Quien mencione la guerra civil es desatinado, exagerado o, si no, apaciguador. Porque “¿Cómo va a hablarse de tal cosa si solo un lado está armado?”. Será por lo que usted quiera, pero prefiero vacunarnos a tiempo.

En su ensayo La Guerra Civil ¿Cómo pudo ocurrir?, el pensador español Julián Marías (1914-2005) presenta varios factores que hicieron posible aquel conflicto largo y cruel. Había polarización, honda división, muchos problemas acumulados. Viejos unos, no resueltos; nuevos otros, muy irritantes. Recordemos que todo empezó como “pronunciamiento”, un golpe militar como los del siglo XIX, que sería seco y preciso, quirúrgico, porque “nadie aguantaba ya aquello” y “el país se caía a pedazos”. El golpe se intentó pero no culminó, desembocó en una guerra que comenzó en julio de 1936 y acabó en abril de 1939, dejando 300 mil muertos y otros tantos exiliados. Luego, tres décadas largas de dictadura, del treinta y nueve hasta la muerte de Franco en 1975.

Nos habla de la frivolidad de jugar con materias muy graves sin imaginar las consecuencias. De la irrealidad, la falta de sentido para tener en cuenta a los demás salvo como etiquetas abstractas. De la pereza de pensar y buscar soluciones. Del egoísmo, el aislamiento y la irresponsabilidad por parte de actores con el raciocinio viciado por un fanatismo sonámbulo. De no aceptar las reglas sino cuando me favorecen, un modo lerdo aunque pase por astucia, de desaprovechar la gran virtud de la democracia que es autorrectificarse.

Y la peor de todas, la locura. Casi nadie quería la guerra, pero todos quisieron “lo que resultó ser una guerra civil”. Quisieron “(a) Dividir al país en dos bandos; (b) Identificar al “otro” con el mal; (c) No tenerlo en cuenta, ni siquiera como peligro real, como adversario eficaz; (d) Eliminarlo, quitarlo del medio (políticamente, físicamente si es necesario)”.

Aquella fue, para Marías, “una locura colectiva o social”, la “locura histórica”. Me pareció oportuno leerlo el jueves 10. En el primer encuentro del diálogo político. Como vacuna. Preventivamente.