ante las amenazas del régimen y su empeño de bloquear autoritariamente a quienes buscan reconquistarla.

Nuestra convicción de vida ha sido el servicio al otro. Llevamos muchos años en la calle, junto con nuestros líderes y amigos, apoyando los esfuerzos de organización popular que permiten a las comunidades empoderarse de su entorno para hacerse dueños de su propio destino; una aspiración que se funda en los valores de la solidaridad, el emprendimiento y la democracia.

Desde Alimenta la Solidaridad y Caracas mi Convive hemos constatado el importante rol que tienen las mujeres venezolanas en la construcción y fortalecimiento del tejido social en las comunidades. Una forma de organización popular de base que construye, de abajo hacia arriba, una nueva forma de liderazgo dirigido al servicio al otro, a la atención a los que han sido superados por esta tragedia humanitaria en que se ha convertido el país.

Siguiendo estos principios, en las últimas semanas he acompañado a una nueva generación de mujeres con un fuerte compromiso social y un importante trabajo político en las comunidades. Líderes que están decididas a ser candidatas en la próxima contienda electoral, dos mujeres que, como muchas venezolanas, se caracterizan por su coraje y compromiso, una generación consciente del desafío que tienen ante sí, y el compromiso que han asumido para volver a dar sentido al voto ciudadano.

Con ellas he comprobado la importancia que tiene recomponer el hilo que une las mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos y la democracia. En la medida que se trabaja, junto con las comunidades, para reconstruir los servicios públicos y se luche para que los ciudadanos recuperen su derecho a tener futuro, la democracia adquiere un sentido verdadero que nos convoca a todos a seguir luchando para que el cambio se extienda en todo nuestro país.

Quienes creemos en el voto y luchamos para que este mecanismo vuelva a regir toda la vida política en Venezuela, quienes hemos aceptado y acatado la importancia de ir a estas elecciones en unidad, estamos obligados a reconocer que no hemos hecho lo suficiente para garantizar una buena representación de género para las elecciones del  21 de noviembre. Existe un desbalance significativo que nos advierte que aún estamos lejos de superar los escollos que entorpecen el camino de la Venezuela del cambio que todos queremos.

La verdadera lucha por la igualdad de género pasa por reconocer estos errores y trabajar para que no se repitan en el futuro.

Necesitamos líderes como ellas. Mujeres dedicadas al servicio y a la política, mujeres que dignifican el sentido de lo público, líderes que encarnan la fuerza que existen en todos los venezolanos que luchan por la vuelta de la democracia en nuestro país. Por eso seguiré recorriendo Venezuela junto a ellas.

Este es mi compromiso.

*Cofundador de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive

rpatino.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Roberto Patiño Sep 02, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Recorridos por Caracas
Caracas es, hoy más que nunca, un reto y un compromiso para todos aquellos que luchamos por la Venezuela del cambio

 

@RobertoPatino

La ciudad de Caracas es mucho más que una suma de municipios y parroquias que se rinden ante el Ávila. Se ha convertido, en los últimos años, en un mapa social y humano complejo, donde sus habitantes tratan de supervivir en medio del colapso de los servicios públicos y las penurias de la economía. Caracas es, hoy más que nunca, un reto y un compromiso para todos aquellos que luchamos por la Venezuela del cambio que quieren la mayoría de los venezolanos.

Nuestra pasión ha sido siempre el trabajo social y por eso hemos estado involucrados con las comunidades, conociendo y aprendiendo de las experiencias de los liderazgos populares que nacen y maduran en nuestros barrios, un universo de hombres y mujeres que se organizan, trabajan y luchan para conseguir soluciones concretas a sus problemas. Junto con ellos, hemos trabajado para la recuperación de espacios deportivos, en el soporte a las familias más vulnerables, en el saneamiento de espacios públicos, en el apoyo a las iniciativas de emprendimiento y en el apuntalamiento de los nuevos liderazgos populares. 

Conocemos de primera mano estas experiencias exitosas, hemos aprendido y acompañado las iniciativas de un liderazgo popular que cree en un país fundado en los valores de la solidaridad, el emprendimiento y la democracia. Una experiencia de vida que queremos compartir con muchos más caraqueños que desean unirse a un proyecto por el verdadero cambio para su ciudad.

Junto a estos liderazgos y a la organización popular, hemos comprendido la fuerte conexión que existe entre el concepto de “democracia” y el trabajo en las comunidades.

En la medida que la gente se organiza para la solución de sus problemas, se hace dueña de su entorno y de su futuro.

