El general de la CIA al que el FBI le descubre su aventura amorosa (Actualizada) - Runrun
El general de la CIA al que el FBI le descubre su aventura amorosa (Actualizada)

UNA VEZ MÁS EN LOS ESTADOS UNIDOS el tema de los “cachos” o “cuernos” de un destacado personaje político -aunque esta vez es un militar que además dirigía la muy “temida” Agencia Central de Inteligencia, la CIA- salta a las primeras páginas de la prensa nacional y de allí se globaliza.

Son varios los casos en las últimas décadas en que una confesión o el “chisme comprobado” de algún affaire extramatrimonial ha dado al traste con candidaturas a la Presidencia, al Senado o a la Cámara de Representantes sin ir a otros cargos de elección como gobernadores o legisladores regionales.

Queridas, novias o novios, encuentros casuales, escondidos noviazgos de años, encuentros gay furtivos o sexo oral en la Oficina Oval de la casa Blanca han ocupado los titulares de prensa y los programas de televisión bien sea en noticiarios o en programas de investigación bien establecidos como 60 Minutes, 20/20 y muchos de CNN pertenecientes a las cadenas noticiosas más influyentes.

Tras la reelección de Barack Obama se conoce que el FBI comenzó a investigar al jefe de la CIA tras unos mensajes de correo electrónico amenazantes de quien era su “celosa querida”.

El general David Petraeus, exitoso militar en las más recientes guerras del mundo islámico, tiene en su haber desde la Agencia Central de Inteligencia haber trabajado toda la logística que dio con la localización y asesinato del más peligroso terrorista de los últimos veinte años: Osama Bin Laden.

Ni siquiera eso puede ocultar su aventura extramatrimonial en una sociedad como la estadounidense que por dentro es una sociedad de las más conservadoras del mundo revestida de una apertura y modernidad que no abarca a todos sus integrantes.

Una sociedad en la que la verdad y no el engaño son las premisas que le han funcionado por siglos.

Si Usted se confiesa culpable puede ser perdonado pero si lo agarran escondiendo un comportamiento no permitido tendrá que enfrentar una verdadera guerra mediática y de los poderes establecidos.

Aquí coloco algunos de los reportes  de la prensa global de Argentina y España que ha dedicado excelentes reportajes al caso del militar que gustaba que le hicieran sexo oral en su oficina tal como a su ex jefe el presidente Bill Clinton.  Éste convirtió la famosa “Oficina Oval en oficina Oral” y allí está perdonado tras haberle confesado a su pueblo su mala conducta y ofrecerles su arrepentimiento a su esposa, su hija y sus conciudadanos.

AQUÍ LAS DIVERSAS NOTAS GLOBALES SOBRE EL CASO.  ACTUALIZAMOS CON LA NOTA PUBLICADA EN EL DIARIO EL MUNDO DE ESPAÑA Y SEGUIMOS CON EL DIARIO LA NACIÓN DE ARGENTINA Y LA PRENSA ESPAÑOLA CON EL MUNDO, EL PAÍS Y ABC.

El Mundo

Quién es quién en el escándalo de Petraeus

Siete son los protagonistas del culebrón de Petraeus

David Petraeus, que dimitió al frente de la CIA tras destaparse su ‘affaire’

Paula Broadwell, biógrafa de Petraeus y su amante

Holly Petraeus, esposa del ex director de la CIA y protagonista involuntaria

Jill Kelley, amiga de la familia Petraeus y el origen de la investigación

Frederick W. Humphries II, agente del FBI que comenzó las pesquisas

John Allen, sustituto de Petraeus en Afganistán y el último en aparecer

La dimisión del director de la CIA, el general retirado David Petraeus, tras reconocer una relación extramatrimonial, se ha convertido en una trama cada vez más complicada que ha llegado a salpicar al general John Allen, responsable de las tropas de la OTAN en Afganistán.

Petraeus dimitió el pasado viernes tras reconocer una relación extramatrimonial de la que no dio detalles, aunque en pocas horas la prensa identificó a su amante como Paula Broadwell, autora de su biografía ‘All In: The Education of General Petraeus’.

El affaire se descubrió cuando una mujer, identificada posteriormente como Jill Kelley, amiga de la familia Petraeus, denunció a un amigo del FBI que había recibido correos electrónicos anónimos amenazantes, que se descubrió que provenían de Broadwell.

Ahí van los protagonistas del culebrón:

David Petraeus

General de cuatro estrellas retirado,el más laureado de los tiempos recientes, con amplio conocimiento de Irak y Afganistán, asumió su cargo al frente de la CIA en septiembre de 2011 en sustitución del actual secretario de Defensa, Leon Panetta.

Petraeus fue el artífice de la estrategia en Irak que contribuyó al descenso de los niveles de violencia en el país árabe, después de que el entonces presidente George W. Bush (2001-2009) lo nombrara máximo responsable militar estadounidense de la Fuerza Multinacional en enero de 2007, cargo que ocupó hasta septiembre de 2008.

Casado con su esposa Holly desde 1974, y padre de dos hijos, Stephen y Ann, Petraeus, de 60 años, admitió en una entrevista con el FBI haber tenido una relación con Broadwell y renunció a su cargo como jefe de la CIA el 9 de noviembre, tres días después de la elección presidencial.

