El ex-bravo pueblo por Carolina Jaimes Branger @cjaimesb - Runrun
El ex-bravo pueblo por Carolina Jaimes Branger @cjaimesb

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El martes de la semana pasada tuve el honor de recibir un correo de la profesora Rebecca Beke sobre mi artículo de la semana pasada. Dice así:

“Leí tu artículo de esta semana sobre la estupidez. Esto es lo peor de todo. Tengo un aviso frente a mi escritorio en el postgrado y refleja el grado de tolerancia que tengo de la estupidez. Dice así: “I wouldn’t need to manage my anger if people could learn to manage their stupidity” (“no necesitaría administrar mi rabia si la gente supiera administrar su estupidez”).

No sé si has leído el libro “¡Tierra! ¡Tierra!” de Sandor Marai. Es autobiográfico. Y cuenta que cuando volvió a Hungría después de haberse ido en la época del comunismo, lo que más le molestaba no era ni siquiera la violencia, sino la estupidez humana.

Te copio aquí otro pasaje que me parece tan increíble porque, no importan los años que han pasado, el ser humano no aprende:

“Sin embargo, existía algo más importante que el empleo o el pan. Hay algo que, en una situación de peligro, es más importante para la mayoría de la gente que cualquier otra cosa que se pueda perder en una gran prueba: la autoestima. Después de tanta mentira y de tanta comedia barata, los ciudadanos eran capaces de percibir la realidad: la amenaza de que los querían obligar a aceptar algo en lo que no creían. Querían obligarlos a aceptar con sinceridad algo que ellos despreciaban. Querían arrebatarles el único atributo humano que todavía les quedaba, algo más importante que la posición social, el bienestar individual o la carrera laboral: el derecho a ser personas con convicciones propias, personas constructoras de la sociedad a la que pertenecían…

En última instancia, los nazis se contentaron con “poco”: la aniquilación física de sus víctimas. Los comunistas querían otra cosa, querían algo más: exigían que la víctima se mantuviera con vida y que festejara y celebrara el régimen que estaba aniquilando su conciencia y amor propio”.

 

Circa 1966. Creo que la elocuencia de Marai es insuperable… “.

 

Yo creo que la elocuencia de la carta de la profesora Beke es también insuperable y pone los pelos de punta. El “bravo pueblo” que una vez fuimos (porque ahora somos otra cosa) se está dejando arrebatar su esencia, sus ideas, sus convicciones. Muchos ya han renunciado a su autoestima… ¿qué más nos falta por perder?…