Maduro llegó a “querer” a Borges más que los “radicales” de la oposición
Maduro llegó a “querer” a Borges más que los “radicales” de la oposición

ENTRE LAS MUCHAS DIFERENCIAS QUE SEPARAN a Nicolás Maduro de los llamados “radicales” de la oposición existe una que destaca sobre el resto: al menos en par de ocasiones recientes el Presidente de la República sí se atrevió a hablar “bien” del diputado y coordinador nacional de Primero Justicia (PJ), Julio Borges.

Antes de condenarlo definitivamente acusándolo de ser uno de los autores intelectuales del supuesto atentado con drones que sufrió el sábado 4 de agosto, Maduro se preocupó de mostrar públicamente cierta simpatía por Borges, azuzando de esta manera las sospechas y críticas internas contra el parlamentario.

En un mismo discurso, el mandatario pasó de atribuir al legislador la elaboración de un plan con el objetivo de bombardear el palacio de Miraflores, a asegurar que se había comprometido a someterse a las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para superar el “desacato” que ata de pies y manos a la Asamblea Nacional (AN).

“Julio Borges me mandó un mensaje directo, tengo la prueba”, comenzó el 29 de diciembre de 2016. “Yo lo conozco porque yo fui diputado (…) él me decía Nicolás”, agregó el jefe de Estado. Más adelante, dijo que estuvo relacionado con un presunto intento de golpe de Estado en 2014. “Hay testigos que dicen que él hizo el plan de bombardeos, para bombardear Telesur (canal internacional de noticias), el palacio de Miraflores y el CNE (Consejo Nacional Electoral)”.

Después de vincular al fundador de PJ con esa conspiración, Maduro aseveró que le envió un mensaje que rezaba: “Si soy presidente de la AN se va a regularizar la vida institucional de la AN, vamos a respetar a los poderes públicos y acatar la sentencia del TSJ, y vamos a establecer un diálogo con el Ejecutivo nacional y vamos a hacer política”.

El comentario del heredero de la «revolución bolivariana» atizó las dudas y cuestionamientos contra Borges. A pocas horas de que tomara las riendas del Parlamento, apuntaban en las redes que había firmado la capitulación para que el gobierno reconociera su nombramiento. Al final, nada de esto ocurrió y el oficialismo disolvió en la práctica el Poder Legislativo, primero con fallos judiciales y luego instalando en su sede a la asamblea nacional constituyente.

Doble cara

“Creo que es un discurso dirigido a dos públicos distintos: el ‘Borges terrorista’ es sobre todo para consumo internacional (aunque nadie le crea, eso no importa): igual que los cubanos han hecho durante décadas, es importante asociar a los opositores con el ‘terrorismo’ para justificar cualquier represión contra ellos”, analiza el sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Luis Gómez Calcaño.

La otra cara de la moneda, apunta Gómez Calcaño, es el “Borges negociador” que iría dirigido “para consumo de los opositores internos, no solo los radicales sino los que, sin serlo aún, se han ido decepcionando del liderazgo. Lo que más conviene al régimen es que los decepcionados se vuelvan radicales”.

El académico de la UCV subraya que esta fórmula ha sido aplicada por sistemas que sirven de inspiración y guía a la revolución bolivariana. “Exactamente lo han venido haciendo los cubanos y los gobiernos de Europa del este bajo el comunismo”, enfatiza.

Será tu sonrisa

La agudización de la crisis política en 2017 llevó a Maduro a achacar a Borges todos los males del país. El presidente de la AN era el culpable del bloqueo imperial y de la “guerra económica” que azotaba a la nación. Pese a ello, el 3 de diciembre el sucesor del difunto comandante Hugo Chávez confesó que estaba dispuesto a regalarle una sonrisa a su enconado enemigo.

“Yo sí les voy a dar la mano y a pesar de las diferencias que tengo, duras, pero duras requete duras, le voy a regalar una sonrisa diputado Julio Borges”, ofreció el dignatario bolivariano tras invitar a la oposición a dialogar en su despacho. Confirmaba así su intención de confraternizar con un dirigente al que había señalado de urdir un complot para –nada más y nada menos– bombardear Miraflores y sumir en la miseria a los venezolanos.

En aquella intervención, Maduro se refirió a Borges como “mi nuevo mejor amigo” –expresión que en su momento utilizó el expresidente colombiano Juan Manuel Santos sobre Chávez– y para remate agradeció a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) “su espíritu colaboracionista en sus intervenciones y propuestas en la mesa de diálogo de República Dominicana”.

“Si no vengo al acto de cierre es porque estoy reunido con Julio Borges, te espero a las ocho de la noche para que veamos esos dos planes”, cerró su alocución ese día ante los promotores de la Primera Feria Internacional de la Ciencia y la Tecnología.

Las palabras de mandatario chavista encendieron las alarmas: al frente de la delegación de la MUD, el líder de PJ firmaría el acuerdo de Santo Domingo para consumar la traición a la causa democrática. Esto, como se sabe, tampoco ocurrió. El diputado se negó a suscribir el pacto y la historia llegó a su fin.

Se acabaron los mensajes y las promesas de sonrisas. Lejos del diálogo en Miraflores, parece más factible el interrogatorio en Ramo Verde. A despecho de lo que corre en las redes, Maduro ya identifica a Borges como su nuevo peor enemigo.