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#23Ene

En mensaje por el #23Ene la oposición exige nuevamente que se anuncie fecha de presidenciales
La Plataforma Unitaria afirmó que hoy en día hay suficientes razones para retomar el espíritu y los propósitos que desembocaron el acontecimiento histórico, al tiempo que ratificaron su apoyo a María Corina Machado

 

Este martes, 23 de enero, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) envió un comunicado al país para exigir que se anuncie la fecha de las elecciones presidenciales.

El mensaje lo emitieron a propósito de conmemorarse hoy 66 años de la caída de la dictadura militar de Marcos Pérez Jimenez.

«Exigimos que se fije la fecha de la elección presidencial , así como el cronograma electoral integral que garantice las condiciones electorales a las que tiene derecho el pueblo venezolano», dice parte del comunicado.

A través de su cuenta en X, antes Twitter, la Plataforma Unitaria afirmó que hoy en día hay suficientes razones para «retomar el espíritu y los propósitos que desembocaron el acontecimiento histórico», al tiempo que ratificaron su apoyo a María Corina Machado.

«Hoy 23 de enero reafirmamos nuestra lucha pacífica por ser un pueblo libre, nuestra convicción en el voto como herramienta de cambio y nuestra exigencia, junto a la candidata de todos los venezolanos, María Corina Machado», se lee en el texto.

presidenciales

Alejandro Armas Ene 25, 2019 | Actualizado hace 2 semanas
Tres efemérides

HISTÓRICO. NO PUEDO PENSAR EN UN MEJOR ADJETIVO para calificar los hechos del 23 de enero de 2019. Tras año y medio de estancamiento, desorientación y yermas peleas internas, la dirigencia opositora dio un paso enorme. Son muchas primeras veces acumuladas en un solo día. En efecto, el país ha entrado a una dimensión desconocida, en la cual la incertidumbre y el temor asociado con la misma solo es compensado por la emoción reflejada en los rostros que desbordaron una de las encrucijadas más transitadas de Caracas. Muchos rieron, otros lloraron y aun otros manifestaron ambos síntomas sentimentales. Hay experiencias de éxtasis colectivo tan rotundas que pueden viajar, cual ondas sísmicas, y hacerse sentir a distancias enormes de su epicentro, para quienes guardan alguna conexión con su origen. Así fue como me estremecí en el momento telúrico, a pesar de estar en un rincón de Manhattan a miles de kilómetros de Venezuela, rodeado de caras extrañas, sin poder ver ninguna de las sonrisas y lágrimas tan abundantes en la corona de Suramérica en aquel momento. Sin poder escuchar vivas al terruño donde nací y crecí. Sin poder ver un tricolor estrellado, excepto por el que rodeaba mi muñera en un formato de goma.

Para la ocasión fue escogido el sexagésimo primer aniversario de un momento trascendental en la evolución de Venezuela, con la esperanza de que el simbolismo de la efeméride ayudara a movilizar a la ciudadanía. Acaso no hacía falta la coincidencia, puesto que la situación calamitosa en la que se encuentra el país da argumentos de sobra para expresar exigencias  de cambio. Y en efecto, la concurrencia fue enorme. Más que la “mamá de las marchas” fue el cabildo de cabildos, por usar el término que el liderazgo disidente empleó para referirse a las asambleas de ciudadanos de las últimas semanas y que tuvieron un éxito sorprendente. Fueron los actos políticos de mayor asistencia y entusiasmo desde que culminaron las protestas de 2017, muy a pesar de los intentos de ridiculizar la convocatoria con alusiones a una nostalgia vulgarmente romántica por episodios decimonónicos. Aunque estas burlas fueron esgrimidas desde una tribuna de pedantería malintencionada, no deja de ser cierto que ese “Venezuela nació en un cabildo”, proclama bastante pronunciada estos días, está equivocado. Como con el 23 de enero, el propósito sería dotar al momento actual de un aura patriótica que haga sentir a sus participantes ser herederos del proceso independentista. Aunque la intención no es mala, cabe hacer algunas aclaratorias históricas.

