La inmigración desde "países fecales", ayer y hoy, por Alejandro Armas
La inmigración desde «países fecales», ayer y hoy

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Nuestro atribulado país entra a 2018 en una situación verdaderamente alarmante. Supongo que cualquier ciudadano medianamente informado no necesita que le haga una enumeración de los factores que aquejan a la nación. Y como, por más sumida en problemas que esté Venezuela, el mundo no se acaba en La Guajira ni en el Delta del Orinoco, hoy quisiera poner la atención de quienes me honran con su lectura en una cuestión allende a nuestras fronteras. Sin más preámbulo, al grano.

Medios de Estados Unidos acaban de hacer una revelación sobre algo que supuestamente ocurrió en la Casa Blanca, durante una reunión entre Donald Trump y congresistas tanto republicanos como demócratas. El tema discutido fue la política migratoria. El Presidente se habría irritado ante una propuesta que incluiría a ciudadanos de Haití y de varias naciones africanas entre aquellos a los que EE.UU. abriría sus puertas un poco más. Al parecer Trump, y cito a las publicaciones que reseñaron el tema, cuestionó que se deje entrar a gente de esos «países de mierda». En lugar de tal cosa, abogó por la inmigración desde «sitios como Noruega». Ya que el encuentro con los legisladores fue a puerta cerrada, estos comentarios acaso no son más que parte de las tan mentadas fake news. Sin embargo, es perfectamente posible que en efecto hayan sido emitidos, sobre todo teniendo en cuenta el talante del personaje. Creo que un argumento a favor de tal posibilidad es el hecho de que varios seguidores de Trump no han descartado las opiniones del mandatario, sino que las han aplaudido.

No quisiera concentrarme en la manera vulgar en que Trump habría abordado el tema, porque no pretendo enfrascarme en el debate sobre la conveniencia o inconveniencia de la llamada corrección política. Prefiero dirigir el reflector hacia el fondo del asunto y no la forma. Por otro lado, ya que los críticos más altisonantes de la corrección política suelen sostener que la misma es hipócrita y viola la libertad de expresión, supongo que estas personas no pretenderán censurarme por cuestionar a Trump, ya que, bueno… Sería hipócrita hacerlo.

Las políticas migratorias son competencia de cada Estado y un extranjero no puede pretender que ellas se moldeen de acuerdo con sus pareceres, lo cual no implica que no estén exentas de críticas por parte de quienes no son nativos. En tal sentido, la presunta descarga de Trump contra los inmigrantes de los «países de mierda» sería motivo de mucha alarma si realmente se dio. Que un país decida cerrarse a toda inmigración es, a mi juicio, terrible. Pero peor es que se cierre de forma parcial, con criterios claramente prejuiciosos y discriminatorios.

Al invitar a noruegos y rechazar a haitianos y africanos, Trump pudiera haber asomado que su deseo es que solo los ciudadanos de países europeos puedan residenciarse en Estados Unidos. La hipotética concreción de tales medidas tiene precedentes abiertamente racistas y que la historia ya se había encargado de enterrar hace mucho tiempo. En la propia nación norteamericana se aprobó en 1924 una ley migratoria que restringió el acceso a individuos de Europa oriental y meridional, así como de África. Además, prohibió toda inmigración desde los países de Asia oriental. Mientras que las restricciones a los europeos tenían su raíz en la asociación de estas nacionalidades con ideas comunistas y anarquistas, en el caso de los asiáticos simplemente fueron tachados como indeseables para la homogeneidad de los estadounidenses. La ley fue derogada en 1965.

Asimismo, durante más de la mitad del siglo XX estuvo vigente la «Política de Australia Blanca», que en esencia prohibió la inmigración de personas no europeas a la nación oceánica. Tuvo sus orígenes en la competencia entre chinos y británicos en la minería de oro australiano durante la centuria anterior. Tales argumentos económicos, sin embargo, se mezclaron con planteamientos sobre la «inferioridad» de ciertas razas. La práctica comenzó a ser desmantelada tras la Segunda Guerra Mundial, pero el proceso apenas se completó en la década de los 70.