Paula Broadwell

Graduada de la academia militar de West Point, al igual que Petraeus, conoció al general hace seis años cuando estudiaba en la Kennedy School de Harvard para obtener su doctorado. Es la autora de la biografía de Petraeus, ‘All in’.

Vive en Charlotte, Carolina del Norte, con su esposo radiólogo y sus dos hijos en edad escolar.

Detrás de su perfil académico,Broadwell esconde un formidable currículum como oficial de inteligencia que le llevó a viajar por más de 60 países durante unos 15 años de servicio y la convirtió en una experta en «operaciones antiterroristas».

El entorno de Petraeus asegura que su relación sexual con Petraeusno prendió hasta que el general volvió de Afganistán y asegura que duró sólo unos meses. Pero la escritora seguía ejerciendo hasta hace unos días como una especie de portavoz oficiosa del general.

Por el momento, Broadwell, de 40 años, no ha realizado comentarios públicos, y ha contratado al abogado Robert Muse, de Washington, para que la represente.

 

Holly Petraeus

s la abnegada esposa del ex director de la CIA. Hija de un general estadounidense, se casó con Petraeus dos meses después de su graduación. Su relación se consideraba un ejemplo de cómo mantener un matrimonio en el ámbito militar pese a las dificultades.

Madre de dos hijos, a nivel laboral se ocupaba de la estabilidad financiera de las familias como parte de la Oficina de Protección Financiera.

La propia Broadwell la ha descrito en varias entrevistas promocionales de su libro como una mujer «maravillosa». Sin embargo, el viento ha cambiado de dirección y ahora sus amigos más cercanos aseguran que se siente «furiosa» con su marido.

 

Jill Kelley

Vive en Tampa, Florida, junto a su familia, donde se dedicaba a la organización de eventos socialespara los militares y sus familias destinadas en la Base Aérea MacDill.

Su papel se sitúa en el origen del escándal. Kelley, amiga desde hace años del a familia Petraeus, denunció ante la oficina del FBI en Tampa que había recibido varios correos electrónicos anónimos amenazadores. Más tarde se descubriría que dichos correos procedían de Broadwell.

Kelley, de 37 años, y su marido, Scott, emitieron el domingo un comunicado en el que pedían que se respetara su privacidad.

La familia ha contratado a un abogado en Washington, Abbe Lowell, y a una gestora de crisis, Judy Smith, quien representó en el pasado a la becaria Monica Lewinsky, implicada en otro escandaloso ‘affaire’ con el presidente Bill Clinton.

Natalie Khawan, la hermana gemela de Kelley

Natalie Khawan es la cuarta mujer del ‘escándalo Petraeus’. Khawan es la hermana gemela de Kelley, la mujer que ha destapado el escándalo en las Fuerzas Armadas de los EEUU. Tanto el ex director de la CIA David Petraeus como el comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, John Allen, intercedieron recientemente por la batalla de la custodia del hijo de Khawan.

Pero las misivas de Allen y Petraeus no impidieron que el tribunal le negara la custodia de su hijo de cuatro años. La sentencia del juez afirmaba que la «señora Khawan parece carecer de cualquier respeto hacia la importancia de la honestidad o de la integridad de sus relaciones con su familia o empleados».

Las hermanas nacieron en EEUU en el seno de una familia de cristianos maronitas libaneses exiliados. Khawan estudió Trabajo Social e hizo un Máster en Administración de Empresas, ha estado prometida tres veces sin llegar a casarse y ha tenido cinco empleos en cuatro años.

El agente del FBI

Él comenzó las investigaciones que han dado al traste con la carrera de Petraeus al frente de la CIA. En un principio, su identidad fue todo un misterio, pero ya se conoce que el agente de FBI que estudió los correos amenazantes recibidos por Kelley es Frederick W. Humphries II, según ha revelado el diario ‘The New York Times’.

De acuerdo con el diario neoyorquino, Humphries, de 47 años, es un veterano investigador de antiterrorismo a quienes sus colegas describen de «fuerte carácter», agresivo y con amplia experiencia en la agencia federal.

A medida que fueron avanzando las pesquisas, su implicación creció y lo hizo hasta tal punto que sus superiores decidieron apartarlo del caso porque creían que se estaba obsesionando. No en vano, descubrieron que había enviado fotos suyas con el torso desnudo a Kelley.

En venganza por este movimiento, Humphries se puso en contacto con el congresista del estado de Washington David Reichert porque creía que el ‘affaire’ iba a ser silenciado.

John Allen

General de cuatro estrellas del cuerpo de Infantería de Marina, de 58 años de edad. Asumió en julio de 2011 el mando de las fuerzas de Estados Unidos y de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán, como sucesor de Petraeus.

El presidente Barack Obama había aceptado la recomendación del jefe del Pentágono que proponía a Allencomo comandante supremo aliado para Europa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a partir de comienzos de 2013, la cual iba a ser discutida en el Senado el próximo jueves, pero se ha ordenado que se mantenga en suspenso.

El FBI ha descubierto 30.000 páginas de correos electrónicos con Kelley, algunos de los cuales han sido calificados de «inapropiados», según recoge la prensa estadounidense, aunque no se ha especificado su contenido.

Fuentes cercanas al general -casado y con dos hijas- han negado que haya habido una relación entre ambos.

