Paul Del Río (Máximo Canales) cuenta como fue el secuestro de Di Stéfano en Caracas 1963 - Runrun
Paul Del Río (Máximo Canales) cuenta como fue el secuestro de Di Stéfano en Caracas 1963

CON LA MUERTE DEL GRAN FUTBOLISTA Alfredo Di Stefano se cierra un capítulo no solo del deporte en boga por el Mundial de Brasil que atrae a millones de televidentes globales sino también de la guerrilla venezolana de los años sesenta.

El mundo conoció de la noticia del secuestro de quien era la estrella más importante del deporte del balón por parte de un grupo guerrillero venezolano que lo había secuestrado de su hotel Potomac -en la urbanización San Bernardino de Caracas- para llamar la atención del mundo sobre la lucha armada contra el primer gobierno democrático, el de Romulo Betancourt, tras la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.
Máximo Canales era el seudónimo o nombre de guerra que usaba Paul del Río quien en este capítulo del polémico libro «El Palestino» cuenta a su autor como se hizo la operación del secuestro y brinda detalles de los otros secuestros que por esos días acosaban la tranquilidad caraqueña.
Aquí el segmento referente al secuestro de la saeta del fútbol:

Paúl del Río: el hombre que secuestró a Alfredo Di Stéfano

(Viene de El Palestino, capítulo 7)

 

Acordamos realizar la entrevista en el Cuartel San Carlos Libre, aprovechando  los preparativos para el cine fórum sobre Ilich Ramírez. Por esa razón, Vladimir Ramírez y algún otro compañero del comité se unió a la entrevista durante la  grabación de la misma.

A pesar de sus sesenta y cinco años de edad, y de su probada y reconocida  sensibilidad artística, Paúl del Río mantiene la mirada fría y la actitud enérgica  del guerrillero que secuestró, años atrás, al futbolista más famoso del mundo. De  hecho, cuando el club blanco patrocinó el documental Real, la película, sobre la  historia del equipo de fútbol más famoso de España, su director Borja Manso  tuvo que escoger cinco historias que resumiesen los momentos más importantes  del club merengue, para reconstruirlas en el documental. Y el secuestro de  Alfredo Di Stéfano fue uno de esos capítulos. El actor Manuel Escolano se  encargó de interpretar el papel del histórico guerrillero venezolano en el film. Y  el mismísimo Paúl del Río fue invitado a la premier de la película en Madrid, en  agosto de 2005. Rastreando la hemeroteca me encontré con algunas fotografías  de la presentación del documental, en las que Paúl del Río posa haciendo un  gesto que no llamó la atención de ningún periodista español, pero que es el  mismo con el que yo he posado y fotografiado a muchos guerrilleros latinos; un  saludo tupamaro, imitando con las manos la forma de una pistola… ¡plomo!

Ante el objetivo de mi cámara, Paúl del Río fue quien primero me narró los pormenores del II Congreso de la CCB que, según él, habían vigilado muy de cerca diferentes servicios de información: «Ahí estaba la seguridad ecuatoriana,  que no trabaja para Correa, estaba la seguridad colombiana, estaba la CIA, los  israelitas, los paracos… tomando fotos, grabando, y haciendo seguimiento. Así 2 que no se fíen, porque esa… supongo, a lo mejor no te pican con la máquina esa (la motosierra), sino que te dan un tiro…»

—¿Quién surgió primero? —pregunto al ex guerrillero—, ¿el Paúl artista plástico o el revolucionario?

—Indudablemente el revolucionario. Eso de artista plástico suena como un poco cursi. Yo siempre tuve habilidad para el dibujo, desde niño. En la clandestinidad yo hacía caricatura política para las publicaciones nuestras  subversivas, clandestinas. Y estando preso en la Modelo… Tengo que aclarar que
en la cárcel Modelo había mucho preso común y luego estábamos los políticos.  Pues ahí me animaron a que me pusiera un poco más serio y me propusiera una  exposición en una galería; en la Galería Viva México, y la preparé. Unos treinta  dibujos. Y fue un éxito, de crítica y de ventas. Me imagino que en aquella época  el hecho de que yo estuviera preso, y toda esa cosa medio farandulera, pues descubrí ahí que podía ganarme la vida sin tener que robar. Entonces a los pocos  meses hice una segunda exposición de dibujos, que también fue exitosa, y luego  ya me quedé enganchado. Estando preso aquí en el Cuartel San Carlos hice una  última. Y al salir a la calle ya me dediqué profesionalmente a seguir trabajando, primero en el dibujo en tinta china, y luego empecé a colorear en acuarela. Unos años después ya me metí en la pintura con acrílico sobre lienzo, y ese ha sido más o menos el desarrollo de mi trabajo.