Venezuela como Estado independiente de España no nació el 19 de abril de 1810, pues los lazos con la monarquía borbónica no fueron rotos. Lo que sí ocurrió entonces fue que por primera vez en la colonia entre Maracaibo y Guayana se constituyó un gobierno en manos de personas nacidas ahí, en lugar de emisarios de la Corona nacidos en Europa. Pero el interés original de ese gobierno de criollos era preservar los vínculos de Caracas con quien era considerado su soberano legítimo. El capitán general Vicente Emparan tenía fama de afrancesado, de simpatizante de la usurpación del trono hispano por el hermano de Napoleón, lo cual produjo preocupaciones entre la elite nativa, la cual no podía ver con buenos ojos la importación de ideas revolucionarias galas asociadas con la rebelión de esclavos y total subversión del orden social en Saint-Domingue (y que en la colonia venezolana tuvo un débil reflejo en el alzamiento de José Leonardo Chirinos). Es en este contexto de ansiedad en el que se desarrolla el mítico cabildo abierto durante el cual Emparan habría preguntado a las masas caraqueñas si deseaban su permanencia en el cargo de gobernador, a lo que el pueblo respondió negativamente por instrucciones sacerdotales. No es mi intención discutir la veracidad de este relato un tanto infantil. El punto es que la gente reunida frente a la sede del poder no tenía idea de las implicaciones políticas que en efecto o en potencia tendría el repudio a Emparan. Aquel “no” distó de ser un reclamo liberal, patriótico o emancipador. Semejantes abstracciones no eran lo que aquella colectividad tenía en mente.

En cuanto a la elite que tomó las riendas dejadas por el capitán general, lo que hizo fue formar una Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Es decir, asumió un compromiso de encargarse de la colonia mientras el monarca estuviera en cautiverio bonapartista. Fue más de un año después, tras la expansión de ideas radicales mediante la Sociedad Patriótica y la convocatoria de un congreso de las provincias venezolanas, cuando los acontecimientos giraron hacia la independencia. Hubo muchas dudas y fue solo en los últimos días antes del 5 de julio de 1811 que se formó un acuerdo lo suficientemente grande entre los criollos como para declarar la Primera República. Argumentos de teoría política (y una que otra ambición de poder) privaron sobre cualquier nacionalismo incipiente.

Muy distinto fue lo acontecido casi siglo y medio más tarde, cuando al despotismo de Pérez Jiménez le llegó su hora. El énfasis en una sola fecha con motivo de celebración se presta para que, también, esta etapa de nuestra historia sea malinterpretada. No se trató de una épica colectiva en la que los habitantes de Caracas, cuya modernidad física contrastaba con los vestigios arquitectónicos presentes desde mucho antes de 1810, se alzaron espontáneamente, al punto de convencer al dictador de que su no renovable pescuezo peligraba y de que mejor era huir en el bovino alado. Fue más bien un proceso que se remonta a la segunda mitad de 1957. Cualquier vestigio de competitividad democrática fue eliminado de un zarpazo con la sustitución de unas elecciones, constitucionalmente mandadas, por un plebiscito que de paso se desarrolló bajo fraude grotesco. Ello persuadió a los partidos políticos no clandestinos a unirse a los que sí estaban proscritos para formar la Junta Patriótica. Dicha entidad tramó una exitosa estrategia de agitación contra la dictadura que poco a poco fue conectándose con la ciudadanía, empezando por valientes estudiantes que antes de que terminara el año ya estaban manifestando. Estas actividades, en conjunto con un inesperado agotamiento de la bonanza económica de los años 50, jugaron un papel determinante en el quiebre del respaldo al régimen por parte de todos los pilares sociales que lo legitimaban: la Iglesia, el empresariado y, por último, los militares. Fueron meses de activismo político y rebeliones que desembocaron en la huelga general iniciada el 21 de enero de 1958. Fue solo entonces cuando el estallido de descontento se masificó y se produjeron las célebres imágenes de las calles capitalinas tomadas por ciudadanos en alza. Al poco tiempo Pérez Jiménez escapó.

Lo que ha venido ocurriendo en Venezuela recientemente tiene mucho más que ver con el proceso concluido el 23 de enero de 1958 que con el 19 de abril de 1810. Una dirigencia opositora perdida en enfrentamientos fratricidas e incapaz de tomar acciones impactantes como parte de su misión de lograr el cambio político de pronto pudo cohesionarse en torno a una decisión y reconectarse con la ciudadanía decepcionada y frustrada. Para ello fue tendiendo puentes con los sectores de la sociedad civil que hoy la apoyan y volviendo a ganarse la confianza del venezolano común mediante convocatorias audaces. El ambiente ha sido tal que antes y después de este 23 de enero ha habido protestas políticas no convocadas por el liderazgo, en zonas humildes de Caracas y otras ciudades del país. Este es el espíritu del 23 de enero evocado por Luis Castro Leiva en su celebérrima alocución para recordar los 30 años de la efeméride, un espíritu que esta vez se resiste, en lucha metafísica, al fantasma que invocaron Marx y Engels al otro lado del Atlántico en 1848.