 

El Mundo.es

Un agente del FBI amigo de Jill Kelley destapó el escándalo de Petraeus

Los investigadores hallan información clasificada en un ordenador de Broadwell

Patreus comparecerá en una comisión a puerta cerrada sobre Bengasi

El agente del FBI que comenzó la investigación sobre los correos amenazadores de la ex amante del director de la CIA, David Petraeus, y que acabó con su dimisión, es Frederick W. Humphries II, según revela el diario ‘The New York Times’.

De acuerdo con el diario neoyorquino, Humphries, de 47 años, es un veterano investigador de antiterrorismo a quienes sus colegas describen de «fuerte carácter», agresivo y con amplia experiencia en la agencia federal. «Fred es un tipo apasionado. Es un poco obsesivo. Si muerde algo, es como un bulldog», señala el rotativo citando a unos compañeros de trabajo.

Humphries fue a quien recurrió su amiga Jill Kelley, cuando ésta recibió correos amenazantes anónimos, que posteriormente se descubrió que provenían de Paula Broadwell, la biógrafa y ex amante de Petraeus.

No obstante, fue apartado de la investigación cuando sus superiores pensaron que se estaba implicando personalmente, después de descubrir que había enviado fotos suyas con el torso desnudo a Kelley.

Humphries se puso entonces en contacto con el congresista del estado de Washington David Reichert, porque creía que el «affaire» iba a ser silenciado. El congresista pasó más tarde la información a la oficina del líder de la mayoría republicana en la Cámara de los Representantes, Eric Cantor. Posteriormente, fue informado el presidente de EEUU Barack Obama, el 7 noviembre, un día después de las elecciones presidenciales, según la versión de la Casa Blanca.

La investigación adquirió en los últimos días un nuevo giro al revelarse que también aparecía involucrado el general John Allen, responsable de las tropas de la OTAN en Afganistán, por correos «inapropiados» a Kelley.

Tanto Kelley como Humphries viven en Tampa, la localidad de Florida donde se encuentra la Base Aérea MacDill, donde estuvieron destinados Petraeus y Allen, quienes han calificado su relación con Kelley de amistosa.

La biógrafa, sin documentos oficiales

Por otra parte, Paula Broadwell, la amante del ex director de CIA, ha sido privada de sus privilegios de acceso a la información gubernamental mientras se investiga el escándalo Petraeus.

Según indicaron fuentes del Gobierno estadounidense a la cadena CNN, la biógrafa de Petraeus, tenía cierto nivel de acceso a documentos oficiales. Los investigadores han encontrado información clasificada en uno de los ordenadores de Broadwell, cuya casa en Charlotte (Carolina del Norte) ha sido registrada por los agentes, aunque no se ha determinado aún si esa información podía poner en riesgo la seguridad nacional.

Broadwell fue oficial de inteligencia de las Fuerzas Armadas y tenía ciertos privilegios de acceso, aunque es habitual que se le suspendan a una persona que está siendo investigada.

John Nagl, un oficial militar retirado que trabajó durante años con Petraeus, dijo haberse comunicado recientemente con el ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) quien le ha autorizado a decir que nunca ha compartido información clasificada con Broadwell.

Petraeus comparecerá este jueves en sendas audiencias a puerta cerrada de los comités de Inteligencia en ambas cámaras del Congreso sobre el ataque perpetrado el pasado 11 de septiembre en la embajada de Bengasi. La senadora Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, confirmó que sí que lo haría aunque eludió concretar si sería hoy o mañana viernes.

 

La Nación de Argentina

Revuelo en Washington por la dimisión de Petraeus

 El ahora ex director de la CIA, que renunció anteayer, engañó a su mujer con su biógrafa y fue descubierto por una pesquisa del FBI

WASHINGTON.- La inesperada dimisión del jefe de la CIA, David Petraeus, anteayer, tras una relación extramatrimonial con su biógrafa, 20 años menor que él, conmocionó a Washington y a la sociedad norteamericana en general, que lo considera uno de los héroes de la guerra de Irak y uno de los militares más prestigiosos en décadas.

Todavía no salieron a la luz todos los detalles delaffaire de Petraeus, pero oficiales de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), citados por The New York Times, identificaron a Paula Broadwell, su biógrafa, de 40 años, como su amante.

La relación extramatrimonial salió a la luz luego de que agentes del FBI examinaran la computadora de Petraeus en busca de infracciones de seguridad en la CIA.

De acuerdo con el diario The Washington Post, Petraeus y Broadwell -que también está casada y tiene dos hijos- se conocieron en 2006, cuando el militar dio una charla en la Escuela de Gobierno de Harvard, donde ella hacía un curso de posgrado. Al parecer la mujer le comentó a Petraeus su interés por la lucha contra el terrorismo y él le ofreció ayuda.

En junio de este año, cuando Broadwell presentó la biografía de Petraeus, All In: The Education of General David Petraeus, en el programa de televisión The Daily Show, dijo que el militar era su «mentor» y que era un hombre «capaz de hacer milagros».

Durante los tres años que tardó en escribir la biografía, Broadwell visitó a Petraeus seis veces en Afganistán, donde éste encabezaba la campaña militar norteamericana, y vivió allí tres meses. La mujer contó en el programa de televisión que ambos salían a correr en Kabul.

