Candidatos, Encuestas y Maquinarias (IV y final) - Runrun

Concluido el asueto de Semana Santa, finalizo este análisis especial en esta cuarta y última entrega. Por si no ha leído las ediciones anteriores, he diseccionado la dinámica de las primarias que convocó la MUD en varios factores. En el primer artículo sopesé la simultaneidad de las mismas y como ya se sabe, las primarias serán simultáneas salvo en los casos de gobernadores en ejercicio que decidan a aspirar a la candidatura presidencial, resolviendo así parcialmente las dificultades para Pablo Pérez y Henrique Capriles. En el segundo artículo estudié un poco cómo influyen e influirán las encuestas de opinión sobre todo con la conocida “guerra de encuestas”. En la tercera entrega entré a considerar las “maquinarias partidistas” y por lo largo de ese punto, me vi en la obligación de extender mis consideraciones a un cuarto artículo.

Como le anuncie, hay dos cosas que no pueden dejarse por fuera para poder tener una panorámica global de las primarias: ¿Cómo se comportará el llamado voto espontáneo? Y finalmente ¿Cuáles son las implicaciones de la realidad geográfica-electoral de los partidos de Oposición? ¿Cómo afectan las aspiraciones de cada candidato?

Factor #4 El voto partidista versus el voto espontáneo

Este cuarto elemento es una suerte de combinación entre el factor #2 (los sondeos de opinión) y el factor #3 (las maquinarias y la disciplina partidista). Me refiero a lo que se conoce como el “voto espontáneo”. Ya usted se estará preguntando: ¿Qué es eso? Pues son los votantes que no están alineados con ninguna organización partidista –ya adelanté una cifra de cuántos podrían ser: 1,6 millones– y que definitivamente concurrirán a las urnas en febrero próximo.

En los comandos de campaña habrá esfuerzos tremendos por asegurar la mayor cantidad posible de “votos duros” a su favor y con toda seguridad, una enorme cantidad de esos “votos” corresponderán a personas que están inscritas en partidos o han sido detectados como simpatizantes de los mismos. No obstante, aquellos opositores no alineados con partido alguno siempre serán una duda. ¿Cómo terminarán votando? ¿Por quién? ¿Qué factores influirán en su decisión final? Pues la primera gran respuesta es que la imagen de los candidatos tendrá un peso muy considerable y es acá dónde los “cálculos partidistas” comienzan a derrumbarse, o al menos a desdibujarse. Adicionalmente entrará en juego el segundo elemento que está íntimamente ligado a las encuestas: ¿Cuántos de estos electores “no alineados” finalmente irán a votar?

Hay muchos métodos para estimar la participación electoral en una elección con base en sondeos, pero como adelanté en el segundo episodio, estas primarias serán un reto para las encuestadoras: No hay una cultura de estas consultas en Venezuela y por lo tanto, no hay mucha base histórica para que los cálculos tengan una base sólida, salvo la propia declaración del encuestado en la entrevista. Como es costumbre, las empresas investigadoras suelen preguntar si la persona tiene la edad para votar, si está inscrita en el registro, si tiene cédula de identidad laminada, si participará en el proceso electoral y finalmente se le inquiere cuán segura está de participar o no. Se emplean varias escalas, pero hay una que es la más usada.

En esta escala, las categorías de respuesta son: Definitivamente no votaré / Probablemente no votaré / Probablemente sí votaré / Definitivamente sí votaré. Acá es donde está el desafío: algunos analistas tienen como costumbre sólo tomar como electores probables a los que dicen “Definitivamente sí votaré” y a partir de allí hacen sus cálculos y proyecciones. Otros, toman a todos los “definitivamente sí votaré” y lo combinan con un porcentaje de los “Probablemente sí votaré”. Así es cómo hacen los pronósticos.

Hay elecciones en las que tomando sólo a los que responden “definitivamente votaré” se tiene un cálculo muy preciso. En otras elecciones la participación es mayor, pues aquellos que declaraban que “probablemente votarían”, finalmente decidieron concurrir. ¿Cómo funcionarán las cosas en esta oportunidad? Eso dependerá del clima de movilización que se genere.

