Juan Vicente Gómez: Los años de simpatía, 1910-1914 - Runrun

Hace cien años, Juan Vicente Gómez, el dictador que dominó el siglo XX, fue elegido por primera vez presidente constitucional de Venezuela para el periodo 1910-1914. Se inició entonces lo que Manuel Caballero llamó la “dictablanda”. Gómez era simpático, hablaba poco, prometía respetar las leyes, y, en efecto, se inició un periodo que hizo suponer a todo el mundo que había llegado, por fin, una etapa de estabilidad y alternabilidad en el poder. Que se respetaría la libertad de expresión, el funcionamiento de los partidos, en fin, lo que la gente sin ambiciones de grandes cambios humildemente deseaba. Venezuela era un país rural y sólo los caudillos dominaban la escena.
De modo que todo iba a depender de Gómez y de sus relaciones con los caudillos. A eso se reducía la política.

Gómez fue elegido el 27 de abril de 1910 por el Congreso Nacional. Los venezolanos lo aclamaron como un hombre que iba a gobernar democráticamente, y lo consideraron el polo opuesto de Cipriano Castro, su jefe y compadre. El país estaba fatigado de Castro, de sus extravagancias, de sus discursos violentos, de sus guerras imaginarias o reales.  Los dos últimos años de don Cipriano o de “El Cabito” como se le llamaba, habían sido demenciales.
Primero la “Aclamación”. Renunció para volver al poder, pero aclamado.

Le dio la vuelta al mapa como a un ruedo, repartiendo ron y carne asada, entre bailes y músicas. Luego vino la “Conjura”, una conspiración contra su amigo y compadre, socio y financista, Juan Vicente Gómez, el vicepresidente de la República. Para salvarse, tenía que dormir cada noche en un lugar distinto. Imaginémonos aquello: un vicepresidente que tenía que esconderse del presidente! Este era el ambiente cuando vino lo inesperado. “El Cabito” enfermó de gravedad, tuvo que viajar a Europa a operarse y dejó encargado del poder al compadre a quien había querido matar. A los pocos días, finales de 1908, Gómez le dio lo que se conoce como “la patada histórica”.
El simpático don Juan Vicente gobernó como presidente provisional hasta 1910, cuando se inició su primer periodo constitucional. Una “luna de miel”.  Pero en 1913, cuando se acercaba su final, Gómez dejó de ser Gómez el campechano, y ayudado por los doctores César Zumeta, José Gil Fortoul y otros letrados que le despejaron el camino, armó el tinglado para quedarse con todo el poder. Siempre se culpa a los militares porque la historia (escrita por civiles) indefectiblemente los trata con guantes de seda. Que nadie nos oiga, pero a Gómez lo inventaron los doctores.
Cuando el periodista Rafael Arévalo González, director de El Pregonero, lanzó un candidato a la presidencia, el doctor Félix Montes, Gómez lo mandó para La Rotunda, y el inocente candidato tuvo que irse de Venezuela. Esto no bastó. Gómez y sus iluminados doctores decidieron suspender el “proceso electoral”, alegando que el general Castro “estaba cerca de las costas del estado Falcón e invadiría a Venezuela”.  Una mentira útil, como tantas otras mentiras.
En nombre de la soberanía de la Patria, el simpático Gómez se declare en campaña, al frente de miles de soldados, tambores y timbales, dejó en el poder al doctor José Gil Fortoul, nuestro gran historiador, pero el general no pasó de Maracay.
Final de la historia: el 14 de abril de 1914, un Congreso Nacional de Plenipotenciarios designó presidente de Venezuela al doctor Victorino Márquez Bustillos, un presidente de paja, y a Juan Vicente Gómez Comandante en Jefe del Ejército. Adiós, “dictablanda”. A partir de entonces, vino la Venezuela de hierro. Una historia que comenzó hace un siglo, en 1910.

SIMÓN ALEBRTO CONSALVI