El esfuerzo por mejores condiciones de vida, en el trabajo organizado con la gente, es una escuela de formación de líderes comprometidos con sus comunidades, hombres y mujeres que dan la cara y que responden a sus compromisos. Luchar por mejores condiciones de vida es un modo de trabajar por la democracia en el país, es una apuesta firme por el futuro, por el cambio y por la Venezuela que todos queremos.

En los últimos días hemos estado recorriendo la ciudad de Caracas, un mapa que conocemos bien. Formamos parte, desde hace muchos años, de un movimiento popular que conoce de primera mano los grandes retos que tiene esta ciudad; un proyecto con planes concretos para mejorar las condiciones de vida de los caraqueños, una iniciativa para la recuperación de la calidad de vida y de la democracia. Un proyecto que requiere de la unidad de todos los actores políticos y sociales.

Es una experiencia que se ancla en el trabajo en las comunidades organizadas, los verdaderos actores del cambio en el país. No somos turistas recorriendo una cartografía ajena, ni figuras impuestas atendiendo a razonamientos estratégicos, somos parte de una de organización en las comunidades, a quienes les escuchamos con mucha atención. Es gente que cree que el trabajo por mejores condiciones de vida es una forma de generar progreso en un contexto democrático por el que hay que luchar.

Seguimos recorriendo esta ciudad que conocemos bien, junto con nuestros líderes, amigos y vecinos. Seguiremos convocando a los mejores talentos que quieren un cambio para nuestro país.

¡Acompáñame a caminar por Caracas!

* Fundador de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Conviverpatino.com / En Instagram: robertopatinog

Por Caracas

Por Caracas

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Roberto Patiño Ago 21, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Dueños de nuestro futuro
Seguiremos siendo parte de un movimiento que se extiende con fuerza y que entiende que es el momento en que debemos unirnos y organizarnos, para hacernos dueños de nuestro futuro

 

@RobertoPatino

Durante el recorrido que hicimos en el barrio Nuevo Horizonte constatamos que no existe infraestructura vial para sus vecinos, lo que agrava mucho más las condiciones de vida de las familias de esta comunidad; Daniel nos habló, en La Vega, de su esfuerzo como vendedor de helados, un oficio al que se dedica para apoyar a sus padres y que comparte con sus responsabilidades como estudiante de 4to año de bachillerato; en Carapita hablamos con una familia decepcionada de la “peleadera” de la oposición; en el Barrio 70, en El Valle, pudimos constatar cómo el miedo a la violencia sigue presente en una comunidad que aspira al cambio para vivir en paz. 

Esta ha sido parte de la experiencia que hemos vivido durante nuestros recorridos por Caracas, una ciudad abandonada por las autoridades en medio de una de las mayores crisis de nuestro país en su historia. No somos ajenos a la calle. El contacto directo con la gente es una constante en nuestra vida. Nuestra pasión ha sido el trabajo social, un esfuerzo que ha alentado la organización popular y el apoyo a los nuevos liderazgos que surgen en los sectores populares.

Conocemos muy bien las aspiraciones de un verdadero poder popular que se organiza, de abajo hacia arriba, inspirado en los valores de la solidaridad, el emprendimiento y la democracia.

En Loma Grande y Brisas de Propatria, en la parroquia Sucre, compartimos con las madres del sector la preocupación por mejorar la educación de niños y adolescentes; en La Vega, una comunidad a la que estamos vinculados de un modo muy especial, por ser el lugar donde comenzamos hace unos años este camino por el cambio, pudimos ver cómo los jóvenes se forman en oficios y hacen frente a la dificultades con la voluntad propia de una generación que decidió no rendirse.

La idea que más se repite durante estos recorridos es la necesidad del cambio. Un cambio, nos dicen todas las personas con las que hablamos, que va más allá de la sustitución de las autoridades en el poder; uno que se da con una mayor participación de las comunidades para la construcción de un Estado nuevo. Un poder popular organizado que se hace dueño de su futuro cuando trabaja en la solución de sus problemas cotidianos. Esta es la aspiración que encontramos en la calle.

En San José, en pleno centro de Caracas, conversamos con los comerciantes del sector, un gremio que lucha, como muchos venezolanos, por sacar adelante a su familia en medio de un clima poco propicio para la inversión y teniendo que lidiar con el abuso de las autoridades. A la señora Yelitza la conocimos en la avenida Fuerzas Armadas e inmediatamente se sumó a nuestra iniciativa de buscar el cambio que todos queremos para nuestra ciudad.