Pase lo que pase a partir de ahora, el 23 de enero de 2019 tiene un puesto asegurado en los anales republicanos de Venezuela, junto con el 19 de abril y su hermano homónimo de hace 61 años. Cierro con una cita atribuida a alguien que no fue amigo de la república original pero que, no obstante, es muy pertinente al país hoy: Alea iacta est. Toca a cada quien poner de su parte para que Venezuela halle el camino que tanto le urge al otro lado del Rubicón. Adelante, pues. 

 

Juan Guaidó aseguró que recibió total respaldo de Pedro Sánchez
EL MÁXIMO REPRESENTANTE DE LA ASAMBLEA NACIONAL (AN), Juan Guaidó, aseguró este jueves que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, le manifestó su «total respaldo», luego de que ayer se juramentara como presidente encargado de Venezuela.

El ministro de Asuntos Exteriores de España, Josep Borrell, aseguró hoy que su país promueve una reunión de cancilleres europeos para analizar la situación de Venezuela que permita hallar «la mejor manera de apoyar elecciones libres».

En declaración a los medios, el funcionario indicó que el Gobierno de Nicolás Maduro «es ilegítimo», aunque no manifestó de forma explícita si España reconocía o no la presidencia encargada de Guaidó.
«Vamos a procurar unas elecciones. No sabemos cómo, y eso plantea un problema de efectividad», expresó Borrell, reseñado por AFP.
El miércoles el jefe legislativo Juan Guaidó se juramentó como presidente encargado de Venezuela en el marco del «Gobierno de transición» que impulsa el Parlamento.
EEUU, Canadá, 11 de los 14 países del Grupo de Lima, Dinamarca, Georgia, Kosovo, la OEA y el Parlamento Europeo han manifestado su reconocimiento a Guaidó como presidente; mientras que Rusia, Cuba, México, Uruguay, Bolivia, Turquía y Nicaragua lo han hecho en apoyo a Maduro.
Tras el reconocimiento de Estados Unidos a Guaidó como presidente encargado, Maduro rompió relaciones diplomáticas con ese país norteamericano y dio 72 horas a los diplomáticos de esa nación para que abandonaran Venezuela.
En una desafiante respuesta, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, aseveró que el mandatario oficialista -a quien calificó como expresidente- no tiene la «autoridad legal» para romper relaciones diplomáticas.
El presidente del Parlamento a su vez, a través de un comunicado solicitó a las representaciones diplomáticas que permanezcan en el país, apelando a «el poder legítimo de Venezuela» que le concede la Constitución.
Previo al acto de juramentación del jefe legislativo, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) exhortó al Ministerio Público (MP) investigar la «usurpación» de funciones de la AN, esto luego de que este último poder público designara un representante de Venezuela ante la OEA.
Durante tres días consecutivos se han registrado protestas en Caracas y en el interior del país que han devenido en muertes, detenidos y comercios violentados.
Los 4 Jinetes del Apocalipsis: Corrupción, Incompetencia, Dogmatismo e Ignorancia, por José Toro Hardy

EN 1998 HABÍA ALCANZADO EL PODER EN VENEZUELA, vía electoral, un militar retirado en cuyo récord se encontraba una intentona de golpe de estado y su desprecio por la democracia.

Aunque sus ideas parecían un ventorrillo de incoherencias y su formación era pobre, su elocuencia fue capaz de hipnotizar amplios sectores de la población.

Llegó así a la presidencia. A la locuacidad del aventurero se le sumó un golpe de suerte excepcional. A partir del año 2000 estalla un “súper ciclo de commodities”, fenómeno que sólo ha ocurrido cuatro veces en doscientos años en el mundo. El precio de todas las materias primas, particularmente del petróleo, se disparó a niveles nunca antes soñados por un lapso de tiempo casi tres veces mayor al de un ciclo económico convencional. Era como un incontenible maná caído del cielo.

Los años de abundancia no fueron aprovechados por el líder para crear una economía sustentable. “Exprópiese, exprópiese” fue su lema. Mediante un populismo exacerbado se concentró en tres objetivos: demoler la institucionalidad (incluyendo la militar), crear un partido político que pudiese garantizar el control del poder indefinidamente y destruir el aparato productivo -no sé si por dogmatismo o incompetencia- quizá para crear una dependencia absoluta con respecto al Estado.

