La Estrategia Macabra - Runrun
Luisana Solano Mar 24, 2014 | Actualizado hace 10 años

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En Venezuela hace mucho rato se perdió la capacidad de asombro. Interpretar las palabras con las que los voceros oficialistas insultan, amenazan y acusan a los «apátridas» que osan pensar diferente a ellos es muy complicado, ya que seguramente serán recogidas en breve al percatarse de la irresponsable impulsividad que siempre deja al descubierto su talante autoritario y déspota de sus autores.

Pero, en el análisis objetivo de la Venezuela que vivimos, es indiscutible que al menos se dibuja en el horizonte de quienes procuramos entender esta locura una estrategia que pudiera ser considerada como absurda y descabellada, pero que al entender de este escribidor se corresponde al plan más macabro de cuantos se han dibujado en el lienzo patrio.

Existe una crisis de gobernabilidad que no está poniendo en aprietos reales al gobierno, y eso porque el contenedor de este sistema cuya entropía alcanza niveles caóticos es un aparato represivo que ha trabajado desde todas las aristas, la policial, la militar, la judicial, la mediática, y la del «underground», ese componente de civiles paramilitares armados que disfrutan de la «licencia para matar» que otorga la impunidad de un sistema sin el menor escrúpulo.

La protesta estudiantil ha sido el catalizador, pero ya los expertos en manejo de situaciones totalitarias han hecho sus cálculos y, cuantitativamente y cualitativamente, quienes protestamos no contamos con otras armas que el valor, la verdad y la vergüenza, tal vez un arsenal desconocido para quienes arremeten con todo lo que tienen para sofocar eso que un ignorante llamo «candelitas».

Cuando parecía que la barbarie acabaría con la protesta cívica y constitucional, y ya los infiltrados habían hecho su trabajo para mostrarle al mundo una cara distorsionada de la misma, aparecen nuevas provocaciones que oxigenan las candelitas casi apagadas y consiguen que la crisis no sea un libro cerrado.

¿Por qué el gobierno nacional arremete contra los alcaldes más votados, más exitosos en su gestión y contra los únicos que se pudieran sentar en una eventual mesa de negociación? Básicamente porque, pareciera potable para intereses macabros, que este coliseo romano mantenga sus puertas abiertas si se atenta contra la voluntad popular expresada en sus alcaldes y diputados electos, ya que como en la Roma de otrora, la adrenalina de la circense salvajada escondería el trasfondo de un Imperio decadente.

Mientras la agenda pública es nutrida por lamentables bajas en este dantesco episodio de terror ciudadano, nuestra moneda es sacudida por un salvaje mecanismo cambiario que nos coloca en precaria situación, se anuncian nuevos precios en los productos regulados y desaparecidos de la cesta básica y que ahora con más razón se convierten en inalcanzables para la familia venezolana.

Eso no es todo. El guión de esta tragedia de varios actos incluye la comedia de un aumento de salario del 40% en tres partes que será anunciado en pocos días como un acto heroico, donde el 20% inicial no tapa ni la octava parte del daño que ya la devaluación y el precio ajustado de los productos más demandados de la cesta alimenticia han causado.

Y luego vendrá el aumento de la gasolina, fantasma que persiguió a todos los presidentes que se atrevieron y a los que no, porque el levantamiento y las protestas serían inevitables. Este gobierno lo hará porque las protestas ya las tiene en la calle, y serán vendidas al mundo como una continuación de los «Rebeldes sin Causa» que el Gobierno tilda de fascistas, terroristas y violentos.

¿Es posible entonces que un gobierno se cree su propia crisis controlada para tapar la verdadera crisis que sus medidas traerían?

Suena demasiado macabro para ser cierto, pero todo es posible en la dimensión de lo desconocido y si el objetivo final de la estrategia del gobierno es aferrarse al poder a como de lugar, esto tiene una lógica casi matemática. Pero como en toda expresión multifactorial siempre existe un coeficiente de error que casi nunca es cero. Este caso no es la excepción. Solo es cuestión de no perder la esperanza. Hacer lo justo y lo inteligente. Porque podemos estar jugando al juego del adversario, en su terreno y con sus condiciones con lo que el resultado será el esperado.

El espíritu democrático de un pueblo indómito, la reserva moral de un sector de las Fuerzas Armadas que estoy seguro de que existe, la presión de un mundo diferente a los complacientes aduladores de las entelequias clientelares con las que pretenden burlar al Orden Mundial, y la mano del Gran Arquitecto del Universo, permitirán que Venezuela tenga un despertar diferente en un futuro donde la Libertad sea la esencia de un pueblo de hermanos que gocemos del mismo derecho al progreso.

No nos rindamos, mientras exista vida habrá esperanza…

Amanecerá y veremos…

«Cuando en un gobierno, al hablarse de cosa pública, cada uno dice «¿Qué me importa?», la cosa pública está perdida.» – Montesquieu

 

Gabriel Reyes

@greyesg