Prolapso: De lo que no se habla - Runrun
Redacción Runrun.es Nov 01, 2010 | Actualizado hace 13 años

Hay temas que no son objeto de conversación entre las mujeres, ni siquiera con sus parejas y uno de ellos es el prolapso, pues sienten pena, vergüenza de describir sobre aquello que se puede exteriorizar a través de sus genitales. Aproximadamente un 17 por ciento de la población femenina alguna vez en su vida sufrirá un prolapso y 13 por ciento de ese grupo tendrá que recurrir a la cirugía para resolverlo. Es posible definirlo como la exteriorización o descenso de su lugar originario de un órgano pélvico a través del orificio natural de la pelvis femenina, en un proceso similar a una hernia.

Los problemas de piso pélvico se pueden englobar en tres categorías fundamentales como son la incontinencia de orina y fecales, más el prolapso. Pueden ir combinados o aislados. Una mujer puede acusar incontinencia de orina y prolapso como también padecerlos por separado. No es una patología que pone en riesgo la vida de la mujer, pero deteriora la calidad de vida de la paciente, sobre todo su sexualidad. La  paciente define la sensación como de “estar sentada sobre una bola”. Seiscientas mil mujeres son operadas de prolapso al año en Estados Unidos.

Confirma el ginecobstetra Vicente Bosque, que “la incontinencia de orina es apenas un síntoma que la paciente refiere, no es algo que el médico descubre durante un examen”. La paciente va a la consulta expresamente a conversar sobre la pérdida de orina que le ocurre al hacer pequeños esfuerzos como toser, reír o estornudar. Ello le trae muchos inconvenientes porque su vida se reduce al encierro si no puede hacer gimnasia, deportes, salir por largo tiempo sin buscar un baño.

KITS DE MALLAS

En el pasado la mayoría de las cirugías destinadas a corregir el piso pélvico o las incontinencias de orina eran muy agresivas, cruentas, por vía vaginal o vía abdominal y los resultados –en la mayoría de los casos- no eran óptimos. “Sin embargo le sugeríamos a las pacientes que tenían un tercio de posibilidades de repetir el problema en el transcurso de 5 o 6 años”, refiere el especialista del Centro Médico Docente La Trinidad. Lo que se utilizaba daba unas recidivas altísimas, siendo cirugías que ocasionaban molestias como dolor en las relaciones sexuales posteriores y lo peor era retornar a la incontinencia.

Ello sucedía porque no se entendía bien la anatomía y hay un principio de un médico llamado Petrus, quien aseguraba que para entender algo funciona mal es vital entender su anatomía. Prácticamente, no estudiábamos bien la anatomía del piso pélvico y por ende, no se corregían los problemas, sino que de manera empírica se resolvía, hasta que aparecieron unos sistemas nuevos llamados kits de mallas, que no son la solución absoluta para todos los casos porque algunas pacientes no pueden ser tratadas con esas mallas, pero si han tenido un éxito estupendo en las correcciones de incontinencia de orina y piso pélvico porque están dentro de lo beneficiado por la cirugía mínimamente invasiva.

En el presente las correcciones de los prolapsos e incontinencia de orina proceden a través de pequeños orificios realizados a nivel vaginal y en la parte externa del piso de la pelvis o periné, utilizando unas pequeñas agujas de singular diseño, las cuales se introducen por una zona a ciegas, pero controladas al tacto de los dedos del cirujano para colocar las mallas ancladas en determinados puntos de la pelvis a fin de sostener los prolapsos de vejiga, recto y uterinos. Esas mallas porosas son eternas, al menos se colocan de por vida, hechas en polipropileno y su función es similar a la de una hamaca.

Por Blanca García Bocaranda