¡Al fin comenzaron las clases!, por Reuben Morales
¡Al fin comenzaron las clases!, por Reuben Morales

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Gracias, colegio de mi hijo, por finalmente iniciar el año escolar. Una semana más e íbamos a terminar en el programa de la Dra. Ana María Polo demandando a nuestro hijo por daños y perjuicios. Lidiar con un hijo ya es un reto, pero tener a un hijo de dos años de vacaciones, en casa, cuando todos estamos ocupados; es más complicado que pagarle la deuda a China… en efectivo… con billetes de 2 Bolívares.

Tobías se ha apoderado de la casa. Mi esposa, mi suegra y yo vivimos como rehenes. Un niño sin ningún plan en casa es peor que el gorila de Cincinnati. Nuestro apartamento se ha convertido en una casa del terror. Tobías a cada rato lanza puertas y uno brinca del susto. Si no, caminas en medio de la madrugada a buscar agua en la nevera y pisas un muñeco chillón. Estás trabajando en la computadora y de repente escuchas a la perra queriendo morder a Tobías porque él le hace bullying.  Estás acostado reposando cinco minutos con los ojos cerrados y te cae una pelota de béisbol en la frente. Estás acomodando todo para dormirlo en la noche y repentinamente pega un grito tan agudo, que podría utilizarse como método de tortura en Guantánamo.

Tobías tiene demasiada energía. Si colocásemos una rueda gigante de hámster, la conectáramos a un generador y pusiéramos a Tobías a correr ahí, nuestro edificio tendría energía eléctrica limpia y autosuficiente. Permítanme ilustrarles mejor sobre su energía. En el almuerzo, Tobías come un bocado y le da tres vueltas a la mesa de la sala. Come otro bocado y salta de una silla para el sofá. Come otro bocado y se quita la ropa. Come otro bocado y se quiere montar en la mesa. A esto debemos sumarle algo: yo trabajo mucho desde la casa. Estar frente a la computadora mientras Tobías emula al Demonio de Tazmania no es fácil, aunque me ha hecho desarrollar habilidades únicas. Ya mis orejas se voltean para distintos lados como las de los caballos, cazando qué hace Tobías. Mis globos oculares ya tienen independencia como los de los camaleones. Si usted es soltero y no capta bien la idea, le cuento. Trabajar en casa con un niño pequeño es como tratar de escribir una carta a bolígrafo mientras se navega en un peñero con el mar picado. Porque no solo son inquietos, sino adictos a la adrenalina. Es más, coloca a un niño pequeño en una encrucijada donde a la derecha tenga la entrada de Disney y a la izquierda, un compendio de ventiladores de metal sin rejillas, cuchillos, vasos de vidrios al borde de mesas y hornillas prendidas. ¿Hacia dónde agarraría? No, no es hacia Disney.

Por eso gracias, colegio. ¡Gracias por comenzar tu año escolar! Pero eso sí, te advierto, lee bien esto: quiero que Tobías llegue a casa MA-MA-DO. Si quieren enseñarle a subir y bajar escaleras, tienen mi permiso. Pueden hacer los simulacros de incendio y terremoto dos veces al día si quieren. Pueden entrenarlos para un 10K. Estimúlenles el sueño dándoles problemas de lógica, ecuaciones y ciclos de cine europeo intenso. Enséñenlos a lavar a mano, a barrer y a coletear. ¿Frizar?… ¡aprobado!. Es más, si quiere remodelar sus instalaciones, les presto a Tobías de obrero. Pónganse creativos. Tobías debe llegar a casa rogando una siesta. Qwof8r73yuitrh4t5yi0956|117843}´p´{Uj¿7u66548hgrej1´0… cónchale, disculpen… Tobías está aquí de nuevo.

 

@reubenmorales