Candidatos, Encuestas y Maquinarias (III) - Runrun


Como ya usted sabe, decidí dividir este análisis en varias partes para profundizar lo suficiente en la dinámica de las primarias opositoras y curiosamente, el ritmo noticioso ha acompañado estas entregas con nuevos desarrollos políticos que van despejando algunas incertidumbres. En el primer tramo consideré que la simultaneidad o no de esas primarias nacionales y regionales podría tener un impacto sobre candidaturas como las de Pablo Pérez del Zulia o Henrique Capriles de Miranda; prácticamente al publicar eso, apareció la noticia en la que Pérez sería tan sólo la segunda opción dentro de su partido Un Nuevo Tiempo. Yo soy de los que cree que Rosales no terminará postulándose y abrirá paso a su discípulo. Pero la política es una actividad que da muchos giros. Veremos…

Seguidamente hice un repaso a cómo las encuestas intentarán jugar un rol importante en la venidera campaña de primarias. En otras palabras, del cómo estos sondeos y los intereses que los promueven, pretenderán definir una narrativa de “cómo va la carrera”. El problema es que todos querrán decir cuál es su narrativa y eso terminará confundiendo al elector. Huelga decirlo, las encuestas siguen publicándose y hasta los propios aspirantes ya promueven convocatorias por twitter para que sus seguidores “modifiquen” las tendencias de las encuestas digitales, que como bien sabemos, no tienen ningún valor estadístico.

El anterior artículo de esta serie lo concluí afirmando que no solamente las encuestas le indicarán a usted cuáles son las posibilidades reales de un candidato para imponerse como el abanderado presidencial de la Oposición”. ¿Qué quise decir con eso? Pues algo que desarrollaré en esta tercera y última entrega. Hay un último factor –muy importante– que no puede dejarse de considerar: ¿Cuáles son las fuerzas políticas partidistas que ayudarán a determinado candidato a movilizar a sus electores el día de la consulta electoral opositora?

Factor #3 Las Maquinarias

Mucho de los reacomodos que usted ve hoy dentro de la Oposición e inclusive, la propia fecha de la primaria presidencial, tienen que ver con esto. Es un secreto a voces.

¿Cómo no mencionarlo? Mientras escribo estas líneas, se corre fuertemente la información –inclusive en diarios de circulación nacional– que en el seno de la MUD existe un amplio consenso para que definitivamente las primarias se realicen en febrero del año que viene. Específicamente el 12 de febrero. Sólo Primero Justicia y Podemos se oponen a esta decisión porque han dicho abiertamente que las mismas deben ser en 2011. Hasta donde sé, probablemente hoy o mañana se llegue a un veredicto sobre esto.

Usted bien sabe que este debate no está libre de intereses. Aunque haya razones nobles de parte y parte, no seré yo quien le mienta. Lo que priva es el cálculo: Los que están de primero piden que sean ya, los que están de últimos piden que sean después. Hay quienes, como Argelia Ríos, piensan que esta “jugada” de colocar esos comicios en febrero obedece al siguiente cálculo: para ese momento, la movilización electoral espontánea será menor y por ende, las maquinarias partidistas tendrán mayor peso en el resultado. Ríos sentencia y concuerdo con ella (parcialmente) que un “Candidato de Maquinarias, sería una derrota anticipada”.

Dije que mi acuerdo es solo parcial. Y lo digo porque hay que colocar algunas cosas en perspectiva. Acá como ocurre la mayor de las veces, las preguntas son casi siempre más interesantes: ¿Son los partidos unas entidades todopoderosas? ¿Hay una férrea disciplina partidista? ¿El “voto espontáneo” debe ser subestimado de ese modo? Y algo que en mi criterio que es supremamente importante: ¿Hay algún partido o agrupación de ellos que por su simple movilización puede imponerse al resto? Finalmente, pero no por ello menos interesante: ¿Cuál es la geografía electoral opositora? Discutamos todos estos puntos.

¿Cuál es la verdadera fuerza de los partidos?

En algunos casos es el factor más importante a considerar. Un ejemplo: cuando en el artículo anterior narraba lo ocurrido en Maracaibo el pasado 5D, me refería a unos estudios de opinión muy serios y realizados previamente a la contienda, en los que se apreciaba muchísima competitividad entre Eveling Trejo de Rosales y Juan Pablo Guanipa. En realidad ambos eran buenos candidatos. ¿La diferencia? Sus apoyos partidistas. El desenlace ya conocido por todos demostró que la maquinaria de Un Nuevo Tiempo fue determinante. Prácticamente todos los votos que la tolda azul necesitaba “llevar a las urnas” fueron efectivamente movilizados y Guanipa quedó muy maltrecho en los resultados finales. La estructura partidista de Primero Justicia no puede compararse a la de UNT.