Todos los días cosechamos historias como estas, otra evidencia de que la gente se está organizado mucho más allá del reclamo por servicios públicos. Hay un esfuerzo en las comunidades en buscar alternativas para solucionar sus problemas. Una iniciativa donde la participación es espontánea, al entender que, mientras más luchan por la mejora de las condiciones de vida, se hacen dueños de su entorno y de su destino.

Seguiremos en nuestro trabajo social en las comunidades. Estaremos junto con nuestros líderes brindando todo el apoyo que necesitan los caraqueños que sueñan con un cambio real para su ciudad. Seguiremos siendo parte de un movimiento que se extiende con fuerza y que entiende que es el momento en que debemos unirnos y organizarnos, para hacernos dueños de nuestro futuro.

Si quieres conocer más historias como estas, visítanos en Instagram @robertopatinog

Por Caracas

Por Caracas

Fundador de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive

rpatino.com

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Roberto Patiño Jun 30, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Nos vemos en la cancha
Jhonder y Carlos son apenas dos nombres entre muchos líderes sociales que reconstruyen, desde las bases, el tejido social de un verdadero poder popular que lucha por la convivencia

 

@RobertoPatino

Durante todos estos años que hemos podido acompañar y apoyar el trabajo de las comunidades a través del esfuerzo de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive, aprendimos que la violencia en los sectores populares es un proceso mucho más complejo que el reportado en las notas de sucesos. Es una situación donde los vecinos quedan a merced de pequeños grupos armados que secuestran la paz de los ciudadanos, empleándolos como escudos humanos ante un Estado incapaz de garantizar una mínima dosis de convivencia.

En comunidades pacíficas y trabajadoras, la acción de bandas criminales no solo enluta a las familias y les arrebata el derecho a la paz, sino que les va recortando espacios de convivencia, creando una nueva cartografía donde los vecinos son confinados por los códigos impuestos por la violencia.

Derecho a la paz

Derecho a la paz

Esta realidad nos ha llevado a desplegar, junto con nuestros vecinos, líderes y amigos, proyectos donde, a través de la recuperación de los espacios deportivos, se puedan reconstruir las relaciones de confianza en la comunidad ganando, de manera gradual, el pulso a las restricciones que impone la intimidación del crimen.

Ya son quince las canchas reconstruidas en Caracas, un esfuerzo que va más allá del cemento, la cabilla y la pintura. Se trata de  una iniciativa de articulación y organización de las comunidades, un proceso de estudio, trabajo, formación, que ha logrado colocar a la cancha en el rol que le corresponde: un lugar donde comienza la vida del barrio, donde nacen los proyectos comunitarios, donde debutan y crecen los nuevos liderazgos de una ciudad donde sus ciudadanos están convencidos de la necesidad del cambio y que creen en los valores de la democracia, el emprendimiento y la solidaridad.

Con esta experiencia forjada con la fuerza de una comunidad que insiste en recuperar su calidad de vida, se dio inicio a la Tercera Edición de la Copa Convive, un evento deportivo de baloncesto y futbol de sala, que ha logrado convocar a más de 400 jóvenes, entre los 9 y 21 años, que competirán en los espacios intervenidos y recuperados por Caracas Mi Convive.

Nos vemos en la cancha, por Roberto Patiño. Foto Roberto Patiño
La Copa Convive busca restaurar, desde las bases, el tejido social y empoderar a las comunidades. Foto @MiConvive

El objetivo, nos dice Jhonder, uno de los promotores de la Copa y líder involucrado en este proyecto, es visibilizar la organización de las comunidades, celebrar el esfuerzo de unos vecinos “que están demostrando que, cuando somos mejores ciudadanos, ganamos todos”. Es por eso, nos explica, que en esta edición no solo se premiarán las habilidades deportivas de los equipos, sino que habrá un reconocimiento especial a los “campeones de la convivencia”, un baremo, con criterios técnicos muy bien definidos, que medirá el espíritu deportivo de los atletas, el comportamiento de las barras deportivas y el apoyo de la comunidad a sus equipos; en definitiva, un premio a todos aquellos que se esfuerzan por ser mejores ciudadanos.

El deporte en los sectores populares es una de las vías, nos dice Carlos González, facilitador de los talleres de prevención de la violencia y líder social de El Valle, “para evitar que otros jóvenes sean seducidos por el poder que otorga el formar parte de una banda criminal; es un modo de incidir en la autoestima de los chamos y una forma de alcanzar a toda la familia”.

