Universidad Necesaria por Miguel Pizarro @Miguel_Pizarro - Runrun

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Nuestra América Latina ha tenido la dicha de vivir gracias a su universidad momentos de gran trascendencia histórica. Desde la Reforma de Córdoba en 1918, donde el movimiento estudiantil se alzó a los viejos dogmas y autoridades universitarias, logrando la renovación de estructuras que en su mayoría se mantienen hasta hoy como por ejemplo la autonomía universitaria y el co-gobierno, hemos visto permanentemente a esta institución como un agente transformador de realidades y demoledor de paradigmas. Entender la universidad solo como la relación académica o de docencia entre estudiante y profesor, o ver la universidad solo dentro de sus espacios físicos y laborales sin ver su valiosa esencia como parte de un poder constituyente, es simplificar un espacio que para quienes le debemos todo, es parte de cada latido.

 

En la universidad pública, autónoma y plural, las clases sociales se anulan, el hijo del rico y el hijo del pobre son iguales, en la autonomía y en la diversidad se construyen criterios, se crean convicciones y se producen las uniones más sólidas con nuestros ideales. La Universidad es la cuna del pensamiento, pero no ese pensamiento de elites del conocimiento que desde los gobiernos pretenden dibujar. Se trata de un pensamiento popular de cómo hacer patria, la patria  de verdad, y no de aquella transmitida por los canales del Estado.

 

Nuestra Universidad tiene en sus pasillos y aulas la fuerza de día a día cambiar vidas; por ejemplo nuestros estudiantes de medicina (los mismos que en el 58 iniciaran huelgas contra la dictadura) a diario trabajan en hospitales públicos del país, lo hacen de manera gratuita llevando salud a quienes más lo necesitan, incluso sus prácticas rurales los hacen estar lejos de sus familias, pero haciendo lo que la educación publica nos enseña, servir con convicción. A nuestros estudiantes y profesores de ciencias, arquitectura o ingeniería, por citar algunos a quienes este país les debe tantos descubrimientos, puentes, calles, formas de mejorar la vida de nuestros ciudadanos y por sobre todas las cosas, muchos agradecimientos por  trabajar en tan pésimas condiciones en pro de dar y aprender tanto para nuestro país. La verdad es que así podría escribir de cada carrera y cada granito de arena aportado por una mejor nación; es la experiencia  que he podido ver o conocer de la Universidad venezolana, nuestra universidad.
Los gobiernos siempre han sido adversarios de esta universidad libre, y se debe a que esta universidad no solo forma médicos sino forma dirigentes, que no solo da conocimiento sino también sensibilidad social, esa universidad que te enseña a pararte y reclamar tus derechos, que hace que levantes las manos contra la injusticia y des apoyo a las causas justas.

 

El poder siempre ha sido enemigo de este espacio donde sin importar de dónde vengas, siempre hay con quien hablar y a quien demostrar que se puede pensar distinto, se puede convivir en este ámbito de grandes diferencias. Así es como este gobierno “revolucionario” no es la excepción, y lejos de acortar la brecha del antagonismo  entre estudiantes y Estado, ha aumentado la distancia del entendimiento a aislamientos límites.

 

La lucha por la  mejor universidad lleva años, desde que tengo memoria las becas, comedores, sueldos y transporte han sido motivo de todo clase de protestas; hoy no son solo peleas de beneficios, hoy creo que se hace imperativa la discusión de la transformación universitaria, se hace obligatorio que quienes vivimos y defendemos la autonomía entendamos que la única forma de que no sean los poderosos quienes digan cómo debe transformarse y discutirse, es que  nosotros con fuerza, como sociedad, entendamos que los actores actuales deben liderar y protagonizar los procesos, construir una visión de la Universidad Necesaria en el siglo XXI.

 

Otra forma de entender lo que creo debe ser la Universidad Necesaria, es que todos los estudiantes se unan, y trabajen en conjunto para que quienes hacen vida en universidades del gobierno, comprendan y apoyen cada paso que se da desde las instituciones autónomas. Expandir la idea de que las diferencias suman, y eliminar todo vestigio “revolucionario” de segmentación estudiantil, de discriminación que en términos reales, resta. Resta valores, principios y conocimientos a cada individuo de nuestra sociedad. Es vital comprender, que la hipocresía del gobierno apoya causas extranjeras, pero no apoya a sus estudiantes que hoy luchan por un mejor futuro para todos, porque los resultados de estas luchas se mantienen en el tiempo y serán beneficio para futuras generaciones.
Esta revolución es la única que critica a quien reclama sus derechos, y persigue a quienes quieren mejoras para cientos de miles de personas. Es esta seudo revolución que divide a los estudiantes, en estudiantes de primera y de segunda categoría, y pretende construir patria alimentando las diferencias. Es aquí donde están los mayores retos de la Universidad Necesaria. Debemos aspirar a que sea incluyente y combativa al mismo tiempo; es paradójico pero quienes antes peleaban contra la intervención y malas condiciones, hoy se esconden detrás de escritorios en los altos pisos de la burocracia ministerial, justificando en nombre del «antes era peor» la destrucción paulatina de la Universidad. Ante esta realidad nuestro deber es defenderla.
La universidad no ha podido ser destruida por ningún gobierno por más que lo intentaron y es porque cada seis meses, a la universidad entra el futuro de un país que está decidido a progresar y mejorar a pesar de quien los gobierne. Cada seis meses también salen de allí cientos de personas que agradecemos a la universidad  la oportunidad de habernos permitido vivir esos momentos que nos hacen entender que Patria significa trabajo, mejoras y no solo discursos.

 

Y así extraigo las últimas  líneas del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de Córdoba, 1918, «La juventud ya no pide. Exige que se reconozca el derecho de exteriorizar ese pensamiento propio de los cuerpos universitarios…»