Sin embargo, algunos creen que esto es algo que ocurre en todo el país y lamento informarles que no es así. Como profundizaré más adelante, en Maracaibo ocurrió eso, sí, pero en San Cristóbal podría haber ocurrido algo totalmente distinto, o en Barquisimeto, o en Barcelona… Elija usted el sitio y seguramente tendría una respuesta diferente.

Hay todavía quienes creen en la oposición que los partidos son todopoderosos. Parecieran estar anclados mentalmente en un tiempo pretérito, con el paradigma de lo que fueron otrora Acción Democrática y COPEI, organizaciones que movían a millones de personas. Usted sabe mejor que yo que estos partidos no son ni la sombra de lo que fueron ayer. Hay muy buenas razones para concluir lo anterior y sobre eso se ha escrito mucho, pero no pienso detenerme allí, pero este análisis también es extensivo a otras organizaciones tradicionales y emergentes en el actual sistema de partidos venezolano. El deslave ocurrido después de 1998 produjo una “tragedia partidista” que desdibujó mucho a estas organizaciones existentes y que les complica las cosas a las que han aparecido después. Es cierto y también hay que decirlo: desde hace unos años los partidos vienen progresivamente recuperándose, pero aún falta un largo camino por recorrer.

Sí. Probablemente sean los partidos los que hoy son los todopoderosos para tomar las decisiones políticas (afirmación también cuestionable) como cuándo serán las primarias y si se empleará o no una tarjeta única, pero electoralmente, la Oposición va más allá de los partidos y eso hay que entenderlo. Me explico.

Hay personas que se autodefinen como de “Oposición” pero la verdad es que no militan ni simpatizan con ninguna organización. Sí, seguramente estos electores terminen votando por algunos de ellos (probablemente el que menos les desagrade o el que les inspire algo de confianza), pero su ubicación en el espectro político no está “controlado” por lo que hagan o dejen de hacer ninguna de las agrupaciones de la oposición. Se lo pongo de otro modo: no necesariamente todos los opositores son de algún color en específico. No son ni azules, ni blancos, ni verdes, ni naranja, ni amarillos. Sencillamente quieren que Chávez salga del poder.

Hay una expresión numérica muy útil que sustenta mi afirmación anterior: me refiero al índice de “Articulación” que ha venido presentando la encuestadora Datanalisis desde hace algún tiempo. Es un cálculo que recoge las simpatías partidistas expresadas por los ciudadanos encuestados, dividida por la autodefinición política. Algo muy sencillo. Para febrero de este año un 24% de los venezolanos se autodefinieron como de “Oposición”, pero al momento de saber en cuál partido militan o simpatizan la respuesta es un árido: “ninguno”. El mismo sondeo lo revela con nitidez: Un 18% dijo que sí estaba alineado con partidos. Una perdida del 6%. Y créame que este número ha estado peor. Para Datanalisis, en consecuencia, el índice de articulación en la oposición es de 63%. En otras palabras, casi dos tercios de los opositores sí tienen que ver orgánica o afectivamente con partidos, pero el tercio restante no.

Por cierto, olvidé decir que el índice de articulación en el chavismo es de 100%. En otras palabras, todo aquel que se autodefine como chavista, milita o simpatiza en el PSUV.

¿Usted cree que este número es despreciable? Lo invito a hacer un ejercicio de simple y pura matemática.

Si tomamos como buenos los números de las encuestas, estamos estimando que del total de ciudadanos capacitados para votar, al menos un cuarto de ellos son opositores. Esto es, aproximadamente 4.375.000 electores. ¿Cuántos de ellos estarían “alineados”? Pues redondeando, alrededor de 2.750.000. La diferencia entre una cifra y otra es de 1.625.000 personas. ¿Cree usted que 1,6 millones de personas pueden definir una primaria? Si su respuesta es sí, siga leyendo. Si su respuesta fue no, seguramente usted está entre los 2,7 millones anteriores, pero igual lo invito a que siga leyendo.

¿Sorprendente? No, para nada. Esto es parte de la morfología opositora: hay ciudadanos que no siguen línea partidista, inclusive hasta pueden sentir desagrado por los dirigentes de esas organizaciones, pero van a concurrir a las urnas el día de las primarias. Probablemente sean ellos los que decidan quién será el candidato, no los militantes pues terminarán inclinando la balanza hacia algún lado. ¿Entonces? ¿Los partidos no sirven para nada? No. Simplemente lo que digo es que la aritmética electoral de algunos es muy elemental y no están tomando en cuenta factores como el que acabo de presentarle.

