BESIBOL: GEORGE STEINBRENNER: ADIOS AL ODIOSO Y CARISMÁTICO "JEFE" - Runrun

George Steinbrenner es un nombre que incluso quienes no son aficionados al beisbol conocen. Fue inspiración de un personaje, “El Jefe” de la magnífica serie  de televisión “Sainfield”, bueno, más que inspiración era definitivamente era él.

Llegó a los Yankees en 1973 y desde entonces se convirtió en una figura tanto o más llamativa que algunos de sus jugadores.

Sus peleas con Billy Martin, a quien despidió dos veces y su enemistad Yoggie Berra fueron famosas,  el legendario receptor se alejó durante años del Yankee Stadium por sus diferencias con él.

Debe haber centenares de historias de Steinbrenner, miles de minutos de imágenes suyas en el palco de propietarios evidenciando su disgusto cuando el equipo perdía, casi siempre trajeado de blazer azul, su filosofía era: «Primero respirar, luego ganar».

Recuerdo que en el Miss Universo que ganó Irene Sáez en la ciudad de Nueva York, el animador, cuando la entonces jovencita se manifestó como fanática de los Yankees, le preguntó si sabía quién era George Steinbrenner, a lo que la miss contestó: “¿El pitcher?”. La respuesta fue tomada como una ironía.

Quien suscribe lo vio en persona sólo una vez, precisamente en el Yankee Stadium en el año 2004.

Coincidimos en el ascensor que conduce a los palcos. Estábamos Daniel mi esposo, el cronista deportivo René Rincón y yo. Veníamos de hacer algunas entrevistas en el terreno de juego y en uno de los pisos abordaron Steinbrenner y un asistente.

En octubre de 2003, los Yankees perdieron la Serie Mundial contra los Marlins de Florida. Fue aquella serie inolvidable para los venezolanos, en la que Miguel Cabrera, recién llegado a las Grandes Ligas, le conectó cuandrangular a Roger Clemens.

En esos dias de la Serie Mundial se comentó que “el Jefe” se había preguntado porque el talentoso maracayero no había sido firmado por su club, recordando el pasaje y sólo para ver su reacción, se me ocurrió decir en alta, clara e inteligible voz: “¡Miguel Cabrera!”

Steinbrenner volteó la mirada hacia mi, sus ojos se cruzaron brevemente con lo míos, de nuevo se dio vuelta y a los pocos segundos se abrió el ascensor en su palco y se bajó sin articular palabra.

René, Daniel y yo nos reímos mucho porque comprobamos que aun meses después, seguía perturbándolo el nombre de uno de los jugadores que más contribuyó a que los Yankees no quedaran campeones ese octubre de 2003.

Qué en paz descanse Stenbrenner, el beisbol, más allá de su antipatía, tendrá siempre cosas que agradecerle. Fue un extraño caso de un hombre que parecía que la mayor parte del tiempo  estaba de malas pulgas y a la vez carismático.

«Ganar es lo más importante en mi vida, después de respirar» y vaya que fue un ganador.