“Cuando un chamo está en la cancha”, nos dice, “hay una madre que no está preocupada por la vida de su hijo».

Tanto Jhonder como Carlos reconocen que el deporte no es la única forma para superar el cáncer de la delincuencia, pero no dudan en considerar que es una manera de luchar contra la violencia, “sin disparar un solo tiro”, acota Carlos, quien nos confiesa que ha quedado sorprendido por la acogida que ha tenido esta iniciativa en las comunidades. “Si ahora contamos con el apoyo de los muchachos, de entrenadores, de árbitros certificados, de líderes deportivos de 12 de las 22 parroquias que hay en Libertador, ¿tú te imaginas lo que podremos hacer el próximo año?”, se pregunta Jhonder a pocas horas de iniciarse el primer juego de la Copa.

Jhonder y Carlos son apenas dos nombres entre muchos otros líderes comunitarios, entrenadores, promotores deportivos, madres, padres y muchachos, que han emprendido un camino complejo, y quizás el menos llamativo, para hacer frente a la violencia, una vía que reconstruye, desde las bases, el tejido social de un verdadero poder popular que lucha por la convivencia pacífica. Este entusiasmo que sentimos a cada paso que nos lleva a la Copa Convive, nos confirma la vitalidad de una sociedad fuerte, organizada que, al luchar por el cambio, crea una energía que nos convierte a todos en ganadores antes de empezar el partido. 

#NosVemosEnLaCancha.

*Director de Alimenta La Solidaridad y Caracas Mi Convive

robertopatino.com

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Roberto Patiño Jun 18, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Bendiciones a La Vega

@RobertoPatino

Con el mismo estruendo de la detonación de un arma larga, la situación de violencia en la parroquia La Vega vuelve a aparecer en la opinión pública nacional de manera recurrente. Un sonido de pólvora y fuego que viene acompañado de llanto y dolor de una comunidad atrapada, secuestrada y agredida por una violencia en la que no participa, ni apoya; una violencia de la que es víctima dentro un juego de poder donde los vecinos de La Vega son fichas de canje y escudo humano de una guerra urbana donde no hay héroes, sino solo víctimas.

Como lo explica en un audio el padre Alfredo Infante, párroco de San Alberto Hurtado de la parte alta de La Vega, a la agresión que se la propina a la comunidad por la ausencia de los más elementales servicios públicos, como lo son el agua y el gas, se le suma ahora la ocupación de los espacios por una violencia que le secuestra a los vecinos su derecho de vivir en paz, convirtiendo a sus habitantes en ciudadanos de segunda, según una inédita cartografía humana dictada por la inacción del Estado.

La Vega es más que una zona de Caracas o unas marcas en el mapa. Es una comunidad vibrante, luchadora, con un tejido social y comunitario activo, con unos líderes que se organizan y participan en la construcción de un proyecto comunitario. Esta parroquia es, en definitiva, un vivero de nuevos liderazgos.

Cuando la violencia sacude a La Vega, el luto se apodera de sus calles y la sangre mancha mucho más que la acera.

Hiere el alma de unos vecinos orgullosos, pacíficos y emprendedores que luchan constantemente por hacer de su barrio una verdadera comunidad.

Resulta asombroso que en medio de esta violencia que mantiene en vilo a un sector importante de la ciudad de Caracas, a pocos kilómetros del Palacio de Miraflores, sede del “poder” en Venezuela, el régimen exponga, como única explicación posible teorías conspirativas donde la oposición financiaría a estos grupos armados; un irresponsable e insólito alegato que pretende llevar al campo del estéril debate ideológico, algo tan esencial como el derecho que tienen los ciudadanos de vivir en una comunidad que no sea un escenario de guerra.

Con este mezquino argumento, el régimen abandona su responsabilidad y apuntala la creencia de que La Vega es una comunidad violenta, dispuesta a tarifar su paz a los mejores postores. Los venezolanos sabemos bien que nuestros vecinos de La Vega son las víctimas de las bandas criminales y de unos cuerpos de seguridad que abordan esta situación con una violencia mal planificada donde, por lo general, el inocente es víctima de violación de sus derechos humanos, como hemos podido confirmar a través del trabajo de Caracas Mi Convive y el Monitor de Víctimas.

