Sin hit, sin carreras y sin melenas - Runrun
Redacción Runrun.es Nov 22, 2010 | Actualizado hace 13 años

Los Leones venían aporreados, con tres derrotas en fila, descendiendo en promedio. Los Bravos, luego Tigres y Tiburones aprovecharon la inconsistencia de los bates.

Así que Caracas llegó a Valencia con la victoria como una necesidad. Claro, siempre es necesario ganarle a los bucaneros, pero era imperioso más allá de tratarse de un Caracas-Magallanes, pues la cosas van “ajustándose” en la LVBP y la realidad está evidenciado a Leones como un equipo inconstante que no logra con comodidad combinar buen pitcheo  con bateo oportuno, defensa sólida y buen beisbol.

Lo cierto es que comenzó el juego en un escenario pleno de fanáticos de unos y otros, montones de Caraquistas mezclados en la tribuna que se hicieron sentir numerosos en los primeros episodios, aun cuando los Leones no terminaban de plantear una amenaza seria.

Anthony Lerew iba sumando outs sin mucho aspaviento y en los innings iniciales la inmensa mayoría no era capaz de presentir que en  el “José Bernardo Pérez” ninguna pelota impactada por un bate caraquista picaría inatrapable.

Siempre he creído que hay juegos en los que la magia es indiscutible. Si, magia de esas que uno imagina como polvo de hadas, de la propia Campanita,  pero que no se ve, aunque quién sabe si con detenimiento y con cámaras especiales es posible detectarlo como estela antes de que la pelota caiga en la mascota del receptor.

Algunas veces he llegado a pensar que las pelotas se ponen de acuerdo y se vuelven esquivas a los bates, que giran de ciertas maneras a propósito, para que sucedan estas cosas que tan pocas veces ocurren.

La verdad es que Lerew seguía colgando los ceros y ya cuando el juego fue legal y el Magallanes iba aumentando la distancia y la posibilidad del blanqueo, el temor de los caraquistas se acentuaba con la información que daba la pizarra sin mucho alarde.

El lanzador del Magallanes, Anthony Lerew, el mismo que se fue a Estados Unidos por compromisos familiares ineludibles y que regresó para seguir aunque sólo fuera por la salida de ayer, estaba dando un no hit no run”, sometiendo con comodidad a los bateadores melenudos con su cara de Russel Crowe en Gladiador.

Algunos comenzamos a invocar el espíritu de César Tovar, con la esperanza de que en el siguiente turno, el próximo bateador lograra llevar la bola a terreno de nadie, pero suele suceder en estos juegos comandados por los magos del beisbol, que la defensa siempre está bien colocada o hace prodigios para impedir que se malogre la hazaña.

Hasta el más racional piensa que ojala funcione eso de voltearse la gorra, cruzar los dedos, prometer casi cualquier cosa a cambio de un hit, todos los rezos, la Virgen en todas sus advocaciones,  todos los santos, ángeles y arcángeles, insuficientes, como después queda demostrado, cuando un lanzador tiene el dominio que ayer le permitió a Lerew despedirse de la afición turca inscribiéndose en la historia como el primer serpentinero del Magallanes que somete a los Leones con un no hitter, tan sólo el número dieciséis de los 65 años que tiene la LVBP.

Por la red social twitter se manifestaron unos y otros. Los magallaneros con sus chalequeos, desquitándose de la paliza del 18 a 3 en ese mismo escenario cuando  la temporada estaba comenzando, regodeándose con todo derecho en haber concretado la extraordinaria proeza justamente contra sus archienemigos. Ahora si es verdad que había  sido decretada la navidad para la afición “eléctrica” mientras que los caraquistas teníamos cara de procesión del Santo Sepulcro con todo y Dolorosa.

Otra vez habrá que repetir que igual que la infidelidad, lo que molesta es la habladera, pero hay que soportarla como gatos ( y por favor que no se ofenda ningún león), con estoicismo y cara de poker.

Los caraquistas más enterados recordaban que Leny Yochim concretó el primer no hitter justamente contra el Magallanes y también recordaron la joya de Howie Reed en defensa propia, dos juegos sin hits ni carreras que los magallaneros prefirieron valorar como alegrías que para vivir hay que hurgar en las hemerotecas.

Y fue otro motivo para las bromas, los titulares pegados en las carteleras, arepas en los escritorios, risitas socarronas y cualquier cosa que puede “molestar” al otro que tanta vaina ha echado también.

Y nos quedamos con esa relación que solo nosotros entendemos, que nos hace confirmar en cada juego que esta rivalidad siempre nos da un motivo para acentuar las ganas de revancha y así garantizamos que la gozadera a costillas del otro es inagotable.

Esta vez lo consiguió el Magallanes. Lerew y su equipo jugaron para que así ocurriera y los caraquistas debemos soportarlo.

Nos trasquilaron, si, ya crecerá la cabellera. ¡Si algo hay por delante son turnos!