Aquel líder falleció y su sucesor no reúne las condiciones mínimas. Además, el “súperciclo de commodities” llegó a su fin y a la caída de los precios del petróleo se le suma la vertiginosa debacle de la producción, resultado de la incapacidad absoluta de quienes han manejado la industria.

El fin del referido ciclo ya se llevó por delante a casi todos los viudos del Foro de São Paulo: Lula, Dilma, Fernando y Cristina Kirshner, Rafael Correa, Fernando Lugo y Zelaya. Quedan otros que a juzgar por los acontecimientos pudieran estar de salida.

Cuatro Jinetes del Apocalipsis destruyeron a Venezuela en las últimas dos décadas: la corrupción, la incompetencia, el dogmatismo y la ignorancia.

En medio de un autoritarismo creciente, en poco más de cuatro años el PIB se ha reducido a la mitad. La hiperinflación es la más alta del mundo. Un déficit fiscal inmanejable cubierto con dinero inorgánico del  BCV, que no hace más que arrojar gasolina al devastador fuego de la hiperinflación. La industria petrolera, que aporta el 96% de las divisas, aniquilada. El cierre de miles de industrias. La expropiación de más de seis millones de hectáreas que antes eran productivas y ya no lo son, dando lugar a una brutal escasez de alimentos que sumada a la falta de medicinas y al colapso de los servicio de salud, nos sume en una profunda crisis  humanitaria. El default en el pago de la deuda y sus consecuencias. La destrucción del signo monetario. El colapso de los servicios públicos. El creciente número de arbitrajes perdidos y el riesgo de perder activos vitales como Citgo. El empobrecimiento incontenible de la población y la migración masiva de millones de venezolanos.

A todo ello hay que  agregar un aislamiento internacional sin precedentes. Infinidad de países se niegan a reconocer la legitimidad de un presidente surgido de unas elecciones anti democráticas. Y, además,  el inmenso peso moral de las palabras de nuestros Obispos que también desconocen la legitimidad del régimen.

Sólo faltaba un elemento: el pueblo en la calle. Para el momento en que este artículo sea publicado, ya habrá pasado el 23 de enero. Será un día decisivo a partir del cual, pase lo que pase, la cadena de acontecimientos luce indetenible. El país se está uniendo en torno a la incuestionable legitimidad y autoridad moral de la Asamblea Nacional y de su presidente, Juan Guaidó. Todos esperan que ese día Guaidó se juramente. Si llega a hacerlo frente a una concentración de ciudadanos que se espera pueda batir récord, no cabe duda que contará también con el respaldo mayoritario de la comunidad internacional.

Históricamente la legitimidad ha sido la clave que determina el veredicto final de quienes detentan el uso de las armas. Pérez Jiménez o Fujimori creyeron hasta el final que esas fuerzas les eran incondicionales. Lo fueron hasta que dejaron de ser legítimos. Después perdieron su apoyo.

Ninguno de los elementos antes mencionados, individualmente, parecía capaces de producir el cambio que anhelan las mayorías. Sin embargo, la suma de todos ellos augura finalmente un rumbo.

@josetorohardy

En Catia “no hay chavistas ni opositores, sino el barrio arrecho”

A LA CONMEMORACIÓN de los 61 años de la caída de Marcos Pérez Jiménez la antecedió una serie de protestas en el oeste de la capital venezolana. La parroquia Sucre ha sido reconocida por apoyar a los gobiernos chavistas durante años; sin embargo, la noche antes del 23 de enero se quemaron cauchos, se partieron botellas y se lanzaron piedras en varias barriadas.

A las siete de la mañana había calma, pero en la avenida Sucre, justo frente al liceo Miguel Antonio Caro, centro electoral en el que vota Nicolás Maduro, aún se sentía el olor del humo producto de la quema de cauchos. Comerciantes de la zona contaron que la manifestación comenzó cerca de las ocho de la noche; la Policía Nacional Bolivariana no tardó en aparecer, pero el descontento no paró hasta las doce.

Danyerling vive en plena avenida Sucre y nunca había visto una protesta en el sector; quizás por eso no supo qué hacer. En lo que sintió el picor en la nariz por los gases lacrimógenos, agarró a sus dos niños y se fue a casa de un familiar en Altavista, una de las urbanizaciones cercanas.