Broadwell vive en Charlotte, Carolina del Norte, con su marido, un radiólogo, y sus dos hijos, en una casa valuada en 908.000 dólares.

Petraeus, por su parte, está casado desde 1974 con Holly, defensora de los veteranos estadounidenses, y tiene dos hijos mayores. Vive con su mujer en los suburbios de Virgina, donde se instaló hace 14 meses, luego de asumir como director general de la CIA.

El militar les había dicho a sus amigos que, luego de años de estar en zonas de guerra, estaba contento de cenar con su mujer y poder compartir con ella los fines de semana.

Hasta anteayer, Petraeus parecía indestructible. Había sido baleado durante un entrenamiento, se había fracturado la pelvis en un vuelo con paracaídas y había sobrevivido a un cáncer de próstata.

«Lo que pasó es una tragedia personal, pero también es una tragedia para el país», dijo Bruce Riedel, un veterano de la CIA.

Al igual que Riedel, muchos se preguntan si realmente era necesario que Petraeus renunciara.

Hasta el propio presidente Barack Obama intentó disuadirlo, consciente de que la renuncia de Petraeus es un problema para su administración, ya que deja vacante un puesto altamente sensible y expuesto al ojo crítico del Congreso. La renuncia llegó además sólo tres días después del triunfo de Obama en las elecciones presidenciales.

Pero, según expertos, una relación extraconyugal es absolutamente incompatible con un cargo como el jefe de la CIA.

Relaciones de este tipo están prohibidas incluso para los agentes, ya que los vuelve vulnerables y chantajeables.

Petraeus dimitió justo cuando debía enfrentar un duro interrogatorio a puertas cerradas en el Congreso la próxima semana sobre su respuesta a un ataque en septiembre en el consulado de Estados Unidos en Benghazi, en el que murieron el embajador estadounidense en Libia y otros tres estadounidenses.

Esta semana, la revista Newsweek publicó un artículo sobre la biografía que escribió Broadwell.

«Todos cometemos errores. Lo importante es reconocerlos, admitirlos y evitar repetirlos», es uno de los 12 preceptos de vida de Petraeus, que mencionó la autora.

Al parecer, el militar siguió su consejo al pie de la letra cuando decidió renunciar.

Agencias EFE, AFP y DPA.

 

EL MUNDO DE MADRID SE LANZA CON UN TITULAR “MÁS FULMINANTE” SOBRE LA QUERIDA DEL MILITAR:

El Mundo de España

La mujer que fulminó a Petraeus

 

Eduardo Suárez (corresponsal) | Nueva York

A David Petraeus le apodaban ‘Melocotones’ sus compañeros de colegio. Un detalle que los ciudadanos ignoraban hasta que lo desveló en una entrevista televisiva su biógrafa Paula Broadwell: una escritora pizpireta que se acercó al general con la excusa de estudiar su liderazgo y se enzarzó con él en una relación sexual que ha terminado por precipitar su dimisión.

Broadwell es una mujer con un currículum excepcional: se graduó en la Academia Militar de West Point, ejerció como modelo para una firma de ametralladoras y llegó a ser concertino en una orquesta de Dakota del Norte. Desde el viernes es también la responsable de la dimisión del hombre que ejercía desde hace un año como director de la CIA y pasaba por ser el general de cuatro estrellas más respetado de Estados Unidos.

Broadwell y Petraeus se conocieron en Harvard en la primavera de 2006. Ella estaba trabajando en un estudio académico sobre el liderazgo y quería estudiar en detalle el modo de ejercerlo del oficial. Ambos se intercambiaron los correos electrónicos y mantuvieron una conversación virtual que se extendió hasta el verano de 2010, cuando el general fue nombrado sucesor de su colega Stanley McChrystal para liderar la misión en Afganistán.

Broadwell escribió entonces a Petraeus para decirle que se proponía pasar unos meses observando su trabajo en el país musulmán. Al principio se suponía que sus conversaciones serían la materia prima para un trabajo académico. Pero el proyecto enseguida fue tomando la forma de una biografía que se publicaría este año con el título premonitorio ‘All in’.

La escritora presumió en las entrevistas promocionales de su cercanía con el general y recordó cómo había grabado sus conversaciones mientras salían juntos a correr por las planicies afganas. «Fue un modo de ponerme a prueba. Aunque yo también le puse a prueba a él. Supongo que aquello fue la base de nuestra relación», decía enigmática Broadwell durante una aparición con Jon Stewart en el ‘Daily Show’.

‘Ambiciosa y familiar’

El entorno de Petraeus dice ahora que su relación sexual con Broadwell no prendió hasta que el general volvió de Afganistán y asegura que duró sólo unos meses. Pero la escritora seguía ejerciendo hasta hace unos días como una especie de portavoz oficiosa del general, desmintiendo en agosto que estuviera interesado en ser el aspirante republicano a la vicepresidencia y publicando en ‘Newsweek’ esta misma semana un artículo con sus 12 reglas del liderazgo. Entre ellas, la número cinco que dice así: «Todos cometemos errores. La clave es reconocerlos y admitirlos, aprender de ellos y desmontar el espejo retrovisor. Seguir adelante y no volver a caer en ellos».

