“No dejemos que nos perturben ni chismes, ni intrigas, ni estupideces de una burguesía estúpida. Vamos a trabajar, a trabajar por la paz, por la vida, por la economía, por la seguridad, por la salud, por la patria”.
Eso lo pidió el “ilegítimo” desde el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores . Ojeroso, tricolor, torpe y titubeante, apareció sin Diosdado y sin Molero, como enseñan estas fotos aparecidas en la red.
¿Lo estará viendo desde Cuba el “informante” Silva?
En esta “jugada” que lo saca de cabeza de la vida pública por maniobras extrañas, decisiones cubanas o conjuras del mismo “cartel”, Maduron “endilga” el hecho a la oposición que presentó la “confesión”, exhibe a Diosdado con su risita miedosa, deja cuadrarse a Molero y sigue de aquí para allá seguido por las cadenas que maneja a su antojo, tapando huecos sin saber con qué, si es arena, si es asfalto, si es piedra, lo urgente es tapar el hueco…
Ahora se va otra vez a concretar con la exhausta chequera lo que falta, como si no pesara sobre él y su cartel una impugnación que lo compulsaría en el espacio viciado de la conciencia comprada. Y a eso debemos abocarnos. A hacer real, cierta esa impugnación. No permitir más este cinismo que hace cotidiana esta vileza, que da espacios a estos personajes regodeándose en esta exigencia democrática que ellos desconocen.
Hoy tenían otra oportunidad de demostrar algún gesto humano y decente. No lo consideraron siquiera: permitir a Iván Simonovis que se despidiera de su suegra, Luisa, madre de Bony, mujer luchadora, heroína de esta lucha desgarradora que ha sido este capricho enfermizo de una mente enfermiza. Mezquinos de alma, usurpadores de destino.
Enamorados del poder que no les pertenece, de sí mismos, incapaces de un gesto noble, de un gesto humano.
Impugnar. Sacar la mentira de cuajo de este cuerpo agobiado, desalojar el engaño y la traición de esta ¡Casa grande y querida que es Venezuela!