Sólo les faltó tocar violines por Toto Aguerrevere - Runrun

Insólito el hundimiento del crucero Costa Concordia en las costas italianas. Más aún el leer las transcripciones de audio entre el capitán del barco y el guardacostas, y las declaraciones de los venezolanos a bordo quienes aseguran que el capitán fue uno de los primeros en pirar del naufragio. Cuando uno se monta en un crucero lo primero que hacen es llevarte hasta tu zona de emergencia con chaleco salvavidas en mano para que sepas a donde tienes que estar si algo sale mal. Aquí nada de esto pasó. El accidente, aseveran, fue causado cuando el capitán acercó el barco hacia la costa de una isla de donde es oriundo el jefe de mesoneros del crucero. Es un gesto honorable pero, estemos claros, hay otras maneras de decir “Te Amo mi Bellísimo”.

Igual de insólito son las similitudes que han surgido con el barco hundido más famoso de todos los tiempos, el Titanic. A cien años de esa tragedia pareciera que no hubiésemos aprendido nada sobre la seguridad en casos de emergencia. Los testimonios de los sobrevivientes del crucero revelan que en varias ocasiones tanto el capitán como el personal les aseguraron que se trataba de una simple falla eléctrica y que no debían prestarle atención. Eso ya no le sirve a una generación que vio la película Titanic y sabe que éste se hundió mientras tocaban violines. Nos podemos vestir más ligeritos de ropa que en aquella época pero hasta con iPod puesto sabemos cuando algo anda mal.

Lo extraordinario es que haya pasajeros del crucero cuyos ancestros se hundieron con el Titanic. Cada uno de los testimonios relata cómo sintieron lo mismo que seguramente experimentaron sus antepasados hace un siglo atrás. Llamémoslo como es, montarse en el Costa Concordia cuando tu tío bisabuelo se hundió con el Titanic es como cuando los Bessette casaron a su hija Carolyn con John John jurando que el maleficio de los Kennedy ya había terminado.

Pensando en cómo escapar de un desastre me inquieta saber cómo me comportaría yo. Siempre dicen que las personas que mantienen la calma son las que sobreviven. Pero uno no sabe cómo va a reaccionar y menos en este caso cuando hasta la autoridad se fugó con el primer flotador en forma de palmera que encontró en la piscina del crucero. Yo espero con toda sinceridad que si llego a sufrir algo similar pueda mantener la cordura.

En lo que sí estoy claro es que si puedo escoger mi accidente, quiero que me suceda en un barco y no en un avión. Si en tierra los venezolanos hacemos una cola ficticia para abordar un avión  ¿en verdad vamos a esperar a que nos llamen por filas para lanzarnos de un trampolín cuando estemos dentro de él? Lo que seguramente pasará es que nos vamos a quedar embutidos como sardinas en esa fila “recuesta tostón” que hacemos hasta que abran la puerta. Si no es que el vivo de la fila 32 ya la abrió en pleno aterrizaje forzado dejando a la suegra atrás. Mientras tanto, Dios nos libre de nuevos desastres humanos causados por errores tontos y de capitanes ineptos con síndrome de yo no fui.-

Toto Aguerrevere

@totoaguerrevere