—Pero la lucha revolucionaria ya te viene de familia…

—Mis padres eran republicanos españoles anarquistas, que al final de la  guerra, tras la pérdida de la República, tuvieron que salir exiliados a Francia y  luego a Cuba. Allí nací yo. Luego vinieron a Venezuela. Mi hermano mayor  nació en Barcelona, antes de salir de España, y tengo una hermana que ya nació acá en Caracas.

—¿Cómo empezaste en la lucha armada?

—La lucha no la inventé yo, yo fui arrastrado. A la caída de la dictadura  de Pérez Jiménez, el pueblo venezolano tenía una expectativa muy grande por la democracia, las libertades… pero todos esos sueños fueron traicionados por  Acción Democrática y por Rómulo Betancourt, que lejos de abrirse a la 
 3democracia terminó de entregarle el país a los Estados Unidos y empezó areprimir las manifestaciones, los reclamos del pueblo, que se sentía traicionado. Sus primeros años de gobierno fueron tan represivos y tan salvajes que hicieron olvidar rápidamente la dictadura de Pérez Jiménez. Y en el año 59, a raíz del triunfo de la revolución cubana, que para nosotros fue un gran aliento, empezamos a pensar que de alguna manera teníamos que responder a las agresiones de la policía política y del régimen de Betancourt, y comenzamos a organizarnos en aparatos armados clandestinos.

»Dos organizaciones pasaron a la clandestinidad y a las armas, declarando la insurrección armada: el Partido Comunista y el MIR. Y así empieza la lucha armada, los primeros focos guerrilleros en la montaña, las primeras escuelas guerrilleras. Y el comienzo de la lucha guerrillera urbana, que era totalmente inédita en América Latina. Por lo menos al nivel que nosotros logramos. Tuvo en las grandes ciudades, sobre todo en Caracas, un gran desarrollo la lucha guerrillera urbana. El PC llegó a tener tres o cuatro destacamentos muy importantes, y el MIR otros tantos. Yo a finales del año 62 fundé el destacamento Alberto Rua Mesones, en memoria de un compañero mío del liceo que asesinó la policía, y empezaron operaciones de más envergadura. Operaciones que causaron muchísimo impacto en Venezuela y en el mundo…

—¿Por ejemplo?

—Por ejemplo, si no me equivoco, creo que el primer secuestro de un avión, por una razón política fue acá en Venezuela, que lo realiza el PC. Un avión que sobrevuela Caracas, y reparte por la ventanilla volantes en contra del gobierno, y se va a cobijar a Curasao. Por supuesto Curasao lo entrega al
gobierno venezolano. Unos años más tarde el MIR hizo otro tanto. Secuestra un avión, pero en Ciudad Bolívar, sobrevolaron Ciudad Bolívar, repartieron miles de panfletos de publicidad, y se fueron a Trinidad. También fueron capturados y devueltos. Estuvieron presos… Lamentablemente mi compañero no está hoy aquí porque es uno de los fugados del túnel de San Carlos. La jefa de la operación fue una compañera, Olivia Olivo, que murió años después de cáncer. También 
 4tuvimos operaciones como la toma del buque Anzoátegui, que la realizó eldestacamento nuestro, que lo llevamos a Brasil…