Derecho a la paz

Derecho a la paz

Al igual que el padre Alfredo Infante, nos solidarizamos con las víctimas en La Vega y renovamos nuestro compromiso de apoyar esta comunidad en el trabajo que venimos realizando desde Alimenta la Solidaridad y Caracas mi Convive. Llevamos muchos años trabajando en esas calles y sabemos de primera mano, junto con nuestros líderes, amigos y vecinos, que La Vega es mucho más que la violencia, que existe una comunidad vibrante que lucha por la Venezuela que todos queremos, una fundada en los valores de la solidaridad, la democracia y el emprendimiento.

Junto con el padre Alfredo, pedimos que Dios bendiga a La Vega en una oración que sea a un mismo tiempo religiosa y laica, es decir, convocamos las bendiciones de Dios y el esfuerzo de todos los vecinos de esta parroquia, sabemos que juntos podremos lograr el cambio que se merece esta parroquia.

Seguiremos trabajando para que estas oraciones encuentren una comunidad organizada, empoderada y dispuesta a recuperar los espacios robados por la violencia y abandonados por el Estado. Sabemos que el cambio es posible.

Que Dios bendiga a La Vega.

* Roberto Patiño es director de Alimenta La Solidaridad y Caracas Mi Convive

robertopatino.com

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Roberto Patiño Jun 03, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Aliados para el cambio

@RobertoPatino

A lo largo de estos años de trabajo en las comunidades, junto con nuestros líderes, vecinos y amigos, hemos aprendido que, para garantizar el crecimiento y continuidad de los proyectos, es necesario trascender las agendas personales y mirar por encima de la disyuntiva entre lo urgente y lo necesario.

Hemos transitado por un camino de crecimiento personal y colectivo que nos ha enseñado que el trabajo por la Venezuela que queremos exige compromiso y unidad de todos frente a los retos que tenemos por delante.

Apoyar en la búsqueda de soluciones tiene que ir más allá de los límites definidos en un proyecto, hasta lograr imbricarse plenamente con el tejido social, los nuevos liderazgos, las iniciativas populares. Solo así podemos tener una garantía de que estas iniciativas adquieran un vida propia y se fortalezcan con el paso del tiempo.

La esperanza como reto

La esperanza como reto

Por ejemplo, el plan de apoyo a la nutrición en niños, jóvenes y adultos mayores, que llevan adelante los 240 comedores de Alimenta la Solidaridad en 15 estados del país, sería imposible de llevar adelante sin la presencia y activismo de nuestros líderes; requiere de todo un sistema que refuerce el trabajo educativo con los niños, que acompañe y fortalezca el liderazgo femenino, que trabaje con los efectos de la violencia en las comunidades. Además tiene que contar con un sistema de trabajo en red, que ayude a fortalecer los lazos entre los comedores y la comunidad.

Lo que comienza siendo un primer paso para apoyar a las personas más vulnerables, crece hasta convertirse en un punto de encuentro de la comunidad, un espacio para el nacimiento de nuevos liderazgos, un momento para la reflexión del país que queremos y una vía para lograr el fortalecimiento de un poder popular que lucha por apropiarse de su entorno y su destino.

Frente a los retos que tiene nuestro país, tenemos que convertir estas experiencias en un aprendizaje vivo y consciente que nos confirme que existe un camino para el cambio; que hay elementos que nos unen como sociedad: el compromiso por la solidaridad y la lucha por un país que cree en los valores de la iniciativa, el esfuerzo y la democracia.

Teniendo presente todo lo que hemos aprendido, desde hace unas semanas nos hemos reunido con representantes del gremio de transportistas a fin de escucharlos y explorar propuestas de trabajo que ayuden a estos profesionales a estrechar sus vínculos con las comunidades y evaluar opciones para mejorar la calidad del servicio que prestan. Hemos ayudado, junto con nuestras comunidades organizadas, a desmontar algunas barreras que han separado a los vecinos de estos servidores públicos que también sufren la realidad que vivimos.

De igual forma, mantenemos el contacto con el personal sanitario que lucha contra la pandemia y hemos conocido de primera mano la tragedia humanitaria que vive el país. Junto con ellos, hemos alzado la voz para exigir mejores condiciones de trabajo y la llegada de las vacunas.

Para crecer como sociedad tenemos que apuntalar estas alianzas, restablecer los vasos comunicantes entre los ciudadanos y los gremios profesionales, el comerciante y el vecino, el empleado público y las personas a las que debe servir. Hay que lograr pactos, nuevos y mayores, para superar los límites que nos quiere imponer un régimen que aspira a dividirnos para debilitarnos.