Si la elección logra un clima de movilización muy bueno, es muy probable que la mayoría de los opositores –alineados partidistamente o no– salgan a votar, aunque eso es sólo una presunción. De ser extraordinario el clima, hasta un buen número de votantes políticamente no alineados con la oposición puedan entusiasmarse. Allí los cálculos partidistas se hacen todavía más frágiles y más volátiles.

También habrá que ver cómo funcionará –de ser el caso– el “miedo” a ser identificado. Si la oposición no logra construir una convocatoria que despeje esos temores, entonces sólo los más “aguerridos” serán los que participen y allí seguramente la militancia tenga un rol más preponderante. Algunos pensarán que por intereses particulares, los partidos querrán jugar este juego. No lo sé, pero analíticamente no puedo cerrarme a esta posibilidad. Es más, estoy seguro que en la decisión final sobre la fecha de las primarias (febrero), jugo también un gran componente de cálculo partidista. Sin embargo, si esa es la estrategia de algunos, me permito decirles que no deberían cantar victoria anticipadamente. Hay experiencias que demuestran que la demanda de participación de los venezolanos puede derrumbar esos esquemas.

El mejor ejemplo es el propio 25 de abril de 2010 (hoy se cumple exactamente un año). El proceso no fue respaldado comunicacionalmente como se debía por la MUD, de hecho, la estrategia dominante era usar el acuerdo político. Tanto así, que hubo apenas 14 circuitos en los que se convocó a primarias. Se hizo poca publicidad sobre la consulta aduciendo escasez de recursos. Muchos no sabían en qué circuito habría escogencia, muchos no sabían en qué fecha se celebrarían. Sin embargo, las encuestas registraban una intención de participar muy alta: algunas llegaron a decir que por ejemplo en el circuito 2 del Estado Miranda (municipios Chacao, Baruta, El Hatillo y la parroquia Leoncio Martínez del municipio Sucre) habría una participación de 70%. Eso no fue lo que ocurrió allí, pero en el cálculo de muchos “políticos expertos” la participación “no excedería al 10%”. En varios sitios para sorpresa de muchos, la participación fue mucho mayor. En el famoso circuito 2 se llegó a un 20% del total de los electores.

Acá funcionó el voto espontáneo. Ni los políticos, ni los partidos, ni las encuestas lograron detectarlo. Ahora con toda la atención y foco comunicacional que hay sobre el tema, cuesta pensar que muchos no participarán. Lo que no sabemos es cuántos de ellos serán espontáneos y qué sorpresas podrían producirse. Veremos. Por lo pronto, es obvio que habrá un esfuerzo de movilización de los partidos con sus militantes y eso tampoco puede soslayarse. No puede decirse que es definitorio, pero necesariamente hay que contabilizarlo.

Sin embargo, la distribución de los votos de los partidos de oposición tiene un fuerte componente geográfico que puede inclinar la balanza hacia un lado u otro, dependiendo de las alianzas que seguramente ocurrirán durante todo este año. Esta dinámica no puede dejarse por fuera de la “aritmética opositora”

Factor #5 El Rompecabezas Opositor

En un artículo de 2010 señalé que una de las lecciones del 26-S era que la oposición era un “rompecabezas regional, donde todas las piezas son complementarias”. Lo que quise decir es que no se puede entender a los principales partidos que conforman la MUD –salvo algunas excepciones– como realidades nacionales. Por el contrario, la oposición se basa en una alianza donde los factores se complementan: los votos de COPEI del Táchira se suman a los de UNT del Zulia y a los de Primero Justicia en Miranda. Proyecto Venezuela es una realidad clara y dominante en Carabobo, pero sólo ahí. Convergencia en Yaracuy. La suma de todas las partes y la alianza perfecta que se celebró es lo que brindó el resultado satisfactorio –en términos de votos– en 2010.

Recordemos que el 64% de los votos de Un Nuevo Tiempo están concentrados en el Estado Zulia, en el caso de Primero Justicia el 62% de sus votos están concentrados en el Distrito Capital, Miranda y Aragua, COPEI le debe 1 de cada 4 votos obtenidos al Táchira, Proyecto Venezuela concentra dos tercios de su caudal en Carabobo. Podemos y Causa R también tienen sus nichos geográficos muy bien definidos. Sólo AD se escapa de esta morfología y distribuye sus votos nacionalmente, siendo la primera fuerza opositora en entidades rurales como Cojedes, Apure y Portuguesa. Su mejor performance lo obtiene en el Estado Anzoátegui.