»Eran operaciones exitosas porque generalmente eran muy limpias, donde a veces no había ni disparos. Sin combate, sin heridos, sin muertos… En ocasiones sí había compañeros presos, pero generalmente eran muy limpias. Como el secuestro del coronel Small, el secuestro del coronel Chenol, de la Misión Militar Norteamericana; la toma de la misma Misión Militar Norteamericana. También la operación que se hizo en el Museo de Bellas Artes, en la que había una exposición muy importante de los cien años de pintura francesa con cuadros de Picasso, Matisse, etcétera, cuadros que se llevaron los compañeros. Una operación muy limpia, muy inteligente, no hubo tiros ni
heridos. Los cuadros se devolvieron una semana después, se le dejaron en la puerta al señor Arturo Uslar Pietri intactos, sin una raya. Es decir, hubo operaciones realmente brillantes. Hubo operaciones de rescate de armamento, de toma de puestos militares, de toma de puestos policiales, etcétera. Eran operaciones donde, en aquella época, no nos correspondía de ninguna manera el título de terroristas, porque nunca utilizamos el terrorismo. No quiero decir que no se hayan puesto bombas, porque se pusieron muchas bombas, sobre todo en oleoductos y en algunas empresas norteamericanas, pero que no causaron víctimas civiles. Combates con la policía, con el ejército, con la guardia nacional, en las calles, en los barrios… Eran unas épocas muy duras. Con voladuras de puentes… esa era la guerrilla urbana.

—Una de las más famosas sin duda fue la de Di Stéfano…

—Ah, sí, el secuestro de Alfredo Di Stéfano fue una de las operaciones más sencillas y más elementales que hicimos. No es la primera vez que lo digo, porque ya a partir del año pasado, el que fuera comandante de esa operación, el camarada Luis Correa, autorizó que se diera a conocer su nombre, que lo tuvo oculto durante cuarenta y dos años. Yo fui el segundo al mando de la operación. Al comienzo eran el aparato armado del MIR y el aparato armado del PC, y había una cierta competencia a ver quién operaba mejor y hacía operaciones más importantes. Pero en función de la unidad se crearon las Fuerzas Armadas de 5Liberación Nacional, las FALN, y a partir de final de 1962 comenzamos ya a operar juntos bajo la bandera de las FALN. Por eso nuestra fundación acá en el Cuartel San Carlos Libre se llama Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, porque fue el que dirigió el alzamiento de Puerto Cabello, en el año 62. Fue capturado y preso acá en el Cuartel San Carlos, y en su segundo infarto muere sin atención médica, no sé si en este mismo calabozo o en el de al lado. Y en ese momento era el comandante supremo de toda la guerrilla venezolana, un militar, capitán de navío. Y fue sustituido por el comandante Juan de Dios Moncada Vidal, que todavía vive. Hay gente de fuera que ve extraño, como un fenómeno, a Chávez y la unión de civiles y militares en Venezuela, pero eso para nosotros siempre ha sido más o menos normal. Esas primeras grandes operaciones para tomar el poder son operaciones cívico-militares, donde participan militares, en ese caso de la armada, pero se abren los cuarteles y se le entregan las armas al pueblo, a los estudiantes, y combatimos juntos. Muchos oficiales de las fuerzas armadas se fueron a la guerrilla. Muchos murieron en combate. Era un fenómeno más o menos normal. Porque nuestras fuerzas armadas nunca han sido elitescas. No han sido una secta, sino que han tenido las clases populares siempre la oportunidad de entrar en las escuelas militares e ir ascendiendo de rango sin dependencia de su color o clase social…

—¿En el caso de Di Stéfano también fue una operación conjunta?

—En el caso de Di Stéfano fue una operación de las FALN y el compañero Luis Correa era el comandante del destacamento César Augusto Ríos, que fue el que realizó la operación. Y de parte del MIR participé yo como segundo al mando de la operación. Y fue una operación sumamente sencilla. Fue simplemente irlo a buscar al hotel, a las 6 de la mañana, y llevárnoslo detenido. Una cosa muy sencilla. Hubo operaciones muchísimo más complicadas. Lo que pasa es que fue una operación muy escandalosa, porque Di Stéfano en esa época era el mejor jugador de fútbol del mundo. Era la estrella. Entonces, tuvo mucha publicidad, pero aparte de esa circunstancia no se caracterizó por ser una de las operaciones más brillantes. También fue totalmente limpia, sin muertos, ni  heridos, ni presos… Por esa operación nadie cayó preso nunca.

—Esa generación revolucionaria ¿era másromántica?

