¡Grietas en la vasija! por Gabriel Reyes - Runrun
Sendai Zea Oct 01, 2013 | Actualizado hace 11 años
¡Grietas en la vasija! por Gabriel Reyes

grietas (1)

Las verdades comienzan a agrietar las paredes endebles de un acomodo histórico, de un hito inconveniente, de una pesadilla que tiene su final en el despertar colectivo, en el descubrimiento de los hechos que no pudieron ser tapados, en la ignorancia de la globalización en toda su extensión, en la honestidad de otras latitudes, en la torpeza de quienes pensaron que eran invisibles y podían pasar desapercibidos ante el mundo y ante la historia.

Eso lo pretendieron otros, con sus instantes de gloria manipulada, de efervescencia nacionalista, de discursos flemáticos patrioteros y atorrantes, con los que intentaron esconder sus carencias en enemigos externos, en conspiraciones internas, en la victimización contra hipotéticos y frustrados intentos de magnicidio. Sus seguidores todavía pretenden desmentir el producto de la barbarie, el resultado del descalabro económico, el súbito enriquecimiento de un pequeño grupo de adláteres que con nauseabundo oprobio exhibieron sus riquezas malhabidas restregándolas en el rostro de una pobreza generalizada.

Todo esto está en la historia de la humanidad. Muchas páginas han sido escritas narrando el desprecio de algunos gobiernos por sus gobernados, las mentiras de quienes con afán de perpetuidad saquearon el patrimonio público para luego pretender ser las víctimas de sus propias víctimas. Esto no es nuevo. La Tiranía como forma de gobierno tiene miles de años y todos los tiranos tienen el mismo fin. Son repudiados por su mismo pueblo. Y quienes se aprovecharon del momento, pasan generaciones de verguenza luego que el orden se reestablece. Porque el apoyo de los «incondicionales» lo sostiene el clientelismo utilitario de una cadena de aprovechados oportunistas que han salido de la pobreza de la mano de la corrupción, siempre con la excusa de que «si no lo hago yo, lo hace otro» o «tengo que llevar la comida a la casa». Esos disfrutan, como diría un finado personaje, «por ahora» de las mieles de la abundancia, sin importarles que a su alrededor hay una pobreza estructural de valores y principios, de respeto y de consideración a un pueblo honesto y trabajador, que madruga todo los días combatiendo el hambre y esperando no ser víctimas de la impunidad del hampa descontrolada de un sistema estructuralmente corrupto e ineficiente.

Pero como diría Hermes, el «tres veces grande» de Egipto, todo está en la mente. Si somos capaces de construir una visión compartida de un país diferente, lo lograremos, porque toda acción tiene una reacción, y «oposición» no es un adjetivo, es un verbo, y como tal implica acción, no discursos edulcorados desde el lobby de algún hotel capitalino. Implica la siembra metódica de conciencia entre quienes somos dueños de nuestro futuro por lo que no podemos ser esclavos del presente. Ha llegado el momento de enfrentar la mentira con verdades, de exigir la materialización de las expectativas de un pueblo venido a menos, que persigue un rollo de papel sanitario, que es condenado por denunciar la escasez visible, palmaria y real que exhiben los anaqueles de los automercados.

Como ciudadano de un país libre y con pretensiones soberanas, sólo me queda exigir el cumplimiento de nuestro Contrato Social que rige mi comportamiento y documenta la legalidad de mis aspiraciones. Exijo respeto a los Derechos Humanos en todas sus formas, desde el derecho a estar informados, oportuna y verazmente, hasta el derecho de gozar de un sistema de salud eficiente que proteja a mi familia, el derecho de contar con un sistema de justicia objetivo y expedito, el derecho de expresarme libremente por cualquier medio, el derecho de vivir, algo que pareciera exagerado, pero tal vez es el derecho que más reclama un pueblo autosecuestrado por un interminable flagelo social.

Hoy se pretende atacar al mensajero, como en otros tiempos persiguieron a quienes anunciaban vientos de cambio. Pero no tiene sentido perseguir a quien solo plasma en pocas palabras el infinito sentimiento de decepción de un pueblo burlado por las circunstancias de un accidente histórico que alimentado por intereses extranjeros pretende esclavizarnos sin tener el derecho a exigir un destino diferente para nuestros hijos.

Hoy las endebles paredes de este frágil recipiente se agrietan y pretenden ser remendadas con el discurso demagógico y con el miedo como herramienta de disuasión. Lo único que espero de los días por venir es que el esfuerzo por recuperar lo que perdimos sea de todos, inclusive de quienes tienen las manos manchadas del producto de la cleptocracia demoledora que hoy nos tiene viviendo en una interminable tragedia.

A los «líderes» de la oposición les recuerdo que el afán por la botella vacía no es el objetivo de la carrera que emprendieron. La Libertad como valor supremo es la meta que se debe alcanzar con menos discurso y más trabajo de calle, casa por casa, puerta a puerta, llevando el mensaje de un cambio necesario, que amparado en las garantías constitucionales nos conduzca al rescate de nuestra hermosa Venezuela. Seremos libres el día en el que nuestras opiniones y posiciones políticas, morales o religiosas no nos convierta en ciudadanos excluidos y perseguidos. Seremos libres el día en el que nuestras tierras más fértiles no sean los puertos marítimos hoy colapsados y atiborrados. Seremos libres el día que la palabra «militar» nos recuerde glorias pasadas y no posiciones pretorianas. Seremos libres el día que artículos como este no sean condenados por quienes de la democracia no conocen ni su silueta…

Amanecerá y veremos…

 

@greyesg

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda. 
La paciencia
todo lo alcanza; 
Quien a Dios tiene 
nada le falta: 
Sólo Dios basta.
 
                              Santa Teresa de Jesús