Asesino de Lennon seguirá preso mínimo hasta 2018
Asesino de John Lennon seguirá preso mínimo hasta 2018

markchapman

 

Nadie puede estar completamente seguro de lo que pasó por la cabeza de Mark David Chapman el 8 de diciembre de 1980, hace ahora 36 años. Aquel día, este texano de 25 años disparó sobre John Lennon en el exterior de su domicilio neoyorquino y conmocionó al mundo. En 1992, el propio Chapman lo recordó así en una entrevista televisada en directo con el periodista Larry King: “Antes de apretar el gatillo, yo estaba calmado y preparado para que sucediese. Mi propia voz decía desde dentro: Hazlo. Pero, después de disparar, me sentí como si la cinta de la película se hubiese roto. Estaba conmocionado. Me quedé de pie, con el arma en la mano. Vino José, el portero del edificio, y sacudió mi brazo hasta que el arma cayó. Yo estaba aturdido. Saqué El guardián entre el centeno (la novela de J.D. Salinger) del bolsillo, intenté leer. Deseaba que la policía llegara de una vez. Estaba destrozado”.

Tras el asesinato de Lennon, Mark David Chapman, hoy de 61 años, tuvo muchas entrevistas con una docena de especialistas en salud mental. De los seis que trabajaban en su defensa, cinco concluyeron que tenía una esquizofrenia paranoide y uno dijo que era maníaco depresivo. Todo parecía encaminado al ingreso del homicida en un sanatorio, pero Chapman no quería ser diagnosticado como “loco”, así que alteró las reglas del juego: él mismo boicoteó su defensa y pidió que se retirara, confesándose culpable y diciendo que «ese era el deseo de Dios».

 ¿Es esto justo? ¿Puede una persona enajenada ser juzgada según su voluntad al margen de la opinión médica? Nos responde Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría: “Cuando existe confrontación entre el criterio clínico y la voluntad del acusado, el juez es el responsable de ponderar, según las leyes de cada país y el grado de autonomía del paciente, y dictaminar”.
En este caso, el juez aceptó la confesión. Sentenció al acusado a un mínimo de 20 años de cárcel y un máximo de cadena perpetua, con compromiso de terapia psiquiátrica. Así ha estado Chapman desde entonces; primero en régimen de máxima seguridad y luego en aislamiento voluntario, recibiendo visitas anuales de curas, amigos y también de su mujer, Gloria, que estaba al corriente de sus macabras intenciones aquel diciembre de 1980 y, sin embargo, salió sin cargos. Cumplidos con creces los veinte años de pena mínima, el convicto ha venido solicitando bianualmente la libertad condicional, que le ha sido denegada hasta nueve veces (la última, hace unos meses).

Existen casos en EE. UU. de presos que han sido puestos en libertad tras muchos años en prisión. Como Otis Johnson, que salió después de 44 años; o Albert Woodfox, que permaneció 43.

Yoko no quiere que salga 

Treinta y seis años después de acribillar a John Lennon por la espalda, Chapman se manifiesta arrepentido y ha perdido perdón por su crimen, pero los tribunales han rechazado sus sucesivas peticiones aludiendo a diversas razones; fundamentalmente, la preservación del orden público en un sentido u otro: temen por la integridad de otras personas o la del propio Chapman.

Sin embargo, Yoko Ono, viuda y socia de John en la difusión de su mensaje pacifista, ha remitido varias cartas al tribunal pidiendo que Mark David Chapman permanezca entre rejas. “Yoko es rotunda y no quiere que salga”, confirma Chema Ríos, estudioso y coleccionista del universo beatle, cercano a Ono y al entorno familiar de Lennon y, en especial, a su hermana Julia. “Además, la hermana de Lennon, Julia, da a entender que Chapman debe seguir curándose, entre comillas, en prisión. Yo también opino que debe seguir recluido y tratarse de ese, su problema, que casualmente y de repente le apareció en 1980. En todo caso, la cárcel es buena para protegerlo, pues, en caso de salir en libertad, seguro que otro trastornado acabaría con él en plan justiciero”.

Ríos, que ha desayunado con Yoko Ono en el piso que una vez compartió con Lennon en el edificio Dakota de Nueva York, es expeditivo: “Si soltasen a Chapman y me lo encontrase por ahí, le diría: ‘Mira que eres bobo e idiota. ¿No te dan náuseas cuando te miras en el espejo?’. De postre le daría solo una patada en el culo”.

Mark Chapman rechaza suponer un peligro social y jura haber encontrado la paz en Jesús. Sigue en la cárcel, donde su convivencia con otros reclusos es todavía restringida. Ocasionalmente recibe la visita de su mujer, con quien hace vida matrimonial durante lapsos entre rejas, y luego todo vuelve a la monotonía. Es uno de los reclusos más famosos del mundo. Otro de ellos es Charles Manson, con quien comparte dos puntos: la crueldad de haber planeado la muerte de alguien famoso (en el caso de Manson, la actriz Sharon Tate y sus amigos) y la conexión con la música de los Beatles (Manson interpretó la canción Helter skelter adoptándola como grito de guerra para propiciar una supuesta guerra racial en EE. UU.).

La próxima audiencia del tribunal a Mark David Chapman podría celebrarse en 2018. En caso de serle denegada la libertad en esa décima ocasión, su condena se prolongaría ya hasta un mínimo de 40 años. El mismo tiempo vivido por John Lennon hasta que él empuñó su maldita pistola.