Una reflexión a raíz de la destitución de Edmeé Betancourt por Asdrúbal Romero Mujica - Runrun

La Despedida de Edmeé por Asdrúbal Romero Mujica (asdromero@gmail.com)

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Suelo leer todos los artículos de Fausto Masó, me parecen muy interesantes. De su más reciente, rescato la siguiente línea: “reemplaza bruscamente a la Presidenta del Banco Central cuando no cumple una orden”. Masó maneja buena información, por lo que supongo que, después de todo, la Ing. Edmeé Betancourt de García salió por no querer ejecutar una orden presidencial y no por el escándalo del BANDES como tan insistentemente se rumorea.
Debo decir que recibí el Vicerrectorado Administrativo de manos de Edmeé –año 1992-. Profesora de muy larga trayectoria en nuestra alma máter (Universidad de Carabobo), se jubiló con una imagen bien ganada de ser una persona muy trabajadora, responsable y honesta. Intentó dos veces, sin lograrlo, ser Rectora y luego entró a ese mundo de la supuesta intelligentsiatécnica del régimen. Se le ha identificado con la línea Giordani, otro ingeniero, que aunque, recurrentemente, ha venido ocupando los primeros lugares en los rankings de peores ministros de finanzas a nivel mundial, se le ha asignado una cierta aura de relativa honestidad. Bastante comentados han sido estos días, en los que el show anticorrupción domina los medios, los párrafos contenidos en un libro de su autoría en los que critica a los boliburgueses: una especie de catarsis de ese permanente ratón moral que le acompañará por el resto de sus días. Me parece escucharlos burlándose de “ese viejo loco”, cuando alguno de ellos dice con autoridad: “No os preocupéis, que a ese ni bo… le paran”. Y así ha sido. La misma Edmeé, citando cifras calculadas por Giordani, declaró que empresas de papel creadas por personas cercanas a altos funcionarios del gobierno, habrían obtenido una buena porción de los 59.000 millones de dólares otorgados el 2012 al tipo de cambio preferencial. ¿Y qué ocurrió con una declaración tan grave como esa y compartida por funcionarios de tan alto nivel dentro del Régimen? Exquisita interrogante para planteársela  a Maduro en su tan propagandeado debate sobre la corrupción.
Pienso que a figuras como Giordani y Edmeé, el Régimen las ha utilizado como “detergentes de honestidad”. Les promovió esa imagen de “viejos maestros morales” venidos de las aulas universitarias, para encargarse de las más altas responsabilidades de gobierno, cuando, en verdad, no hicieron otra cosa sino avalar las disparatadas políticas que las próximas generaciones conocerán como EL LEGADO DE CHÁVEZ. Ahora, cuando el legado comienza a develarse en su verdadera dimensión trágica, ya el Régimen no está dispuesto a dejarles un espacio para que se conviertan en piedritas en el zapato de nadie.
Aunque Maduro no reúna las condiciones personales de Chávez para conducirse como un autócrata, no le queda otro remedio que hacerlo. Seguramente tendrá que consultar más con unos pocos, pero después de hacerlo tiene que asumir su rol de autócrata, lo que tiene debajo de él es una organización vertical ya habituada en demasía a operar bajo los principios de imposición de órdenes de arriba hacia abajo y la sumisión total. Quien quiera seguir ocupando posiciones de poder, sabe perfectamente que no puede ni rechistar a las “órdenes superiores”.
Aunque luzca exagerado, me cuento entre los que creen que ese estilo de gerencia pública autocrática al cual se ha hecho adicto este régimen, es responsable en buena parte de su ineptitud y de la proliferación metastásica de la corrupción. Trataré de explicarme con un par de ejemplos. Imaginemos a un alto gerente de CORPOELEC, recibiendo la orden de asumir la instalación de un conjunto de plantas de generación distribuida compradas a Cuba con la supuesta finalidad de resolver la crisis eléctrica. Si es un profesional con buen nivel técnico, sabrá, de entrada, que las dichosas plantas en vez de ser la solución se convertirán en un problema (lo cual, efectivamente, ya ha quedado demostrado). Como una guinda adicional, se enterará del grosero sobreprecio al cual han sido adquiridas. ¿Cuáles son sus opciones en un régimen como éste? Si se atreve a escribir un buen informe técnico oponiéndose a la solución venida de arriba, está consciente que muy probablemente será removido de su alto cargo. Similar dilema confrontaría un alto gerente de PDVSA, al cual se le ordena comprar sopotocientas toneladas de productos alimenticios –un negocio de algún actor ubicado en un nivel superior-, cuando él bien sabe que las restricciones logísticas en cuanto a la operatividad de nuestros puertos y sitios adecuados de almacenamiento muy, probablemente, causarán que una buena porción de lo adquirido termine en los pudrevales. ¿Cómo proceder? Mi tesis es que en la medida que el gerente desempeñe su profesión con buen nivel técnico, dignidad, apego a su código de ética profesional y celo por cuidar una reputación ganada a lo largo de una trayectoria de años, con mayor probabilidad se opondrá a la “solución superior” aun a riesgo de perder su cargo (nótese que el argumento se plantea bajo una lógica probabilística y no determinística).
Las malas decisiones en el vértice superior de la jerarquía generan en una organización vertical la pérdida de sus mejores recursos humanos. ¿Quiénes quedan? Los más ineptos, aquellos cuya baja autoestima de su condición profesional los hace ser más dependientes del cargo que desempeñan: no tienen la confianza suficiente como para arriesgarse afuera y optan por ser cómplices del desastre así tengan plena conciencia del mismo (algunos se auto engañan). Pero no sólo ellos, también están los que se quedan para beneficiarse ilícitamente del cargo sin importarles el daño que se pueda estar causando. Este es el punto en el que nos encontramos: la ineptitud y la corrupción han hecho mella de nuestra gerencia pública.
En cuanto a Edmeé: no sé si algún día se llegará saber cuánto del desastre del BANDES y el Fondo Chino se debió a sus propias decisiones y ejecutorias o, quizás, cuánto se debió a no haber tenido ella la suficiente valentía para oponerse a las inconvenientes decisiones superiores cuando Chávez ejercía vivazmente su condición de puedelotodo. Al parecer, finalmente plantó cara, demasiado tarde. Perdió el cargo, así fuera la Presidencia del Banco Central (¡Qué autonomía!) pero no creo que la cosa vaya mucho más allá. A este gobierno no le conviene perjudicar toda la mitología creada alrededor de su profeta, ni tampoco dañar la imagen de una de sus figuras “detergente de honestidad”. ¡Ya no quedaría ni en quién creer!