La salud presidencial y sus posibles consecuencias políticas - Runrun


No cabe duda que desde el último artículo publicado en esta sección, el entorno político ha sufrido una importante modificación producto de la información referida al estado de salud de Hugo Chávez. Estos días en los que he estado ausente por razones profesionales, quizás me han servido para analizar con más frialdad algunos de los hechos ocurridos y las conjeturas que se tejen en torno a ellos y sobre todo, sus posibles consecuencias políticas, que las hay y vaya que no son pocas. Así pues, haré un intento…

Después de semanas alejado de Venezuela por una enfermedad y con muchísima opacidad en el manejo de la información –no sin contradicciones por parte de los más altos funcionarios del Gobierno– Hugo Chávez reconoció el jueves 30 de junio que sufría de un cáncer. Desde una alocución realizada en La Habana, con una apariencia bastante demacrada y por primera vez leyendo un discurso, Chávez  proyectó una imagen que conmovió a una opinión pública que en ese mismo instante comenzó a pensar en un futuro sin la presencia del Primer Mandatario, al menos político-electoralmente. Muchos demonios se desataron esa noche, particularmente en la acera del chavismo, aunque también hay que decir que ocurrió lo propio en algunos sectores del campo opositor.

Pocos días después, el país fue nuevamente sorprendido con el arribo del Presidente al país. Lucía más saludable e inclusive presidió –a distancia– el discurso del 5 de julio. Chávez ya ha tenido alocuciones en Consejo de Ministros y a través de participaciones en programas de opinión y mensajes por twitter sigue generando noticias. La pregunta lógica que surgió fue: ¿En realidad está enfermo como dice?

La duda es razonable e incluso hay algunos que han llegado a pensar que la enfermedad no es cierta y que todo ha sido un plan para victimizar al candidato oficial para reimpulsarlo hacia 2012 con nuevos bríos y lograr una “recuperación espectacular” que lo proyecte como “invencible”. Algunos comentaristas y políticos de oposición así lo han dejado ver. La única duda real que yo tengo es si la filmación hecha pública el 30 de junio se grabó ese día. Tiendo a pensar que no. De lo que no hay duda es que el estado de salud del Presidente ha tenido un manejo político que hay que leer entre líneas y poder descifrar, sobre todo de cara al año que viene.

Algunas declaraciones han señalado que el debate no puede estar centrado exclusivamente sobre la salud de un hombre y ese es un planteamiento que comparto, aunque no puedo dejar de comentar que este solo hecho puede representar posibles consecuencias que si no son meditadas y sopesadas con tiempo y anticipación, pueden generar las frustraciones que acostumbramos a ver en el campo político. Creo que vale la pena dedicarle unos minutos.

En lo personal considero que no haber estado en el desfile y no poder presidirlo, es una señal inequívoca de que la figura presidencial no está bien. ¿Cuán mal está? ¿Se recuperará? Eso lo saben muy pocas personas, lo que deja a todos los demás –muchísimos chavistas incluidos– en un mar de incertidumbres: ¿Chávez será candidato en 2012? De no serlo, ¿quién lo sustituirá? ¿Será capaz ese sustituto de mantener al chavismo en el poder? ¿Qué debe hacer la oposición? ¿Debe modificar su estrategia?

Aunque no se dispone de información fidedigna, lo más útil es pensar en modalidad de escenarios para poder adelantar algunos cursos de acción. Si el adversario quiere confundir o bien mantiene en la máxima secrecía algo de vital importancia, necesario es imaginarse distintos futuros, para no ser sorprendido en ninguno de ellos. La incertidumbre clave en mi criterio se centra sobre la participación electoral de Hugo Chávez. Ello podría determinar en buena medida lo que nos depara en los próximos meses. Veamos algunas posibilidades.

Chávez competirá

Acá pueden ocurrir dos cosas, que aunque difieren en la raíz confluyen en la consecuencia: Chávez será el candidato, bien sea: 1) que efectivamente Hugo Chávez enfermo de cáncer logre recuperarse gracias a su tratamiento, o bien 2) que Chávez intenta sobrellevar una campaña en condiciones limitadas y padeciendo los rigores de una grave enfermedad. En el primer caso, podemos esperar una primera etapa de un presidente aún más televisivo que en el pasado y que cuando pueda sobreponerse a su condición, saldrá con más energía que nunca y renovado. Si esto llegara a materializarse, la solidaridad automática que genera una persona en sus condiciones no es poca cosa. Ya el oficialismo viene explotando desde la primera alocución presidencial el lado humano y la oposición no puede equivocarse manejando un tema que deje por fuera lo que son las pasiones. La victimización y cómo saber responder a ella es la clave. ¿Cómo? No centrando el debate en una figura, sino llevando el combate de ideas al terreno más importante: el de los problemas de los venezolanos.