La amante de Petraeus está casada con un radiólogo, vive en su suburbio de Charlotte (Carolina del Norte) y tiene dos hijos en edad escolar. «Siempre fui una mujer muy ambiciosa desde muy joven. Ambiciosa en Harvard y en West Point, que era un entorno muy competitivo y donde las mujeres compiten en igualdad de condiciones con los hombres. Pero ahora como madre que trabaja me doy cuenta de que es muy difícil competir en algunos terrenos. Supongo que es muy importante para nosotras las madres que trabajamos admitir que la familia es lo más importante«, decía Broadwell al elogiar el respaldo de su esposo unos meses después de publicar el libro.

Detrás de su perfil académico, Broadwell esconde un formidable currículum como oficial de inteligencia que le llevó a viajar por más de 60 países durante unos 15 años de servicio y la convirtió en una experta en «operaciones antiterroristas».

Una vida nómada

Broadwell habló sobre Petraeus en términos muy personales durante sus entrevistas televisivas. «Tuvimos una gran compenetración. David tiene una máscara de mando. Pero yo he logrado ver un lado más personal», decía en enero en la cadena CBS. Y añadía sobre la mujer del general: «David está casado con Holly, que es una esposa militar maravillosa y que ha hecho mucho por sus hijos y por los hijos de soldados fallecidos. La respeto inmensamente».

Petraeus lleva 38 años casado con su esposa, a la que conoció porque era la hija del superintendente de West Point. Ambos tienen dos hijos y han llevado una vida nómada durante sus cuatro décadas de matrimonio. Durante los años del general en Irak y Afganistán, Holly sólo hablaba con él por correo electrónico. Su hijo Stephen también ha servido en dos ocasiones con su regimiento de infantería en el país del que su esposo regresó el año pasado.

Los cuernos de Petraeus emergieron por una investigación del FBI, que detectó que alguien había utilizado la cuenta de Gmail del general y que su biógrafa había proferido amenazas contra una tercera mujer próxima al director de la CIA que decidió pedir protección.

 

MIENTRAS TANTO EL DIARIO EL PAÍS DE MADRID (www.elpais.com)  HACE UNA COBERTURA MÁS AMPLIA DEL CASO DE LAS FALDAS QUE ACABAN CON EL JEFE DE LA CIA:

El Congreso considera la posibilidad de obligar a comparecer a Petraeus

El general podría comparecer ante la cámara Baja en calidad de ciudadano privado

 Washington

Mientras se van conociendo nuevos datos que apuntan hacia la existencia de una segunda mujer en el entorno amoroso del general David Petraeus, se van acumulando también presiones para que el exdirector de la CIA declare esta semana ante el Congreso sobre el ataque de Bengasi, incluso después de haber renunciado a su cargo tras confesar una relación extramatrimonial.

Congresistas de ambos partidos están considerando la posibilidad de citar a declarar a Petraeus como ciudadano privado en posesión de información relevante para el esclarecimiento del caso que se investiga en el Capitolio: qué sucedió exactamente el 11 de septiembre pasado y en qué circunstancias murieron cuatro norteamericanos, incluido el embajador en Libia, Christopher Stevens. Sobre este asunto, que al principio parecía una espontánea oleada de furia por el vídeo contra Mahoma y que después se interpretó como un ataque planificado, se ha ido extendiendo un manto de confusión que empieza a ser sospechoso.

Varios republicanos de menor influencia en la Cámara de Representantes se habían pronunciado ya en los últimos días a favor de la comparecencia de Petraeus, que no está obligado legalmente a testificar una vez cedidas sus responsabilidades en la CIA. Ayer, un senador de peso en la oposición, Tom Coburn, se sumó a esa posición, entendiendo que lo que el laureado general conoce puede no saberlo nadie más. Y, aún más importante, un destacado senador del Partido Demócrata, Charles Schumer, admitió la posibilidad de convocar a Petraeus si la declaración que la persona que le ha sustituido provisionalmente, Michael Morell, no resulta suficientemente aclaratoria. “Escuchemos a Morell y a partir de ahí decidiremos”, manifestó Schumer en el programa Meet the Press, de NBC.

Morell era el número dos de la CIA con Petraeus. Es un funcionario de larga experiencia en la agencia y algunos lo consideraban el que, en realidad, la dirigía por detrás del famoso jefe. Su testimonio, sin embargo, puede verse devaluado por el hecho de que siempre podrá refugiarse en la realidad de que era otro, un superior, quien tomaba las decisiones.

Obligar a Petraeus a comparecer ante el Congreso no es fácil ni constituiría un gran beneficio para el prestigio de quien era considerado el mejor general en varias generaciones. Aparte de las consecuencias políticas que pueda tener este caso, esa es una de las mayores preocupaciones en este momento: preservar la honorabilidad de Petraeus.

No va a ser fácil. Precisamente, EE UU celebra este domingo el día de los Veteranos de guerra, fiesta nacional en este país. Es una tradición de esta democracia cuidar el nombre y el legado de quienes la han representado o defendido en las más altas posiciones. La memoria de los presidentes y de los generales, ya sean Richard Nixon o George Patton, se va limpiando con el paso del tiempo hasta dejarla por encima de la controversia cotidiana.

