¿País de oportunistas? por Alexander Cambero @alecambero - Runrun

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El régimen perverso ha transformado nuestros principios en podredumbre. Sus enseñanzas no son la resultante del buen ejemplo ciudadano. En estos años ser bandido recibe el aplauso silencioso de millones, que creen que violentar las leyes no es algo tan malo después de todo. Vivimos en una permanente trampa. Ante el mal ejemplo y la espectacular crisis generada por los revolucionarios, cualquier negocio que redunde en beneficio particular es bienvenido, no importa si el mismo es un ilícito que lesiona al país y sus instituciones.  Así vemos cómo miles de venezolanos viajan a países cercanos a vender sus cupos de dólares en sitios en donde los traficantes hacen su agosto. Muchas veces ni siquiera toman el avión sino que algún inescrupuloso les compra su cuota anual simulando un supuesto itinerario que le concede algunos reales al vendedor y muchas ventajas al comprador. ¿Es responsable el venezolano de esto? La respuesta es clara: por supuesto que no. El ciudadano común percibe que teniendo una administración que ampara al deshonesto, ellos tienen el mismo derecho a buscar algún beneficio así sea de manera no muy correcta. Asimismo, el Gobierno al tener secuestrado al dólar, invita a que todo aquel que trabaja con ellos, a valerse de cualquier artificio para poder obtenerlos. Se ha desarrollado un dólar paralelo gigantesco que está construyendo un mundo de fechorías y trapisondas de proporciones incalculables. No existe un freno que pueda limitar tanto desagüe financiero. Mientras tanto el régimen maneja su política monetaria a discrecionalidad, le sirve para chantajear y arrinconar adversarios ideológicos. Ellos obtienen el dólar oficial con suma facilidad reservándolo para sus amigos revolucionarios, financien locuras con el desparpajo propio de la prepotencia que les da gozar del poder omnímodo. Los demás tienen que padecen todo un tortuoso viacrucis en donde las alcabalas de la miseria humana aguardan para dar el zarpazo. La administración pervertida se maneja en los dos frentes en donde obtiene jugosas ganancias. Sabe que colocando al dólar en las subastas o enviándolo a patinar en el mercado libre podrá alimentar la telaraña que lo sostiene. Es una jugada maestra de aquel que tiene envenenada la sangre y busca contaminarlos a todos. Juegan con la necesidad y abre las compuertas de todo aquel, grande o pequeño, que ambiciona obtener un beneficio por muy relativo que éste sea.

El futuro no puede descansar en brazos de la inmoralidad. Un país lo construye la oportunidad sana y no el oportunismo miserable que raya en la obscenidad. La prosperidad de una república se encuentra en el trabajo fecundo. En la acción articulada de un Estado que sirva de soporte para que todos sus actores de manera mancomunada impulsen al desarrollo con esfuerzo y gran tenacidad. Cuando ocurre lo contrario padecemos la degradación moral que sobrellevamos. Estamos enseñando a las nuevas generaciones a creer que una pequeña trampa no le hace daño a nadie. No se percatan que con ello  estamos sembrado una semilla maligna en el corazón de nuestro futuro como nación. Venezuela requiere salir de esta pesadilla, que utiliza a la corrupción como elemento fundamental para perpetuarse en el poder. La revolución consiguió un elemento que saben utilizar con la habilidad propia de aquellos que se deleitan con el dinero podrido. Desgraciadamente con esto no arrastran por un tobogán directo al infierno de la ruina moral y económica.

Fuente: El Universal