Lo que ayer (2010) fue una situación de de complementariedad, hoy es de fragmentación. Los partidos (o bloques de partidos) están en competencia unos con otros y esa “suma” de bloques regionales puede ser muy distinta a la realidad parlamentaria. Las alianzas partidistas dictarán la pauta en este sentido.

La pregunta lógica es: ¿Quién tiene la mayor esfuerza en las alianzas hasta ahora conocidas? Por lo pronto, si asumiéramos que los partidos mantuviesen su caudal y sus bastiones como en 2010, el bloque socialdemócrata parte con ventaja no sólo por la sumatoria de votos sino por la capacidad organizativa de Acción Democrática a nivel nacional. Pero repito, esto es hasta ahora algo sólo teórico y parcial. Pensando un caso como Anzoátegui, –un estado de excepcional importancia por el número de votos que aporta a la elección presidencial– no hay duda que Acción Democrática cuenta con una fuerza importante para lograr que un abanderado de esta alianza tenga una buena figuración, pero ¿qué pasaría si Primero Justicia concretase una alianza con el denominado “Bloque Progresista? (Podemos, MAS, PPT, etc.). Si se hace un análisis del 26-S-2010 uno podría decir –en clave partidista– que en el mejor de los casos habría una competencia muy reñida: PJ obtuvo una gran figuración en la zona norte (metropolitana) de la entidad y Podemos (básicamente por su figura regional Ernesto Paraqueima) tiene un caudal considerable en el Sur (sobre todo en la Ciudad de El Tigre, enclave de la tolda vinotinto).

Note por un momento que en este hipotético cálculo ni siquiera entré a considerar el peso y la dinámica candidatural a nivel regional: cada partido tiene su aspirante y cada uno de ellos tiene un buen chance. ¿Cómo juegan las candidaturas presidenciales con respecto a esto? De nuevo la palabra clave serán las alianzas.

¿Serán estas las alianzas? ¿Cómo votaría la capital y las entidades del Centro? El rompecabezas puede armarse de un modo u otro. Por estos días, el secretario general de Acción Democrática Henry Ramos Allup ha asomado la tesis que el Bloque Socialdemócrata podría unirse al Polo Humanista (COPEI, PROVEN, Convergencia). En esencia, este cálculo de ser correcto, apunta a que un abanderado de esta alianza dominaría –al menos desde la perspectiva de las maquinarias– a regiones como Zulia, Táchira, Carabobo, Mérida, Yaracuy, Falcón, Guárico, Nueva Esparta, Cojedes y Monagas, que al sumarse con la votación obtenida en las otras entidades inclinaría la balanza a su favor de manera determinante. ¿Es posible esto? Al menos ése es la maquinación y la misma intenta aislar electoralmente al candidato de Primero Justicia, Capriles Radonsky. ¿Esta aritmética es correcta?

Tiendo a pensar que es parcial. No quiero minimizar las virtudes organizativas de los partidos y el peso político de los gobernadores y sus aparatos en la contienda primaria, pero decretar un triunfo simplemente por una alianza y una suma de factores regionales, al menos a mí me parece un tanto apresurado. Ahora bien, si este “Polo” o “Alianza” tiene un buen candidato, que cuenta con una buena figuración en los sondeos, que arrastra y moviliza a electores no alineados, que pueda mostrar una visión de país realmente inspiradora, entonces la aritmética cambia.

No creo que sumar votos, siglas y colores automáticamente sea lo mejor. Finalmente el candidato que logré salir como el más votado en la primaria presidencial, será aquel que logre mezclar exitosamente todos y cada uno de estos factores. Necesario es lograr un balance de todos los componentes que acá he mencionado en estas cuatro entregas.

No sólo se trata de tener la mejor imagen, sino también de contar con una buena organización en todo el país. No sólo se trata de contar con la mayor cantidad de partidos, sino de tener el mejor mensaje. No sólo se trata de encabezar los sondeos, sino de movilizar a esos electores a las urnas. No es sólo asegurar la mayor cantidad de votos duros militantes, sino de cautivar el corazón de los ciudadanos que hoy no se encuadran en ningún partido.

Me despido, como es costumbre, siempre a sus órdenes en el Twitter