Petraeus, que colgó el uniforme el año pasado con cuatro estrellas sobre sus hombros y a un paso de la gloria eterna, tendrá ahora que atravesar muchos obstáculos hasta esa meta. La investigación del FBI que descubrió que Paula Broadwell, la mujer que había escrito su biografía, era también su amante, está mostrando otra imagen del idolatrado militar.

El FBI ha comprobado que Broadwell había utilizado el correo personal de Petraeus, el de su cuenta en Gmail, no el oficial de la CIA, para enviar mensajes amenazantes a otra mujer cuya identidad no se ha revelado pero que no es la mujer del general, Holly. En esos mensajes, Broadwell insistía a su destinataria en que se mantuviera lejos de Petraeus, quizá con amenazas incluidas si se resistía a hacerlo. Aunque no hay más detalles, se supone que esa otra mujer era alguien que en algún momento también había tenido alguna vinculación sentimental con el exdirector de la CIA.

En la caída de cualquiera, siempre hay algunas manos dispuestas ayudar, pero muchas listas para empujar. Petraeus no es una excepción. Es ahora cuando surgen los comentarios de algunos de sus compañeros de filas, envidiosos de su éxito, que se acuerdan de que siempre tuvo fama de mujeriego. Es ahora cuando cobran importancia las acusaciones que Bob Woodward hacía en su libro, Obama’s Wars, de que Petraeus era extremadamente vanidoso. Este es el clima adecuado para todos los excesos, incluido el del exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, quien ya vaticina que estamos ante un nuevoWatergate.

Los riesgos del ‘caso Petraeus’

El jefe de la CIA tenía una comparecencia clave en el Capitolio la próxima semana

Existen dudas sobre si demoró la renuncia para no influir en la carrera presidencial

 Washington

La dimisión del director de la CIA, el general David Petraeus, una de esas historias en las que el drama personal, el interés nacional y el morbo popular se confunden peligrosamente, ha dejado suficientes puntos oscuros como para provocar en los próximos días repercusiones políticas de imprevisibles consecuencias. La renuncia se produjo al hilo de una investigación del FBI sobre una brecha en la seguridad del jefe del espionaje, y en un momento muy delicado del calendario electoral.

El caso, por lo que hasta ahora se conoce oficialmente, no es más que la decisión de un hombre —por lo demás, un militar de inmaculado historial y gran reputación— que cree que su vida sentimental le impide seguir desarrollando eficazmente su trabajo. El jefe de la CIA confesó en su carta de dimisión que había tenido una relación extramatrimonial, y no ha negado después la información de que su amante era Paula Broadwell, con la que compartió tiempo durante los dos años en los que esta trabajó en su biografía, All In: The Education of General David Petraeus.

Broadwell está casada y es madre de dos hijos. También Petraeus tiene esposa, Holly, a la que conoció en 1973, durante su paso por la Academia Militar de West Point. Broadwell y Petraeus han viajado varias veces juntos a Afganistán, donde él fue hasta el año pasado jefe de las tropas norteamericanas, y de esos contactos nació un afecto mutuo. Ella se ha referido públicamente a Petraeus como “mi mentor”, y no ha ocultado su admiración por él. “He conocido su lado más personal”, confesó Broadwell en una entrevista reciente a la cadena CBS.

Hasta ahí, no es más que un ejemplo de cómo la pasión se interpone en el camino de cualquier ser humano, sin consideración a la relevancia de su cargo o la gravedad de sus consecuencias. Son las circunstancias que rodean este romance las que lo hacen eventualmente explosivo. Son las respuestas a las comprometidas preguntas de quién supo qué y cuándo, las que pueden generar una crisis.

El caso Petraeus tiene, al menos, tres ángulos polémicos: el anuncio de su renuncia pocos días antes de que debiera comparecer ante el Congreso para aclarar el ataque contra el consulado norteamericano en Bengasi (Libia), la revelación de este episodio solo tres días después de la celebración de las elecciones presidenciales y el riesgo de que se haya producido una filtración de secretos de Estado.

Petraeus debía de responder el miércoles ante un comité en el Capitolio sobre los posibles fallos de seguridad que dieron lugar el pasado 11 de septiembre a la muerte de cuatro norteamericanos, incluido el embajador de Estados Unidos en Libia, Christopher Stevens. Como se ha sabido posteriormente, el consulado en Bengasi era, prácticamente, una base de actuación de la CIA, organización a la que pertenecían todas las víctimas, menos el embajador, y que estaba encargada de su seguridad. Sobre ese ataque han circulado hasta ahora diversas versiones contradictorias, que no llegaron a crear más controversia al coincidir con un momento en el que la atención estaba puesta en la campaña electoral.

Fue también durante esas últimas semanas de la campaña cuando, según algunos medios de comunicación norteamericanos, el FBI descubrió que el correo de Petraeus en su cuenta personal de Gmail, no el que usa profesionalmente como director de la CIA, había sido utilizado por otra persona con mensajes, cuyo contenido no se conoce, pero que no parecía coherente con la personalidad y la posición de Petraeus. Es decir, puede que hubiese mensajes obscenos o algunas revelaciones sobre lugares de cita y horas de desplazamiento. Todo ello, material que, en manos de enemigos de EE UU, puede resultar valioso.