Allí, los vecinos parecían no haber sido alterados por los disturbios. Jesús Bustamante, residente de la calle Estadio de Altavista, no escuchó ni vio nada. Tampoco esperaba nada de este 23 de enero; ni siquiera pensó en participar en la convocatoria de la Asamblea Nacional, a pesar de ser contrario al Gobierno y haber marchado durante 2017. “No vale la pena salir, no sirve de nada. ¿De qué sirvió todo lo que pasó hace dos años?”

Pero en los barrios El Amparo, Niño Jesús y El Mirador ya están cansados, según Fran, un habitante del sector. Desde la avenida Simón Bolívar hasta el kilómetro 10 de El Amparo, personas de todas las edades salieron de sus casas para protestar en contra de Nicolás Maduro el martes 22 de enero.

Los comercios de las zonas no habían abierto cerca de las 10 de la mañana. Los vecinos hablaban sobre lo ocurrido la noche anterior; incluso alguien expresó que se sentía como en Nochevieja. “Feliz año, vecino, se acabó lo que se daba”. Todos reían.

Fran cree que este 23 de enero será diferente porque los sectores populares ya no aguantan al gobernante: “Mira, éramos uno. No había chavistas ni opositores, sino el barrio arrecho. Ya la gente está cansada”.

 

Diosdado Cabello: Si algo nos pasa, el que venga detrás tome la bandera”

EL PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE Diosdado Cabello, convocó el 23 de enero a los seguidores del chavismo a realizar una “vigilia” en el Palacio de Miraflores, momentos después de que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, asumiera las competencias de jefe interino de Venezuela.

Desde la Plaza O’Leary -donde se esperaba que Nicolás Maduro ofreciera un discurso y no apareció- Cabello aseveró que la dirigencia opositora “no tiene límites, no tiene vergüenza, no tiene escrúpulos para violar la Constitución”, ya que a su juicio, el llevar a cabo esas acciones que adelantan los sectores que adversan al Gobierno no lo pueden hacer dentro de las normas que establece la Carta Magna. “Para eso necesitan violarla”, indicó.

Insistió en que los líderes de la oposición -que están en la Asamblea Nacional- tienen “fecha de vencimiento” porque “le dieron un año a Maduro y lo que le quedan son 11 meses” al frente del Parlamento “a ver qué hacen”.

Mando “al carajo” a Estados Unidos y a todos sus diplomáticos y alertó que no saben “hasta cuándo la oposición estirará su cuerda para después desaparecerse y decir que la situación se les escapó de las manos”, respecto a las manifestaciones violentas que se registraron tras la autoproclama de Guaidó.

Subrayó que actualmente los que les adversan “están en una gran trampa”. Advirtió que pueden que realicen ataques en contra de algunos y “pueden hacer daño a algunos de nosotros, es probable. Lo que voy a pedir en nombre de Chávez y Bolívar que si algo nos pasa, el que venga detrás tome la bandera”.

“El que quiera ser Presidente, que venga a Miraflores”.

Canadá reconoció a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela

EL DEPARTAMENTO DE ASUNTOS GLOBALES DE CANADÁ señaló ante el medio local CBC News, que la nación norteamericana reconoce al dirigente Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, sumándose a la iniciativa de los Estados Unidos.

De esta forma se hizo pública la información en el CBC News Alerts, cuenta oficial de Twitter del diario, la cual explica que «El Departamento de Asuntos Globales de Canadá le informa a CBC News que Canadá reconocerá a Juan Guaidó como el nuevo presidente de Venezuela. El líder de la oposición prestó juramento en Caracas hace poco tiempo, declarándose Presidente interino y diciendo que Nicolás Maduro fue depuesto».

Este reconocimiento por parte de Canadá es antecedido por los Estados Unidos, cuando su presidente, Donald Trump, publicó un comunicado en el que reconoció oficialmente a Guaidó como presidente interino de Venezuela, explicando que “… la Asamblea Nacional invocó la Constitución del país para declarar a Nicolás Maduro ilegítimo y, por lo tanto, la oficina de la Presidencia quedó vacante”.

Incendian camión y trancan paso en la autopista Francisco Fajardo

AL FINALIZAR LA CONCENTRACIÓN opositora en la plaza Juan Pablo II en Chacao, este 23 de enero, alrededor de las 2:00 pm un grupo de manifestantes se dirigió a la autopista Francisco Fajardo y trancaron el paso con barricadas a la altura del CCCT en ambos sentidos.

En el distribuidor Altamira, aproximadamente a las 2.30 pm, un grupo de encapuchados incendió un camión cava que atravesaron en la vía y bloquearon el tráfico por completo en dirección este.