Quince Años Después por Ibsen Martínez - Runrun
Sendai Zea Jul 28, 2012 | Actualizado hace 12 años
Quince Años Después por Ibsen Martínez

En lo que atañe a transparencia, es un hecho documentado que el árbitro electoral  infunde sospechas todavía al 40 % del electorado que se dice de oposición. También es cierto que sólo una gran movilización, una votación masiva y con legiones de testigos decididos a defender el voto ha sido hasta ahora, en todo tiempo y lugar,  el único antídoto efectivo contra el chantaje y el temor.

A principios de 1998, apenas comenzaba la carrera hacia las elecciones de diciembre de aquel año, publiqué en El Universal  de Caracas un artículo titulado “¿Por qué no me asusta Chávez?”, menos por mortificar las alarmas y aprensiones de los  lectores más conservadores de ese matutino que  por encarecer la candorosa idea que por entonces me hacía yo de la inconmovibilidad  del sistema político venezolano que nos había regido durante cuarenta años.

Hallaba esa idea, en verdad,  muy tranquilizadora y por eso la sacaba a dar una vuelta para tratar de sosegar, a mi vez,  a las buenas personas que consideraban abismalmente aterradora la sola perspectiva de una Venezuela donde no gobernasen ni AD ni Copei.  Mi idea se formulaba, en espíritu,  más o menos como sigue:  “Tranquilícense.  No importa cuán extemporáneas  y retrógradas luzcan ahora las posturas de  Chávez, ni cuán fundadas sus acres críticas  al sistema político vigente ni cuán radicales sus consignas en materia social,   ni mucho menos la arrolladora simpatía popular pese, o quizá gracias,  a su fracasado golpista  que reflejan los sondeos de intención de voto, tengan ustedes por cierto que la lidia con las masivas e imponentes realidades de un país tan complejo como el nuestro, pero, al cabo, un país hecho a los usos democráticos, y , todo hay que decirlo, hecho también a las artimañas moderadoras del munificente petroestado,  habrán de apaciguar al ex golpista trocado en gobernante.

Casi quince años más tarde, un amplio consenso académico considera el desempeño de Chávez en el poder como uno de los más acabados ejemplos contemporáneos de lo que ya en 1997 Fareed Zakaria describió y llamó “democracia no liberal”: la forma   de tiranía mas popular desde que desaparecieron los totalitarismos “clásicos” del siglo XX.

En los hechos políticos, se ha cumplido domésticamente un tortuoso proceso en el que un régimen,  legitimado en origen por el voto popular, se deslegitima cada día más con prácticas autoritarias y excluyentes.

El desmantelamiento total del aparato institucional del país – de suyo débil y afectado, de antiguo, por el socarrón régimen bipartidista de cuotas  de poder — ha logrado poner al servicio de una única facción personalista el Poder Judicial, el Legislativo y la Fuerza Armada.

Una insidiosa  federación con Cuba ha asegurado a Chávez recursos de inteligencia, contrainteligencia, intimidación  polical y extorsión judicial sobre cualquier disidencia que pueda surgir en cualquiera de los poderes, notablemente en el sector militar.  La pugna por el control de los medios de comunicación no ha cesado ni por un instante y en ella Chávez ha logrado éxitos tan aplastantes como el cierre y expropiación de un importante canal de televisión, la  clausura y embargo de circuitos radiales enteros y la autocensura de muchísimos de los restantes medios, ya sean impresos,  radioeléctricos o virtuales.

En lo que atañe a transparencia, es un hecho documentado que el árbitro electoral  infunde sospechas todavía al 40 % del electorado que se dice de oposición. También es cierto que sólo una gran movilización, una votación masiva y con legiones de testigos decididos a defender el voto ha sido, en todo tiempo y lugar, hasta ahora, el único antídoto efectivo contra el chantaje y el temor.

2.-

Las paradojas de la globalización y la empatía mutua entre los autoritarismos híbridos ha acercado a Venezuela no sólo a Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, sino también a potencias como China y regímenes  como los de Irán, Belorusia y Siria. A ese conjunto de factores e intereses extranacionales, se han sumado el narcotráfico y otras fomas de criminalidad organizada que han colonizado, con aquiescencia de Chávez o sin ella, importantes organismos del gobierno, notablemente, insisto,   los del sector militar.

La impunidad, producto de la destrucción  del  poder judicial, y crueles factores ditorsionantes como pueden serlo el narcotráfico y el tráficode armas, han llevado los niveles de criminalidad letal a cotas nunca antes alcanzadas.  La inflación, que pasa ya del 30%, fruto del control de divisas y de la destrucción deliberada del aparato productivo privado, es la más alta del mundo, luego de la de Zimbabue.

El hecho escueto es que, hoy por hoy, Chávez gobierna  un páis política y económicamente  casi por completo a su merced, sin ningún contrapeso institucional e un indiscutido señorío personal, ejercido con delirante imaginación y sin contraloría, sobre los colosales ingresos del petróleo. Con todo, al parecer,  las cosas hace tiempo comenzaron a moverse  en favor de la oposición.

Las novedades que signan las elecciones del venidero octubre son la enfermedad de Chávez y la conformación de una vasta coalición opositora cuyo candidato único, Henrique Capriles Radonski,  encarna una propuesta que no es exagerado calificar de centro-izquierda liberal.  Considérese que todos los partidos venezolanos adscritos a la Internacional Socialista, sumados a  Bandera Roja y Podemos, ambos desprendimientos radicales de la coaliciòn que originalmente apoyó a Chávez, apoyan a Capriles Radonski. Esto último no carece de importancia en un país cuyo electorado  ha propenddio históricamente al centro izquierda, visto que, durante años, Chávez se ha apropiado el cognomento “izquierda” y le ha sido   sumamente fácil despachar a sus adversarios señalándolos como candidatos de “la derecha” y el imperialismo yanqui.

. Léase al respecto, mi artículo publicado en El País, Madrid, el 23/7/2012 aquí

Esa amplia coalición ( cuyo organismo concertador es la Mesa de Unidad Democrática) y la candidatura única de Henrique Capriles Radonski  son, sin exageración,  el milagro que premia la travesía del desierto de una oposición que logró aislar y neutralizar a los factores golpistas y a los partidarios de aventuras y atajos que, como el fallido paro petrolero de 2003 o el llamado a la abstención en las parlamentarias de 2005, facilitaron, en definitiva, el monopolio del poder que hoy favorece a Chávez.

Por eso, cruelmente escarmentadopor los hechos, contrito de de la levedad con que hace casi quince años juzgué su resistible ascenso, igual que millones de venezolanos que anhelan el retorno a los usos democráticos,  sin que ello entrañe la restauración de los vicios que abrieron la puerta a Chávez, votaré por Capriles Radonski.

Teniendo al hacerlo muy presente el formidablemente  inescrupuloso adversario que es Chávez y sin olvidar el proverbio de Antonio Machado: “Confiemos en que no será verdad nada de lo que sabemos”.

Ibsen Martínez está en @ibsenM

http://ibsenmartinez.com/