¿Venezuela bajo control? por Gabriel Reyes - Runrun
Sendai Zea Nov 24, 2011 | Actualizado hace 12 años

Nuestro país representa un ejemplo inédito de las contradicciones más severas del mundo actual. Quienes desde hace más de 12 años nos gobiernan han predicado una serie de hechos gloriosos, casi épicos, en defensa del Soberano. Han gritado a los cuatro vientos que Venezuela es el epicentro del cambio posible, del socialismo real, del marxismo bolivariano, de la mayor felicidad posible para todos sus ciudadanos.

En este afán de construir castillos de naipes frente a un ventilador, hoy entra en vigencia una de las tantas leyes «patriotas» que defienden al pueblo mismo. Este nuevo adefesio se llama Ley de Costos y Precios Justos, instrumento que se diseñó por los especialistas ingenieros legislativos para entre otras cosas frenar la inflación, controlar la especulación y acabar con los «monopolios».

Le verdad es otra muy diferente. Vivimos una década de control de cambio con una fuga constante de divisas que ha convertido al «Bolívar Fuerte» en un ridículo símbolo de ineptitud, y han mantenido control de precios en una economía que año tras año presenta astronómicas cifras inflacionarias.

Ahora, en un ejercicio pre electoral, los  iluminados estadistas que influyen sobre nuestro convaleciente presidente lo han convencido que para ganar las elecciones debe legislar «para el pueblo».

Con la Ley de Arrendamiento acabaron con la salida de muchos compatriotas quienes ante la escasez de vivienda y su cada vez más difícil adquisición podían alquilar. Y lo hicieron, sencillamente porque ahora nadie alquila, y los sinverguenzas que se aprovechan de la sinverguenzura de congelar los desalojos a los morosos representan una minoría, que precisamente por ser sinvergüenzas no votarán o votarán contra Chávez. así que el rédito electoral será casi nulo.

Con la Ley de Costos y Precios Justos, unida a la retroactividad prometida en la reforma «habilitante» a la Ley del Trabajo, acabarán con lo que queda del aparato productivo, habida cuenta que si los empresarios no trasladan al precio de sus productos el costo de la sobrevenida retroactividad laboral, entonces sencillamente bajarán las santamarías dejando al pueblo en la calle sin trabajo, con un Estado obeso, incapaz de absorber más carga laboral y sufriendo la escasez propia de una economía exigua.

Y en el hipotético y remoto caso que los analistas oficialistas consideraran que la retroactividad laboral genera un «costo justo», entonces la inflación castigará al pobre, como siempre hace en su figura de impuesto perverso.

Esto es Venezuela hoy, una burda representación de un sainete llamado Socialismo del siglo XXI, donde todavía nos pretenden inyectar la triste imagen de un futuro seguro siguiendo este rumbo incierto y extraviado.

Todas estas razones son suficientes para activarnos en la participación política, contando con el voto como instrumento democrático que garantice el cambio que todos esperamos, porque los chavistas también quieren un cambio al ser víctimas de la inseguridad, el desempleo, la falta de servicios públicos, la inflación y el resto de plagas que azotan a la tierra de Bolívar.

En Octubre del 2,012, no te equivoques. Todos a votar por una Venezuela para TODOS!!!

Gabriel Reyes

@Greyesg