Mitos de los vinos importados - Runrun
Redacción Runrun.es Nov 03, 2010 | Actualizado hace 13 años



Hay muchas dudas e inquietudes de parte de los consumidores de vinos sobre la afectación que sufren dichos productos cuando se trasladan desde el país de origen al de destino.

En la historia del comercio del vino, nos damos cuenta que gracias al transporte marítimo y al surgimiento de las redes ferroviarias, los países productores han podido desarrollar dicha industria. Bordeaux, Cognac, Oporto y Jerez son algunas de las regiones cuyos canales fluviales o vías marítimas les permitieron a las embarcaciones llegar con más facilidad a otros mercados. En Argentina, por ejemplo, el ferrocarril fue fundamental para que esta industria se expandiera llevando a los vinos de la región de Mendoza  primero a la Capital Federal y más recientemente fuera del país.

En vista de lo delicado de la bebida, se ha creado un mito entre algunos conocedores y la mente de muchos consumidores relacionado a que los vinos transforman sus características organolépticas luego de las travesías internacionales.

La enología ha evolucionado en los últimos 50 años y ha logrado impregnarle más durabilidad a los vinos, así como ha sucedido en todos los productos alimenticios. La producción antigua no permitía una larga vida más allá de un año, debido a la falta de la maceración del mosto con la piel, que permite la extracción de los polifenoles y antocianos que alargan la duración de los vinos. Igualmente, la importancia de fermentar en bajas temperatura para llegar a un grado alcohólico adecuado, superior a los 11˚ GL.

Los importadores de vino tienen que tomar en cuenta cuestiones fundamentales para que los viajes no afecten sus compras. Primero, hay que optar por comprar vinos jóvenes, es decir, recién embotellados, tanto los que serán consumidos en el mismo año de su cosecha como los que serán destinados a la guarda. Cuando el vino tinto posee sus taninos todavía jóvenes y los blancos una correcta acidez, sobrevive mejor al viaje. No es adecuado exportar vinos que ya tengan un largo periodo de guarda ya que pueden sufrir mucho. Inclusive si se traen por vía aérea -hasta en nuestros equipajes-.

Otro aspecto es el perfil de la importadora o tienda y cómo almacenan sus vinos. Hoy en día, casi todos los contenedores vienen con una manta térmica que protege los cambios de temperatura durante la cadena de transporte internacional. En algunos casos, principalmente para los vinos alta gama o lotes con cierto envejecimiento, se utiliza contendores refrigerados.

Con relación a la compra del vino de guarda, es muy importante que sea joven, normalmente a los 2 o 3 años de su fecha de cosecha y luego almacenarlo correctamente en ambientes o cavas climatizadas. En caso que opten por vinos ya envejecidos, deben conocerse las condiciones de su trayectoria hasta que les llegue a sus manos. Lo ideal es que no pase por más de 3 canales, de la bodega al importador y máximo una instancia más.

Ahora bien, es muy común que los consumidores finales piensen que: “no me sale igual el vino cuando lo tomo en su origen y luego en Venezuela”. Está comprobado que esta percepción está más relacionada con el momento y la emoción al tomarlo en su país de origen ya que jamás será igual si lo degustas directamente en la bodega, porque el ambiente y tus sentidos estarán  más inspirados que en una mesa en tu país.

Waleska Schumacher/ Gourmet Lounge