En la cola para comprar ropa regulada - Runrun
En la cola para comprar ropa regulada
El Sambil de Caracas no tenía mucho tráfico de compradores ese jueves  a las 12.30 pm. En Zara la razón saltaba a la vista: la mitad estaba vacía. Las secciones de niños y hombres sin una prenda que exhibir y escasamente se veía parte de algunas vitrinas con ropa para damas.

 

@ricardosanchez  

EL PANORAMA ERA DIFERENTE EN OTRAS TIENDAS. Treinta personas hacían la cola que avanzaba cada 10 minutos en la entrada de Pull & Bear (P&B), en su mayoría hombres. Los compradores se duplicaban alrededor de las barandas frente a la entrada de Bershka, donde un hombre vestido con un traje negro y de contextura gruesa, se encargaba de que pasaran solo 10 personas cada 15 minutos. Mientras,  revisaba las carteras y bolsos de los que salían del lugar.

Tanto en P&B como en Bershka la cola se mantenía, porque cada vez que entraba un lote de compradores, llegaba otro que se sumaba al final. Un señor de unos 55 años le cuidaba el puesto a su “chamo”.

— A mi hijo le dijeron que había llegado ropa nueva ¡Vamos a ver! La cola en una tienda que está arriba (Bershka) sí está bien larga.

La gente se empezaba a mover para entrar a la tienda y el señor con angustia llamaba por teléfono para avisar que ya estaba por entrar.  Los compradores no perdían tiempo en revisar lo que querían llevarse.

Entre las manos y brazos de un joven de unos 25 años, moreno, alto y de contextura atlética, reposaban las seis prendas que podía llevar como máximo en la compra. Con un look entre punketo y rockero, con ropa negra ajustada y zapatos dorados con puyas, era el último de las 32 personas que esperaban su turno para pasar a la caja en ese momento.

¿Los precios? Regulados. Al menos 50% menos, aseguraba una mujer de unos 28 años que hacía la cola frente a Bershka. Prefiere comprar allí porque en otros lugares como Zara, la ropa está “rayada” (la compra todo el mundo).

— La última vez que compré en Zara fue en diciembre del año pasado (2013). Dos pantalones en mil cuatrocientos cada uno.

Los precios en P&B varían de acuerdo con el tipo de prenda. Entre la ropa para hombres se encuentran los shorts y camisas desde 799 hasta 1299. Los jeans y chaquetas superan los mil, pero no pasan los dos mil bolívares. Para las mujeres, las franelas más económicas se consiguen en 369, los shorts y leggins hasta 600 y se exhiben vestidos en menos de mil bolívares. En Bershka los precios son muy similares.

En ambas tiendas se observaba un letrero que decía “Estas mercancías fueron adquiridas con divisas de Sicad 1. Máximo dos (2) artículos del mismo modelo por persona.  Atentamente, La Gerencia”.

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Frente a Bershka, la persona número 60 llegaba a la 1:22 p.m. Eran al menos unas 45 mujeres las que esperaban ansiosas por entrar a la tienda, pero solo podían avanzar cuatro pasos cada cinco minutos, mientras usaban sus celulares para sobrellevar la demora.

— ¡Imagínate cómo van a ser las colas en diciembre! , le decía una de las mujeres que hacía la cola a otra, mientras que se acercaba una señora a preguntar si debía colocarse al final para entrar a un banco contiguo al establecimiento.

—  No, señora, esta cola es para entrar a Bershka.

Pronto salieron dos muchachas con bolsas de Pull & Bear en sus manos. Aprovechaban las prendas a precio regulado y venían de una cola en otra tienda.

La realidad en el Centro Comercial Tolón, el mismo jueves, no distaba mucho de lo que se veía en el Sambil. En las puertas del “fashion mall” de Las Mercedes, pasadas las 11 de la mañana, una estampida en su mayoría de mujeres,  entraban por las tres puertas peatonales hacia Bershka. Desde la entrada sur corrían al menos 19 personas. Unos 15 minutos antes de que las puertas se abrieran, una señora que había conseguido leche en polvo no aguantaba la ansiedad.

— Haciendo diligencias pasa rápido, pero cuando toca esperar se hace eterno — afirmaba mujer, quien también correría con la manada de compradoras como si no hubiera un mañana.

Cuando las personas se apostaron frente a la tienda, ya eran más de 30, en aumento. A la una de la tarde la cantidad alcanzaba los 40 compradores, mientras que en el interior las vendedoras trataban de agilizar el éxtasis limitado a 6 prendas de las mujeres, algunas acompañadas por sus parejas que les daban apoyo moral. Solo había 6 hombres en el lugar. Uno de ellos esperaba que su mujer saliera del vestidor: “Hasta los momentos aquí hay precios aceptables. Yo le hago la cola mientras ella se prueba la ropa”, comentó.

Cerca del mediodía, en la cola para la caja que atravesaba toda la tienda, solo 7 de 34 personas llevaban menos de la cantidad máxima permitida. El único modelo de pantalón en existencia se repetía en las manos de al menos 26 compradoras.

— No me voy a llevar esos zapatos para no andar uniformada —, sentenciaba una de las mujeres de la cola, mientras que inventaba una excusa para no llevarle  un  pantalón a su cuñada. Eso significaba una prenda menos para ella.

Cerca de la una de la tarde el vigilante sellaba las facturas de compra, mientras que interactuaba con una de las mujeres que se notaba cansada por el trajín.

—¿Vas a volver a hacer la cola?, preguntó el empleado jocosamente.

Zara, Bershka y Pull & Bear pertenecen al grupo Inditex, administrado en Venezuela por la empresa Phoenix World Trade, que mantenía sus tiendas cerradas por falta de divisas para adquirir mercancía.  El 17 de junio volvieron a abrir sus puertas luego de un acuerdo con el gobierno de Nicolás Maduro, lo que generó centenares de personas apostadas en zonas adyacentes a los establecimientos.

Aunque la cantidad de gente que hace cola desde entonces ha disminuido, se corre muy rápido la voz cuando llega ropa a  precios de Sicad 1. Dos días antes de las colas del jueves, llegaron libros a Tecniciencia,  frente a la tienda de ropa del Tolón. La librería estaba vacía.

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Con informaciones de Daniela Dávila Torres