Por otro lado, volviendo a Estados Unidos, siempre se debe tener en cuenta que este ha sido históricamente un país de inmigrantes. No quisiera caer en la cursilería a menudo presente en este argumento. Me limitaré a información histórica, con foco en dos grupos demográficos de origen europeo cuyos descendientes hoy componen una parte importante de la enorme y pujante clase media norteamericana. En primer lugar, los irlandeses. Fueron la primera gran oleada de inmigrantes en Estados Unidos como país independiente. La mayoría de ellos estaba compuesta por campesinos pobres e iletrados, atraídos por la posibilidad de mayor prosperidad económica y libertad política que en el Reino Unido del que entonces su isla natal entera era parte. Es más, durante y luego de la Gran Hambruna de la década de 1840 en Irlanda, hubo un flujo particularmente elevado. Estos inmigrantes tuvieron que vérselas con varias actitudes discriminatorias por parte de la población «anglodescendente» de Estados Unidos. Su catolicismo era rechazado por algunos, en una nación mayoritariamente protestante, y tildado de amenaza para el republicanismo (en resumen, se sostenía que votarían en elecciones por quien les dijeran sus obispos, quienes a su vez consultarían con un monarca europeo: el Papa). Además, los irlandeses eran a menudo estereotipados como sujetos alcohólicos, inmorales y violentos. Un movimiento político «nativista» hizo campaña activa a mediados del siglo XIX para que no se les permitiera entrar (si le interesa el tema, además de la amplia literatura al respecto, recomiendo la película Pandillas de Nueva York [2002], del genial Martin Scorsese). Los prejuicios contra ellos fueron comunes al menos hasta inicios del siglo XX.

Los judíos, de quienes Trump trata de presentarse como nuevo mejor amigo con medidas como el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, son el segundo grupo. Ni siquiera contaban con Estado propio y llegaron en masa a Estados Unidos desde la década de 1890 y hasta los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. ¿Eran acaso todos Rothschild? No. A menudo inmigraban con una mano adelante y otra atrás, provenientes de aldeas rurales y guetos urbanos pobres. Huían de la miseria y de la persecución religiosa. También tuvieron que vérselas con estereotipos en su nuevo hogar. Grupos racistas como el Ku Klux Klan (que hoy se relamen ante la perspectiva migratoria que Trump ofrece) los caricaturizaron como corruptos y dedicados a negocios que ofendían la moral.

¿Cómo creen que sería Estados Unidos hoy si, por razones prejuiciosas, en su momento se les hubiera cerrado la puerta a todos los O’Neill, los Goldberg, los Kennedy, los Cohen, los Sullivan y los Rosenfeld? De seguro a Trump le parecería un disparate prohibir hoy a irlandeses y judíos que entren a su país. A los que alguna vez fueron casi todos pobres se les dio una oportunidad y ahora contribuyen significativamente a la prosperidad norteamericana. Y si alguien sale con el grito de que en la actualidad los inmigrantes de los «países de mierda» incluyen criminales, respondo: ¿Es que los casos presentados aquí no los incluían? Grandes mafias de irlandeses y judíos echaron raíces en Estados Unidos. Recordemos, entre los celtas, a Bugs Moran, el gran rival de Al Capone; y entre los hebreos a Arnold Rothstein, Bugsy Siegel y, por supuesto, Meyer Lansky. Creo que nadie con dos dedos de frente diría que las fechorías de estos sujetos son prueba de que hay que expulsar a sus millones de compatriotas decentes y no permitir que entren más de ellos.

El presunto comentario grosero de Trump con que inicia este artículo tal vez nunca fue pronunciado. Pero tras un año de su gobierno, creo que hay razones para temer que las intenciones subyacentes existen. Llámenme «progre» o lo que les dé la gana. Estoy convencido de que así como antes no se prohibió la entrada de un individuo solo por venir de un país que algunos consideraron «de mierda», hoy tampoco se debería ejercer tal prohibición.

Cierro advirtiendo que si usted cree que este artículo es inútil por no tratar de Venezuela, piense en que este se ha vuelto una nación de emigrantes. Si por un lado esto le parece una nimiedad o apoya las supuestas actitudes de Trump, y por el otro, piensa en irse de aquí, rece para que en el extranjero no lo rechacen por venir de uno de esos lugares etiquetados como «países de mierda».

@AAAD25