La pesadilla caraquista - Runrun
Redacción Runrun.es Ene 10, 2011 | Actualizado hace 13 años

Han pasado cuatro días,  pasarán muchos más y seguirá comentándose  del toque de Josh Kroeger.

No creo que haga falta recordar la decisión del manager Dave Hudgens de poner al tercer toletero, líder bate y candidato al Jugador Más Valioso, a tocar la bola para avanzar a los corredores Grégor Blanco y Asdrúbal Cabrera.

Esta cronista estaba en el estadio. Desde que salió Kroeger al home plate, no pocos aficionados se preguntaron si, de acuerdo al famoso “librito”, Hudgens jugaría conservadoramente y apelaría al sacrificio para poner los corredores en posición anotadora.

No había outs y podía entregarse el primero a cambio de llevar a Blanco y Cabrera, quienes representaban el empate la de irse arriba, más cerca de la goma, en el octavo capítulo.

(Por cierto nunca tan bien “capítulo” porque esta historia ya parece una novela).

Rápidamente Kroeger intentó tocar y se despejaron las dudas. El ambiente era extraño, unos guardaban absoluto silencio, esperando que la jugada tuviese éxito, mientras otros no paraban de criticar que se le quitara el bate al mejor toletero del inning.

En cuenta de dos bolas y dos strikes, ya era casi unánime la esperanza de que no insistiera en sacrificarse. Al siguiente envío de José Mijares, Kroeger volvió a intentarlo y terminó ponchándose.

Muchos caraquistas no durmieron esa noche, “La Pesadilla” era Kroeger intentando tocar la bola.

Las críticas no se hicieron esperar, poco importaba que Jesús Guzmán fuese el siguiente bateador, para la mayoría de los presentes, al menos en la tribuna,  esa jugada insólita sería castigada por la justicia beisbolera y lo que pudo ser no fue por culpa del manager.

“¡Perdimos!” pronosticaron muchos y los hechos les dieron la razón, Guzmán la elevó por primera y José Castillo se ponchó.

El juego terminó 3 a 2 y ganaron los Tigres de Aragua arrebatándole el invicto a los Leones del Caracas.

La conversación, a partir de ese momento, al menos para los caraquistas, no fue otra que el toque de Kroeger.

Por sugerencia del periodista Sergio Machado, en twitter se creo el hashtag #tocarconkroeger que aún pueden revisar, para comparar la decisión de Hudgens con cualquier disparate, imposible o cosa inexistente en este mundo.

Pero Hudgens también tiene defensores y la verdad, si Kroeger hubiese tenido éxito, tal como el propio piloto declaró después, de eso no se estaría hablando.

Aquí un video de un toque por Kroeger de la temporada pasada, que sí funcionó.

Aunque algunos recordaron una expresión atribuida a Alfonso Carrasquel y también a Pompeyo Davalillo: “Si quieren ver tocando a Antonio Armas tráiganle un tambor”, la decisión no era una locura, conservadora sí, hasta “cobardona” si usted quiere, pero era una jugada “de librito”, lo disparatado, si se permite el término, fue insistir en cuenta de 2 y 2.

Seguramente si Guzmán batea un sencillo y se empata el juego y más atrás viene Castillo y da un largo fly y empuja la del gane, el toque de Kroeger habría sido sólo una anécdota, pero como el Caracas perdió, Hudgens pasó a ser el villano más vil de la comarca.

Eso de criticar cada cosa que hace el manager cuando las cosas salen mal es tan viejo como el juego de pelota, eso de recordar sólo los errores de un gran jugador también, pareciera que el béisbol no durara al menos nueve innings y que los equipos jugaran solos, es decir, que pierden porque el manager es malo o alguno cometió una pifia y se olvida que del otro lado otros jugadores y sus técnicos jugaron mejor.

El pitcheo de los Tigres maniató a la alzada toletería melenuda y la ofensiva supo aprovechar las ventajas que le dio el contrario.

Pero del buen juego de los Tigres hablan los Tigreros.

Los caraquistas y los criticones de siempre, todos con el complejo inevitable que tenemos  los aficionados al béisbol de  ser “managers de tribuna”, siempre recordarán ese inning en el que Kroeger insistió en tocar la bola en cuenta nivelada a dos.

No creo que será tan estigmático como el recordadísimo error del primera base de Boston Billy Buckner en la famosa Serie Mundial contra los Mets, pero pasará tiempo y alguien por ahí dirá “fue como cuando Hudgens puso a Kroeger a tocar”.

Algo casi equiparable, esperemos que no tan trascendental como el viejo chiste que recuerda la ya legendaria flatulencia de un tal Atanasio.

Criticar, quejarse, especular, lamentar el momento de la derrota una y mil veces, decir que el manager no sirve, aunque haya llevado al equipo a ser campeón y pedir su cabeza, forman parte del marco del béisbol.

Sin excesos, insultos o groserías, podría decirse que hasta es deber de los fanáticos involucrarse en el juego tanto como para decir “perdimos” o “ganamos”. Es ese sentido de pertenencia que tenemos por el equipo y por un juego que desde la tribuna parece sencillo.

Y nos parece sencillo porque muchos lo jugaron hasta universitarios o lo juegan aún en caimaneras de fin de semana, lo juegan nuestros hijos, así que no se trata de un experimento de biólogos especializados en genética de las ballenas azules, todos nos sentimos con derecho a opinar y lo tenemos.

Es parte de su encanto.

En lo personal critiqué la decisión, entendí el toque aunque no me gustó, pero la insistencia me pareció inexplicable, ahora, no creo que Hudgens, el mismo que dirigió al Caracas que obtuvo el campeonato número 17, sea un técnico malo, ni siquiera regular, creo que es bueno, que ha sabido manejar un dogout, tarea dificilísima en cualquier categoría, que impone disciplina, que más allá de los malos momentos de los relevistas, ha manejado el bullpen con eficiencia y no porque el Caracas es un equipo de superhombres clasificó compartiendo el primer lugar con las Águilas.

Un equipo son todos, incluyendo al manager, así se llama Willie Horton.

Pero le guste o no, desde Connie Mack, cualquier persona que tenga el poder de hacer una alineación, recibirá críticas que sólo podrán ser silenciadas con el éxito…y aún así.