El camino apenas comienza, y tenemos por delante un trabajo tan exigente como nuestro compromiso. En los últimos años, junto con nuestros líderes, hemos podido construir una experiencia de vida y de trabajo que quiere convertirse en un proyecto, una lucha por el cambio, un compromiso real, urgente y necesario por la ciudad y el país que queremos. Solo unidos podremos estar a la altura de nuestras aspiraciones como sociedad.

* Director de Alimenta La Solidaridad y Caracas Mi Convive

robertopatino.com

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Roberto Patiño May 17, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Dar con gusto

@RobertoPatino

Hay un hilo que conecta a todos los venezolanos que hay por el mundo y que va más allá de nuestro amor por la música, la sonrisa fácil, el acento caribeño incapaz de ocultarse detrás de otro idioma, o las bendiciones de nuestra gastronomía que compartimos por todos los rincones del planeta donde hay uno de nosotros, un vínculo que nos identifica en lo más genuino que somos como venezolanos: la solidaridad.

Inspirados en este sentimiento, desde el 9 de mayo se ha difundido por redes sociales un video para conmemorar los 5 años de Alimenta La Solidaridad (AS), producido por un grupo de talentosos músicos, cantantes y artistas, donde se versiona, al ritmo de la “jota carupanera”, la canción Dar es dar de Fito Páez, hasta convertirla en el himno de “Dar con gusto”, una invitación para que todos los venezolanos y ciudadanos del mundo, amigos de este pueblo.

La fecha escogida para el lanzamiento fue precisamente el Día de la Madre como un agradecimiento a las miles de mujeres que prestan su trabajo voluntario para esta labor y representan la fuerza de AS.

Con 240 comedores en 15 estados del país, Alimenta la Solidaridad ha atendido a 26.000 personas y repartido 10 millones de platos de comida. Todo un logro que se enmarca en un esfuerzo mayor y que incluye la formación de madres y niños, el acompañamiento en el trabajo en redes en las comunidades y, sobre todo, la formación y apuntalamiento de nuevos liderazgos comunitarios que ayudan a construir un camino para la superación y el cambio.

Hoy la crisis humanitaria generada por el régimen en nuestro país está en la agenda de las principales democracias del mundo y en la cabecera de muchos portales de noticias. Nos hemos convertido en un tema de preocupación para las personas, medios y líderes que miran más allá de sus intereses; somos una coordenada, un punto en el mapa, un rostro y una voz para todos aquellos que se preocupan honestamente por la crisis social que afrontamos, por las violaciones a los derechos humanos que padecemos y la pérdida de nuestras libertades civiles.

Es una agenda extensa, a veces agotadora, ¡lo reconocemos!, pero que los verdaderos demócratas del mundo, saben ponderar en su importancia, sin cálculos mezquinos o indiferencias burocráticas. 

“Dar con Gusto” es mucho más que una campaña para difundir la labor de Alimenta la Solidaridad.

También aspira a convertirse en un punto de encuentro de todos los venezolanos, un espacio para la reflexión, para ayudarnos a repensar nuestro trabajo y compartir las experiencias positivas, que día a día nos muestra un verdadero poder popular que se organiza y trabaja por su futuro, un esfuerzo vital que se despliega desde los valores de la solidaridad, la producción y la democracia.

Dar con Gusto nos convoca, desde nuestra realidad, a pensar en el país. Es una invitación a difundir en el mundo lo que ocurre en Venezuela, a convertir el caso venezolano en algo que supere el titular triste y la crónica oscura; a seguir siendo un tema de interés para quienes aman la democracia y la libertad. Somos un país con problemas muy graves generados desde el poder, pero también somos un pueblo que se define por su esfuerzo, su capacidad de trabajo, su alegría y, sobre todo, por su solidaridad, un valor que une a todos los venezolanos en el mundo que se sienten convocados a dar con gusto por su país.

