Las historias siempre confluyen por Simón Alberto Consalvi - Runrun

La historia y sus historias

No es un dogma, aunque así se ha presentado la versión de que los vencedores siempre escriben la historia. Los totalitarismos padecen de ese síndrome: escriben y reescriben, falsifican, borran, adulteran, censuran. Al final, la trama se descubre, la historia se rebela. Los vencidos, en no pocas ocasiones, también escriben la suya. En Venezuela, donde la rueda de la fortuna se caracteriza por su inconstancia, esto no debe extrañar a nadie. Unos bajan, otros suben. La historia termina siendo una sola.

Tuvimos épocas, (siempre, al parecer, ocurre así),  de historias paralelas. La escrita desde el poder y para el poder, y la otra, la historia subterránea de la resistencia clandestina o del exilio. La historia contra el poder. Las Memorias de un venezolano de la decadencia de José Rafael Pocaterra, los panfletos de colores de Pío Gil, las descargas de César Zumeta o Rufino Blanco Bombona, la incesante batalla de los jóvenes desterrados del 28 y los de los años 50 en México, Cuba o Costa Rica, el Libro Negro contra Pérez Jiménez, (dentro del país), en fin, el Memorándum de Pérez Alfonzo contra las concesiones petroleras de la dictadura. Subterránea o no, fue la otra historia que termina prevaleciendo porque no estaba fundada en la adulteración.

Al escribir la historia de las letras venezolanas, en 1940, al regreso de su residencia de 13 años en Chile, Mariano Picón-Salas consideró que era indispensable para tener «un cabal conocimiento de Venezuela en aspectos tan importantes como el pensamiento político y la evolución social, rastrear el testimonio no sólo de los venezolanos que vivieron y combatieron en el país, sino también de aquellos, muy numerosos, a quienes la turbulencia de nuestra historia arrojó lejos de la patria en apasionado combate contra nuestro crónico azar político».

Autocracia, nomadismo, diáspora, impidieron y perturbaron la continuidad de un proceso histórico, como el de otros países hispanoamericanos, y esos factores influyeron de modo negativo en el desarrollo cultural y político. Eso había sucedido en el siglo XIX y también en los primeros 35 años del XX, cuando el «crónico azar político» parecía llegar a su culminación. Picón-Salas postuló la revisión de las dos historias paralelas. La agresividad de las luchas políticas generó lo que él llamó dos «Venezuelas irreconciliables». De ahí que considerara que era preciso juntarlas para llegar a una verdadera comprensión de la historia de Venezuela.

SIMÓN ALBERTO CONSALVI