El tercer aspecto de controversia es el de cuándo se supo este asunto, antes o después de las elecciones. Es obvio que los efectos de la noticia podían haber sido distintos tres días antes del 6 de noviembre o tres después. La Casa Blanca ha informado de que Petraeus habló por teléfono el miércoles pasado con el consejero de Seguridad Nacional, Thomas Donilon, para pedirle una cita con el presidente y exponerle su situación. Un día después, el jueves, Barack Obama recibió al director de la CIA, quien le entregó su carta de dimisión. Según esta versión, el presidente no la aceptó de inmediato. Se tomó para decidir hasta el viernes, que fue cuando el caso de hizo público. Ese mismo día por la mañana la agencia de inteligencia le adelantó la noticia a los principales líderes del Congreso.

Ese relato de los hechos, incluso siendo cierto, se enfrenta a dos dudas: ¿Esperó Petraeus a presentar la renuncia para no afectar a la carrera presidencial? ¿No informó el FBI a la Casa Blanca ni al Congreso acerca de su investigación sobre una figura tan relevante como el director de la CIA? Según The New York Times, la primera indicación que el FBI dio a los comités de Inteligencia del Senado y de la Cámara de Representantes de que había una actividad sospechosa en el correo electrónico de Petraeus fue esta misma semana. Como el diario recuerda, la ley obliga a que los presidentes de esos comités estén informados de cualquier movimiento significativo en materia de espionaje.

Ahora se abren múltiples posibles desarrollos del caso. Uno, en el terreno de la justicia militar, que considera el adulterio un delito, aunque, en realidad, nunca se actúa en esa materia y, mucho menos, en las circunstancias de Petraeus, que está en retiro desde el año pasado. Otro, más probable, es el de una investigación parlamentaria, sobre la base de que se ha ocultado información relevante al Congreso.

El general Petraeus es una figura que goza de admiración en este país y a quien, más allá de las habituales envidias entre las filas militares por su enorme fama y protagonismo, no se le conocen enemigos declarados. Sin embargo, para el Partido Republicano esta puede ser una oportunidad de empezar a erosionar al presidente a los pocos días de su reelección. El caso Petraeus se ha cruzado, además, con una negociación vital para el futuro de la economía norteamericana, como la del abismo fiscal.

El general protagonista

David Petraeus fue un condecorado militar antes de ocupar la dirección de la CIA

 Washington

A David Petraeus se le recordará como el general que salvó dos guerras para Estados Unidos. Cuando el conflicto en Irak parecía destinado a encarnizarse repitiendo la grave humillación de Vietnam, diseñó un refuerzo militar que George W. Bush aceptó, y que marcó un cambio de rumbo en el conflicto, que permitió culminar la retirada en 2011.

Sus prescripciones, mandar más soldados a zonas insurgentes y confiar en tácticas contrainsurgentes, se aplicaron a también a Afganistán, con el mismo éxito. Sobrevivió a un cáncer de próstata y pasó a la vida civil asumiendo la dirección de la CIA, para acabar saliendo por la puerta de atrás este viernes, tras admitir ante el presidente una aventura extramarital.

Petraeus es una leyenda viviente dentro del Ejército norteamericano. Nacido en 1952 en Nueva York, dio 37 años de su vida al Ejército. Se licenció en West Point and 1974 y se doctoró posteriormente en Relaciones Internacionales por la prestigiosa universidad de Princeton.

Su primera misión de combate le llegó en 2003, como comandante de la División Aérea 101 durante la invasión de Irak. Con sus hombres tomó Mosul de forma exitosa. En 2005 fue ascendido a comandante general de la base de Fuerte Leavenworth y de su centro de educación de líderes militares. Desde ese puesto, reescribió el manual de operaciones contrainsurgentes de las fuerzas armadas norteamericanas, que se convertiría en una biblia militar en las dos guerras abiertas.

Cuando a Bush le quedaba algo más de un año para abandonar la Casa Blanca decidió renovar íntegramente su estrategia militar en Irak. Para ello ascendió de nuevo a Petraeus, para ofrecerle el mando de la Fuerza Multinacional en Irak. Así nació el rearme de 2007.

Petraeus propuso un incremento de 20.000 soldados a dos bastiones insurgentes: Bagdad y la provincia de Anbar. Esas tropas pacificarían el país a la vez que entrenaban a las fuerzas armadas iraquíes, para protagonizar una transferencia de soberanía escalonada. Con la llamada ‘doctrina Petraeus’ desaparecían las operaciones de infantería tradicionales en Irak.

La Casa Blanca consideró la operación un éxito. Tanto, que ascendió a Petraeus a un puesto del que parecía que ya no se marcharía: el mando del Comando Central, la división del Pentágono que coordina las fuerzas norteamericanas en Oriente Próximo, el Cuerno de África y Asia Central. Al comandante Petraeus le correspondía la labor de supervisar las dos guerras que EE UU tenía abiertas.

El nuevo presidente, Barack Obama, eligió a otro soldado, Stanley McCrhystal, para que aplicara la doctrina Petraeus en Afganistán. Su primera orden: un refuerzo de 30.000 tropas con idéntica distribución y funciones que el que Bush había ordenado para Irak. Sin embargo, el general McChrystal, comandante de la Fuerza de Asistencia a la Seguridad de la OTAN y de las fuerzas de EE UU en Afganistán, acabó protagonizando un acto de insubordinación que obligó a Petraeus a volver a tomar las riendas de una guerra.

