Los Viajes de Gulliver por Gabriel Reyes
Ene 13, 2015 | Actualizado hace 9 años
Los Viajes de Gulliver por Gabriel Reyes

Gulliver

 

Leía un artículo muy interesante sobre los ocho libros que no podíamos dejar de leer en nuestras vidas y me tropiezo con un título que no veía cercano hace 40 años. Todavía recuerdo cuando en una Navidad me lo regalaron y me lo devoré en una semana con la pasión de quien termina inmerso en tan emocionantes aventuras.

Hoy descubro que Jonathan Swift, autor de la obra, un ilustre libre pensador, escribió este libro, que en realidad son cuatro, en seis años para dejarle al mundo una enseñanza sobre la política de Estado y sobre el estado de los políticos. Entonces comencé de nuevo a leer los viajes de Gulliver, llamado originalmente, “Travels into Several Remote Nations of the World” o “Viajes a varios países remotos del mundo”, y encontré con asombro enseñanzas de un valor incalculable que decidí compartir con nuestros lectores.

Básicamente Lemuel Gulliver era un Aprendiz, un hombre que la fortuna sorprendió en un momento de su vida cuando él mismo no sabía lo que sabía pero que al ser designado como heredero en un cargo importante consideró que siempre se lo mereció y sin mayor preparación se embarcó en el primero de los viajes, el viaje a Liliput.

En ese primer viaje, el neófito no descifra el temporal que lo recibe y al igual que su tripulación ve naufragar su embarcación, amaneciendo atado por muchas cuerdas de pequeños hombres verdes. El es un gigante y los hombrecillos le obedecen pero no tarda en demostrar que no tiene clase ni formación. Se orina en los aposentos de la reina y entre unas y otras aventuras es expulsado y se embarca de nuevo a la mar, todavía sin saber ni siquiera hacia dónde se dirige.

Era inevitable un nuevo naufragio, esta vez en la isla de Brobdingnag, donde todos era mucho más grandes que él. Un campesino lo adopta y así sobrevive al ataque de las ratas entre otros hasta que la hija de este señor lo adopta, haciéndole la ropa, la comida y llevándolo en una cesta en su cintura. Entonces Gulliver se da cuenta que es un diminuto ser, sin importancia, que no tiene otro destino que seguir bajo los cuidados de la hija del campesino pero quien en un descuido con la caja donde lo transporta pierde a Gulliver en las garras de un águila que se lo lleva y lo deja caer al mar.

A su regreso a Inglaterra prepara un nuevo viaje y va a la isla voladora de Laputa donde todo es moderno, donde todo es diferente, donde una vez más siente que sus pretensiones de conocimiento no estudiado y deseos de protagonismo no entendido lo llevan por el camino de la amargura siendo arrestado para luego ser perdonado y devuelto a su país.

Entonces termina el libro con el cuarto y último viaje de nuestro personaje, el viaje al país de los houyhnhnms. A partir de aquí Gulliver parte como capitán de un navío. Sus hombres se amotinan, lo encierran en su camarote por largo tiempo y lo desembarcan en una tierra desconocida. Al llegar camina sin rumbo alguno, buscando algún alimento o agua, pero sin esperanzas de sobrevivir, pues en aquel país no se divisaba vida alguna. De repente es atacado por unos seres horrorosos, muy semejantes a los monos, conocidos en esta tierra como “yahoos”. Conoce a unos caballos sabios que le enseñan las únicas verdades y valores que aprendería pero debe marcharse porque todos consideran que es un yahoo.

Así termina la historia de quien por accidente quiso se protagonista de una épica sin héroe, de quien sin preparación ni conocimiento pretendió hipnotizar a las multitudes con un lenguaje chato y sin emoción. Que siempre quiso llevar el barco a puerto seguro pero en cada viaje había un naufragio, y que al final fue encarcelado por sus propios hombres por considerar que había traicionado las ideas originales.

Así termina Gulliver, el gigante enano, cuya mediocridad lo acompañó siempre a sortear peripecias en países lejanos, pero siempre regresó a su tierra con las manos vacías y las esperanzas puestas en un nuevo viaje, siempre estéril e improductivo.

Que grande fue Jonathan Swift en recordarnos que para ser importante nos debe importar lo que hacemos y que no es el cargo lo que nos da tamaño, es la manera cómo a partir de él somos útiles a los demás.

Comenzaré a leer otros libros infantiles que nunca fueron escritos para niños…

Amanecerá y veremos…

 

@greyesg