* Director de Alimenta La Solidaridad y Caracas Mi Convive

robertopatino.com

Dar con gusto

La versión venezolana de la canción Dar es dar, del cantante argentino Fito Páez, fue producida por el músico cumanés y ganador del Grammy latino Jorge Glem. En esta versión se unieron más de 20 músicos venezolanos, entre los que se encuentran los también galardonados con el Grammy, Rodner Padilla, César Orozco y Diego Álvarez. Los acompañaron Cheo Pardo, Víctor Muñoz, Karina, Pedro Castillo, Betsayda Machado, Simón, Elisa Vegas, Claudia Lizardo, Alessandra Abate, Liana Malva, Luke Grande, Ricardo del Búfalo, Natasha Bravo, Reyes, Alberto Arcas y la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas Abr 23, 2021 | Actualizado hace 1 mes
La sociedad civil en la mira

@AAAD25

Desde hace más de dos décadas, los venezolanos hemos tenido un hábito muy triste pero acaso inevitable. A saber, compararnos con Cuba para entender cuán grave es nuestra situación en materia de derechos civiles y políticos. Dije que es «inevitable» porque el chavismo, una vez en el poder, no tardó mucho en hacer del régimen antillano su principal referente. Sin que ello negara en absoluto nuestra decadencia, por mucho tiempo pareció que estábamos en el lado favorable de la comparación. Incluso cuando la persecución de dirigentes opositores se agravó, a partir de 2014. Porque aunque el entorno político empeorara, la sociedad civil venezolana lucía en líneas generales mucho menos limitada por disposición de los poderosos que la cubana. Podíamos ver expresiones de disidencia y crítica, ajenas a la búsqueda del poder político, que son impensables en La Habana. Pues eso pudiera estar cambiando. Ante una dirigencia opositora en buena medida desarticulada, estratégicamente estancada y que, por tanto, no le representa un problema mayúsculo, el régimen puede dedicar sus esfuerzos a otros elementos que le son molestos. Así que es la sociedad civil la que ahora está en la mira.

Antes de proseguir, me permito un paréntesis teórico, para quienes no estén familiarizados con el concepto. Por «sociedad civil» entendemos al conjunto de individuos ajenos al Estado y a las organizaciones que aspiran a ejercer el poder del Estado (i.e. los partidos políticos). Hegel fue el primer pensador relevante en plantear esta distinción, al remarcar el carácter privado de la sociedad civil y caracterizarla como el dominio de las necesidades y relaciones económicas. Es una forma alterna de asociarse para el beneficio material mutuo. Siguiendo los pasos de Hegel, Tocqueville señala que la asociación privada (sociedad civil), tanto como la pública (sociedad política), es un blindaje contra la tiranía del egoísmo desmedido.

Aunque esta definición se concentre en la producción económica y material, la complejidad de las comunidades humanas ha obligado a expandir la idea de sociedad civil para incluir asociaciones religiosas y aquellas que aspiran a tener algún impacto público sin buscar el poder del Estado, ni algún propósito financiero o de culto. Son estas últimas las que conocemos como organizaciones no gubernamentales.

De vuelta a nuestro contexto venezolano, no hay hueso de la sociedad civil con suficiente calcio como para ser invulnerable a las pretensiones de sometimiento emanadas del régimen.

Vean nada más la situación del endeble mundo empresarial nacional. Pero las ONG, junto con los medios de comunicación, son las que están hoy en mayor peligro. Precisamente porque son la parte de la sociedad civil más próxima al ámbito público. Disculpen la tautología, pero se aclara en su denominación categórica que son «no gubernamentales» para aclarar que no son parte del gobierno, ni aspiran a serlo, aunque cumplan una función similar. Dicho coloquialmente, las ONG bailan más pegado al Estado que muchas otras partes de la sociedad civil. Ergo, tienden a ser más críticas del desempeño del Estado y a manifestarse con mayor activismo, lo que las hace más indeseables para los gobiernos. Y cuando los gobiernos no son democráticos, las ONG son más vulnerables a las represalias arbitrarias del poder público.

Las ONG venezolanas lo estás viviendo justo ahora. Ellas y sus líderes han sido el blanco de una retahíla de amenazas y acusaciones que pretenden criminalizarlas, asociándolas absurdamente con supuestos grupos delictivos cuya identidad, para variar, no es especificada ni mucho menos comprobada. De las arremetidas verbales se pasa a las físicas, como ocurrió a cinco miembros de la organización Azul Positivo, dedicada a la prevención del VIH y a asuntos de salud sexual relacionados. Los acusaron de varios crímenes, los mantuvieron un mes tras las rejas y luego los excarcelaron, pero con la obligación de presentarse cada 30 días ante un tribunal.

Lo más reciente en la campaña que pone a las ONG en jaque es una normativa, publicada en Gaceta Oficial, con el nombre pomposo de «Registro Unificado de Sujetos Obligados ante la Oficina Nacional contra la Delincuencia Organizada y el Financiamiento al Terrorismo». Este dispositivo del régimen pretende obligar a las ONG a que reporten al Estado información sobre todas sus actividades y fuentes de financiamiento.