No faltarán quienes desacrediten a las encuestadoras o quienes digan que esos números puedan cambiar. Lo segundo es probable, pero dependerá de cuál organización entienda mejor que hay una oposición que está fuera de los partidos y que aunque vote por ellos, no tiene una disciplina férrea ni es un elector 100% alineado.

Hablando de eso último, en este análisis no consideré cuál será el comportamiento electoral de los llamados “no alineados”. De acuerdo a todos los sondeos que he visto, un porcentaje de ese segmento sí está dispuesto a votar en las primarias de la oposición. ¿Qué partido va a capitalizarlos? Esa es una pregunta que les dejo a quienes militan en alguna de estas organizaciones. Ese es parte de su trabajo: persuadir, organizar y movilizar. Solo les adelanto que este segmento se siente aún menos identificado con ellos y que los ve con mayor recelo. Así que el desafío es aún más grande.

Pero incluso, dentro de los mismos partidos, la tradicionalmente llamada “disciplina partidista” no es algo como lo que solía ser en el pasado. Inclusive al interior mismo de los partidos, los militantes de una organización podrían sufragar por un candidato de otra tolda o corriente política.

La disciplina partidista

Hay también quienes piensan que las lealtades partidistas en Venezuela siguen siendo tan sólidas como en los 70’s y 80’s. Las cosas han cambiado mucho desde la óptica de la cultura política y la militancia también ha sufrido sus mutaciones. Hoy, el sentimiento “adeco” o “copeyano” no es lo que fue. No en balde, uno se consigue con políticos que de ser adecos, terminaron por alguna razón –no soy quien para calificarlos– en una tolda como Primero Justicia. Hay mucho más pragmatismo que antes y esa es una realidad que aunque suene dura, hay que aceptarla.

¿Cuál es mi punto? Que no necesariamente por el hecho de militar en una organización, los líderes de esas toldas deben decir que tienen “tantos o cuantos” votos a favor de su candidato. Creo que es un error de cálculo. Al menos un error en la precisión. Las lealtades partidistas de hoy están mucho más afectadas por factores como por ejemplo, el regionalismo, el peso político de algunas figuras y su carisma. Me explico nuevamente.

Era difícil que alguien pensara que en los años 70 un militante de AD no votara por Carlos Andrés Pérez, pero hoy sí es factible decir que un militante de COPEI del Zulia podría decidir que su voto fuera a Pablo Pérez y no al gobernador Pérez Vivas. ¿La razón? Que hoy el peso de las gestiones de gobierno y el carisma personal importan más que en el pasado. No estoy diciendo con esto que todos los copeyanos del Zulia se comportarán de ese modo, lo que quiero decir es que puede “haber pérdidas”. En una elección donde la base es menor, estas pérdidas cuentan más. Quizás los casos del Zulia y Táchira sean los más difíciles pero coloco otro que quizás sea más interesante. Piense en este: ¿Cómo votarían los adecos de Lara si Henri Falcón fuese candidato? Ya pensando en Caracas y en la zona mirandina, ¿usted cree que no hay simpatizantes de Un Nuevo Tiempo que no podrían votar por Henrique Capriles?

Esto es quizás lo que no se está incluyendo en muchos de los análisis que se aprecian en los corrillos políticos. Cada vez que escucho a un “dirigente” decir que “tiene tantos votos”, no me gusta dudar de su palabra, pero lo que me provoca es preguntarle: ¿y tú no crees que tu adversario intentará restarte algunos de esos votos que tú consideras seguros?

Al ver un simples cruce en una encuesta entre la intención de voto declarada por un candidato y la militancia política de ese mismo elector, una puede inferir que estas migraciones ocurren y más a menudo de lo que muchos creen.

Repito, algunos parecen estar anclados en el pasado. El país es otro. Incluso el país que hace vida en los partidos.

Como ve, este artículo ya se me hizo muy largo. Me quedan aún dos elementos. Se los presentaré en una cuarta y última entrega. Me referiré al “Voto Espontáneo” y a la “Geografía Electoral”. Vale la pena profundizar sobre estos aspectos.

Es hora que me despida por los momentos. Veremos si las primarias son finalmente en febrero. Estoy a sus órdenes como siempre en mi cuenta Twitter para conversar con usted.