A recuperar la sensatez por María Elena Arcia Paschen @malarcia - Runrun

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Parece ser una constante de los gobiernos autoritarios contar con funcionarios públicos serviles preocupados únicamente por complacer a sus superiores con absoluta ignorancia de lo que significa la responsabilidad personal por los actos realizados en violación al ordenamiento jurídico pero en cumplimiento de las «instrucciones» recibidas.

De pequeños nos enseñaron que el discernimiento era la capacidad que teníamos los seres humanos para diferenciar entre el bien y el mal y actuar en consecuencia.

Sin embargo pareciera que actualmente esa valiosa capacidad se encuentra ausente en un gran número de ciudadanos empezando por aquellos denominados servidores públicos.

Analizando el caso de Venezuela e intentando dar una explicación a ese fenómeno actual, me viene a la memoria el excelente estudio realizado en la segunda mitad del siglo pasado por Hannah Arendt en el libro Eichmann en Jerusalén subtitulado «Un informe sobre la banalidad del mal».

Señalaba la autora, con absoluta claridad, que la irreflexión y el alejamiento de la realidad podían generar mas daño y destrucción que la maldad misma, concluyendo que sin reflexionar el hombre se convertía en un ser dirigido.

En parte la trivialidad a que hace referencia Arendt es la de la burocracia: en el siglo pasado y continuando en el presente, ha sido posible institucionalizar administrativamente el mal porque la sociedad está altamente burocratizada y los ciudadanos adquieren mentalidad de funcionarios dóciles y obedientes que un día llevan a cabo una tarea y al día siguiente otra, que bien puede ser la contraria, con tal que tales tareas formen parte de actividades previamente ordenadas.

Tan banal como distribuir cartas en el correo, clasificar los tipos de contribuyentes o atender las exigencias de los educadores ha sido para nuestros «burócratas» realizar el conjunto de actos que han llevado a la destrucción de buena parte del sector productivo del país, cercenando en primer lugar la capacidad de pensar lo que se ha traducido directamente en la limitación para generar valor y riquezas, restringiendo a las nuevas generaciones de jóvenes el derecho a desarrollar sus potenciales, incorporando en el inconsciente la desesperanzadora noción de falta de oportunidad.

Estos burócratas actuales han perdido la sensibilidad individual y olvidado muchas veces la moral, con lo cual la responsabilidad por las decisiones individuales se evita. Lo trivial es cuando el daño generado por estos actos se empieza a ver como natural.

El inconsciente colectivo, social y cultural sumado a la incapacidad de reflexionar y asumir las responsabilidades individuales son los grandes generadores de las locuras de las naciones.

Sería muy útil como parte del proceso de recuperación de la sensatez en el país, iniciar una campaña que despierte a la reflexión sobre la responsabilidad individual en todos los ciudadanos y muy especialmente en nuestros funcionarios públicos. Esto sin duda constituirá una importante herramienta de defensa para las instituciones en el país del futuro que se está construyendo!