En una entrevista con la revista Rolling Stone, McChrystal ridiculizó al presidente y al vicepresidente Joe Biden. Obama pidió su dimisión, yPetraeus le sustituyó en Afganistán en junio de 2010. Estuvo en el puesto aproximadamente un año, y lo abandonó para retirarse del ejército, justo en un contexto en el que Obama ordenaba la retirada escalonada de las tropas norteamericanas de Afganistán.

A Petraeus Se le condecoró con la Medalla por Servicio Distinguido del Ejército. En la ceremonia correspondiente se le comparó a los mayores generales de la historia del país, como George Marshall o Dwight Eisenhower.

Mucho se elucubró sobre la marcha de Petraeus en la época. Había sufrido un cáncer de próstata en 2009, pero aquello no le apartó de sus funciones. Recibió un tratamiento exitoso en el hospital militar de Walter Reed. En junio de 2010 se desmayó ante las cámaras en una comparecencia en el Capitolio, aunque aquello quedó en una simple deshidratación, sin más complicaciones.

Lo cierto es que Petraeus era un militar muy protagonista en un mundo, como es el castrense, donde no gustan las estridencias o las salidas de tono. No encajaba con la disciplinada y silenciosa cultura del Pentágono.

Finalmente, Obama envió al general retirado a la dirección de la CIA, un puesto que ocupó un año y dos meses. Bajo su mando, la agencia de inteligencia incrementó notablemente los ataques con drones, o aviones no tripulados, controlados de forma remota. Su dimisión, el 9 de noviembre, sólo tres días después de las elecciones presidenciales, llegó de forma inesperada. El motivo aducido, una relación extramatrimonial, era algo que casi nadie esperaba, en un general que se había cubierto previamente de todos los honores posibles.

 

EL DIARIO ABC DE MADRID TAMBIEN HACE UNA NOTA DESDE WASHINGTON DANDO CUENTA DE LA AGUERRIDA Y SEXY BIÓGRAFA QUE TUMBA AL CONDECORADO Y HASTA LA SEMANA PASADA ADMIRADO GENERAL PETRAEUS:

La descarada biógrafa del general Petraeus

Graduada en West Point y con máster en Harvard, Paula Broadwell llamaba la atención en Afganistán por sus camisas ajustadas y pantalones ceñidos

EMILI J. BLASCOEJBLASCO / CORRESPONSAL EN WASHINGTON

Paula Broadwell sabía cómo impresionar, incluso más de la cuenta. Sus camisas y pantalones ceñidos en sus visitas a Petraeus en Afganistán obligaron al general a pedirle que rebajara el tono sexual de atuendo. «Parecía no tener sensación de la modestia en esa parte del mundo», asegura al «Washington Post» un ayudante de Petraeus. Con él se desplazaba en su avión personal y con él salía a correr, aguantando el ritmo de «milla por seis minutos» del alto militar: a su paso por West Point, Broadwell ganó premios por su forma física.

Ambos se conocieron en 2006, cuando la joven llegó a la Kennedy School of Government de Harvard, tras sus estudios en la academia militar de West Point. A Harvard acudió Petraeus a explicar su intervención en la invasión de Irak y su manual sobre contrainsurgencia que estaba elaborando.

Broadwell y otros asistentes fueron invitados a una cena con el conferenciante y allí él le dio su tarjeta de visita, ante el interés de la estudiante en varios temas. En 2008 ella decidió escribir su tesis doctoral sobre el estilo de liderazgo del militar y luego cambió esa idea por una biografía.

Los contactos entre autora y biografiado comenzaron a hacerse frecuentes. Broadwell era invitada a correr con el general por las orillas del Potomac, en Washington, o visitarle en su destino de Afganistán, ganando un acceso que el entorno de Petraeus consideró extraño, aunque al parecer nadie sospechó de algo impropio.

Testimonios de ayudantes y colegas del entonces jefe de las tropas aliadas en Afganistán indican que entonces consideraron muy sospechoso que alguien tan celoso de su imagen y cuidadoso con qué periodistas se reunía, de pronto se mostrara tan abierto con alguien sin experiencia periodística y que no había escrito ninguna biografía previa.«Sus credenciales no estaban a la altura. Me sorprendía que ella fuera su biógrafa oficial; “por Dios, escoge a alguien que haya escrito antes una biografía o al menos un libro de historia”», son algunos de los comentarios de quienes estaban cerca de Petraeus.

«Todos cometemos errores»

Durante esas visitas a Afganistán, Broadwell divulgó muchas veces datos operacionales sensibles en sus comentarios en Facebook. Quería exhibir su hilo directo con el jefe militar, así como sus peligrosas aventuras en una zona de combate. Durante las ausencias de su domicilio en Charlotte (Carolina del Norte), al cuidado de sus dos hijos pequeños quedó su marido Scott, que trabaja como radiólogo. Ella se felicitó de tener un «compañero que hace de señor mamá, tan sorprendente y que tanto apoya».

Pocos días antes de que estallara el escándalo, Broadwell publicó en internet las «lecciones del liderazo» del general Petraeus, presentadas en doce puntos. «Todos cometemos errores», decía una de ellas. «En forma para el combate. Tu cuerpo es tu último sistema armamentístico», apuntaba otra.