LA REUNIÓN, POR LO DEMÁS sorpresiva, del presidente cubano Raúl Castro con el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega , y el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de la isla, Dionisio García Ibáñez , la semana pasada, debe arrojar hoy lunes los primeros resultados de lo que fueron algunas promesas hechas por Castro a los representantes de la Iglesia en la isla.

En ese encuentro, el presidente cubano habría prometido trasladar a hospitales a los presos políticos enfermos y llevar a otros disidentes encarcelados a lugares más cercanos a sus provincias de origen, en una asombrosa concesión ante la reciente avalancha de críticas por su historial de derechos humanos.

Ayer domingo el Arzobispo Auxiliar de La Habana, Juan de Dios Hernández, informó a Guillermo Fariñas, quien mantiene una prolongada huelga de hambre para exigir la liberación de 26 presos políticos enfermos, que los cambios comenzarían hoy y que al final algunos disidentes encarcelados podrían ser liberados. La otra oferta es trasladar a hospitales a todos los presos políticos enfermos de gravedad y a otros detenidos a prisiones más cerca de su lugar habitual de residencia.

En la misma sesión con la Iglesia el jefe cubano les habría informado del crítico estado de salud de su hermano Fidel quien “ha vuelto a sufrir otra gran recaída”. Los conocedores del lengua oficial cubano estiman que todos estos cambios se aceleran ante la posibilidad de un desenlace final para el longevo dictador cubano. Y antes los obispos habían logrado con Raúl Castro el respeto a las marchas dominicales de las Damas de Blanco. Poco a poco.