Duele mucho - Runrun
Redacción Runrun.es Nov 15, 2010 | Actualizado hace 13 años

Lo sorprende a uno el timbre odioso del despertador justo cuando ya estaba “agarrando” el sueñito.

Toda la noche la pasamos en vela. No queremos que sea así, pero pasa que no paramos  de pensar en qué puede ser lo que está pasando, por qué sale todo mal, qué pasó con los sueños y las promesas.

Hay mañanas en las que nos despertamos y nos duelen las manos porque dormimos toda la noche con los puños cerrados como si quisiéramos darle un golpe a alguien.

Nos duele la cara.

Creo que  científicamente se llama bruxismo, eso de apretar los dientes y rechinarlos, pero vulgarmente y simplemente es arrechera.

Es esa rabia contenida que se traduce en movimientos involuntarios y que ya quisiéramos no sentir porque no somos masoquistas.

Dicen que el amor duele, pero a veces es el colmo.

Para quienes nos ven desde afuera es incomprensible y no dejan de tener razón si nos tachan de necios, pero no es controlable, es un sentimiento, nada que ver con la lógica o lo racional.

En una escena genial de esa divertida película “Fever pitch” de los hermanos Bobby y Peter Farrelly, Jimmy Fallon (el protagonista), luego de pasar lo que minutos antes calificó como “la mejor noche de su vida” con Drew Barrymore (su novia en la película), al enterarse de que no estuvo presente cuando los Medias Rojas le dieron vuelta a la pizarra contra los Yankees, manifiesta su frustración y tienen una discusión en la que ella le reprocha que se lamente de haber estado con ella y no en el juego.

El femenino y justo reclamo encontró una respuesta irrefutable: ¿Qué cosa has amado toda tu vida?

Y es que el amor por nuestro equipo es así. En la mayoría de los casos es una herencia, es un amor que viene en los genes, en nuestro ADN o que decidimos un buen día, casi siempre siendo niños y que nos pertenece como pocas cosas.

Es tal vez la única y verdadera fidelidad que tenemos en toda nuestra vida.

Por eso no puede gustarnos ver a nuestro gran amor haciendo el ridículo, vapuleado por los contrarios, sometido, minimizado…

Podemos, como fanáticos, soportar las burlas de los amigos de los equipos rivales, terminamos acostumbrados al “chalequeo” y lo devolvemos con nuestro mejor humor, pero dar lástima es inaguantable.

Resistimos con estoicismo las malas rachas y en contra de todo seguimos ahí, fieles como no somos con casi nada en esta vida.

No tengo dudas de que la inmensa mayoría de los fanáticos del beisbol venezolano entendemos, porque TODOS hemos pasado por eso, lo que están sintiendo los guairistas, tal vez una de la mejores y más alegres fanaticadas de la pelota criolla.

Han pasado 24 años desde que no van a una final y 25 sin un título. Este año se dijo “todo o nada” y sólo se ha cumplido con uno de los objetivos.

Este domingo fueron al juego y se pusieron unas bolsas en la cara para manifestar su disgusto y malestar ante la actuación de sus Tiburones.

Y no van a dejar de apoyarlos. Seguirán cantando que se puede hasta al final del final. No sabrán de dónde sacarán la fe para mantener las esperanzas y gritarán “SI podemos”,  no dejarán de ponerse sus atuendos guairistas por más que se metan con ellos y seguirán pensando que en el próximo turno vendrán las carreras.

Bastante paciencia han demostrado a lo largo de tantos años y por eso mismo tienen derecho a ir al estadio a expresar cómo se sienten y si “arriba” se molestan pues qué bueno.

Es muy duro, en momentos como estos no se puede ni tragar, el nudo en la garganta deja de ser un dicho para convertirse en un hecho.

Esta cronista lleva diciendo que a La Guaira sólo le queda mejorar, espero que ahora si sea cierto.

Los Tiburones han perdido 21 de 27 y aún Francisco Arocha dice que hay  talento de sobra para salir adelante.

Es su forma de decir que la gerencia hizo un trabajo tan bueno que hasta sobran peloteros, es decir, que la culpa de lo que ha pasado, una vez más, es del manager, primero Carlos Subero y después Phil Reagan.

Ahí parece que lo que sobra es verbo y a veces en el verbo no es acción.