UN EMPRESARIO CUYO NOMBRE o nacionalidad definida (¿argentina o venezolana?) aún está por conocerse -tal como lo denuncie hace mas de un año- era la versión moderna del «Correo del Zar» entre Hugo Chávez y Cristina Kirchner.
El referido iba y venia entre Caracas y Buenos Aires llevando contratos, acuerdos y «sugerencias» que solo veían los Jefes de Estado y sus más cercanísimos cooperadores.
De aquí Rafael Ramírez y de allá Julio De Vido y Claudio Uberti. Allí arrancan todos los negocios entre las dos naciones bajo el patrocinio de los jefes máximos y su pandilla de asociados bajo el conocido 15% de «coima» o comisión de servicios que hoy vuelve a ser noticia en el Sur pues aquí, en el Norte, eso no ha pasado.
Es inexistente. Es una invención. El mismo Zar habría sacado dinero del Fideicomiso para enviarlo a una cuenta ligada al altísimo gobierno sureño