—Yo no diría romántica, fue una guerrilla idealista. Pero el idealismo no necesariamente es romántico. El romanticismo suena cursi, a rebelde sin causa, y no es eso. Éramos idealistas en tanto estábamos dispuestos a sacrificar nuestra familia, amigos, novias, hijos, nuestra posibilidad de estudiar, de trabajar, de hacer una vida normal, en función de cumplir con una responsabilidad política. En este sentido puede que sea idealista, pero romántico no. Por supuesto que todas esas luchas tuvieron su efecto. Y el efecto lo estamos viendo hoy en día, porque esas luchas son la continuación, realmente es la verdad, son la continuación de todas las luchas del pueblo venezolano por su liberación, desde la época del indio Guaicaipuro. O sea, se van encadenando unas con otras. La gente que luchó contra la dictadura de Pérez Jiménez fueron dirigentes nuestros, que nos enseñaron, porque nosotros éramos muchachos de diecisiete, dieciocho años. Y nosotros a nuestra vez fuimos capaces de formar a las nuevas generaciones de combatientes. Y aquellas aguas trajeron estos ríos. La historia de la revolución venezolana no empezó el 4 de febrero. Todas son una consecuencia de la otra. Y hay una cosa que siempre digo, que la primera generación venezolana que se plantea la toma del poder por la liberación nacional, es decir por sacudirnos el yugo de los Estados Unidos, y se plantea el socialismo, fuimos nosotros…

—Además de en Venezuela, tú conociste la guerrilla en otros países…

—Fui de voluntario a la guerra contra Somoza en Nicaragua con el Frente Sandinista. Combatí en el frente sur. Y eso también es común en Venezuela. El sentimiento del internacionalismo lo heredamos hace muchos siglos. Nos lo enseñaron quizás los caribes. Y luego en la lucha de la independencia, los venezolanos pelearon y ayudador a liberar América del Sur, igual que los peruanos y los argentinos subieron, y los colombianos bajaron… es decir, que ese internacionalismo para los latinoamericanos no es extraño, es común. Con una particularidad que es importante también hoy en día, que son actitudes totalmente voluntarias. Llenas de idealismo y de sacrificio y espíritu de solidaridad e internacionalismo revolucionario.

—Vuestra generación fue la encargada de prepararnos el camino a los más jóvenes…

—Fue realmente un apostolado diría yo, del cual nos sentimos muy orgullosos. Y esperamos que nuestro ejemplo como generación quede sembrado en la juventud venezolana, para que hoy en día el que tenga la posibilidad de llevar adelante los sueños que ahora tenemos con la revolución bolivariana, con nuestro presidente Chávez al frente, pues la juventud asuma su papel rector y dirigente. Así como lo hicimos nosotros…

—¿Qué haría la guerrilla si somos invadidos por el Imperio?

—En el caso de que seamos invadidos y vencidas las primeras líneas de defensa, que son las fuerzas armadas nacionales bolivarianas, entonces por supuesto que nuestro pueblo se iría a las montañas o a las ciudades, para hacer una guerra de guerrillas que duraría un siglo tranquilamente. Y tampoco exagero cuando digo eso, porque el que sabe la historia de Venezuela, la de otros países es igual…

—¿Algo similar a lo que pasa en Iraq?

—Podría ser, aunque con distintas características. Porque la experiencia de lucha que tiene el pueblo iraquí no la tiene el pueblo venezolano, ni el armamento que tiene acumulado el pueblo iraquí lo tiene el pueblo venezolano. Pero nosotros tenemos nuestras montañas, para enfrentarlos si es necesario con piedras y palos otra vez, no importa.

—¿Repetirías aquellas antiguas operaciones?

—La operación de secuestro del señor Di Stéfano fue… eso estaba previsto. Les voy a contar una cosa que no es primicia pues la he contado en alguna otra ocasión, pero estaba previsto hacer ese tipo de operación porque eran operaciones que tenían mucho impacto en la opinión pública, y nosotros garantizamos el bienestar… no puedo decir el bienestar porque una persona secuestrada no puede sentirse bien, pero sí garantizábamos la seguridad física, y la pronta liberación. Porque aquí los secuestrados nunca estuvieron más de setenta y dos horas. Eran operaciones muy rápidas. De causar un escándalo. Pero para la represión del gobierno era brutal. Los allanamientos eran salvajes. Y se 
 8soltaba a los secuestrados. Fue el caso de los coroneles norteamericanos y fue elcaso de Di Stéfano. Duraron setenta y dos horas. En el caso de Smolen tuvo la intención de canjearlo por Nguyen Van Troy, que fue un combatiente vietnamita que había caído prisionero esas semanas anteriores en Vietnam, cerca de Saigón, tratando de hacer un atentado en un puente donde debía pasar McNamara… Esa operación se planteó como un canje de la vida de Van Troy por la vida de Smolen, sin embargo la dirección del PC ante la arremetida de la represión ordenó la libertad de Smolen sin que los norteamericanos cumplieran su compromiso. Realmente la operación detuvo durante tres días el fusilamiento de Van Troy, pero una vez que Smolen fue puesto en libertad, Van Troy fue fusilado inmediatamente. Esa historia la leen los niños de primaria en sus libros de texto. Nuestros niños no saben dónde queda Vietnam, pero los niños vietnamitas sí saben dónde está Venezuela gracias a esta operación.

