BEISBOL: UNA GRAN HISTORIA PARA CONTAR - Runrun

La primera vez que entrevisté a Vladmir Guerrero aún estaba en los Expos de Montreal bajo el mando de Felipe Rojas Alou, el sabio ex-jugador y manager dominicano.

Esta cronista hacía el segmento deportivo en Flash, programa conducido por Gilberto Correa y recuerdo que me sentía como la estatua de la libertad viviente, con el micrófono levantado con mi brazo completamente extendido para poder alcanzar sus labios.

Entonces ya estaba considerado como un talento por encima del promedio y Rojas Alou agregó: “es una estrella y sigue siendo un muchacho humilde”.

Al terminar la entrevista nos quedamos conversando informalmente, fue cuando supe de su afecto por Venezuela porque su mamá trabajó algunos años como doméstica en una casa en Caracas con una familia que siempre la trató con consideración y respeto.

Pues bien, anoche, durante el Juego de las Estrellas, me escribió un amable twitero para contarme que la mamá de Vladimir Guerrero trabajó en su casa.

Emocionado y orgulloso me habló de Altagracia, una mujer enorme que trabajaba para levantar a sus hijos, quienes tenían el sueños de ser peloteros profesionales.

A continuación la historia que me contó el hoy médico cardiólogo José Antonio Ron:

“Corría el año 1984, estudiaba medicina en la UCV.

En esa época vivía en casa de mis tías en Colinas de Santa Mónica. Un buen día salgo volando al hospital y me consigo en la escalera de la casa una negra como de 1,80 metros que me sonríe al bajar…Era la mamá de Vladimir quien empezaba ese día a trabajar en casa de mis tías que era mi casa, mis padres son del Guárico y yo vivía con ellas en esa época de estudiante.

Resulta que Altagracia Albino (creo es el apellido) trabajó durante 4 años aproximadamente en nuestra casa y nosotros vivimos con ella todas las ilusiones y expectativas cuando firmaron a los hermanos Guerrero, creo que  los Expos.

Ella ese día lloró de la emoción y aun después de que  Vladimir y Wilton subieron a Grandes Ligas,  se quedo un tiempo más hasta que Vladimir la mandó a buscar y  aproximadamente dos años  luego de irse » involuntariamente» de nuestra casa , nos visitó en una oportunidad y se quedó una semana con nosotros y de vez en cuando regresaba .

Un buen día,  dos  años luego de retirarse, mi tía Josefina Parra (hoy fallecida), me esperó a que regresara del hospital para cenar . Me entregó un sobre y llorando me dijo: » mira esto»

¡Adivina! Era un pasaje aéreo a República Dominicana con 15 dias en el Hotel Lina de Santo Domingo,  pagados por Altagracia,  por demás agradecida como después confesó,  por el trato y apoyo que le dimos en esos momentos difíciles para ella.

Es una negra extraordinaria,  honesta y muy buena gente.

Recuerdo que yo le mamaba gallo con la forma de hablar y ella me decía:  “José Antonio tu ta totao” ( para decirme que estaba chiflado) y yo le decía «la totis» .

Ella me contaba anécdotas de su pueblo Bani  y siempre hubo mucha camaradería y afecto.

No sabes cuanto me gustaría saber de ella ahora después de tantos años…

He tratado de obtener el correo de Vladimir pero me ha sido imposible.

Nosotros la última vez que supimos de ella fue hace unos 8 años, cuando vino Vladimir con ella y estuvo en la casa.

Recuerdo su temor por la inseguridad y le costó irse del Hilton a la casa (fue Altagracia sola).

Bueno esto es un resumen anecdótico que viví y de la lección de vida y humildad que nos dio Altagracia Albino » la mama de Vladimir» y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Un fuerte abrazo Mari

PD: hasta donde se, la única casa donde trabajó en Venezuela fue casa de mis tías

José Antonio Ron Parra”.

He leído estas líneas con una sonrisa de satisfacción enorme, gracias al doctor Ron Parra por compartirla.

Espero que la hayan disfrutado tanto como yo.