Para algunos especialistas, los carnavales son fiestas paganas de antiquísimo origen que celebran las Fiestas de Baco, Dios Romano del licor (vino), donde se evoca el desahogo desmedido de vicios y pasiones mundanas tras el conveniente antifaz o máscara que involucra el anonimato en el desarrollo de su propia locura.
Para el venezolano del 2014, representa la oportunidad de reafirmar nuestro compromiso con los valores rectores de nuestra Democracia, la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
Todavía no se marchitan las flores de las exequias de varios inocentes que fueron víctimas de la barbarie irracional del Estado opresor, del terror colectivo que enlutó numerosos hogares venezolanos, cuando sus hijos decidieron atender el llamado de ejercer el derecho constitucional de la protesta cívica y pacífica.
Todavía no se borran las expresiones de horror de quienes a través de los escasos y controlados medios televisivos pudimos validar el malestar de la persecución implacable de quienes no aceptan el disenso ni comulgan con el pluralismo que son imprescindibles para ejercer la Democracia.
Se acuerdan de un tal «Leopoldo López»?? Ese que se entregó en un acto heroico, dejando a su esposa y a sus pequeños hijos, para someterse a la injusticia de un proceso sesgado por el castigo político al liderazgo que fue capaz de construir con una opción de oposición diferente.
Una diputada y un alcalde enfrentan el hostigamiento y la persecución, ya son tildados con los epítetos más descalificatorios que conocemos, y todavía, con la frente en alto, hacen su llamado a la calle, como escenario de la protesta pacífica en busca de condiciones democráticas para todos los venezolanos.
¿Cuánto humo hemos tragado?, ¿cuántas balas hemos visto pasar a nuestro alrededor?, cuántos gritos de miedo y desesperación escuchamos?, ¿cuántas carreras sin destino cierto?, cuántos detenidos en procesos penales inéditos?, cuántos heridos todavía no se recuperan?, cuántos muertos llevamos en la lista?
Todavía soportando que algunos sectores cómplices de la oposición entumecida llamen a estos jóvenes «fascistas», ignorando que el precio de su sacrificio merece el respeto de quienes no aprueben sus formas ni métodos.
Pareciera que el Carnaval, adelantado y apresurado, con la inclusión de días no laborales, que lo extiende, pretende convertirse en una fiesta que cubra con su evocación histórica de bacanales, el escenario que ha quedado en un país convulso y estupefacto.
Leo y escucho que los jóvenes pretenden con sus acciones de calle, evitar que los felices vacacionistas disfruten sus días de asueto. Pues, yo les recomiendo que no lo hagan, porque no tiene sentido obligar a los venezolanos a respetar a quienes se han arriesgado para protestar las injusticias que todos sufrimos.
Con mucho dolor, creo que nuestra juventud ha demostrado la madurez política que otros no somos capaces de seguir. Y no puede ser que en su protesta deban enfrentarse al gobierno y a quienes haciéndose llamar «oposición» esperan con ansias el momento disponible para evocar a Baco.
El disfrute del futuro se construye con los sacrificios del presente y con el sufrimiento del pasado. Quienes no lo vean y solo entiendan que el disfrute del presente constituye su norte, les deseo lo mejor en sus carnavales, y en su futuro.
Por cierto, para algunos historiadores cristianos, Carnaval proviene del término del latín medieval «carnelevarium», que significaba «quitar la carne» y que se refería a la prohibición religiosa de consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma. Una fiesta de Sacrificio!!
Las máscaras no tienen que usarlas, se las estarían quitando para disfrutar en este 2014, un Rojo Carnaval!!
Amanecerá y veremos…