—¿Y la operación Di Stéfano?

—El caso de Di Stéfano no fue por esa razón, pero sí el nombre de la operación, que se llamó Julián Grimau por un dirigente del Partido Comunista Español que había capturado Franco cuatro o cinco meses antes y lo había fusilado. Porque Franco en esa época, y años después, todavía fusilaba gente y aplicaba el garrote vil… Inclusive mi padre estuvo amenazado por el gobierno de la época a ser expulsado a España cuando tenía dos penas de muerte en España. Lo salvó la presión del movimiento anarquista internacional… En la película Real Madrid me pintan como un viejo arrepentido… Ellos me hicieron trampa en esa película, porque ellos cambiaron, yo llegué a acuerdos con ellos… Esto no lo estás grabando, ¿no?

Llegados a este punto, y sintiendo al guerrillero muy relajado, me atreví a sacar el tema de Ilich Ramírez, el Chacal, a quien Paúl se había referido como «Ilich, nuestro hermano mayor», y del que hablaba con la misma admiración y reconocimiento que mis camaradas tupamaros.
—Tu obra más famosa, la Mano mineral, está en la sede de la OPEP que es donde Ilich salta a la fama. ¿Es curioso, no?

—Sí, lo que pasa es que yo iba por las buenas y él iba por la malas…

—A pesar de haber tenido vidas paralelas, tú has podido hablar con Ilich hace poquito, ¿no? ¿Cómo fue esa conversación?

— Sí, dentro de esa… tradición de internacionalismo revolucionario que afortunadamente tenemos los latinoamericanos, el caso emblemático es el de Ilich Ramírez Sánchez, a quien consideramos nuestro hermano mayor, por ser el internacionalista venezolano más prominente y que además ha tenido la desgracia de caer preso con el imperialismo francés, y estar condenado a cadena perpetua con pocas esperanzas, ¿no? Sin embargo, su espíritu lo mantiene como si nada. Esa es la grandeza, el mejor ejemplo que nos puede dejar él desde su cuarto. Nunca nos conocimos personalmente, pero espero conocerlo, si no en esta vida en la otra. Hay muchos compañeros que me están esperando y otros que irán después que yo… pero sí tuvimos la oportunidad, aquí en el Cuartel San Carlos Libre, que se ha convertido un poco en un símbolo hasta del surrealismo revolucionario, porque entiendo que es la primera vez que Ilich tiene la oportunidad de dar una conferencia de prensa, por teléfono, aquí en el cuartel, con la prensa venezolana, gracias a ustedes… a Vladimir, a ti, a los que lo han acompañado en ese Comité de Solidaridad que ustedes tan dignamente representan y mantienen, y que nosotros apoyamos de todo corazón…

En ese momento ocurrió algo que no esperaba, y menos ante el objetivo de mi cámara. Del Río acababa de regresar de Ecuador, donde se había celebrado el congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana y donde, solo unos días antes, el ejército colombiano acababa de crear una crisis diplomática sin precedentes entre Ecuador, Venezuela y Colombia. El bombardeo del campamento de las FARC, al que posiblemente yo habría sido enviado después de mi reunión con el examinador de la guerrilla que me entrevistó ese mes en Venezuela, se saldó con la muerte del Comandante Raúl Reyes y una veintena de presuntos guerrilleros. Encontrándose el campamento de las FARC en suelo ecuatoriano, era evidente la gravedad diplomática del bombardeo. Y Del Río y todos los miembros de grupos armados que participaron en el encuentro de Quito estaban furiosos. Solo así me explico la contundencia de Paúl del Río al 10declararse «hermano de las FARC y de la ETA» y al exigir el reconocimiento de Ilich Ramírez.