Si alguien a estas alturas pudiera tener dudas sobre lo que subyace en estas exigencias, solo tiene que prestar atención al aparato de propaganda de la elite gobernante, en el cual pululan las referidas acusaciones sobre vínculos con el mundo del crimen. Viendo en retrospectiva lo que el régimen ha entendido por «crimen», no hay que ser muy perspicaz para prever que cualquier fuente de financiamiento para las ONG que choque con los intereses de la elite gobernante pudiera ser tildada de «ilegítima», poniendo así en aprietos a los beneficiarios. Como en muchas otras instancias descritas con lujo de detalle en esta columna, el modelo a seguir es la Rusia de Vladimir Putin, donde las organizaciones no gubernamentales son sometidas a una vigilancia férrea para que no hagan nada que moleste al gobierno. En Moscú, el financiamiento es a menudo la excusa.

Pero la cosa no termina ahí. Como explicó Rafael Uzcátegui, coordinador general de la organización defensora de DD. HH. Provea, la norma también pretende que las ONG revelen los datos de sus beneficiarios. Es decir, de aquellas personas a las que les brindan algún bien o servicio. En el caso de Provea, que ha sido incansablemente diligente recibiendo denuncias de violaciones de Derechos Humanos por agentes del Estado, la revelación es una delación. La consecuencia obvia en un contexto de falta de Estado de Derecho es que las personas con denuncias se inhiban de hacerlas por miedo a represalias.

Discúlpenme si en mis artículos vuelvo a menudo al ensayo de los politólogos Juan Linz y Alfred Stepan sobre los rasgos de las sociedades democráticas, pero es que resulta una herramienta teórica muy conveniente para entender varios fenómenos de la Venezuela actual. Como he dicho antes, para estos dos expertos, una sociedad civil autónoma del Estado es una de las cinco «esferas» necesarias para considerar que dicho Estado es democrático. Al darle un rango igual al de los partidos políticos (otra de las «esferas»), los autores se atienen a la distinción hegeliana. Si las organizaciones de la sociedad civil no pueden actuar con independencia ni oponerse a los designios del gobierno, democracia no hay.

Seguro es más fácil apreciar la teoría cuando el blanco es una ONG como Provea. A partir de lo que su trabajo de denuncia supone para los poderosos, las motivaciones para atarle las manos son obvias. Pero, ¿qué hay de una ONG como Alimenta la Solidaridad, que se dedica a brindar comida a personas demasiado empobrecidas como para procurarse por sus medios una dieta completa y saludable, con foco en los niños en tal situación? En noviembre pasado denunciaron el congelamiento de sus cuentas bancarias por la Sudeban. Su director, Roberto Patiño, fue acosado por policías al punto de que tuvo que pasar un mes escondido. En fin, ¿quién pudiera objetar las labores humanitarias de Alimenta la Solidaridad o de Azul Positivo?

Marino Alvarado, coordinador de Investigación de Provea, explicó en una entrevista a Prodavinci que las ONG de este tipo entorpecen el control social del régimen sobre las masas al realizar una provisión alternativa de bienes de primera necesidad que no está condicionada a lealtades políticas de los receptores de la ayuda. Al distribuir esos bienes, también es posible que las ONG reduzcan la oportunidad de hacer negocios con sus equivalentes controlados por el Estado. Ello sería consistente con los postulados de Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith, otro dúo de politólogos en el elenco habitual de esta columna, según los cuales los regímenes no democráticos no desaprovechan oportunidades de obtención de recursos para repartir entre su coalición ganadora (el conjunto de individuos que los mantiene en el poder al margen de los deseos de la mayoría de la ciudadanía) y así mantenerla satisfecha y fiel. Todo puedo ser usado con tales fines. Hasta los productos indispensables para la vida humana.

En conclusión, la situación de las ONG venezolanas es muy preocupante. Por eso ellas están llamando la atención y pidiendo el respaldo del resto de la sociedad.

Desatender el llamado sería el colmo de la ingratitud. Esas ONG han estado al pie del cañón en la defensa de nuestros derechos. Piensen en las miles de personas que han comido gracias a Alimenta la Solidaridad, en las denuncias de Provea fuera del país o en el Foro Penal velando por los presos políticos. Yo no sé cuáles son los pasos específicos que debemos dar en este contexto tan complicado nuestro, agravado por la pandemia de covid-19. Pero me niego a abandonar a un componente importantísimo de la sociedad civil a su suerte. Como dice la consigna del momento: salvemos las ONG.

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