En la segunda variante, veremos a un Chávez disminuido que podría romper con su propia simbología de la “invencibilidad” (aunque es importante decirlo: ya ha sido derrotado en el pasado). La única explicación lógica que esto ocurra es que el propio Presidente no sienta la seguridad de que algún sustituto pueda “llevar su barco a buen puerto”. Pensando en todos los números de los posibles candidatos que suplantarían al barinés, eso puede tener sentido, pero sería suicida pensar que alguien con cáncer pueda soportar los rigores de una campaña electoral presidencial sin sufrir graves consecuencias en el intento. Ciertamente puede venderse como una “epopeya”, pero hay realidades que van más allá de toda la propaganda que cuando golpean, lo hacen muy duro. Quizás en medio del camino, el propio candidato por default hasta deba retirarse. Sin duda, una hecatombe.

Lo que sí es cierto es que si este fuese el camino que Miraflores finalmente recorriera (una campaña bajo el signo de la enfermedad), Chávez debería prácticamente realizar una campaña virtual y ahí  el camino de la Oposición está aún más claro: hacer una campaña de contraste, enérgica, de contacto directo agresivo. De grandes concentraciones, de mostrar un candidato lleno de vitalidad. Las campañas son confrontaciones que se suscitan fundamentalmente en el campo de las percepciones y es allí donde hay que ganarlas.

Chávez no competirá

Acá hay dos sub-escenarios: 1) la campaña definitivamente está marcada por la ausencia de Hugo Chávez, sea por una convalecencia prolongada, o bien por algo peor: que pierda en definitiva la batalla contra el cáncer; 2) Aunque no participe directamente como candidato natural, se designe un candidato alterno cercano que cuente además con el apoyo desde la “retaguardia” de un Chávez en la Presidencia.

El primer escenario es fulminante para el oficialismo, por el simple hecho que ninguna de sus figuras tiene la estatura de su principal líder, pero además se torna en un futuro lleno de peligros porque la inestabilidad y los intentos de atajos o “manotazos” al tablero se incrementan notablemente. Para decirlo en otros términos: quizás conozcamos bien las pretensiones autoritarias de Hugo Chávez y hasta dónde éste es capaz de llegar, pero lo que es seguro es que no conocemos las pretensiones de los otros, que quizás sean más radicales. La Oposición, apegada a su estrategia formulada desde hace meses, debe jugar al camino de la paz, de la institucionalidad, de la certidumbre y a evitar todo tipo de atajos, de los cuales se conoce sólo el comienzo, pero no su final ni su puerta de salida. Electoralmente, varios candidatos de la oposición ya superan a muchas de esas figuras sustitutas que se barajan en el chavismo, así que los aprietos para Miraflores en su objetivo de mantener el proyecto de Chávez por seis años más se llevarían a su máxima expresión.

En el segundo sub-escenario, las cosas podrían gozar de un poco más de estabilidad al estar presente el actual Primer Mandatario y como nunca antes veremos todo el peso del Estado para lograr empujar a un abanderado que no encarna todo el carisma de Chávez, pero que debe usar todos los recursos a su disposición para prolongar la vida del proyecto socialista. Ya hemos visto estos episodios de ventajismo y sabemos que con organización y disciplina electoral pueden y deben ser contrarrestados y que sí se pueden obtener victorias. ¿Qué hacer estratégicamente? Confrontar con el segundo y no con el primero. Caer en la trampa de hacer una elección contra alguien que no “se está contando” sería un craso error. La campaña debe conducirse a comparar las cualidades de los verdaderos candidatos en contienda. Naturalmente, podríamos ver algunos intentos de “esconder” al sustituto, pero la lógica de un Presidente enfermo que no puede participar de lleno es demoledora. El drama oficial sería algo nunca antes visto.

¿Un balance favorable?

Haciendo un balance de todos estos futuros posibles, pareciera que las cosas pudieran verse estructuralmente más favorables para la Oposición, pero jamás, repito, jamás hay que prepararse únicamente para el futuro que a uno le es más cómodo, sino por el contrario, siempre pensar que la adversidad será la máxima o prepararse para cualquier cosa. Anticipación y foco son dos términos que la Oposición debería repetirse todos los días frente al espejo. Tienen una gran responsabilidad bajo sus hombros.

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