—Entonces le voy a contar una anécdota, que lamentablemente no es muy agradable. Yo acabo de estar en el II Congreso Continental de Solidaridad Bolivariano, en Quito (Ecuador) representando a nuestra fundación, y participé en una de las mesas, la mesa de solidaridad. En esa mesa nos pronunciamos hermanos de las FARC, no de ahora, de hace cuarenta años. El señor Bush los declara terroristas, imagínate qué nos puede declarar a nosotros: amigos de los terroristas… bienvenido sea. Prefiero ser amigo de los terroristas y enemigo de él. En todo caso nos pronunciamos hermanos de las FARC, hermanos del ELN y hermanos de la ETA, sin ningún problema. Y nosotros como venezolanos, como fundación y por el hecho de que somos venezolanos y Francia tiene esa deuda con nosotros, y nosotros tenemos esa deuda con Ilich, planteamos que en las conclusiones del congreso se tomara en cuenta nuestra petición de que se hiciera una parte de solidaridad, por lo menos con la delegación venezolana, con la solidaridad de nuestro reclamo de repatriación de Ilich a su patria. Lamentablemente esa propuesta fue desechada, fue censurada, a la hora de leer los acuerdos. A la hora de leer las propuestas, esa propuesta se desapareció… pero nosotros seguiremos haciendo todo lo que podamos por conseguir algún día la repatriación de nuestro hermano…

—Pero cuando tú hablaste con él, ¿cómo lo encontraste?

—Ah bueno, cuando se hizo la rueda de prensa yo tuve la oportunidad, gracias a ustedes, de saludarlo. Lo sentí como si estuviera en la esquina esperándonos. Lo sentí muy fuerte, muy simpático, muy alegre. No tiene temor. Creo que no tiene prisa. Me parece que es un gran hombre y un gran ejemplo, además es muy simpático. Le dijimos que estábamos haciendo lo posible por verlo aquí en su país. Yo voy coleccionando países donde no puedo entrar. Dudo que pueda volver a entrar a Ecuador, no puedo entrar a Colombia, creo que no puedo entrar a Francia, ni puedo a los Estados Unidos, eso me llena de orgullo, espero que la lista se vaya agrandando y me quede solo Venezuela y los países que nos ayudan en la aventura de ser libres…

—Esto me interés a mí a nivel personal, Paúl. ¿Cómo veis acá la lucha palestina?

—Es que justamente nosotros entendemos que terroristas son ellos, terroristas son los israelitas, los Estados Unidos, los franceses, es la derecha española. Terroristas son los colombianos. Entonces, por supuesto que la causa del pueblo palestino, del pueblo libanés, es una causa que es nuestra desde siempre. Se me olvidó decirlo en el II Congreso Continental de Solidaridad porque sí que había una gente de la ETA reclamando solidaridad para ellos, porque ellos habían ido hasta Ecuador para ofrecer su solidaridad a los pueblos latinoamericanos. No vi a los palestinos, no sé si estaban allí, pero sí somos hermanos de Hamas, de Hizbullah, de todos los pueblos del mundo que luchan contra el imperialismo, el fascismo y el racismo…

Al igual que en Ecuador, en Venezuela también se encontraban miembros de Hamas, Hizbullah o ETA, mencionados por Paúl del Río, y yo los conocería personalmente a todos ellos. Pero como me decía el hombre que secuestró a Di Stéfano, «todos somos hermanos en la lucha revolucionaria». Y como hermanos, todos reaccionaron al unísono tras la muerte del comandante de las FARC Raúl Reyes. Mientras mis camaradas de los grupos armados bolivarianos se preparaban para un inminente conflicto bélico contra Colombia, otro tipo de luchadores intentaban evitar la violencia a ritmo de rock. El colombiano Juanes, el dominicano Juan Luis Guerra y mis paisanos Alejandro Sanz y Miguel Bosé preparaban su alternativa no violenta en la frontera colombo-venezolana, y yo estaba a punto de vivir una anécdota increíble en ese Concierto por la Paz…