Es lamentable que Francisco Rodríguez sea noticia por la violencia con la que golpeó al padre de su pareja en el salón familiar de los Mets.

“El Kid”  golpeó repetidas veces al “suegro” en la cara y también lo golpeó una vez contra la pared, por la descripción de varios testigos según nota de AP.

Podría uno especular centenares de motivos que provocaron la reacción del cerrador de los Mets y los Tiburones de La Guaira, pero ninguno será válido para justificar una agresión así.

Es preciso lamentar el incidente por muchas razones.

Francisco Rodríguez es un hombre aún muy joven, con mucho talento para jugar beisbol, que podría ver su carrera terminada si no busca ayuda para controlar sus instintos  violentos.

El “Kid” Rodríguez es ejemplo para muchos niños que quieren ser como él, jugar con la pasión que lo hace y hasta imitan sus gestos cuando logran un ponche.

En esto es bueno puntualizar que los peloteros son ejemplo, les guste o no, a los peloteros o a los padres de los muchachos que quieren parecérseles. Por eso hay que estar muy pendientes de quienes son esas figuras a quienes nuestros muchachos quieren imitar.

No es el Kid el primero que se ve involucrado en líos así,  lamentablemente ha habido otros en otras épocas y de otras nacionalidades, que han aparecido en las páginas rojas y no en las deportes que es donde uno espera leer de ellos.

Es preciso saber quienes son los ídolos de nuestros hijos y conversarles, el Kid es tremendo pitcher, pero cometió un error o este ha sido el más “visible”, que puede servir de ejemplo de lo que no está bien.

Hablar de la violencia, de las reacciones destempladas, de los desplantes al rival o al público y de cómo nosotros mismos podemos sabotearnos la vida por no controlarnos.

A los 28 años si algo se tiene es tiempo por delante para corregir lo que está mal.

Pasa por reconocer que hay un problema y es preciso el apoyo de la familia, los amigos, los compañeros, la sociedad. No es sencillo, espero que Francisco Rodríguez pueda superarlo y convertirse en ejemplo de cómo los errores sirven para aprender y ser mejores.

También es lamentable porque obviamente no pensó en el equipo, en los Mets, que requieren de su trabajo, de su buen trabajo y que lo menos que necesitan es un problema como éste, máximo cuando el episodio tuvo como escenario el  estadio.

Igual es pertinente esperar la decisión de las autoridades, que por lo pronto le han dejado en libertad, sin fianza, aunque con prohibición de acercarse a su familia.

Insisto en que aún está a tiempo de buscar ayuda profesional que lo enseñe a controlar su carácter. No dudo que las condiciones de su crianza, la ausencia de su padre, el entorno, etc, tengan qué ver con lo sucedido y por lo mismo requiere apoyo especializado para superar este problema y que no se repita.

No quisiéramos que su historia termine como la Ugueth Urbina y mucho menos como Edwin “El Inca” Valero.

Digamos que queda mucho juego, dependerá de los pitcheos que escoja, si salva o lo bota.