LA PREGUNTA RECURRENTE: ¿POR QUÉ TE GUSTA EL BEISBOL? - Runrun

EL BEISBOL  (Siempre) // MIS BARAJITAS por Mari Montes

El beisbol es un juego y todo lo que uno quiera…

Es el sonido de la bola chocando con la madera del bate o el de la recta que se aloja en la mascota.

El grito del umpire seguido de la pita y el murmullo después del foul que a última hora se alejó de la zona buena.

El silencio absoluto de los fanáticos que dura por ese instante que viene después de que el cuarto bate se ponchó con las bases llenas, haciendo swing de gradas, en el que uno piensa: “Si la hubiera enganchado”…

La chapita impactada con el palo de escoba.

Es la certeza de que aunque estemos perdiendo, en el próximo inning nos toca batear.

El grito que se escucha cuando la cena está servida: “¡Ya va, que falta un out!”.

El juego que “no termina hasta que se termina”, donde “pitcher no coje fly”  y “los batazos detrás de tercera son del short stop”.

Se dice que hay un “libro” con todas las jugadas posibles y que nunca se ha publicado porque jamás ha sido escrito, pero que todos comentan como si lo hubieran leído.

Es el único juego de pelota en el que la pelota está en poder de quienes lo defienden.

Las bases se corren en sentido contrario al reloj, porque el tiempo no importa.

No se sabe cómo ni cúando terminará.

Es el juego del diamante, los jardines y las serpentinas.

Es una cerveza helada.

Es el juego de las sentencias inapelables y donde robar está bien visto.

Cuando no es fácil explicar una situación de la vida, cualquier inning puede ser bueno para entender que lo único que debemos hacer es tirar strikes y no perderle la vista a la bola.

Es sacrificio y poder.

Es una forma de ubicarnos en el mundo y en nuestra propia vida.

Podemos contar la historia y usar sólo como referencia las Series Mundiales, sin necesidad de mencionar los años.

No siempre nos da alegrías, son muchos los turnos en los que no llega el hit o el corredor es puesto out en la goma, pero siempre queda el próximo inning, el juego siguiente o algún día.

No sé cómo es la vida para quienes no lo tienen, pero para nosotros, los que nos quedamos hasta la madrugada ligándole al equipo y somos felices por quedarnos en casa un viernes en la noche mirando un juego por televisión, el beisbol es un refugio seguro.

Es el home, y todo lo que significa llegar a salvo.

Nunca nos defrauda, siempre hay otra temporada para ser campeones,  un juego para el desquite, un novato para sacársela al Cy Young en la Serie Mundial o el pitcher veterano que sabe esconderle la bola al líder bate.

Las Medias Negras de 1919 golpearon muy duro la reputación del juego con aquella historia de la Serie Mundial vendida a la mafia, pero apareció Babe Ruth para volver a enamorar a los fanáticos.

Ty Cobb avergonzó al beisbol con su comportamiento racista y despiadado, pero Jackie Robinson llegó para trascender más allá de los estadios de grandes ligas.

Pete Rose es un epidosio lamentable, por eso es mejor hablar de Cal Ripken o David Concepción.

Los batazos de Barry Bonds están en duda, pero no los de Galarraga.

Todo lo hecho por Roger Clemens quedó “bajo sospecha”, pero las victorias de Gregg Maddux son indiscutibles.

El beisbol es mi papá y todos sus recuerdos. Daniel, mi esposo, esperando que termine el juego para darme el beso de las buenas noches. Es mi “Chino” Daniel  y el pequeño Santiago, seguros de que La Guaira algún día ganará  un título ante sus ojos y desde ya son felices por eso.

El beisbol es interminable, tiene en octubre el otoño del norte, el final, la Serie Mundial, pero en Venezuela es el comienzo de una temporada que termina en enero y que se prolonga en la Serie del Caribe hasta febrero, para coincidir con el inicio de la primavera de manera perfecta y todo comienza otra vez y se puede contar con que estará ahí siempre…